DOS MESES DESPUÉS
INT. / JUZGADOS, SALA / DÍA
En la sala de un tribunal se está llevando a cabo el juicio contra Piedad, quien sigue en silla de ruedas, esposada, usando su típica máscara y el uniforme de presa. En el juicio están presentes gran parte de los personajes, María Belén, quien se ve mejor peinada, con el cabello cepillado y vistiendo ropa más elegante y con un toque profesional acorde a su figura. También están don Roberto, Isis, Camila, doña Ramona, Dorotea y Valentina.
Juez: Luego de las acusaciones y pruebas presentadas en este tribunal, a las que la acusada Piedad López se declaró culpable, el jurado está listo para dar su veredicto.
En las bancas María Belén murmura con Camila.
Camila: Espero que caiga sobre esa ofrecida todo el peso de la ley sin contemplaciones.
María Belén: A mí me da que va a terminar sus días en la cárcel. Hasta lástima me da verla cómo está.
Camila: ¡Ay, Mabel! De veras no sé de dónde sacas lástima para sentir por esa.
Ramona: Eso es porque María Belén es una muchacha buena que no guarda rencores.
Isis: (callándolos) ¡Sh! ¡Guarden silencio, joder! Ya van a decir el veredicto.
Uno de los miembros del jurado se levanta del estrado y se acerca al juez para entregarle el veredicto y la sentencia constadas en un documento dentro de un sobre. El juez abre el sobre y saca el veredicto para comenzar a leerlo.
Juez: (leyendo) El jurado aquí presente ha determinado que, por los cargos de asesinato premeditado hacia la señora Lucrecia Méndez, autora intelectual del asesinato de Rodolfo Robles y tentativa de homicidio hacia la señorita Valentina García, es...
El juez se detiene y mira a todos los presentes en la sala, quienes se ponen ansiosos de oír el veredicto.
Juez: ¡Culpable!
Todos en la sala comienzan a murmurar. Logra verse a Piedad sin decir nada, pero derramando lágrimas en silencio.
Juez: (golpeando con el martillo) ¡Silencio! ¡Orden en la sala!
Ante el regaño del juez, todos vuelven a guardar silencio.
Juez: (leyendo) Por dichos cargos en su contra, el jurado ha sentenciado a la acusada Piedad López a purgar 30 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad por su trastorno de identidad disociativo en tercer grado
Isis: (eufórica) ¡Tómalo, bitch!
Roberto: (molesto) ¡Isis, guarda compostura!
Isis: (avergonzada) Mil disculpas, hermano de mi alma. Me dejé llevar.
Juez: Se levanta la sesión (Golpea con el martillo).
El juez se levanta y se retira de la sala. Dos policías proceden a llevarse a Piedad para trasladarla a una cárcel de máxima seguridad ahora que ha sido sentenciada. Mientras la sacan de la sala, impulsándola en la silla de ruedas, Piedad les lanza una profunda mirada de odio a María Belén y Camila. Ésta última tampoco la mira bien. Justo a la salida de la sala, Piedad ve a Amarguras casi que irreconocible y sucia. Ésta se acerca a su hija. Los policías se detienen.
Amarguras: ¡Piedad! Piedad, mi niña (Solloza).
Piedad: (con la voz ronca) Mamá...
Amarguras: Por Dios, hija. Perdóname. Yo tengo la culpa de todo lo que pasó (Rompe a llorar). Yo fui una mala madre contigo. Por eso terminaste así... (Intenta acariciarla) Por favor, perdóname.
Piedad no dice nada. Los policías siguen llevándosela y Amarguras quebranta la voz, sintiendo un profundo dolor de ver el estado en que terminó la hija a la que tanto inculcó ambición y egoísmo. La gente que pasa la mira con asco.
Minutos después, María Belén, Camila, don Roberto, Isis y doña Ramona salen de los juzgados.
Camila: ¡Desgraciada! Todavía se atreve a mirarnos feo después de todo lo que hizo.
Don Roberto: Lo importante es que ya se hizo justicia y va a pagar todos los crímenes que cometió en la cárcel.
María Belén: (apenada) Yo creo que ya fue suficiente castigo que vaya a pasar tantos años encerrada en una cárcel y quemada. No sé. No dejo de sentirme mal por ella.
Ramona: La gran culpable de que terminara así fue doña Amarguras.
Se enfoca a Amarguras llorando desconsolada por una acera.
Ramona: Ella siempre le inculcó ese ideal de llegar alto a costa de lo que fuera.
Isis: Por lo menos a mi Damián lo declararon inocente de haber sido cómplice de esa psicópata y en su lugar lo remitieron a un hospital psiquiátrico.
Camila: Me gustaría mucho ir a visitarlo señorita Isis.
Isis: El domingo próximo podemos ir a verlo juntas. A lo mejor le hace bien tu visita.
Camila: (ilusionada) ¿Usted cree?
Isis: ¡Claro que sí! (Se acerca a ella y le susurra) Aquí entre nos, yo estoy segura que quien verdaderamente le gustas, eres tú. Lo que tenía con aquella mujerzuela era un espejismo.
Doña Ramona nota que, por otra parte, María Belén platica muy a gusto con don Roberto, algo que la deja extrañada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / AL DÍA SIGUIENTE
Doña Ramona está obsequiándole una bolsa decorativa a María Belén.
Ramona: Toma, mija. Es un detallito que te compré para desearte suerte en tu examen.
María Belén: (sonriendo) ¡Ay, doña Ramona! No se hubiera molestado (Saca de la bolsa una blusa) ¡Mil gracias! Está muy bonita.
Ramona: No tienes qué agradecer. Te la mereces. Ya Camila me contó lo mucho que te has esforzado estos meses estudiando.
María Belén: Ha sido gracias a don Roberto que me ha ayudado mucho pagando mis clases. Con el examen que voy a presentar más tarde en la universidad, me van a revalidar mis estudios y estoy muy emocionada por eso.
Ramona: (seria) Te has encariñado mucho con ese señor por lo que veo. Hasta un celular de los caros te obsequió.
María Belén: (extrañada) La verdad sí. Es un hombre muy bueno al que aprecio reteharto. ¿pero por qué me lo dice en ese tono, doña Ramona?
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / DÍA
Don Roberto está sentado en su gran sillón cruzando las piernas y acompañado por Isis, quien se toma una tacita de café sentada en un sofá. Amarguras ingresa a la sala, harapienta y sucia, guiada por Dorotea, que ahora trabaja para el anciano.
Dorotea: Aquí está doña Amarguras, don Roberto.
Roberto: Gracias Dorotea. Puede retirarse.
Dorotea: Con permiso (Se va).
Tanto don Roberto como Isis miran con suspicacia a Amarguras, la cual se siente intimidada.
Amarguras: ¿Puedo saber por qué me hicieron venir hasta aquí? ¿Qué quieren de mí?
Isis: ¡Limítate a guardar silencio, Amargazorra! Es mi querido hermano quien va a hablar. Adelante, Roberto.
Roberto: Gracias, Isis (a Amarguras). Efectivamente quiero algo de usted, señora. Por esa razón la tengo aquí.
Amarguras: ¿Y qué es eso qué quiere de mí?
Roberto: Antes que nada, quiero que sepa que si está pisando mi casa es porque María Belén me lo pidió.
Amarguras: (sorprendida) ¿La coja?
Roberto: (serio) Refiérase a ella con respeto, por favor. Debería agradecer que la muchacha se haya compadecido de usted por su situación, así que me pidió encarecidamente ayudarla y darle algún trabajo.
Amarguras: Yo no necesito compasión de esa muchachita. ¡Faltaba más!
Roberto: Yo siendo usted no sería tan orgulloso y prepotente. Mírese en las fachas en que está, señora. ¿Quiere seguir viviendo así a aceptar una oportunidad que a lo mejor no volverá a tener?
Amarguras se queda pensativa y baja la cabeza. La mujer no puede evitar ponerse solloza.
Roberto: Desconozco qué tan mala vida le dio usted a mi hija (Amarguras se sorprende). Ha oído bien. María Belén es mi hija, pero ella aún no lo sabe y estoy esperando el momento propicio para contárselo.
Amarguras: (impactada) No puede ser… ¿Usted es su padre?
Roberto: Así es. No fue tan difícil realizar un examen de ADN en secreto para comprobarlo. El punto es que a mí no me puede mentir. Usted y yo sabemos que esa historia de su “difunta comadre” que murió al parir a María Belén no es cierta. Camila, que es mi enfermera, ya me la contó.
Amarguras se siente acorralada sin saber qué decir.
Roberto: Mi esposa sí murió, pero no de esa forma. A ella la asesinaron y luego se robaron a mi hija el mismo día. ¿Cómo es que llegó a parar a sus manos? ¿Acaso fue usted quien mató a mi mujer y se robó a la niña?
Amarguras: (muy nerviosa) Eh, bueno, yo…
Roberto: ¡Responda! Será más conveniente para usted que diga la verdad, porque perfectamente puedo levantar una denuncia en su contra para que se reabra el caso.
Amarguras: (exaltada) ¡No! ¡Eso no, por favor! Le contaré todo señor, pero no me denuncie, por lo que más me quiera.
Don Roberto e Isis guardan silencio para oír a la asustada Amarguras mientras se intercala una escena de María Belén realizando muy concentrada dentro de un salón de clases un examen general con el cual, si logra sacar un alto puntaje, podrá revalidar sus estudios de primaria y preparatoria.
Amarguras: Ella llegó a mí por un hombre… Rodolfo Robles.
Se vuelven a enfocar en la sala a don Roberto, Isis y Amarguras. Los dos primeros se sorprenden al oír el nombre de Rodolfo.
Amarguras: Hace ya casi veinte años lo vi dos veces. La primera nos conocimos en una lavandería en la que yo trabajaba. Él me ofreció entregarme a una niña a cambio de una cantidad de lana y yo… (Hace una pausa) Yo acepté.
Isis: (molesta) ¡Serás gilipollas, tía! Comerciaste con un bebé, por Santa Teresa.
Amarguras: A mí eso no me importó en el momento. La segunda vez que don Rodolfo me buscó fue en la vecindad donde vivía para entregarme a María Belén y pagarme de paso.
