INT. / CASA ROBLES / DÍA
María Belén llega a la casa Robles y justo se topa con Rodolfo quien va de salida.
María Belén: (seria) Buenos días, señor.
Rodolfo: (mirándola sonriente) Buenos días, María Belén. ¿Estabas por fuera?
María Belén: Sí. Dorotea me dio permiso para ir a visitar unas amigas en la vecindad donde vivía antes.
Rodolfo: Me parece de muy mal gusto que Dorotea se tome atribuciones que no le corresponden como darte permisos para salir. Eso tenías que habérmelo pedido a mí.
María Belén: Me imaginé que como está tan afectado por la muerte de su señora esposa, pues mejor no quise molestarlo.
Rodolfo: No es necesario que seas tan arisca conmigo, muchacha (Le acaricia el rostro y María Belén se aparta incómoda).
María Belén: No es que sea arisca, pero prefiero guardar las distancias. Ya sabe usted. Yo sólo soy la empleada de aquí.
Rodolfo: Todo eso puede cambiar si me permites que tengamos… Una relación más cercana, más que de patrón y empleada. Podemos ser amigos. Me recuerdas mucho a alguien que conocí en el pasado
María Belén: (sonriéndole hipócrita) Pos con todo respeto señor, pero yo prefiero que sigamos así como estamos y ya. Me tengo que ir…
Rodolfo: (tomándola de un brazo) Espera un momento…
De repente, Nicolás baja las escaleras y se queda extrañado al ver la escena de su papá cogiendo de un brazo a María Belén. Ésta al ver a Nicolás, se va rápidamente.
Nicolás: (a Rodolfo) ¿Pasaba algo aquí?
Rodolfo no le responde nada a su hijo. Lo mira serio y frustrado al haberse visto interrumpido y sale de la casa. Pasan varios días dentro de la historia y empiezan a intercalarse escenas de cómo transcurren la vida de los personajes. La amistad de María Belén y Nicolás cada vez es más cercana. Él, por lo general, la acompaña a la plaza de mercado y se vienen caminando juntos charlando y platicando muy a gusto. Inclusive, cuando están dentro de la casa, Piedad los observa reírse escondida tras una pared, cosa que le disgusta.
Esta última reanuda sus planes de seguir seduciendo a Rodolfo. En una de esas, la mujer entra al despacho, toma a Rodolfo de lo corbata y lo jala hacia ella para besarlo apasionadamente. Dorotea, que pasa por ahí, los ve por la puerta entreabierta y se marcha indignada.
Paralelamente, Damián y Camila siguen haciéndose también buenos amigos. Él le enseña a ella varios libros de autores famosos que conoce, ya que los dos comparten el mismo gusto por la lectura.
La señorita Isis mira una vez otras otra su tienda online de ropa, pero se siente frustrada al ver que su negocio no tiene el éxito que tanto esperaba.
Don Roberto, en su habitación y recostado en su cama, mira todos los días la foto de Nidia, su difunta esposa, inclusive contrata un detective para averiguar el paradero de su hija, pero el detective no da con ningún resultado.
Por otra parte, Rodolfo baja al cuarto de servicio de María Belén y en ocasiones, disimuladamente, observa cómo la joven coja se cambia de ropa. También, cuando se agacha a recoger algo, le mira el trasero con lascivia, sin embargo, María Belén no se percata de eso.
UN MES DESPUÉS
INT. / CASA ROBLES, SALA / DÍA
Camila está visitando a María Belén. Ésta tiene puesto el uniforme de sirvienta.
María Belén: ¡Cami! ¡Qué sorpresa!
Las dos amigas se abrazan felices y a los segundos, se separan.
Camila: ¡Mírate nada más! ¡Qué sexy te ves con ese uniforme!
María Belén: Ja, ja, ja. Estás loca. Me veo normal. ¿Hoy no tenías que trabajar?
Camila: No. Aproveché que don Roberto me dio el día libre para venir a visitarte y a hacerte una propuesta.
María Belén: (extrañada) ¿Una propuesta?
Camila: Sí. Es que fíjate que Damián me invitó esta noche a un antro. ¿Sí sabes quién es Damián?
