INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, COMEDOR / NOCHE
Don Roberto está cenando, encabezando la mesa acompañado por María Belén y Camila.
Roberto: ¡Qué silencio se siente esta noche! Me parece muy extraño que ni la gorda de Isis ni Damián estén.
Camila: A lo mejor salieron juntos para algún lugar. ¿No dejaron alguna razón con el ama de llaves?
Roberto: (extrañado) No. Ella sólo me dijo los dos salieron de imprevisto. Me hubiera gustado que estuvieran presentes para que María Belén los conociera, ahora que comenzará a trabajar mañana.
María Belén: (tímida) Yo sólo le pido que tenga paciencia conmigo, don Roberto. Como le dije, no soy muy estudiada y no sé mucho de modales como eso de servir la mesa.
Roberto: Estuve pensando en eso, así que no tienes por qué preocuparte. Le voy a pedir al ama de llaves que te enseñe con paciencia esos detalles y verás que poco a poco irás aprendiendo (Le sonríe).
María Belén: ¡Mil gracias! Es usted un ángel.
Roberto: Brincos diera si fuera así. Je, je, je. Te puedes sentir a todo gusto en mi casa. También le diré al ama de llaves que te prepare uno de los cuartos de servicio. Imagino que no tienes ropa.
María Belén: (sonriendo avergonzada) La mera verdad no. Nomás lo que traigo puesto, aunque tenía un par de vestidos en donde trabajaba antes, pero ya no tiene caso ir por ellos.
Camila: Yo tengo algunas prendas que te pueden quedar, Mabel. Aparte, don Roberto seguramente te facilitará el uniforme que vas a usar durante el día.
Roberto: Así es. Como también te puedo dar algo de dinero para que Camila te acompañe y compres ropa nueva que te quede.
María Belén: (apenada) ¡Ay, eso no don Roberto! Ahí sí me daría reteharta vergüenza con usted. Más bien me puede dar un adelanto de mi paga. Así me sentiría más cómoda.
Roberto: Para mí no sería ninguna molestia. Sólo una obra de caridad, pero como tú quieras. No hay problema.
Camila: (levantándose del comedor) Y bueno, con su permiso, yo ya me voy, que mi mamá me debe estar esperando. Muchas gracias por invitarme a cenar, don Roberto.
Roberto: Ha sido con gusto, Camila. Te lo debo por haberme acompañado hoy al chequeo médico. Qué tengas buena noche.
Camila: Igualmente usted. Chao, Mabel. Mañana nos vemos. Cuídate.
María Belén: Hasta mañana, Cami. Mándale saludos de mi parte a tu mamá.
Camila: Claro que sí.
María Belén se levanta y ambas amigas se abrazan. Camila se retira del comedor.
Roberto: Quieres mucho a Camila, ¿no?
María Belén: (sonriendo) Para mí es como la hermana que nunca tuve. Nos conocemos desde chiquitas. Ella y yo íbamos juntas a la escuela, aunque yo después me tuve que salir y ella siguió estudiando sola.
Roberto: (extrañado) ¿Por qué no seguiste estudiando tú?
María Belén: (esbozando su sonrisa) Yo no me siento muy cómoda diciéndolo, pero…
Roberto: (la interrumpe) Si no te sientes cómoda diciéndomelo, no te preocupes. Tampoco quiero que pienses que estoy invadiendo tu vida personal.
María Belén: Gracias por la comprensión, don Roberto. Por alguna razón, apenas nos conocimos hoy y yo ya siento que lo conozco de tiempo.
Roberto: A lo mejor nos conocimos en otra vida. ¿Quién sabe?
María Belén: (confundida) ¿Otra vida? ¿Cómo es eso? Ja, ja, ja.
Don Roberto: Es un dogma de la religión hinduista y budista. ¿Nunca oíste hablar de la reencarnación? (María Belén asienta con la cabeza) Es un tema complejo de explicar, pero por si quieres leerlo, tengo una biblioteca muy amplia para que estudies cuando quieras.
María Belén: ¡Qué bueno! A mí me gusta mucho leer porque aprendo cosas que nunca me enseñaron. Luego me paso por allá.
EXT. / DESCAMPADO / NOCHE
Rodolfo y Piedad siguen electrocutándose juntos, pero es más el impacto sobre Rodolfo. La piel de ambos comienza a pigmentarse de negro. Los policías no saben qué hacer al respecto.