Roberto: (muy consternado) Entonces, fue Rodolfo Robles… ¡Ese desgraciado! (Golpea su sillón furioso) Él era mi socio en aquel entonces.
Isis: (sorprendida) ¿El viejo escurrido y tú eran socios?
Roberto: Sí. Me acuerdo lo mucho que me recalcaba lo bella que era Nidia e inclusive en ocasiones lo veía tratando de pretenderla, pero yo no lo tomaba como algo malo. Hasta que…
FLASHBACK
1995
Don Roberto, siendo algo más joven que en la actualidad, entra a la oficina de su entonces socio, Rodolfo, sorprendiéndose al verlo a él tratando de besar por la fuerza a Nidia, quien ya tiene nueve meses de embarazo.
Roberto: (furioso) ¿Qué demonios significa esto?
Nidia: (llorando asustada) ¡Roberto! (Corre hacia él) Roberto, gracias a Dios llegaste. No sabía qué hacer para quitarme de encima a Rodolfo. No me quería dejar en paz.
Rodolfo: (nervioso) Roberto, puedo explicarlo. Yo…
Roberto: ¡No te atrevas a explicarme nada, desgraciado! (Lo toma de las ropas y lo zarandea). Con que esto era lo que te traías con mi esposa. ¡Imbécil! (Le pega un puño en la cara) Ahora mismo rompemos la asociación que tenemos.
Rodolfo: Tú no me puedes hacer eso, Roberto. ¡Tenemos un trato!
Roberto: ¡Trato que yo rompo ahora mismo! Me importa muy poco si tu empresa está casi en la bancarrota. No debiste haber tratado de cortejar a mi esposa.
Rodolfo: (molesto) Me las vas a pagar. ¡Esto no se va a quedar así!
FIN DEL FLASHBACK
Roberto: Él muy hijo de su… (Se detiene) Se vengó de mí matando a Nidia. Ahora lo entiendo todo. ¿Cómo no se me ocurrió?
Isis: Ya no tiene caso que te tortures por eso. Pasó hace muchos años.
Roberto: ¡Pero pude haber mucho más de lo que hice! Debí contratar más abogados que me defendieran. ¡No sé! Ahora me siento tan estúpido… (Niega con la cabeza) E impotente. Si siguiera vivo, lo refundaría en la cárcel
Amarguras: (nerviosa) Yo sólo le pido que no vaya a tomar medidas conmigo. Yo lo de su esposa, jamás lo supe. Tenga misericordia de mí, don Roberto, por favor (Le suplica con las manos). Ya bastante tengo con lo de Piedad.
Roberto: Yo cumplo con mi palabra y le prometí a María Belén que la ayudaría, pero no crea que lo que hizo estuvo bien. ¿Tiene idea de cuántos años pasé enfermo, preocupado por mi hija, con el miedo de morirme y no volver a verla?
Amarguras agacha la cabeza sintiéndose muy avergonzada. Don Roberto se levanta de su sillón, apoyándose de su bastón.
Don Roberto: Nadie tiene idea, pero ya no tiene caso reprochárselo. Voy a hacer un intento por perdonarla y tenerla aquí bajo mi techo trabajando. Isis, encárgate tú.
Don Roberto se retira de la sala. Isis mira con malicia a Amarguras.
Isis: (juntando los dedos macabramente) Nos divertiremos juntas, cariño. Ya lo verás.
Amarguras mira asustada a Isis.
INT. / UNIVERSIDAD, SALÓN DE CLASES / DÍA
Las personas que presentaron el examen de revalidación de sus estudios, es decir, personas que no pudieron completar sus estudios de educación básica, media o superior, van pasando al escritorio del profesor quien los llama por orden de lista para entregarles el examen con la nota que sacaron hasta que llega el turno de María Belén.
Profesor: María Belén Zapata…
La joven coja se levanta de su pupitre y va a recibir su examen.
Profesor: Felicidades señorita. Ha sacado uno de los puntajes más altos (Se lo entrega). No olvide anexarlo junto con los otros documentos requeridos para que sean revalidados sus estudios.
María Belén: (emocionada) Muchísimas gracias, señor profesor. Hasta luego.
María Belén sale del salón muy emocionada y una vez afuera, mira con sus ojos la nota que sacó.
María Belén: ¡No lo puedo creer! Dios mío, gracias. ¡Mil gracias! (Muy emocionada) Esto lo tiene que saber Nico. Le tengo que avisar
Ella saca su celular de su bolsito y marca el número de Nicolás. Éste, por su parte está en el centro para personas en situación de discapacidad caminando por un jardín con un bastón especial para invidentes y acompañado de Dorotea.
Nicolás: Entonces, ¿en el juicio le dieron a Piedad treinta años?
Dorotea: Sí, mientras que a Damián lo remitieron a uno de esos hospitales psiquiátricos. Parece que el pobre tiene un desequilibrio mental según un examen psicológico que el abogado le pidió al juez.
Nicolás: Aunque yo no traté tanto con él, sí me pareció un chavo buena onda aquella vez que fuimos a la disco, pero no me imaginé que pudiera estar con Piedad. ¿Dices que tenía doble personalidad?
Dorotea: Así es. En el video que yo descubrí de ella, le hablaba a una tal “Mary”. A ella también le hicieron otro examen psiquiátrico, pero no fue suficiente para que la sentenciaran inocente y la remitieran también a un manicomio.
Nicolás: Fue mejor así. Esa mujer sabía fingir muy bien y de alguna maña se habría valido para escaparse del psiquiátrico.
En ese momento suena el celular de Nicolás. Éste se detiene de caminar y se lo saca del bolsillo.
Nicolás: Dorotea, contéstalo por mí, por favor (Se lo entrega). Sólo lo puedo tener encendido en los ratos libres como éste.
Dorotea: Claro que sí, joven.
Dorotea contesta el celular y se lo entrega a Nicolás para que hable.
Nicolás: ¿Sí?
María Belén: ¡Hola, Nico! ¡Soy yo!
Nicolás: (sonriendo) María Belén, qué bueno que me llamas. ¿Cómo has estado?
María Belén: Muy bien, pero algo enojada contigo. Sigo sin entender por qué no has querido que vaya a verte desde la semana pasada. ¿Pasa algo? (Preocupada).
Nicolás: No, no pasa nada de lo que debas preocuparte. Quiero darte una sorpresa, pero ya la espera se acaba la semana que viene y vas a saber de qué se trata.
María Belén: Hum. Me pregunto qué clase de sorpresa será esa, pero está bueno. Me voy a esperar hasta la próxima semana. Yo te llamé para darte la buena noticia de que gané el examen para revalidar mis estudios.
Nicolás: (feliz) ¡Oye! ¡Qué bueno! Me alegra mucho por ti. Ya hasta te oyes hablar diferente. ¿Qué hiciste con María Belén? (Le bromea).
María Belén: ¡Ja, ja, ja! ¡Qué bobo eres! No cambias.
Nicolás: Ja, ja, ja. ¿Y acaso no te gusta que yo sea así?
María Belén: (sonriendo) A mí me gusta tal y como eres Nico. Por eso no necesitas cambiar nada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / DÍA
Camila está platicando con su madre mientras esta última lava los platos. Camila la ayuda a secárselos con un trapo.
Camila: (sorprendida) ¿Que hiciste qué, mamá?
Ramona: ¿Por qué te sorprendes tanto, Camila? Sólo hice lo correcto.
Camila: ¿Lo correcto? Ay, mamá. De veras que no te imaginas lo que hiciste diciéndole semejante cosa a Mabel.
Ramona: ¿Y por qué dices eso? ¿Acaso no es la verdad? Lo mismo pasó muchas veces con don Agapito, que en paz descanse, que pretendía a María Belén y la engatusaba ayudándole dizque “desinteresadamente” y ya ves lo que pasó.
Camila: Pero esto es diferente. ¿Cómo se te puede ocurrir que don Roberto quiera también pretender a María Belén?
Ramona: ¿Por qué no? Es un señor viudo y de dinero. ¿Por qué no habría de estar interesado en María Belén y más viendo lo mucho que la ha ayudado dándole estudios inclusive?
Camila: Mamá, mira (Deja de secar los platos). Yo te puedo asegurar más que nadie que las intenciones de don Roberto con Mabel no son malas. Todo lo contrario. Son más buenas de las que te puedes imaginar.
Ramona: ¿Y cómo lo puedes asegurar con tanta certeza? Tú habrás podido trabajar para don Roberto mucho tiempo, pero él jamás hizo contigo lo que hizo con María Belén a la que sólo conoce de meses.
Camila: ¿Te acuerdas de la plática que tuvimos hace tiempo? ¿La de que tú suponías que María Belén podía ser hija de don Roberto?
Ramona: (asentando con la cabeza) Sí, me acuerdo. Yo sólo lo suponía. ¿Qué tiene que ver eso?
Camila: Pues tu suposición resultó ser cierta.
Ramona: (muy impactada) ¿Cómo dices?
Camila: Así como lo oyes. Don Roberto es el padre biológico de María Belén y antes de que me preguntes cómo, yo misma conseguí cabellos de ella para hacer una prueba de ADN que resultó compatible.
Ramona: (cerrando la llave del lavaplatos) No lo puedo creer y María Belén no sabe todavía nada. ¡Eso quiere decir que yo metí la pata!
Camila: Y bien metida, sin que me lo tomes a mal. Lo más seguro es que Mabel se quiera ir de la casa de don Roberto y no es para menos con lo que le dijiste. Ahora él se va a ver obligado a confesarle la verdad antes de tiempo.
Camila y doña Ramona se miran angustiadas.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / NOCHE
María Belén llega a la mansión en una actitud muy emocionada y con unos papeles en la mano. Entra a la sala, en donde se encuentra don Roberto usando lentes, leyendo un libro y sentado en su sillón.
María Belén: ¡Don Roberto! (Sonriendo muy feliz) ¡Ay, don Roberto! No me lo va a creer.
Roberto: ¡Cuánta felicidad! ¿Qué te tiene tan contenta, mija?
María Belén: Es que… ¡Don Roberto, gané el examen para la revalidación de mis estudios! (Lo abraza y lo besa en la mejilla) ¡Lo gané!
Roberto: A ver, muéstrame.