María Belén: Sí, ya me habías hablado de él. El chavo que te gusta, que es ahijado de la hermana del señor que cuidas.
Camila: (avergonzada) ¡Pero no me lo digas de esa forma! ¡Me haces sentir rara! Ja, ja, ja. En fin. Ese mismo. Me invitó a un antro esta noche y pensé en invitarte a que vengas con nosotros.
María Belén: ¿Yo ir con ustedes? ¿Cómo crees? Es una cita entre ustedes dos. No quiero quedar como una metida.
Camila: ¡Qué cosas dices! Claro que no. Aparte, tampoco es una cita entre Damián y yo. Sólo es un plan para salir a divertirse.
En ese momento, viene Nicolás, quien se extraña al ver a Camila.
María Belén: ¡Nicolás!
Nicolás: Te estaba buscando. Dorotea te necesita para que le ayudes a cambiar las sábanas de arriba.
María Belén: En un rato voy. Mira. Te presento a Camila. Es mi mejor amiga. Camila, él es Nicolás. También somos amigos.
Nicolás: (dándose la mano con Camila) Hola. Mucho gusto (Le sonríe).
Camila: (sonriendo) Igualmente. Mabel me ha hablado mucho de ti.
Nicolás: ¿Cosas buenas o cosas malas? Je, je, je.
Camila: Cosas buenas. Me dijo que tú eres su profesor y le estás enseñando de etiqueta y esas cosas.
Nicolás: Le enseño en los ratos libres cuando no está trabajando y aprende muy rápido.
María Belén: Bueno, yo tengo trabajo que hacer. Luego nos vemos, Cami. Te dejo con Nicolás.
Camila: ¡Espera! Todavía no me has dicho si vas a ir o no al antro conmigo.
María Belén: (mirando a Nicolás) La verdad no sé si pueda. Tampoco sé si me den permiso para salir.
Nicolás: Ah, si es por mí, no hay problema. Claro que puedes ir, María Belén.
Camila: (sonriendo) ¿Y por qué no van los dos juntos?
María Belén: (avergonzada) ¡Camila!
Camila: ¿Tú que dices Nicolás? ¿Te gustaría?
Nicolás: (indeciso) Bueno, yo…
María Belén: No le hagas caso, Nicolás. Camila es un poquito loca. Ya ves (Sonríe nerviosa).
Nicolás: Pues no me parece mala idea. Podríamos ir. Así me distraigo un poco después de lo sucedido con mi mamá.
Camila: (emocionada) ¡Entonces, no se diga más! ¡Esta noche vamos a salir a pasar un buen rato los cuatro!
María Belén niega con la cabeza sonriéndole resignada a Camila.
INT. / CASA ROBLES, CUARTO DE RODOLFO / DÍA
Piedad está frente al tocador probándose un costoso collar de perlas que era de Lucrecia y también se prueba una pulsera y un par de aretes. La mujer se sonríe vanidosa en el reflejo, mirándose como le quedan las joyas. De repente, al cuarto entra Dorotea, sorprendiendo a Piedad.
Dorotea: (seria) ¿Qué estás haciendo tú aquí probándote las joyas de la señora?
Piedad: (quitándose los aretes) ¿A ti qué te importa, vieja metiche? Aprende a tocar las puertas antes de entrar.
Dorotea: ¡Arribista! ¡Sinvergüenza! ¡Eso es justo lo que eres!
Piedad: ¿Perdón? (Indignada).
Dorotea: ¡Lo que oíste! Ya sé que eres la amante de don Rodolfo. Los he visto a los dos besuquearse a escondidas varias veces.
Piedad: (cínica) ¡Pues sí! Somos amantes, así que lo que Rodolfo y yo hagamos no tiene por qué importarte. Tu opinión sobra. ¿O se te olvida que eres una miserable sirvienta en esta casa?
Dorotea: (tomándola de un brazo con brusquedad) ¿Cómo puedes ser tan cínica y descarada? Hace poco más de un mes que murió la señora Lucrecia, y claro, tú no desaprovechaste la oportunidad de metértele por los ojos a don Rodolfo.