Policía 1: ¡Se están electrocutando! Hay que buscar la caja de donde proviene la energía.
Los policías deciden repartirse para buscar la caja. Isis, entretanto, se avienta sobre Damián y desactiva la palanca.
Isis: (muy asustada) ¡Ay, mi Dios! ¡Que Rodolfo Robles no se haya chamuscado todavía!
La energía efectivamente se apaga y justo en ese momento los cuerpos de Rodolfo y Piedad se prenden en llamas. Él suelta a Piedad, puesto que ya ha muerto con los ojos abiertos, mientras que Piedad sigue con vida y comienza a retorcerse, quemándose viva.
Piedad: (adolorida) ¡Me estoy quemando! ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme, me estoy quemando!
Los gritos de Piedad son desesperantes al punto que podrían aturdir a cualquiera. Uno de los policías presentes habla por el radio para pedir una ambulancia.
Piedad: ¡Ayúdenme! (Revolcándose entre la hierba) ¡No me quiero morir! ¡No me quiero morir! ¡Ayúdenme!
Piedad, ante su desespero, no sabe qué hacer. Se agarra del cabello y sigue revolcándose. Parece una antorcha encendida consumiéndose entre el fuego, tal y como si estuviera quemándose en el mismo infierno
Los gritos de la mujer se escuchan en un eco profundo y lento. Por su parte, Damián, al ver que Isis ha desactivo la palanca, se acerca a ella en una actitud agresiva.
Damián: ¿Qué hiciste, madrina? ¡Te dije que no te metieras en lo que no te importa! (La empuja bruscamente).
Policía: (apuntándole a Damián) ¡Manos arriba! ¡No te muevas!
Damián se sorprende al ver al policía e intenta salir corriendo.
Isis: (llorando) ¡Damián, no escapes!
El policía se ve obligado a disparar. La bala impacta en uno de los hombros de Damián. Éste se detiene ante el disparo y cae. Isis se acerca inmediatamente a su ahijado sintiéndose muy preocupada.
Isis: ¡Por Santa Teresa! ¡Mi ahijado! ¡Llamen una ambulancia!
El policía se acerca y a través de su radiófono llama otra ambulancia para Damián, quien tiene los ojos abiertos y comienza a respirar agitado.
Policía: Se necesita una ambulancia lo más pronto posible por la carretera saliendo del DF. Tenemos un hombre herido. Repito…
Damián: Madrina…
Isis: No vayas a cerrar los ojos, Damián. Escúchame bien. No cierres los ojos. Ya va a venir una ambulancia por ti, mi amor
Damián: (balbuceando) Mary…
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / NOCHE
Dorotea entra al cuarto de Rodolfo. Ha buscado por casi toda la casa a su ahijada Valentina, pero no la ha encontrado por ninguna parte.
Dorotea: ¿En dónde se metió esta muchacha? No puedo creer que se haya devuelto para su casa y haya dejado el trabajo botado la muy vaga (Molesta).
En eso, Dorotea nota la puerta del baño abierta y se extraña. Va hacia allí, mirando al interior, pero no encuentra nada raro cuando, de repente, pisa algo.
Dorotea: (extrañada) ¿Qué es esto?
La mujer se inclina y recoge el objeto que acaba de pisar que no es otro que el celular de Valentina con el que ella grabó a Piedad.
Dorotea: (mirando con dificultad la pantalla) ¿De quién será este celular? Para eso que no alcanzo a ver bien.
Por accidente, Dorotea desliza su dedo en la pantalla del celular y comienza a reproducirse el último video guardado en la memoria. Dorotea se queda viéndolo y a medida que se sigue reproduciendo se va quedando más impactada.
Dorotea: ¡Dios mío! ¿Qué significa esto?
Dorotea ve aterrada la grabación de Piedad hablándole al espejo a Mary, aunque cabe recordar que en el video se ve a ella hablando sola confesando el asesinato de Lucrecia y el que piensa cometer contra Rodolfo. La empleada, ante eso, se le resbala el celular de las manos sin poder asimilar lo que acaba de visualizar en dicho celular.
Dorotea: (temblando) Esto no puede ser. ¡Esa mujer mató a la señora Lucrecia! ¡Ella la mató, por Dios! ¡Ella fue! ¿Qué hago?
De repente, se oye el sonido del teléfono de la sala timbrando. Dorotea se asusta, por lo que duda si contestar o no. Al final, decide bajar las escaleras y corre a contestar la llamada entrante, aunque temblando todavía por los nervios.