María Belén le entrega los exámenes a don Roberto y éste efectivamente ve que ha sacado una nota muy buena a nivel general. El anciano sonríe feliz por su hija y se levanta de su sillón.
Roberto: No me queda más que darte un fuerte abrazo de felicitación por este logro tan merecido, hija.
Don Roberto abre los abrazos y abraza a María Belén. Ella, aunque le corresponde se siente un poco extraña y recuerda de las palabras que doña Ramona le dijo esa tarde en su casa.
FLASHBACK
Ramona: ¡Ay, mija! Yo no quiero parecer mitotera, pero dime algo con toda sinceridad. ¿No se te hace muy extraño que don Roberto te quiera ayudar así tan desinteresadamente?
María Belén: Pues no le puedo negar que al principio sí me hacía sentir incómoda y me daba reteharta pena con él, pero ya después lo asimilé y me di cuenta que don Roberto sólo me quiere como una ahijada.
Ramona: La verdad es que tú eres una muchacha muy buena. Por eso no te das cuenta de las malas intenciones que los otros puedan tener.
María Belén: (extrañada) ¿Qué quiere decir con eso?
Doña Ramona: Que a lo mejor ese señor te está pretendiendo. Te pagó estudios, libros, ropa, con la intención de pedirte matrimonio más adelante y te va a manipular con eso para que aceptes, así como pasó con Agapito.
FIN DEL FLASHBACK
María Belén se aparta incómoda del abrazo de don Roberto.
María Belén: Gracias, don Roberto. De no ser por usted que me ayudó tanto estos meses yo no habría podido ganar este examen. No me habría sabido ni la mitad de todo lo que me preguntaron.
Roberto: (mirándola con ternura) No tienes por qué agradecerme porque siempre lo he hecho con la mejor de las intenciones y tengo muchos contactos que te pueden ayudar a conseguir un buen trabajo.
María Belén: Sobre eso, ya estuve pensando y decidí que es hora de valerme por mí misma, don Roberto.
Roberto: (extrañado) ¿Qué quieres decir?
María Belén: Que yo siempre voy a estar muy agradecida con usted por todo lo que hizo por mí, pero ya no es necesario que me siga ayudando.
Roberto: ¿Pero por qué decidiste algo así? ¿Acaso no estás cómoda viviendo aquí en mi mansión, conmigo, con Isis?
María Belén: El problema no es que no me sienta cómoda, sino que me gustaría independizarme y mucho más ahora que tengo oportunidades de conseguir un buen trabajo que no sea limpiando coches en las calles.
Roberto: Pero María Belén…
María Belén: Y antes de que me diga algo, yo ya tomé esa decisión y esta vez no me va a poder convencer. Esta misma noche empiezo a empacar mis cosas y mañana me voy.
Roberto (exaltado): ¡Eso no, María Belén! ¡Por favor! Tú no te puedes ir de aquí. Es necesario que te quedes, que sigas estudiando más. No te puedes ir.
María Belén: ¿Y por qué no? ¿Quién me lo impide? Yo estoy bien, don Roberto. No se tiene que preocupar más por mí.
Roberto: Me estás pidiendo un imposible y no me parece bien que te quieras ir por un tonto capricho de querer independizarte.
María Belén: No es un tonto capricho porque yo no soy caprichosa…
Roberto: (la interrumpe) Pero sí eres muy voluntariosa y no te culpo por eso porque no pudiste tener una madre o un padre, pero por favor, María Belén. Recapacita. No te vayas.
María Belén: Deme entonces una razón válida. Sólo una razón para que no me vaya y me quede (Se cruza de brazos).
Roberto: Todavía no. Te prometo que te la voy a contar más adelante, pero ahora no te la puedo decir.
María Belén: (muy extrañada) ¿Por qué? ¿Qué diferencia tiene a que me la diga ahora a más adelante?
Roberto: ¡Por favor deja de hacerme preguntas! Sólo quédate y espera un poco más de tiempo para que sepas mis razones. Te lo pido (Rompe a llorar).
María Belén: Por favor no llore, don Roberto. Eso no le hace bien a su salud. Trate de entenderme.
Roberto: Quien debe tratar de entenderme eres tú a mí. Quédate más tiempo conmigo. ¡Ya deja de ser tan terca, por Dios!
María Belén: Estoy empezando a creer que nunca debí haber aceptado venir aquí a trabajar a su casa ni mucho menos haber aceptado toda su ayuda si las cosas se iban a poner así.
Roberto: No digas eso, María Belén. ¡No sabes lo que estás hablando!
María Belén: (molesta) Yo sí sé de lo que estoy hablando. Si de verdad me hubiera imaginado sus intenciones conmigo, hace mucho que me hubiera ido de su casa, pero no lo hice por tonta, siempre creyendo que toda la gente que me habla bonito es buena.
Roberto: (entre lágrimas) ¿Estás pensando que yo te veo con otros ojos? ¿Eso es lo que tratas de decir?
María Belén: Ya no haga esto más difícil, don Roberto. Déjeme ir y acabamos las cosas en buenos términos. No quisiera discutir con usted.
Roberto: (molesto) ¡Qué “buenos términos” ni qué nada! Tal y como te dije, no tienes idea de lo que hablas ni mucho menos de lo que piensas. No sé quién te habrá intrigado, pero está bien.
Roberto toma de un brazo a María Belén y se la lleva.
María Belén: ¡Espere, don Roberto! ¿A dónde me lleva?
Roberto: ¿Querías una razón? Ya te la voy a dar para que sepas cuán errada estás.
Don Roberto lleva a María Belén a su cuarto ubicado en el segundo piso. María Belén lo mira muy extrañada por lo que vaya a decirle y mostrarle. Una vez llegan, el anciano suelta a la joven y saca de uno de los cajones de su mesita de noche un sobre el cual le entrega a María Belén. Ella duda en recibirlo.
Roberto: ¡Tómalo y léelo!
María Belén: ¿Qué es? (Lo recibe dudosamente).
Roberto: Esa es la prueba con la que vas a comprobar que lo que te voy a decir no es mentira. Durante más de diecinueve años, yo sufrí tratando de saber qué había sido de ti, si tenías frío, hambre… Si estabas enferma.
María Belén se desconcierta ante las palabras de don Roberto
Roberto: Y fue hasta hace poco más de dos meces que el sufrimiento se acabó. Te conocí sin imaginarme cuán cerca de mí siempre estuviste siendo amiga de Camila y, en cuanto te vi, algo me decía que eras tú.
María Belén: No entiendo nada, don Roberto. Parece como si estuviera hablando de su…
Roberto: ¿De mi hija? Supones bien, porque eres tú. A ti me refiero
María Belén abre los ojos de sorpresa al oír al anciano. Muy agitada, saca del sobre los papeles que contiene y empieza a leerlos con rapidez. A medida que sigue leyendo, se lleva una mano a la boca y no puede evitar que se le salten las lágrimas.
Roberto: Yo soy tu padre María Belén… (Rompe a llorar).
La joven coja deja caer los papeles al piso y mira a don Roberto sin poder creerlo. Éste va hasta su mesita de noche y toma la foto de su esposa, la cual también le entrega a María Belén.
Roberto: Y ella era tu madre, que en paz descanse…
María Belén se queda mucho más sorprendida al ver a la mujer de la foto, la cual es muy parecida a ella.
María Belén: (negando con la cabeza) No puede ser. Yo…
Roberto: Me imagino lo muy sorprendida que estarás. Yo tampoco me lo podía creer cuando vi el resultado de los análisis de ADN que acabaste de leer.
María Belén se sienta en la cama muy consternada y deja la foto a un lado. Don Roberto se queda de pie.
Roberto: Por el parecido evidente que tienes con mi esposa, las sospechas para mí de que pudieras ser mi hija no se hicieron esperar y le pedí a Camila que consiguiera algo de ti con lo que se pudiera hacer un análisis que salió positivo.
María Belén también empieza a llorar a medida que sigue oyendo a don Roberto.
María Belén: ¡No entiendo absolutamente nada! Mi mamá no era una mujer rica como para haber estado casada con usted. Mi madrina me dijo que…
Roberto: (furioso) ¡Tu madrina es una vieja mentirosa! Te vendieron a ella cuando estabas recién nacida y lo admitió frente a mí esta tarde cuando la llamé para darle un trabajo como me habías pedido.
María Belén, llorando, se lleva las manos a la boca.
Roberto: Si no te dije nada antes, fue porque primero quería ganarme tu cariño, que me vieras como un padre, pero en vez de eso, dudaste de mí pensando lo peor.
María Belén: ¿Y cómo me iba si quiera a imaginar que usted podía ser mi papá?
Roberto: Por más que un hombre quiera pretender a una mujer, jamás haría todo lo que yo hice por ti porque son cosas que sólo haría un padre por su hija (Llorando). ¡Tú eres mi hija, muchacha!
María Belén: Perdóneme. Me porté como una tonta (Llorando con el maquillaje regado). Perdóname, por favor.
Roberto: Yo no tengo nada que perdonarte, mija (Se sienta al lado de ella en la cama). Yo sólo quiero que recomencemos y que nos olvidemos del pasado.
María Belén: Pero yo no entiendo por qué nos hicieron ese daño. ¿Por qué tenían que matar a mi mamá y robarme?
Roberto: Fue Rodolfo Robles (Ella se impacta). Él en ese tiempo era mi socio y estaba enamorado de Nidia. Así se llamaba tu madre (Sonríe entre lágrimas), pero ella jamás le hizo caso porque sólo tenía ojos para mí sin ánimo de presumir, je, je.
María Belén se limpia las lágrimas sintiéndose dispuesta a oír a don Roberto.
Roberto: Los dos nos enamorados a pesar de la diferencia de edad. Ella era una muchachita veinteañera mientras que yo ya pasaba de los cincuenta. Trabajaba para mí como enfermera porque en aquel entonces había tenido un accidente y me fracturé la pierna.
María Belén: Sigo sin entender por qué el papá de Nicolás hizo algo así.
Roberto: Lo hizo en venganza porque rompí la asociación que teníamos y porque Nidia jamás me hubiera sido infiel con él. El muy desgraciado fue tan astuto que logró poner en contra mía todas las pistas del asesinato para meterme a la cárcel.
María Belén: Entonces, él siempre supo quién era yo durante el tiempo que trabajé en su casa.