Piedad: ¡No te atrevas a tocarme! (Se suelta furiosa).
Dorotea: Falta ver si los dos ya no serían amantes antes de que muriera la señora. Nunca me diste buena espina desde esa noche que viniste a cenar con tu madre con esa pinta de buscona que traías (Mira a Piedad con desprecio).
Piedad: ¡Mira, maldita vieja! (La empuja mirándola fulminante) Será mejor que comiences a respetarme porque tal vez no tarde en convertirme en la nueva señora de Robles. ¿Y sabes qué haré cuando eso suceda? ¡Tú y la coja esa serán las primeras en volar de esta casa!
Dorotea: (burlona) ¡Já! ¿Crees que le tengo miedo a tus estúpidas amenazas? ¡Mételas por donde mejor te quepan! ¡Descarada!
Piedad termina de quitarse las joyas de Lucrecia, mira furiosa a Dorotea y sale del cuarto.
INT. / CAFETERÍA / DÍA
La señorita Isis se encuentra ocupando una mesa en una cafetería, con su laptop. La simpática mujer se está tomando un café, mirando de nuevo la página de tu tienda de ropa online.
Isis: (desanimada) ¡Por los clavos de Cristo vencedor! Comienzo a creer que el viejo cascarrabias de mi hermano tiene razón y este negocio es un fracaso (Cierra la laptop). Tengo que demostrarle de alguna forma que yo puedo salir adelante sin su ayuda. ¿Pero cómo?
Cerca de allí, hay un hombre de pie discutiendo con su asistente. A Isis le llama la atención la discusión.
Alberto: (molesto) ¿Qué? ¿Cómo que la modelo renunció a última hora?
Asistente: (tímida) Sí, eso mismo. Su representante se contactó conmigo y me comunicó la decisión de cancelar el contrato para el comercial.
Alberto: ¡Me lleva! ¡Ese comercial tiene que ser lanzado a más tardar pasado mañana! La Beauté me puede demandar.
Asistente: Podemos llamar otra modelo menos capacitada para reemplazar a la anterior.
Alberto: No sé. Tenemos que hacer algo pronto. Debí poner una cláusula de exclusividad en el contrato con esa mujer para evitar que renunciara, pero me confié (Desesperado).
Isis se acerca a Alberto.
Isis: Disculpa. ¿Tú no eres Alberto de La Fuente?
Alberto: (extrañado) Sí, soy yo. ¿Quién es usted? (Mirando detenidamente a Isis) No puede ser. ¿Isis?
Isis: (emocionada) ¡Albert, querido!
Isis abraza exageradamente apretado a Alberto de la emoción. Éste siente que le falta el aire.
Isis: (dejando de abrazarlo) ¡Cuánto tiempo! No nos veíamos desde aquel incidente cuando te quedaste sin papel en los baños públicos de aquel restaurante.
Alberto: Je, je, je. Fue un hecho bastante bochornoso (Avergonzado).
Isis: ¡Ni lo digas! ¡Tenías una cara de estreñido, mi amor! Defecaste lo que en toda una vida no pudiste. ¡Madre mía! Hasta a los bomberos llamaron.
Albert:o (incómodo) ¡Ejem! ¿Y qué haces en México?
Isis: Vine a quedarme a vivir con mi hermano y mi ahijado Damián. Escuché sin querer que tienes un problema.
Alberto: Desgraciadamente así es. Ya sabes que soy director de imagen de la filial de una importante compañía de maquillaje aquí en México. No sé si habrás oído de "La Beauté" y la modelo que había sido contratada para grabar un comercial renunció a última hora.
Isis: ¡Qué terrible infortunio! (Se lleva las manos al pecho, muy apenada) Si yo pudiera ayudarte…
De repente, cuando Alberto escucha que Isis le ofrece su ayuda, la mira fijamente de abajo hacia arriba y se le ocurre una idea.
Alberto: ¿En serio estarías dispuesta a ayudarme, Isis?
Isis: ¡Por supuesto! (Provocativa) Tú sabes que siempre fuimos muy buenos amigos (Le guiña el ojo).