Dorotea: ¿Bueno? (Pausa) ¿Cómo dice? (Desencaja el rostro).
Ella suelta el teléfono después de lo que acaban de comunicarle.
INT. / DELEGACIÓN, OFICINA / DÍAS DESPUÉS
Frente a un agente del ministerio público se encuentran María Belén, Camila, Isis, don Roberto y Dorotea. Las mujeres mayores están sentadas, mientras que los demás están de pie.
Agente: Bien, ya que todos están presentes, los convoqué aquí para platicarles del caso de la señorita Piedad López y Damián Castro.
María Belén: Piedad todavía está muy delicada. ¿Qué piensan hacer con ella y con Damián?
En ese momento se enfoca a Amarguras en el pasillo de un hospital, llorando desesperada, pero siendo detenida por las enfermeras.
Amarguras: ¡Quiero ver a mi hija, por el amor de Dios! ¡Déjenme verla!
Luego, se enfoca a una persona en una habitación de ese mismo hospital totalmente vendada en su rostro, cabeza, brazos y piernas. Es Piedad, quien está conectada a un electrocardiograma y a un suero, bastante delicada todavía.
Se vuelve enfocar la oficina de la delegación.
Agente: En cuanto la señorita Piedad sea dada de alta del hospital, si no tiene complicaciones, será trasladada a una cárcel.
Roberto: ¿No harán el respectivo juicio?
Agente: Efectivamente se hará y se utilizará el video que nos proporcionó la señora Dorotea, en el que ella confiesa el asesinato de Lucrecia Méndez y también su intento de homicidio hacia Rodolfo Robles.
Dorotea: (mortificada) Que en paz descanse...
Isis: (preocupada) ¿Y qué hay de mi ahijado Damián, señor agente?
El rostro de Camila se desencaja al oír el nombre de Damián. María Belén lo nota y la conforta.
Agente: Bueno, él... También tendrá un juicio de audiencia abierta, ya que debemos recordar que fue cómplice en el homicidio de Rodolfo Robles.
Camila: Disculpen que me meta, pero yo no creo que Damián deba ser remitido a una cárcel. ¡Fue esa prostituta loca de Piedad la que lo manipuló!
Isis: Yo también estoy de acuerdo. Mi pobre ahijado lo hizo impulsado por ella.
Agente: Hay pruebas que lo incriminan de homicidio culposo, sin embargo, pueden contratar un abogado para que sea defendido en el juicio y facilitarte al juez algún tipo de examen psicológico que determine que Damián está desequilibrado mentalmente.
En ese momento, se enfoca a Damián en una celda, vendado del disparo que había recibido días antes y mirando a través de los barrotes con la mirada retraída y chupándose el dedo pulgar.
Todos en la oficina del agente se miran entre sí muy preocupados más que todo por Damián.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE NICOLÁS / MÁS TARDE
María Belén está doblando algo de ropa de Nicolás para meterla en una mochila. Nicolás está sentado en la cama, vestido de luto.
Nicolás: Gracias por no haberme dejado solo todos estos días, Mabel (Le sonríe). No sé qué haría sin ti y sin Dorotea.
María Belén: (sonriendo) Yo no podría dejarte solo, aunque quisiera, y tampoco tienes nada de qué agradecerme, Nico.
Entre los dos hay unos breves segundos de silencio.
María Belén: ¿Ya estás listo?
Nicolás asienta con la cabeza.
María Belén: Bien. Después del entierro de tu papá, iremos al centro para discapacitados.
Nicolás: Yo no me siento un discapacitado.
María Belén: No se trata de que te sientas o no. Es que entiendas que ahora tienes una... (Se confunde) ¿Cómo se dice?
Nicolás: ¿Limitación física? Ja, ja, ja
María Belén: ¡Sí, eso! Ja, ja, ja. Ya sabes que soy medio taruga para esas palabras. Lo que decía es que ahora que tienes eso, es importante que aprendas a vivir como si pudieras ver, aunque yo sé que es difícil, pero lo que vale es el intento.
Nicolás: Tienes razón. Tampoco me quiero sentir como un inútil.
María Belén: Y no lo eres, así que conmigo vas a contar para todo (Lo toma de la mano). Eso te lo prometo.
Nicolás: Gracias de nuevo. Eres una gran persona, Mabel.