Roberto: Lo importante ahora es que aprovechemos el tiempo que perdimos y no miremos las cosas pasadas (La toma de las manos).
María Belén: Pero para mí sigue siendo increíble que ahora esté sentada aquí hablando con el papito que tanto le pedía a Dios de niña para que me llevara muy lejos de los maltratos de mi madrina (Llorando muy emocionada).
Roberto: Lamento mucho haber llegado tarde a tu rescate, mi niña.
Y sin darse a la espera, María Belén se lanza a abrazar a don Roberto fuertemente. Éste no duda en corresponderle.
María Belén: ¡Papá! (Desconsolada).
Roberto: (consolándola) Aquí siempre voy a estar para ti. Mientras puedas, yo no te voy a volver a dejar sola, hija. Eso tenlo por seguro
Detrás de la puerta, se encuentra Isis llorando porque ha estado escuchando todo, y se suena la nariz en un pañuelo.
Isis: ¡Ay, mi Dios! Mejor que las películas de cine románticas. ¡Qué emoción!
UNA SEMANA DESPUÉS
INT. / NOTARÍA / DÍA
María Belén llega acompañada a una notaría de Isis. La primera va muy bien peinada y vestida.
María Belén: No entiendo nada, tía Isis. ¿Por qué Nicolás me citó aquí a una notaría contigo? ¿Qué pasa?
Isis: No comas ansias, mi niña. Es una sorpresa. ¡Ups! Cierra los ojos que ya vamos a llegar.
María Belén cierra los ojos y sonríe divertida. Isis la guía hasta uno de los salones de la notaría en donde esperan de pie varios de los conocidos de la joven: don Roberto, Camila, doña Ramona, Amarguras y Dorotea. Nicolás también está presente de pie al lado del notario y usando su bastón. El salón también está decorado con serpentinas y algunos globos.
Isis: Ya los puedes abrir, mija.
María Belén abre los ojos y se desconcierta al ver a sus amigos y conocidos todos reunidos allí.
María Belén: (desconcertada) ¿Qué estamos celebrando?
Nicolás: María Belén… (Se acerca a ella usando su bastón) Los llamé a todos para que vinieran hasta aquí y sean testigos de la propuesta que pienso hacerte.
María Belén: ¿Qué propuesta, Nico? No te entiendo nada.
Nicolás: (sonriéndole) ¿Quieres casarte conmigo?
María Belén se sorprende al oír a Nicolás.
María Belén: ¿Me lo estás proponiendo en serio?
Nicolás: ¿Tú crees que habría hecho todo esto si no fuera en serio? Yo sé que no te lo esperabas y que a lo mejor te parecerá una locura, pero ya no podía esperar más, Mabel. Yo te amo.
María Belén: ¿Una locura? Esa no es palabra para describir esto. ¡Por Dios Nicolás! Ja, ja, ja. ¿Casarnos ahora mismo? (Se ríe muy nerviosa).
Nicolás: Me imagino que esta no es la boda que toda mujer se espera, pero hay algo que la hace especial. ¿Y sabes qué es?
María Belén guarda silencio indicando que no lo sabe.
Nicolás: Nosotros y lo que sentimos.
María Belén: (llorando emocionada) Te voy a matar un día de estos por hacerme estas cosas (Se lanza para abrazarlo). Claro que me quiero casar contigo.
Isis: (aterrada) ¡Ay, mija! No vayas a llorar que se te riega el maquillaje. No vaya a ser que parezcas una coladera humana en las fotos.
María Belén se ríe levemente por el comentario de su tía y se limpia con delicadeza las lágrimas de sus ojos. Don Roberto se acerca a la pareja de jóvenes.
Roberto: No les voy a negar que a mí también me parece una locura, pero Nicolás y yo ya hablamos y no me queda más que darles mi bendición.
Nicolás: Muchas gracias por su apoyo, don Roberto.
María Belén: Muchísimas gracias, papá (Lo abraza).
Nicolás le extiende su mano a María Belén y ella la toma. Los dos se dirigen hasta el escritorio del notario quien comienza a realizar el respectivo protocolo hasta que el momento en que cada uno procede a firmar el acta de matrimonio. Ella le ayuda a firmar a él mientras Camila toma fotos muy emocionada con una cámara digital.
Notario: Por el poder que me confiere el Estado, a partir de este momento, los declaro marido y mujer. Felicidades (Les sonríe).
Nicolás y María Belén se besan duraderamente al tiempo que son rodeados de aplausos por todos los presentes, quienes los miran con emoción y felicidad, aunque la única que no hace buena cara es Amarguras y que está vestida con un simplón uniforme de sirvienta.
Amarguras: Qué cosas. Se casan tan jóvenes y al año ya están firmando el divorcio.
Isis: (dándole un codazo) ¡Calla joder! No te traje para que opines, sino para limpies el asiento trasero del auto, así que ándale y ve a hacer tus quehaceres (Empujándola).
Amarguras obedece a Isis de mala gana.
UN MES DESPUÉS
MIAMI, ESTADOS UNIDOS
INT. / HOSPITAL, CONSULTORIO MÉDICO / DÍA
Nicolás está sentado en una camilla, usando bata y con los ojos vendados. María Belén y un doctor están presentes.
Doctor: Muy bien, Nicolás. Ya vamos a comprobar qué tal salió la operación.
Nicolás: Claro que sí, doctor. Adelante.
El doctor comienza a quitarle la venda de los ojos a Nicolás con delicadeza. María Belén se siente ansiosa e ilusionada. Cuando termina de quitársela, Nicolás ve oscuro, pero poco a poco su vista comienza a esclarecerse y el primer rostro que ve es el de María Belén.
María Belén: ¿Me puedes ver, Nico?
Nicolás asienta con la cabeza al tiempo que sonríe.
Nicolás: Sí. ¡Puedo ver! (Se levanta de la camilla, muy emocionado) Puedo ver, doctor. ¡Puede ver perfectamente!
María Belén: Gracias a Dios. ¡Eso quiere decir que la operación salió exitosa! ¡Nico, puedes ver!
María Belén y Nicolás se abrazan muy emocionados.
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO
EXT. / HOSPITAL PSIQUIÁTRICO, PATIO / DÍA
Por otra parte, Camila e Isis están caminando a paso lento por el patio de un hospital psiquiátrico.
Isis: (triste) Hace ya bastante tiempo que mi Damián entró aquí y no ha tenido ninguna mejoría, según dicen los médicos
Camila: Yo sigo pensando que no hay que perder las esperanzas, señorita Isis. Es cuestión de no dejar solo a Damián. Él nos necesita mucho
Isis: Es que el pobre de por sí ya había quedado mal de la cabeza con la muerte de mis compadres allá en España. Me acuerdo la depresión que tuvo y tardó mucho en recuperarse.
Las dos se detienen y observan a lo lejos a Damián, sentado en una banca y con la mirada retraída. Camila se acerca e Isis se queda mirando.
Camila: Hola Damián (Se sienta a su lado, pero él no la mira). Disculpa que venga a irrumpir en tu mundo, pero sólo quería verte. ¿Podrías aunque sea mirarme?
Damián sigue retraído y ni se inmuta a mirar a Camila. Ella, solloza, lo toma de las manos.
Camila: Mírame, por favor. Yo sólo quiero que salgas un momento de ese letargo y me escuches. Tú y yo sabemos que me puedes oír muy bien, pero hay una diferencia muy grande entre oír y escuchar…
Damián agacha la cabeza. Intenta mirar a Camila de reojo.
Camila: Vamos, mírame. No tienes por qué sentir miedo. No estás solo. Yo estoy contigo.
Damián finalmente mira a Camila a los ojos expresando cierto temor y tristeza. Camila se conmueve por eso y lo toma más fuerte de las manos, a lo que Damián le sonríe y la abraza. Ella le corresponde e Isis a lo lejos, sonríe feliz.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE ISIS / DÍA
Más tarde, Isis está hablando con María Belén en su tablet vía Skype mientras Amarguras le hace un masaje en los pies sintiendo asco.
Isis: ¡Qué buena noticia que la operación salió exitosa, mija! Me alegro mucho por ti y por Nicolás.
María Belén: Gracias, tía. Los dos también estamos muy felices, claro que todavía requiere de mucho reposo para que no se vayan a presentar complicaciones más adelante.
Isis: (emocionada) ¡A ver cuando nos traen la noticia de que seré abuela!
María Belén: ¡Ja, ja, ja! Tía, qué cosas dices. Todavía no está en nuestros planes, aunque no te puedo negar que me encantaría ser mamá, pero más adelante.
Isis: Disculpa, Mabel. Vuelvo en un momento (A Amarguras). Amargachacha, ve a limpiar mi baño ahora mismo. Lo quiero listo en una hora.
Amarguras: (levantándose) Como ordene la señora (Le sonríe con hipocresía).
Isis: ¡Señorita, joder! (Le corrige) Y también prepara la bañera. Voy a darme un baño paradisiaco porque esta noche tengo cita con Albert.
Amarguras: Entendido.
Amarguras se retira y baja al cuarto de aseo para buscar los implementos de aseo necesarios para limpiar el baño (cubetas, trapeadoras, desinfectantes). Una vez que llega, entra al baño, pero se cubre la nariz.
Amarguras: ¡Válgame Dios! ¿Qué olor tan asqueroso es ese?
De repente, Isis le cierra la puerta a Amarguras bajo llave desde afuera. Ésta última se aterra y comienza a azotar la puerta.
Amarguras: ¡Ábranme! No me dejen encerrada aquí. Moriré asfixiada… (Desvaneciéndose por el olor) ¡Por el amor de Dios! ¡Auxilio!
Afuera del baño, Isis se ríe cosquillosamente y se va.
EXT. / PLAYA DE MIAMI / NOCHE
María Belén y Nicolás están sentados en la arena y abrazados, vestidos con ropa ligera y de verano. Se pueden oír las olas del mar, el viento de la noche soplar y ver las estrellas en el cielo.
María Belén: Qué padre se siente la noche aquí contigo. Siempre me parecieron hermosas las estrellas.
Nicolás: Y yo me siento feliz por el sólo hecho de tener la oportunidad de verlas y de verte cada día más (Le susurra al oído).