Alberto: ¡Perfecto! Siendo así, estás contratada como modelo del próximo comercial de perfumes (La toma de los brazos).
Isis abre los ojos como platos cuando escucha a Alberto.
INT. / DISCOTECA / NOCHE
María Belén, Nicolás, Camila y Damián llegan juntos a la discoteca a la que se habían citado. La música electrónica suena a alto volumen, y hay varios jóvenes bailando en medio de las luces neón. María Belén está usando un vestido largo y una diadema en el cabello, por lo que no se ve muy acorde al resto de ropa que usan los demás.
María Belén: (nerviosa) ¡Camila, será mejor que me vaya! ¡Quédense ustedes tres! (Habla casi gritando por el ruido).
Camila: (sorprendida) ¿Por qué si acabamos de llegar, Mabel?
María Belén: Es que yo nunca he estado en un antro. Mírame nada más como vine vestida. Mejor me voy (Intenta irse).
Camila: (deteniéndole) ¡Alto ahí, señorita! ¡Tú no vas a ninguna parte! Nicolás, Damián, espérennos aquí tantito. ¡Ya volvemos!
Damián: Nosotros vamos a ir pidiendo las bebidas.
Camila toma de una mano a María Belén y la lleva obligada hacia el baño de mujeres. El ruido ahí no se escucha tan fuerte.
María Belén: ¿Estás loca? ¿Por qué me trajiste aquí?
Camila no dice nada. Le quita la diadema del pelo a María Belén, le sube la falda un poco y luego saca de su bolso una caja de rubor y un lápiz labial para maquillar a la joven coja.
María Belén: (extrañada) ¿Qué haces?
Camila: ¡Silencio! Confía en mí.
Camila le aplica el rubor en los pómulos a María Belén y luego la para frente al espejo del baño para que se vea.
Camila: ¡Listo! ¿Cómo te ves?
María Belén: (insegura) ¡Ay, no sé! Me siento rara.
Camila: ¡Qué rara ni qué nada! ¡Te ves hermosa, Mabel! Vas a dejar fascinado a Nicolás cuando te vea (Le guiña el ojo).
María Belén: ¡Qué cosas dices! Él y yo sólo somos amigos.
Camila: (sarcástica) ¡Ajá! Lo mismo decimos todos, pero en el fondo sabemos que no es así. Ven. Mejor salgamos que nos están esperando (La toma de la mano y la saca del baño).
María Belén: ¡Espera, Camila!
INT. / CASA ROBLES, SALA / NOCHE
Piedad entra a la sala muy apurada, en donde la espera Amarguras de pie.
Piedad: (sorprendida) ¿Mamá? ¿Qué haces aquí a esta hora?
Amarguras: ¡Ay, Piedad! Perdóname, pero era urgente que viniera. Me pasó algo terrible con Agapito.
Dorotea escucha escondida tras una pared.
Piedad: ¿En serio viniste hasta acá para decirme semejante babosada? ¡Por favor!
Amarguras: Ni siquiera te he contado qué fue lo que me pasó. Estoy muy asustada, hija. Me tienes que ayudar.
FLASHBACK
Amarguras camina por la acera hacia la vecindad, cargando un par de alimentos que compró en el mercado, cuando de repente es abordada por Agapito.
Amarguras: (sorprendida) ¡Agapito!
Agapito: Ya pasó más de un mes, doña Amarguras. ¿En qué quedamos? (Mirándola intimidante).
Amarguras: (nerviosa) Eh… Bueno, es que…
Agapito le saca una navaja a Amarguras amenazando con apuñalarla disimuladamente. Amarguras se queda aterrada.
Agapito: Usted me prometió que María Belén no tardaba en ser la que iría detrás de mí pidiéndome ayuda y hasta ahora eso no ha pasado. ¿Me está viendo la cara de idiota?
Amarguras: (muy asustada) ¡Claro que no, Agapito! Es que no se ha presentado la oportunidad, pero el plan sigue en pie.