INT. / HOSPITAL, OFICINA / DÍA
En el mismo hospital, se encuentran don Roberto y Camila en la oficina de un doctor. Todos están sentados, separados por el escritorio.
Roberto: (preocupado) ¿Y bien, doctor? ¿Qué resultados arrojó el análisis de ADN?
Doctor: (entregándole un sobre) Véalo por usted mismo, señor Altamira.
Camila: (ansiosa) ¡Ay, don Roberto! Donde Mabel se entere, nos pone como camote a los dos, más que todo a mí por haberlo ayudado.
Roberto: No te preocupes. María Belén no se va a enterar de nada...
FLASHBACK
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE MARÍA BELÉN / DÍA
María Belén está peinando su cabello mientras se mira al espejo. Lleva puesto su uniforme de empleada.
María Belén: (sonriéndose) ¡Listo! Así estoy bien.
La joven coja sale del cuarto para hacer sus quehaceres. Camila, que estaba escondida tras una pared, al ver que Mabel ya salió, aprovecha para entrar a su cuarto e ir a buscar algo en tu tocador.
Camila: Tengo que encontrar algo que sirva para hacer la prueba de ADN.
En eso, Camila se fija en el cepillo con el que Mabel estaba peinándose y ve que tiene algunos cabellos.
FIN DEL FLASHBACK
Don Roberto: Lo indispensable es que matemos la duda de una vez y sepamos si María Belén es mi hija o no.
Doctor: Cabe recordarle que los exámenes hechos en el laboratorio son de alta precisión y sólo hay una muy remota posibilidad de que no salgan bien.
Don Roberto: Gracias por la aclaración, doctor.
El anciano se dispone a abrir el sobre y sacar los resultados impresos en un documento. Camila se acerca más para leer. Luego de unos segundos, ambos hacen una gran expresión de sorpresa.
INT. / VECINDAD / DÍA
En la vecindad hay un gran alboroto. Muchos de los inquilinos, entre ellos doña Ramona, observan curiosos cómo unos hombres desalojan la casa de Amarguras.
Ramona: (desconcertada) ¿Qué pasa? ¿Por qué le desalojan la casa a doña Amarguras?
Vecina 1: La casera mandó a que la desalojaran porque doña Amarguras tiene varias rentas atrasadas.
De repente, Amarguras llega cabizbaja a la vecindad y se sorprende al ver lo que pasa.
Amarguras: (alertada) ¡Mis cosas! ¿Qué hacen aquí afuera? ¿Qué pasa?
La casera, que es una mujer mayor, sale de la casa de Amarguras para enfrentarla.
Casera: Pasa que hasta hoy fue el límite de plazo que le di para pagarme los meses de renta que me debe, doña Amarguras.
Amarguras: Usted no me puede hacer eso y menos ahora que mi pobre hija está grave en el hospital.
Casera: Pues ni tan pobre. Por ahí dicen que resultó ser una asesina y una vagabunda sinvergüenza igual que la madre.
Amarguras: (ofendido) ¡No le permito que insulte a Piedad en mi cara, vieja estirada!
Al oír eso, la casera no duda en pegarle una sonora cachetada a Amarguras para luego jalarla del pelo.
Casera: ¡Ahora sí vas a saber quién es la vieja estirada!
Amarguras: (adolorida) ¿Qué está haciendo? ¡Déjeme!
La casera ignora a Amarguras y la saca de su vecindad jalándola del pelo. Justo la empuja a un charco de lodo en la calle dejándola muy humillada a mirada de todos los inquilinos de la vecindad. La mujer rompe a llorar desconsolada y muy avergonzada, por lo que sale corriendo.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE VALENTINA / DÍA
Entretanto, Valentina también está arreglándose después de que le darán de alta al haber estado internada desde hacía unos días. Dorotea está con ella, vestida de luto.
Valentina: De veras todo lo que me contaste parece una película de acción, madrina.
Dorotea: Casi es eso, pero no. Fue real. Esa Piedad resultó ser una asesina a sangre fría. Por poco y también te mata a ti.
Valentina: Menos mal que no llegó a tanto. ¿Te imaginas? Casi me echa al plato con esa caída por las escaleras que hasta todavía me duele la cabeza de lo fuerte que me golpeé.
Dorotea: Y afortunadamente ese video que grabaste de ella sin querer va a ser de mucha ayuda para que refundan a esa mujer por muchos años en la cárcel.
Valentina: Ja, ja, ja. ¿Ya lo ve? Esta vez mi actitud de fisgona sirvió para algo importante.