María Belén: (sonriendo) ¿Sabes? Esta noche yo ya la había visto en un sueño, pero no me imaginé que se pudiera hacer realidad.
Nicolás: Es que para ver los sueños hechos realidad, hay que cultivarlos con paciencia. Por eso estamos aquí. Te amo, Mabel (Acurrucándola más).
María Belén: Yo también, te amo Nico. Quiero que seamos muy felices de ahora en adelante.
Los dos jóvenes se besan durante un largo rato de una forma especial, abrazados en medio de esa noche estrellada de playa, mientras la cámara se va alejando.
FIN
¡¡Muchas gracias por haber leído esta historia!!
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INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, COMEDOR / NOCHE
Don Roberto está cenando, encabezando la mesa acompañado por María Belén y Camila.
Roberto: ¡Qué silencio se siente esta noche! Me parece muy extraño que ni la gorda de Isis ni Damián estén.
Camila: A lo mejor salieron juntos para algún lugar. ¿No dejaron alguna razón con el ama de llaves?
Roberto: (extrañado) No. Ella sólo me dijo los dos salieron de imprevisto. Me hubiera gustado que estuvieran presentes para que María Belén los conociera, ahora que comenzará a trabajar mañana.
María Belén: (tímida) Yo sólo le pido que tenga paciencia conmigo, don Roberto. Como le dije, no soy muy estudiada y no sé mucho de modales como eso de servir la mesa.
Roberto: Estuve pensando en eso, así que no tienes por qué preocuparte. Le voy a pedir al ama de llaves que te enseñe con paciencia esos detalles y verás que poco a poco irás aprendiendo (Le sonríe).
María Belén: ¡Mil gracias! Es usted un ángel.
Roberto: Brincos diera si fuera así. Je, je, je. Te puedes sentir a todo gusto en mi casa. También le diré al ama de llaves que te prepare uno de los cuartos de servicio. Imagino que no tienes ropa.
María Belén: (sonriendo avergonzada) La mera verdad no. Nomás lo que traigo puesto, aunque tenía un par de vestidos en donde trabajaba antes, pero ya no tiene caso ir por ellos.
Camila: Yo tengo algunas prendas que te pueden quedar, Mabel. Aparte, don Roberto seguramente te facilitará el uniforme que vas a usar durante el día.
Roberto: Así es. Como también te puedo dar algo de dinero para que Camila te acompañe y compres ropa nueva que te quede.
María Belén: (apenada) ¡Ay, eso no don Roberto! Ahí sí me daría reteharta vergüenza con usted. Más bien me puede dar un adelanto de mi paga. Así me sentiría más cómoda.
Roberto: Para mí no sería ninguna molestia. Sólo una obra de caridad, pero como tú quieras. No hay problema.
Camila: (levantándose del comedor) Y bueno, con su permiso, yo ya me voy, que mi mamá me debe estar esperando. Muchas gracias por invitarme a cenar, don Roberto.
Roberto: Ha sido con gusto, Camila. Te lo debo por haberme acompañado hoy al chequeo médico. Qué tengas buena noche.
Camila: Igualmente usted. Chao, Mabel. Mañana nos vemos. Cuídate.
María Belén: Hasta mañana, Cami. Mándale saludos de mi parte a tu mamá.
Camila: Claro que sí.
María Belén se levanta y ambas amigas se abrazan. Camila se retira del comedor.
Roberto: Quieres mucho a Camila, ¿no?
María Belén: (sonriendo) Para mí es como la hermana que nunca tuve. Nos conocemos desde chiquitas. Ella y yo íbamos juntas a la escuela, aunque yo después me tuve que salir y ella siguió estudiando sola.
Roberto: (extrañado) ¿Por qué no seguiste estudiando tú?
María Belén: (esbozando su sonrisa) Yo no me siento muy cómoda diciéndolo, pero…
Roberto: (la interrumpe) Si no te sientes cómoda diciéndomelo, no te preocupes. Tampoco quiero que pienses que estoy invadiendo tu vida personal.
María Belén: Gracias por la comprensión, don Roberto. Por alguna razón, apenas nos conocimos hoy y yo ya siento que lo conozco de tiempo.
Roberto: A lo mejor nos conocimos en otra vida. ¿Quién sabe?
María Belén: (confundida) ¿Otra vida? ¿Cómo es eso? Ja, ja, ja.
Don Roberto: Es un dogma de la religión hinduista y budista. ¿Nunca oíste hablar de la reencarnación? (María Belén asienta con la cabeza) Es un tema complejo de explicar, pero por si quieres leerlo, tengo una biblioteca muy amplia para que estudies cuando quieras.
María Belén: ¡Qué bueno! A mí me gusta mucho leer porque aprendo cosas que nunca me enseñaron. Luego me paso por allá.
EXT. / DESCAMPADO / NOCHE
Rodolfo y Piedad siguen electrocutándose juntos, pero es más el impacto sobre Rodolfo. La piel de ambos comienza a pigmentarse de negro. Los policías no saben qué hacer al respecto.
Policía 1: ¡Se están electrocutando! Hay que buscar la caja de donde proviene la energía.
Los policías deciden repartirse para buscar la caja. Isis, entretanto, se avienta sobre Damián y desactiva la palanca.
Isis: (muy asustada) ¡Ay, mi Dios! ¡Que Rodolfo Robles no se haya chamuscado todavía!
La energía efectivamente se apaga y justo en ese momento los cuerpos de Rodolfo y Piedad se prenden en llamas. Él suelta a Piedad, puesto que ya ha muerto con los ojos abiertos, mientras que Piedad sigue con vida y comienza a retorcerse, quemándose viva.
Piedad: (adolorida) ¡Me estoy quemando! ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme, me estoy quemando!
Los gritos de Piedad son desesperantes al punto que podrían aturdir a cualquiera. Uno de los policías presentes habla por el radio para pedir una ambulancia.
Piedad: ¡Ayúdenme! (Revolcándose entre la hierba) ¡No me quiero morir! ¡No me quiero morir! ¡Ayúdenme!
Piedad, ante su desespero, no sabe qué hacer. Se agarra del cabello y sigue revolcándose. Parece una antorcha encendida consumiéndose entre el fuego, tal y como si estuviera quemándose en el mismo infierno
Los gritos de la mujer se escuchan en un eco profundo y lento. Por su parte, Damián, al ver que Isis ha desactivo la palanca, se acerca a ella en una actitud agresiva.
Damián: ¿Qué hiciste, madrina? ¡Te dije que no te metieras en lo que no te importa! (La empuja bruscamente).
Policía: (apuntándole a Damián) ¡Manos arriba! ¡No te muevas!
Damián se sorprende al ver al policía e intenta salir corriendo.
Isis: (llorando) ¡Damián, no escapes!
El policía se ve obligado a disparar. La bala impacta en uno de los hombros de Damián. Éste se detiene ante el disparo y cae. Isis se acerca inmediatamente a su ahijado sintiéndose muy preocupada.
Isis: ¡Por Santa Teresa! ¡Mi ahijado! ¡Llamen una ambulancia!
El policía se acerca y a través de su radiófono llama otra ambulancia para Damián, quien tiene los ojos abiertos y comienza a respirar agitado.
Policía: Se necesita una ambulancia lo más pronto posible por la carretera saliendo del DF. Tenemos un hombre herido. Repito…
Damián: Madrina…
Isis: No vayas a cerrar los ojos, Damián. Escúchame bien. No cierres los ojos. Ya va a venir una ambulancia por ti, mi amor
Damián: (balbuceando) Mary…
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / NOCHE
Dorotea entra al cuarto de Rodolfo. Ha buscado por casi toda la casa a su ahijada Valentina, pero no la ha encontrado por ninguna parte.
Dorotea: ¿En dónde se metió esta muchacha? No puedo creer que se haya devuelto para su casa y haya dejado el trabajo botado la muy vaga (Molesta).
En eso, Dorotea nota la puerta del baño abierta y se extraña. Va hacia allí, mirando al interior, pero no encuentra nada raro cuando, de repente, pisa algo.
Dorotea: (extrañada) ¿Qué es esto?
La mujer se inclina y recoge el objeto que acaba de pisar que no es otro que el celular de Valentina con el que ella grabó a Piedad.
Dorotea: (mirando con dificultad la pantalla) ¿De quién será este celular? Para eso que no alcanzo a ver bien.
Por accidente, Dorotea desliza su dedo en la pantalla del celular y comienza a reproducirse el último video guardado en la memoria. Dorotea se queda viéndolo y a medida que se sigue reproduciendo se va quedando más impactada.
Dorotea: ¡Dios mío! ¿Qué significa esto?
Dorotea ve aterrada la grabación de Piedad hablándole al espejo a Mary, aunque cabe recordar que en el video se ve a ella hablando sola confesando el asesinato de Lucrecia y el que piensa cometer contra Rodolfo. La empleada, ante eso, se le resbala el celular de las manos sin poder asimilar lo que acaba de visualizar en dicho celular.
Dorotea: (temblando) Esto no puede ser. ¡Esa mujer mató a la señora Lucrecia! ¡Ella la mató, por Dios! ¡Ella fue! ¿Qué hago?
De repente, se oye el sonido del teléfono de la sala timbrando. Dorotea se asusta, por lo que duda si contestar o no. Al final, decide bajar las escaleras y corre a contestar la llamada entrante, aunque temblando todavía por los nervios.
Dorotea: ¿Bueno? (Pausa) ¿Cómo dice? (Desencaja el rostro).
Ella suelta el teléfono después de lo que acaban de comunicarle.
INT. / DELEGACIÓN, OFICINA / DÍAS DESPUÉS
Frente a un agente del ministerio público se encuentran María Belén, Camila, Isis, don Roberto y Dorotea. Las mujeres mayores están sentadas, mientras que los demás están de pie.
Agente: Bien, ya que todos están presentes, los convoqué aquí para platicarles del caso de la señorita Piedad López y Damián Castro.
María Belén: Piedad todavía está muy delicada. ¿Qué piensan hacer con ella y con Damián?
En ese momento se enfoca a Amarguras en el pasillo de un hospital, llorando desesperada, pero siendo detenida por las enfermeras.
Amarguras: ¡Quiero ver a mi hija, por el amor de Dios! ¡Déjenme verla!