Agapito: (furioso) Eso mismo me ha venido diciendo desde hace tiempo, pero ya me estoy cansando de tener que esperar. O me paga lo que me debe en efectivo o con María Belén. Tiene una semana más.
Agapito se guarda la navaja de nuevo en el bolsillo y se va. Amarguras suspira aliviada y se recuesta en la pared llevándose la mano al pecho.
FIN DEL FLASHBACK
Amarguras: Me amenazó de muerte y me dio sólo una semana para pagarle la deuda. Tienes que hacer algo, Piedad, y algo rápido para sacar a esa coja de esta casa.
Dorotea se desconcierta, pero sigue escuchando.
Piedad: ¡Eso te pasa por viciosa! Ni siquiera tendría por qué ayudarte, pero lo voy a hacer en vista de que me conviene para deshacerse de esa coja maldita que todavía me las debe.
Amarguras: ¿Qué tienes pensado hacer entonces?
Piedad: (sonriendo con malicia) Ya tengo un plan. Sólo espérate hasta pasado mañana.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / NOCHE
La señorita Isis llega a su casa, sonriendo muy feliz. Don Roberto la ve llegar, sentado en un sofá de la sala y leyendo un libro con los lentes puestos.
Isis: (cantando) ¡La, la, la! ¡La, la! ¡Buenas noches, hermano de mi corazón! ¿Me estabas esperando?
Roberto: (asqueado) Claro que no, aunque no sobra preguntarte en dónde estabas como para que llegues a esta hora.
Isis: Estaba en una cita con el hombre que me llevará a la fama. Vas a ver Roberto, vas a ver…
La señorita Isis se retira de la sala cantando. Don Roberto se queda extrañado.
INT. / DISCOTECA / NOCHE
Camila baila con Damián la música electrónica que suena en la discoteca. María Belén y Nicolás están sentados cerca a la barra y los ven bailar.
María Belén: Me encanta la pareja que hacen Camila y Damián (Bebe un sorbo de su coctel). Además, se ve que le están pasando muy bien.
Nicolás: Sí. Se ve que se gustan mucho, pero ninguno se atreve a dar el paso.
De repente, una muchacha rubia, bonita y provocativa se acerca a Nicolás. María Belén la mira mal.
Muchacha: Hola. ¿Te gustaría bailar?
Y antes de que Nicolás pueda responder, María Belén se le adelanta.
María Belén: Él ya va a bailar conmigo, así que gracias por el ofrecimiento. ¿Verdad, Nico?
Nicolás: (sorprendido) Bueno, yo…
De repente, empieza a sonar una canción de electrónica que a María Belén le llama la atención.
María Belén: (a Nicolás) Ven. Vamos a bailar esta canción.
María Belén toma de la mano a Nicolás y ambos empiezan a bailar al ritmo de la canción. Un anfitrión se sube a la tarima de la discoteca.
Anfitrión: ¡Muy bien, chicos! ¡Vamos a hacer un concurso! La pareja que mejor se mueva y quede en la pista se ganará un premio sorpresa esta noche. ¡Así que bailar!
Todos en la discoteca gritan eufóricos y continúan bailando. María Belén empieza a bailar al ritmo de la canción de una forma increíble y con movimientos excepcionales, dejando sorprendido a Nicolás. Poco a poco, la joven llega al centro de la pista moviéndose sin parar y llama la atención de todos los demás quienes se detienen de bailar y miran sus pasos para hacerle barra. Un reflector de luz la enfoca y María Belén sigue moviéndose y sonriendo, dejando fascinado a Nicolás. En un momento dado, la muchacha se enreda con los pasos por su cojera y es sostenida rápidamente por Nicolás para que no se caiga. Los dos se quedan mirando fijamente, sin decir nada, muy cerca al uno al otro.
EXT. / CALLES / MÁS TARDE
María Belén camina cojeando borracha por una acera acompañada de Nicolás
María Belén: (riéndose a carcajadas) ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ay, no! No me puedo creer que haya sido capaz de bailar y que todos se me quedaran mirando haciéndome barra. ¡A mí! ¡A la coja! (Se da golpes en el pecho) ¿No te parece increíble, Nicolás?