Dorotea: (seria) Pero sólo por esta vez. De resto te aconsejo que cambies esa parte de ti.
Valentina: ¡Ay, ya madrina! No vayas a empezar, for please.
Dorotea: ¡Que "for please" ni qué nada! Mejor apúrate. Tenemos que ir al entierro de don Rodolfo a acompañar al joven Nicolás.
INT. / HOSPITAL, OFICINA / DÍA
Don Roberto y Camila terminan de leer los resultados de ADN.
Camila: (impresionada) Increíble (Se lleva las manos a la boca). ¿Se da cuenta de lo que acaba de leer, don Roberto? Mabel es su...
Roberto: Mi hija (Termina de decirlo con gran sorpresa). Dios mío. María Belén sí es mi hija
Don Roberto no puede evitar que se le salten las lágrimas de la emoción y arruga los papeles sin poder creerlo.
Don Roberto: (llorando) Después de tantos años, de tanto dolor, de pensar qué pudo ser de ella, por fin la encuentro Camila. ¡Encontré a mi hijita! ¡A mi niña!
Doctor: Entiendo su felicidad, señor Altamira. Me alegra por usted.
Roberto: Gracias, doctor. Es lo mejor que me ha podido pasar en años.
Camila tampoco puede evitar derramar un par de lágrimas de felicidad.
Roberto: Dios me ha dado la oportunidad de conocer a mi hija a tiempo, de admirarla, de darle todo el amor de padre que nunca le pude dar...
Camila: Es que esto es sin duda un milagro, don Roberto y yo que trabajo desde hace tanto tiempo para usted, jamás nos imaginamos que Mabel pudiera ser la hija que tanto buscaba.
Roberto: Sí. ¡Qué paradójica resulta a veces la vida! (Sonríe entre lágrimas) Pero desde el primer momento en que vi a esa muchacha, algo me decía que era ella.
Camila: ¿Y qué piensa hacer ahora? ¿Cómo le va a decir la verdad a Mabel?
Roberto: Todavía no lo sé, pero sí te aseguro algo, Camila. Ahora le voy a dar a María Belén todo lo que no pude. Voy a tratar de hacerla lo más feliz posible y de ganarme su cariño...
El anciano no deja de sonreír junto con Camila.
EXT. / CEMENTERIO / MÁS TARDE
Se está llevando a cabo el entierro de Rodolfo siendo oficiado por un sacerdote que da un sermón ante los presentes, entre los que, por supuesto, se encuentran Nicolás, María Belén, Dorotea y su ahijada Valentina, además de otras personas que lo conocían.
Cuando el sacerdote finaliza su sermón, echa agua bendita sobre el ataúd que tiene colocado encima un arreglo floral. Nicolás da unos pasos hacia adelante ayudado por María Belén y habla en voz baja.
Nicolás: Te deseo que, en donde estés, puedas descansar en paz, papá y, aunque no hayamos tenido una buena relación, espero que me puedas oír para que sepas que no te guardo ningún rencor. Que te perdono por las palabras que me hayas dicho y me hayan herido en algún momento y...
Nicolás se detiene, derrama un par de lágrimas, las cuales se limpia al instante para luego respirar hondo.
Nicolás: (con la voz llorosa) Y espero que tú también me perdones por los momentos en que te haya ofendido.
María Belén se conmueve con las palabras de Nicolás, lo toma de una mano y lo abraza para confortarlo. Los sepultureros proceden a enterrar el ataúd.
El tiempo va pasando entre días y semanas mientras se van intercalando varias escenas de los personajes.
Nicolás ingresa a un centro para personas en situación de discapacidad donde es instruido para leer en braille, caminar usando un bastón especial, entre otras actividades para personas invidentes. María Belén y Dorotea van a verlo todos los días.
Por otra parte, María Belén sigue trabajando de empleada doméstica en la mansión de don Roberto. Éste al verla, se acerca a ella, mirándole de una forma fraternal.
Roberto: María Belén…
María Belén: (sonriendo amable) Dígame, don Roberto.
Roberto: De ahora en adelante decidí que ya no es necesario que trabajes la mayor parte del tiempo.
María Belén: (extrañada) ¿Por qué? ¿No le está gustando mi trabajo o es por los permisos que le pido para ver a Nicolás?