Luego, se enfoca a una persona en una habitación de ese mismo hospital totalmente vendada en su rostro, cabeza, brazos y piernas. Es Piedad, quien está conectada a un electrocardiograma y a un suero, bastante delicada todavía.
Se vuelve enfocar la oficina de la delegación.
Agente: En cuanto la señorita Piedad sea dada de alta del hospital, si no tiene complicaciones, será trasladada a una cárcel.
Roberto: ¿No harán el respectivo juicio?
Agente: Efectivamente se hará y se utilizará el video que nos proporcionó la señora Dorotea, en el que ella confiesa el asesinato de Lucrecia Méndez y también su intento de homicidio hacia Rodolfo Robles.
Dorotea: (mortificada) Que en paz descanse...
Isis: (preocupada) ¿Y qué hay de mi ahijado Damián, señor agente?
El rostro de Camila se desencaja al oír el nombre de Damián. María Belén lo nota y la conforta.
Agente: Bueno, él... También tendrá un juicio de audiencia abierta, ya que debemos recordar que fue cómplice en el homicidio de Rodolfo Robles.
Camila: Disculpen que me meta, pero yo no creo que Damián deba ser remitido a una cárcel. ¡Fue esa prostituta loca de Piedad la que lo manipuló!
Isis: Yo también estoy de acuerdo. Mi pobre ahijado lo hizo impulsado por ella.
Agente: Hay pruebas que lo incriminan de homicidio culposo, sin embargo, pueden contratar un abogado para que sea defendido en el juicio y facilitarte al juez algún tipo de examen psicológico que determine que Damián está desequilibrado mentalmente.
En ese momento, se enfoca a Damián en una celda, vendado del disparo que había recibido días antes y mirando a través de los barrotes con la mirada retraída y chupándose el dedo pulgar.
Todos en la oficina del agente se miran entre sí muy preocupados más que todo por Damián.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE NICOLÁS / MÁS TARDE
María Belén está doblando algo de ropa de Nicolás para meterla en una mochila. Nicolás está sentado en la cama, vestido de luto.
Nicolás: Gracias por no haberme dejado solo todos estos días, Mabel (Le sonríe). No sé qué haría sin ti y sin Dorotea.
María Belén: (sonriendo) Yo no podría dejarte solo, aunque quisiera, y tampoco tienes nada de qué agradecerme, Nico.
Entre los dos hay unos breves segundos de silencio.
María Belén: ¿Ya estás listo?
Nicolás asienta con la cabeza.
María Belén: Bien. Después del entierro de tu papá, iremos al centro para discapacitados.
Nicolás: Yo no me siento un discapacitado.
María Belén: No se trata de que te sientas o no. Es que entiendas que ahora tienes una... (Se confunde) ¿Cómo se dice?
Nicolás: ¿Limitación física? Ja, ja, ja
María Belén: ¡Sí, eso! Ja, ja, ja. Ya sabes que soy medio taruga para esas palabras. Lo que decía es que ahora que tienes eso, es importante que aprendas a vivir como si pudieras ver, aunque yo sé que es difícil, pero lo que vale es el intento.
Nicolás: Tienes razón. Tampoco me quiero sentir como un inútil.
María Belén: Y no lo eres, así que conmigo vas a contar para todo (Lo toma de la mano). Eso te lo prometo.
Nicolás: Gracias de nuevo. Eres una gran persona, Mabel.
INT. / HOSPITAL, OFICINA / DÍA
En el mismo hospital, se encuentran don Roberto y Camila en la oficina de un doctor. Todos están sentados, separados por el escritorio.
Roberto: (preocupado) ¿Y bien, doctor? ¿Qué resultados arrojó el análisis de ADN?
Doctor: (entregándole un sobre) Véalo por usted mismo, señor Altamira.
Camila: (ansiosa) ¡Ay, don Roberto! Donde Mabel se entere, nos pone como camote a los dos, más que todo a mí por haberlo ayudado.
Roberto: No te preocupes. María Belén no se va a enterar de nada...
FLASHBACK
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE MARÍA BELÉN / DÍA
María Belén está peinando su cabello mientras se mira al espejo. Lleva puesto su uniforme de empleada.
María Belén: (sonriéndose) ¡Listo! Así estoy bien.
La joven coja sale del cuarto para hacer sus quehaceres. Camila, que estaba escondida tras una pared, al ver que Mabel ya salió, aprovecha para entrar a su cuarto e ir a buscar algo en tu tocador.
Camila: Tengo que encontrar algo que sirva para hacer la prueba de ADN.
En eso, Camila se fija en el cepillo con el que Mabel estaba peinándose y ve que tiene algunos cabellos.
FIN DEL FLASHBACK
Don Roberto: Lo indispensable es que matemos la duda de una vez y sepamos si María Belén es mi hija o no.
Doctor: Cabe recordarle que los exámenes hechos en el laboratorio son de alta precisión y sólo hay una muy remota posibilidad de que no salgan bien.
Don Roberto: Gracias por la aclaración, doctor.
El anciano se dispone a abrir el sobre y sacar los resultados impresos en un documento. Camila se acerca más para leer. Luego de unos segundos, ambos hacen una gran expresión de sorpresa.
INT. / VECINDAD / DÍA
En la vecindad hay un gran alboroto. Muchos de los inquilinos, entre ellos doña Ramona, observan curiosos cómo unos hombres desalojan la casa de Amarguras.
Ramona: (desconcertada) ¿Qué pasa? ¿Por qué le desalojan la casa a doña Amarguras?
Vecina 1: La casera mandó a que la desalojaran porque doña Amarguras tiene varias rentas atrasadas.
De repente, Amarguras llega cabizbaja a la vecindad y se sorprende al ver lo que pasa.
Amarguras: (alertada) ¡Mis cosas! ¿Qué hacen aquí afuera? ¿Qué pasa?
La casera, que es una mujer mayor, sale de la casa de Amarguras para enfrentarla.
Casera: Pasa que hasta hoy fue el límite de plazo que le di para pagarme los meses de renta que me debe, doña Amarguras.
Amarguras: Usted no me puede hacer eso y menos ahora que mi pobre hija está grave en el hospital.
Casera: Pues ni tan pobre. Por ahí dicen que resultó ser una asesina y una vagabunda sinvergüenza igual que la madre.
Amarguras: (ofendido) ¡No le permito que insulte a Piedad en mi cara, vieja estirada!
Al oír eso, la casera no duda en pegarle una sonora cachetada a Amarguras para luego jalarla del pelo.
Casera: ¡Ahora sí vas a saber quién es la vieja estirada!
Amarguras: (adolorida) ¿Qué está haciendo? ¡Déjeme!
La casera ignora a Amarguras y la saca de su vecindad jalándola del pelo. Justo la empuja a un charco de lodo en la calle dejándola muy humillada a mirada de todos los inquilinos de la vecindad. La mujer rompe a llorar desconsolada y muy avergonzada, por lo que sale corriendo.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE VALENTINA / DÍA
Entretanto, Valentina también está arreglándose después de que le darán de alta al haber estado internada desde hacía unos días. Dorotea está con ella, vestida de luto.
Valentina: De veras todo lo que me contaste parece una película de acción, madrina.
Dorotea: Casi es eso, pero no. Fue real. Esa Piedad resultó ser una asesina a sangre fría. Por poco y también te mata a ti.
Valentina: Menos mal que no llegó a tanto. ¿Te imaginas? Casi me echa al plato con esa caída por las escaleras que hasta todavía me duele la cabeza de lo fuerte que me golpeé.
Dorotea: Y afortunadamente ese video que grabaste de ella sin querer va a ser de mucha ayuda para que refundan a esa mujer por muchos años en la cárcel.
Valentina: Ja, ja, ja. ¿Ya lo ve? Esta vez mi actitud de fisgona sirvió para algo importante.
Dorotea: (seria) Pero sólo por esta vez. De resto te aconsejo que cambies esa parte de ti.
Valentina: ¡Ay, ya madrina! No vayas a empezar, for please.
Dorotea: ¡Que "for please" ni qué nada! Mejor apúrate. Tenemos que ir al entierro de don Rodolfo a acompañar al joven Nicolás.
INT. / HOSPITAL, OFICINA / DÍA
Don Roberto y Camila terminan de leer los resultados de ADN.
Camila: (impresionada) Increíble (Se lleva las manos a la boca). ¿Se da cuenta de lo que acaba de leer, don Roberto? Mabel es su...
Roberto: Mi hija (Termina de decirlo con gran sorpresa). Dios mío. María Belén sí es mi hija
Don Roberto no puede evitar que se le salten las lágrimas de la emoción y arruga los papeles sin poder creerlo.
Don Roberto: (llorando) Después de tantos años, de tanto dolor, de pensar qué pudo ser de ella, por fin la encuentro Camila. ¡Encontré a mi hijita! ¡A mi niña!
Doctor: Entiendo su felicidad, señor Altamira. Me alegra por usted.
Roberto: Gracias, doctor. Es lo mejor que me ha podido pasar en años.
Camila tampoco puede evitar derramar un par de lágrimas de felicidad.
Roberto: Dios me ha dado la oportunidad de conocer a mi hija a tiempo, de admirarla, de darle todo el amor de padre que nunca le pude dar...
Camila: Es que esto es sin duda un milagro, don Roberto y yo que trabajo desde hace tanto tiempo para usted, jamás nos imaginamos que Mabel pudiera ser la hija que tanto buscaba.
Roberto: Sí. ¡Qué paradójica resulta a veces la vida! (Sonríe entre lágrimas) Pero desde el primer momento en que vi a esa muchacha, algo me decía que era ella.
Camila: ¿Y qué piensa hacer ahora? ¿Cómo le va a decir la verdad a Mabel?
Roberto: Todavía no lo sé, pero sí te aseguro algo, Camila. Ahora le voy a dar a María Belén todo lo que no pude. Voy a tratar de hacerla lo más feliz posible y de ganarme su cariño...
El anciano no deja de sonreír junto con Camila.
EXT. / CEMENTERIO / MÁS TARDE
Se está llevando a cabo el entierro de Rodolfo siendo oficiado por un sacerdote que da un sermón ante los presentes, entre los que, por supuesto, se encuentran Nicolás, María Belén, Dorotea y su ahijada Valentina, además de otras personas que lo conocían.