Nicolás: Ja, ja, ja. Estás muy borracha, María Belén.
María Belén: ¿Borracha? Pos si sólo me tomé unos tragos. Nada del otro mundo y eso que nunca había tomado antes, eh. ¡No puede ser! (Grita muy alertada).
Nicolás: ¿Qué pasa? (Preocupado) ¿Te sientes mal?
María Belén: No, no es eso. Se me olvidó reclamar el cupón que nos dieron a ti y a mí de premio por ser los que mejor bailamos, aunque fui yo la que saqué la cara por los dos porque tú sólo te quedaste mirándome.
Nicolás sonríe por todo lo que dice María Belén. Ésta para de caminar, se sienta en la acera y se quita los zapatos.
Nicolás: ¿Qué haces?
María Belén: ¡Listo! (Vuelve a ponerse de pie).
Nicolás: ¿Por qué te quitaste los zapatos? No puedes caminar así. Te vas a hacer daño.
María Belén: Es que me tallan. ¡Me van a salir callos!
Nicolás: De todos modos, no puedes andar por la calle así. Ven. Dámelos, voy a ponértelos (Trata de quitarle los zapatos).
María Belén: ¡Qué ponérmelos ni qué nada! Me voy a ir caminando así (Jala los zapatos hacia ella).
Nicolás: (jalando los zapatos hacia él) ¿Qué no entiendes lo que digo? Te puedes herir los pies, María Belén. Hazme caso.
María Belén: ¡Ya te dije que no Nicolás! ¡Suéltalos!
María Belén jala más fuerte los zapatos e impulsa a Nicolás hacia ella. Los dos quedan bastante cerca el uno al otro y se miran a los ojos en silencio.
Nicolás: (susurrando) María Belén…
María Belén no dice nada y junta sus labios con los de Nicolás. Nicolás empieza a besarla y María Belén le corresponde. El beso entre los dos cada vez se vuelve más intenso en esa acera solitaria. En eso, María Belén no puede sostenerse de pie y se desvanece. Nicolás la sostiene.
Nicolás: ¿Estás bien?
María Belén consternada asienta con la cabeza. Nicolás sonríe y se agacha.
Nicolás: Ven. Súbete a mí. Te voy a cargar.
María Belén se sube encima de la espalda de Nicolás. Éste toma los zapatos y se levanta, para luego seguir caminando.
Nicolás: Ya es tarde, pero no falta mucho para que lleguemos.
María Belén: (susurrando) Nicolás, te quiero…
Nicolás sonríe cuando escucha a María Belén.
Nicolás: Yo también te quiero, María Belén.
EXT. / VECINDAD / NOCHE
Camila y Damián llegan en un taxi a la vecindad donde ella vive. Un taxi está esperando a Damián.
Camila: (sonriendo) Gracias por haber acompañado hasta mi casa, Damián. Me la pasé muy bien esta noche.
Damián: (sonriendo) Yo también me divertí mucho, aparte me cayeron muy bien tus amigos. Ojalá más adelante volvamos a armar otro plan para salir.
Camila: Eso me gustaría muchísimo. Ya está vimos que hacemos el clan perfecto de amigos, je, je, je.
Damián: ¿Y qué tan amigo me ves a mí?
Camila se sorprende al oír la pregunta.
Camila: Eh, bueno…
De repente, son interrumpidos por doña Ramona, quien sale de su casa en pijama.
Ramona: (molesta) ¡Camila! ¿Qué haces ahí? ¡Entra de una buena vez a la casa! ¿Ya viste la hora que es?
Camila: Lo siento, mamá. Ya voy
Damián: Lamento mucho traer a su hija a esta hora, doña Ramona. Le prometo que no va a volver a pasar (Apenado).
Ramona: Está bien, joven, no se preocupe. Lo importante es que hayan llegado bien.
Camila: Bueno Damián, hablamos mañana. Qué descanses.
Damián: Tú también (Se besan en la mejilla). Buenas noches señora.
Ramona: Hasta luego joven. Igualmente.