Roberto: No es eso. Claro que no. Todo lo contrario. Me gusta mucho el empeño que le pones a lo que haces. Es sólo que quisiera que terminaras tus estudios y te dedicaras a ellos.
María Belén :(sorprendida) No le entiendo. ¿Yo estudiar?
Roberto: Así es. He pensado en hablar con Isis para que comience a darte un par de clases de etiqueta y de lectura, como también contratar profesores de inglés, historia y matemáticas que puedan venir a enseñarte aquí. ¿No te gustaría?
María Belén: La merita verdad no sé qué decirle, don Roberto. Me tomó por sorpresa su propuesta. Yo no tendría cómo pagarle…
Roberto: Por eso no te tienes que preocupar. Los gastos de tu educación correrían por mi cuenta y tú seguirías recibiendo tu sueldo cada quincena.
María Belén: ¡Ay! Ahora sí me siento más indecisa de qué responderle si va a ser usted quien lo pague todo.
Roberto: ¿Indecisa por qué? Me quiero sentir como tu padrino, María Belén y que me veas como de esa forma, como un tío o… Como un padre.
María Belén: (extrañada) ¿Cómo un padre?
Roberto: Sí. Yo quisiera protegerte y darte todo aquellos que nunca tuviste porque, aunque no me has platicado de tu niñez y tu adolescencia, yo me imagino que no fue nada fácil.
María Belén: Sí, se imagina bien. Y también le entiendo lo que quiere decir, pero yo no quiero que se vaya a encariñar conmigo al punto de que se olvide de la que sí es su verdadera hija. Eso sí que no sería justo
Roberto: Las cosas no pasarían así. No precisamente debas verme como un padre y yo a ti como una hija. Puedo ser un tío o un padrino para ti y yo puedo verte como una sobrina muy querida.
María Belén: Yo no sé por qué, pero por alguna razón, usted siempre termina convenciéndome, como si pudiera confiar sin miedo en usted. Qué cosas (Le sonríe).
Roberto: (nervioso) No sé a qué se deba. Tal vez sí sea lo que te dije hace tiempo de que nos relacionamos en otra vida. Je, je, je. Entonces, ¿tu respuesta es un sí?
María Belén: (asentando con la cabeza) Sí, don Roberto, aunque yo no acepte, me voy a quedar con las ganas de estudiar, así que mejor aprovecho el chance que me está dando.
Roberto: Me alegra que hayas tomado esa decisión porque el estudio es uno de los mejores regalos que puedas recibir. Estoy seguro que no te vas a arrepentir.
María Belén: (emocionada) ¡Muchísimas gracias don Roberto! ¿Cuándo comienzo?
Se siguen intercalando más escenas de cómo pasa el tiempo. María Belén comienza a tomar sus clases diariamente con Isis, quien le enseña cómo caminar con elegancia usando tacones, un libro sobre la cabeza y levantando el mentón. También le pone como tarea leer cada día dos páginas de algún libro en particular, para mejorar la dicción, el tono y la fluidez al leer.
Luego se intercala una escena de Amarguras, quien se ha convertido en una indigente que pide limosnas, echada en las aceras de las calles de la ciudad El aspecto de la mujer es sucio, usando ropa rasgada y harapienta.
Amarguras: (a los transeúntes) Una monedita, por favor… (La ignoran) Por favor, sólo unos centavitos.
Piedad, por otra parte, es dada de alta en el hospital y es sacada de allí en silla de ruedas con las manos esposadas por unos policías que la van a trasladar a una cárcel de mujeres. Ella baja la cabeza y se cubre el rostro con una máscara, pues ni pelo le ha quedado, aunque se pueden notar su cuello y brazos cicatrizados. Las enfermeras y empleados del hospital se quedan curioseando a Piedad, que los mira a todos con un profundo odio.
DOS MESES DESPUÉS
INT. / JUZGADOS, SALA / DÍA
En la sala de un tribunal se está llevando a cabo el juicio contra Piedad, quien sigue en silla de ruedas, esposada, usando su típica máscara y el uniforme de presa. En el juicio están presentes gran parte de los personajes, María Belén, quien se ve mejor peinada, con el cabello cepillado y vistiendo ropa más elegante y con un toque profesional acorde a su figura. También están don Roberto, Isis, Camila, doña Ramona, Dorotea y Valentina.
Juez: Luego de las acusaciones y pruebas presentadas en este tribunal, a las que la acusada Piedad López se declaró culpable, el jurado está listo para dar su veredicto.
CONTINUARÁ...