Cuando el sacerdote finaliza su sermón, echa agua bendita sobre el ataúd que tiene colocado encima un arreglo floral. Nicolás da unos pasos hacia adelante ayudado por María Belén y habla en voz baja.
Nicolás: Te deseo que, en donde estés, puedas descansar en paz, papá y, aunque no hayamos tenido una buena relación, espero que me puedas oír para que sepas que no te guardo ningún rencor. Que te perdono por las palabras que me hayas dicho y me hayan herido en algún momento y...
Nicolás se detiene, derrama un par de lágrimas, las cuales se limpia al instante para luego respirar hondo.
Nicolás: (con la voz llorosa) Y espero que tú también me perdones por los momentos en que te haya ofendido.
María Belén se conmueve con las palabras de Nicolás, lo toma de una mano y lo abraza para confortarlo. Los sepultureros proceden a enterrar el ataúd.
El tiempo va pasando entre días y semanas mientras se van intercalando varias escenas de los personajes.
Nicolás ingresa a un centro para personas en situación de discapacidad donde es instruido para leer en braille, caminar usando un bastón especial, entre otras actividades para personas invidentes. María Belén y Dorotea van a verlo todos los días.
Por otra parte, María Belén sigue trabajando de empleada doméstica en la mansión de don Roberto. Éste al verla, se acerca a ella, mirándole de una forma fraternal.
Roberto: María Belén…
María Belén: (sonriendo amable) Dígame, don Roberto.
Roberto: De ahora en adelante decidí que ya no es necesario que trabajes la mayor parte del tiempo.
María Belén: (extrañada) ¿Por qué? ¿No le está gustando mi trabajo o es por los permisos que le pido para ver a Nicolás?
Roberto: No es eso. Claro que no. Todo lo contrario. Me gusta mucho el empeño que le pones a lo que haces. Es sólo que quisiera que terminaras tus estudios y te dedicaras a ellos.
María Belén :(sorprendida) No le entiendo. ¿Yo estudiar?
Roberto: Así es. He pensado en hablar con Isis para que comience a darte un par de clases de etiqueta y de lectura, como también contratar profesores de inglés, historia y matemáticas que puedan venir a enseñarte aquí. ¿No te gustaría?
María Belén: La merita verdad no sé qué decirle, don Roberto. Me tomó por sorpresa su propuesta. Yo no tendría cómo pagarle…
Roberto: Por eso no te tienes que preocupar. Los gastos de tu educación correrían por mi cuenta y tú seguirías recibiendo tu sueldo cada quincena.
María Belén: ¡Ay! Ahora sí me siento más indecisa de qué responderle si va a ser usted quien lo pague todo.
Roberto: ¿Indecisa por qué? Me quiero sentir como tu padrino, María Belén y que me veas como de esa forma, como un tío o… Como un padre.
María Belén: (extrañada) ¿Cómo un padre?
Roberto: Sí. Yo quisiera protegerte y darte todo aquellos que nunca tuviste porque, aunque no me has platicado de tu niñez y tu adolescencia, yo me imagino que no fue nada fácil.
María Belén: Sí, se imagina bien. Y también le entiendo lo que quiere decir, pero yo no quiero que se vaya a encariñar conmigo al punto de que se olvide de la que sí es su verdadera hija. Eso sí que no sería justo
Roberto: Las cosas no pasarían así. No precisamente debas verme como un padre y yo a ti como una hija. Puedo ser un tío o un padrino para ti y yo puedo verte como una sobrina muy querida.
María Belén: Yo no sé por qué, pero por alguna razón, usted siempre termina convenciéndome, como si pudiera confiar sin miedo en usted. Qué cosas (Le sonríe).
Roberto: (nervioso) No sé a qué se deba. Tal vez sí sea lo que te dije hace tiempo de que nos relacionamos en otra vida. Je, je, je. Entonces, ¿tu respuesta es un sí?
María Belén: (asentando con la cabeza) Sí, don Roberto, aunque yo no acepte, me voy a quedar con las ganas de estudiar, así que mejor aprovecho el chance que me está dando.
Roberto: Me alegra que hayas tomado esa decisión porque el estudio es uno de los mejores regalos que puedas recibir. Estoy seguro que no te vas a arrepentir.
María Belén: (emocionada) ¡Muchísimas gracias don Roberto! ¿Cuándo comienzo?
Se siguen intercalando más escenas de cómo pasa el tiempo. María Belén comienza a tomar sus clases diariamente con Isis, quien le enseña cómo caminar con elegancia usando tacones, un libro sobre la cabeza y levantando el mentón. También le pone como tarea leer cada día dos páginas de algún libro en particular, para mejorar la dicción, el tono y la fluidez al leer.
Luego se intercala una escena de Amarguras, quien se ha convertido en una indigente que pide limosnas, echada en las aceras de las calles de la ciudad El aspecto de la mujer es sucio, usando ropa rasgada y harapienta.
Amarguras: (a los transeúntes) Una monedita, por favor… (La ignoran) Por favor, sólo unos centavitos.
Piedad, por otra parte, es dada de alta en el hospital y es sacada de allí en silla de ruedas con las manos esposadas por unos policías que la van a trasladar a una cárcel de mujeres. Ella baja la cabeza y se cubre el rostro con una máscara, pues ni pelo le ha quedado, aunque se pueden notar su cuello y brazos cicatrizados. Las enfermeras y empleados del hospital se quedan curioseando a Piedad, que los mira a todos con un profundo odio.
DOS MESES DESPUÉS
INT. / JUZGADOS, SALA / DÍA
En la sala de un tribunal se está llevando a cabo el juicio contra Piedad, quien sigue en silla de ruedas, esposada, usando su típica máscara y el uniforme de presa. En el juicio están presentes gran parte de los personajes, María Belén, quien se ve mejor peinada, con el cabello cepillado y vistiendo ropa más elegante y con un toque profesional acorde a su figura. También están don Roberto, Isis, Camila, doña Ramona, Dorotea y Valentina.
Juez: Luego de las acusaciones y pruebas presentadas en este tribunal, a las que la acusada Piedad López se declaró culpable, el jurado está listo para dar su veredicto.
CONTINUARÁ...
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / DÍA
Valentina entra con un plumero a la habitación de Rodolfo y mira alrededor.
Valentina: (impresionada) ¡Cuánto lujo! Esta debe ser la habitación del patrón (Toma una foto de Rodolfo de una mesa). Es la más grande de todas.
Valentina pone la foto de Rodolfo sobre la mesa y empieza a curiosear cada cosa que encuentra. Inclusive saca un cofre de la mesita de noche y lo abre viendo que se tratan de las joyas que eran de Lucrecia.
Valentina: ¡Qué bonitas!
La muchacha saca del cofre una costosa gargantilla y se lo pone mirándose al espejo cómo le queda en su cuello.
Valentina: Esto merece un video para presumirles a las envidiosas del instituto (Saca su celular) ¡Se van a morir de la envidia cuando me lo vean puesto!
Valentina configura su celular para grabarse frente al espejo, pero de repente, siente que alguien se acerca. Es Piedad gritando.
Piedad: ¡Dorotea! ¿En dónde te metiste, vieja inútil? ¿Por qué no me respondes?
Valentina, muy alertada, no se quita la gargantilla de diamantes y corre a esconderse en el baño. Piedad entra a la habitación y se extraña al ver la puerta abierta.
Piedad: ¿Estás aquí, Dorotea?
Valentina entre abre la puerta del baño sintiéndose muy nerviosa de que Piedad la descubra. Esta última nota el cofre de las joyas abierto y sobre la mesita de noche, por lo que mira de forma sospechosa alrededor del cuarto.
Piedad: (frunciendo el ceño) ¡Esa sirvienta vieja! ¡Se atrevió a husmear mis joyas la muy descarada! ¡Mis joyas! (Cambia su tono a uno retraído) Porque son mías…
Piedad toma un anillo de diamantes y se lo pone en el dedo índice de la mano derecha. La mujer se mira el anillo sonriendo ambiciosa y después se mira en el espejo. Mary aparece tras ella en el reflejo.
Mary: Por supuesto que son tus joyas, Piedad...
Valentina se extraña, pues realmente ve hablando sola a Piedad mirándose en el espejo y comienza a grabarla con su celular.
Mary: Te pertenecen porque tú las ganaste. Luchaste para conseguirlas. Una vez que matamos a la vieja de Lucrecia, automáticamente pasaban a ser tuyas.
Valentina se sorprende al oír y se lleva la mano a la boca.
Piedad: Esa pobre vieja ingenua y frustrada. La verdad disfruté como nunca ese ridículo show que dio cuando se enteró que su maridito la engañaba conmigo. ¿Te acuerdas, Mary?
Mary: (sonriendo con malicia) Perfectamente. ¡Era una estúpida! Pero hoy el siguiente en la lista será Rodolfo.
Piedad: ¡Quiero ser yo esta vez quien lo mate! Anhelo ver su cara de sufrimiento cuando esté asesinándolo poco a poco para aumentar su dolor.
Mary: Me parece bien que lo hagas tú, así que te dejaré hacerlo de acuerdo al plan que ya teníamos. Recuerda obligarlo a firmar el testamento falsificado que redactamos. Espero que no falles.
Piedad: (tocándose el anillo) Claro que no. ¿Pero no crees que sería mejor deshacerse luego del otro idiota?
Mary: ¿De Damián? Por el momento no. Más adelante cuando ya tengamos la fortuna en nuestras manos lo haremos. Por ahora nos sirve.
Valentina, muy asustada por lo que está oyendo, se lleva una mano a la boca.
Valentina: (susurrando) Está loca...
De repente, a la muchacha se le resbala el celular de la otra mano y se cae en el piso. Piedad oye el ruido y Mary desaparece del reflejo.
Piedad: El baño. ¿Quién anda ahí?
Valentina decide salir corriendo del baño y del cuarto. Piedad sale tras ella y logra alcanzarla en el pasillo jalándola del pelo.
Valentina (adolorida): ¡Argh!
Piedad: ¿Quién demonios eres tú, estúpida? ¡Responde!
Valentina: (asustada) ¡Auxilio! ¡Ayúdenme, por favor! ¡Me van a matar!