Camila se entra a la casa con su mamá. Damián se queda viéndola mientras sonríe.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO / NOCHE
Sandra está recostada en su cama, leyendo una revista. Agapito entra al cuarto y se acuesta en la cama, de lado, para no hablarle a su mujer. Ésta deja la revista en la mesita de noche y acaricia el brazo de Agapito sonriendo pícara.
Sandra: Hace mucho no me tocas, mi amor. ¿Por qué no aprovechamos esta noche? (Lo besa en la mejilla) ¿Qué dices?
Agapito: (molesto) ¡Déjame en paz, Sandra! Ahora no estoy de humor. Quiero dormir.
Sandra: (indignada) ¡Tú nunca estás de humor para mí! Pero sí para tus amigos y para andar sonriéndole a cualquier mujer que se te cruce en el camino.
Agapito: (recostándose en la cama) ¡No empieces con tus estúpidos celos!
Sandra: ¡No son celos! Solamente te estoy pidiendo que me valores más como tu mujer, pero, en vez de eso, me tratas como un trapo viejo. ¡No lo merezco, Agapito!
Agapito: ¡Ya déjame en paz! Cada vez estás más insoportable.
Agapito se levanta de la cama, toma su almohada y cobija y sale del cuarto. Sandra se queda solloza.
INT. / CASA ROBLES, COCINA / AL DÍA SIGUIENTE
Dorotea y María Belén están preparando el desayuno mientras platican.
Dorotea: Anoche llegaste tarde con el joven Nicolás. ¿Qué tal se la pasaron?
María Belén recuerda el beso que se dio con Nicolás y sonríe.
Dorotea: Hum, esa sonrisa me deja mucho qué pensar (Le sonríe pícara).
María Belén: (avergonzada) Ja, ja, ja. ¿Qué cosas dices, Dorotea? Sólo salimos al antro y bailamos, pero tuvimos que venirnos caminando porque no pasaban taxis desocupados.
Piedad entra a la cocina, con su típica vanidad y soberbia.
Piedad: ¡Dorotea!
Dorotea: (seria) Dime.
Piedad: Antes que nada, ve bajándole a la confianza con la que me hablas. A partir de esta noche muchas cosas van a cambiar en esta casa.
Dorotea: (ignorándola) ¿Qué es lo que necesitas?
Piedad: Quiero que prepares una cena especial para esta noche. Rodolfo y yo vamos a dar un anuncio importante, y mi mamá va a venir. ¿Entendido?
Dorotea: Veré qué puedo hacer.
Piedad: (a María Belén) Y tú deja la casa limpia como una tacita de té y ayúdale a Dorotea con la cena.
María Belén: Yo no tengo por qué recibir órdenes de una desabrida como tú. Ni que fueras mi patrona para estar mandándome. Faltaba más.
Piedad: (conteniendo su furia) Haré de cuenta que no oí nada porque no quiero discutir ahora. Ya lo saben.
Piedad mira fulminante a Dorotea y a María Belén, y luego sale de la cocina. Dorotea niega con la cabeza.
Dorotea: ¡Cínica! Ahora da órdenes la muy descarada.
María Belén: ¿Le vas a hacer caso, Dorotea?
Dorotea: No tengo de otra. Ella y don Rodolfo son un par de descarados que no respetan la memoria de la señora Lucrecia, que en paz descanse.
María Belén: (sorprendida) ¿O sea que sí son…?
Dorotea: Sí. Los he visto varias veces besuquearse a escondidas. Me parece el colmo. Por eso la mujer esa tiene esa actitud de creerse la señora de la casa.
María Belén: ¡Pobre de Nicolás! Él no debe saber nada.
Dorotea: ¡Ay, muchacha! Ahora que estamos a solas, quería decirte algo importante.
María Belén: (extrañada) ¿De qué?
Dorotea: Yo siendo tú, renunciaría a este trabajo antes de mañana si no quieres lamentar algo.
María Belén: ¿Y qué o qué podría lamentar? ¿Qué sabes tú?
Dorotea: Sólo hazme caso, por favor. Piénsalo.
Dorotea sale de la cocina, dejando pensativa a María Belén.
CONTINUARÁ…