Piedad: ¡Cállate! (Jalándola más fuerte del cabello) Si no quieres que te haga algo, empieza a soltar la sopa y dime qué tanto oíste. ¡Habla, maldita!
Valentina: ¡Te juro que no le voy a decir a nadie! Pero no me hagas nada. Déjame ir.
Piedad: No hasta que me digas quién eres y qué hacías escondida espiándome. ¿Alguien te mandó? (La suelta del pelo y la empuja).
Valentina: Dorotea es mi madrina y me consiguió esta chamba para ayudarle porque le hacía falta la otra muchacha que había antes de mí, pero te prometo que me voy a ir ya mismo y no le voy a decir nadita a nadie (Desesperada y muy asustada).
Valentina intenta irse, pero Piedad la toma de un brazo y la mira fulminante.
Piedad: Las cosas no son tan fáciles. No debiste meterte en donde nadie te había llamado y tampoco me conviene que sepas de mi secreto y mis planes, así que...
Valentina: (aterrada) ¡No, por favor! Te lo suplico. ¡No me hagas daño!
Valentina se suelta de Piedad y la empuja. Trata de bajar corriendo las escaleras, pero Piedad la alcanza nuevamente, la jala del pelo y la tira al piso en donde comienza a ahorcarla con sus manos. Valentina siente que le falta el aire y empieza a asfixiarse tratando de quitar las manos de Piedad de su cuello.
Piedad: ¡Te voy a matar, mocosa metiche!
Luego de decir eso, Piedad estrangula con más fuerza a Valentina. Ésta la patea con una de sus rodillas en el estómago, por lo que Piedad, adolorida por el golpe, la suelta, momento que Valentina aprovecha para tratar de escapar.
Sin embargo, Piedad no se rinde. Se levanta del piso y va tras ella. Justo cuando Valentina va a bajar las escaleras, Piedad la empuja por la espalda. La muchacha pierde el equilibrio y cae rodando de escalón en escalón, golpeándose la cabeza fuertemente.
En la parte final, ella termina de caer y se ve como ha quedado inconsciente y dejado algunos rastros de sangre en los escalones. Piedad baja con lentitud, observándola con desmedida indiferencia, como si le diese lo mismo lo que acabó de hacer. Una vez que termina de bajar, pone su mano en la nariz de Valentina para saber si ha muerto o no.
Piedad: Sigue viva (Retira la mano y mira hacia un reloj en la pared). Si no fuera porque ya casi son las cinco para ejecutar el otro plan, la remataría.
Piedad va a la sala y toma su bolso de un sofá. De ahí saca su celular y marca un número. Mientras espera a que le contesten, cierra los ojos y después de unos segundos los abre. Ha cambiado a la personalidad de Mary.
Mary: Hola, mi amor. Te llamo para decirte que vengas a recogerme dentro de veinte minutos. Todavía tengo unas cosas que arreglar (Dice mirando a Valentina). Bueno. Así quedamos. Te amo.
Mary cuelga el celular.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, BIBLIOTECA / DÍA
Damián, que es la persona con la que acaba de hablar Mary, cuelga también su celular sin darse cuenta que Isis lo observa desde hace rato a sus espaldas.
Isis: (curiosa) ¿Y quién es Mary?
Damián: (volteándose nervioso) ¡Madrina! ¿Qué haces aquí?
Isis: Pues aquí vivo. ¿Qué pregunta es esa, joder? Mejor dime quién es esa chica que tienes agregada en tus contactos como "Mary". ¿Es tu novia, eh, picarón? (Le da un codazo).
Damián: No es nadie importante. Es una amiga que conozco (Miente). Aparte, me parece de mal gusto que andes siempre fisgoneándolo todo. Las personas tenemos privacidad, madrina, y tienes que respetarla.
Isis: (sorprendida) ¡Por Santa Teresa! ¿Y tú desde cuándo hablándome de esa forma, Damián?
Damián: No te estoy hablando de ninguna forma. Sólo te doy un consejo que espero que tomes en cuenta a partir de ahora. Con tu permiso. Tengo que salir.
Damián mira molesto a su madrina y se retira dejando a Isis muy sorprendida por su actitud. La simpática mujer se queda pensando muy seria.
Isis: Esto no es normal en mi ahijado. Estoy segura que está metido en algo malo el crío. Mi instinto de dama me lo dice.
Isis, sin darse a la espera, también sale de la sala para ir a su cuarto y tomar rápidamente su bolso. Luego, sale de la mansión y se esconde tras un poste de luz, viendo a Damián en el otro extremo de la carretera. Él para un taxi y se sube, por lo que de inmediato, ella se apura y silba.
Isis: (gritando) ¡Taxi!
Otro taxi se detiene y ella se sube en los asientos de atrás.
Taxista: ¿A dónde quiere que la lleve, abuela?
Isis: (pegándole con el bolso) ¡Abuela tu madre, tío! Sigue a ese taxi que va por allí y no lo pierdas de vista.
INT. / HOSPITAL, PASILLOS / DÍA
Ron Roberto sigue muy impacto al conocer a María Belén. Por su mente, pasa un fugaz recuerdo de su esposa, viendo el rostro de ella en María Belén.
Roberto: Entonces, ¿te llamas María Belén?
María Belén: Sí, señor, aunque de cariño me dicen "Mabel".
Roberto: Disculpa que te lo pregunte, pero ¿cuál es tu apellido? ¿Tienes padres?
María Belén: (extrañada) Zapata y no. No tengo padres. Soy huérfana. Mi madrina, que fue la que me crio, me dijo que mi mamá murió cuando yo nací, así que no estoy segura qué fue de mi papá o si estará vivo...
Don Roberto se sorprende al escuchar eso.
Camila: Don Roberto está muy impresionado de conocerte, Mabel. Es que tú te pareces mucho a su esposa, que ya murió y en paz descanse.
María Belén: Ah, ya veo. Lo siento mucho, don Roberto. De seguro me vio y por eso se acordó de ella.
Roberto: Sí. Eres muy parecida. Podrías ser su hija.
María Belén: ¿Ustedes tuvieron hijos?
Roberto: Tuvimos una niña, pero por ciertas circunstancias, la apartaron de mí y mataron a mi esposa. Pasó hace más de diecinueve años.
María Belén: De veras lo siento mucho. Disculpe que le haya preguntado si le traje malos recuerdos.
Roberto: No te preocupes. En sí lo que más me importa ahora es encontrar a mi hija y conocerla, pero hasta el día de hoy no he podido dar con ella.
María Belén: Le deseo de todo corazón que la encuentre. Ella de seguro estaría muy feliz cuando sepa que tiene un padre que la ha estado buscando toda la vida (Le sonríe).
Roberto: Muchas gracias, María Belén (También le sonríe). Sin duda fue un gusto conocerte. Eres una muchacha muy bonita.
María Belén: (riendo) Gracias por el cumplido. Usted también me cayó muy bien. ¡Se ve retebuena gente!
Camila: Pues diste en el punto, Mabel, porque don Roberto es un buen hombre muy caritativo.
Roberto: ¡Ja, ja, ja! Qué cosas. Un viejo como yo oyendo esos halagos de dos muchachas jóvenes.
Camila: Es la verdad, don Roberto y ya deje de considerarse viejo, que lo importante no es la edad, sino los sentimientos y la actitud.
María Belén: Bueno. Pues yo ya me voy para tu casa, Cami. Doña Ramona me ofreció estadía unos días mientras encuentro trabajo y ya me puedo ir más tranquila porque Nicolás está mejor.
Camila: En nuestra casita eres más que bienvenida, Mabel. Quédate los días que quieras y sobre el trabajo, yo te puedo ayudar a conseguir uno, así que no te preocupes.
María Belén: ¡Mil gracias, Cami! Eres la mejor amiga.
Roberto: Si necesitas trabajo, yo puedo ofrecerte uno en mi casa, María Belén.
María Belén: (sorprendida) ¿De verdad?
Roberto: ¡Por supuesto! Sólo es cuestión de que me digas qué sabes hacer y yo te ubico en algún cargo.
María Belén: Pues yo no soy estudiada, así que lo único que sé hacer es limpiar, barrer, sacudir, lavar la ropa y esas cosas.
Roberto: Entiendo. ¿Un trabajo de empleada doméstica es lo que necesitas? Yo te lo doy. Es más. Camila y yo también nos vamos ya y puedes venir con nosotros para que mañana mismo comiences. ¿Qué dices?
María Belén: (indecisa) La verdad me da pena con usted, don Roberto. No sé...
Camila: ¡Ay, Mabel! No te vayas a poner con esas. Acepta la oportunidad de trabajo que te está dando don Roberto. Oportunidades como estas no se dan todos los días. ¡Anda!
Roberto: Deja que sea tu amiga la que decida, Camila. Aunque no acepte, lo entenderé.
María Belén: Es que recién nos acabamos de conocer y me da vergüenza que piense que soy una aprovechada.
Roberto: ¡Para nada! Además, he sido yo quien te ofreció el trabajo. No fuiste tú quien me lo pidió, así que no tienes por qué sentir vergüenza de nada.
María Belén: Bueno, pues Camila tiene razón y no todos los días le dan a uno propuestas de trabajo y menos señores buenos como usted. Es que ya he tenido problemas en otros trabajos y soy muy desconfiada por eso.
Roberto: Entonces, ¿es un sí?
María Belén asienta con la cabeza sonriéndole a don Roberto.
Roberto: Me da mucho gusto que hayas aceptado. Conmigo no tendrás ningún problema y tendrás todos los beneficios a los que una empleada tiene derecho.
María Belén: ¿Beneficios?
Camila: Sí, Mabel. Esas cosas de seguro, salud y prestaciones.
Roberto: Pero ya hablaremos de esos asuntos en mi casa y te explicaré mejor todo.
En eso, los tres notas que hay algo de alboroto en el hospital. Dos enfermeras pasan murmurando.
Enfermera 1: Vinieron dos policías para arrestar a la mujer que mató al paciente de la habitación 209.
Enfermera 2: (sorprendida) ¿El que ingresaron anoche por un accidente de coche?
Enfermera 1: Sí ese mismo. ¡Mírala! ¡Ahí viene esposada!
Las enfermeras se quedan curioseando cómo dos policías vienen por ese mismo pasillo llevando esposada a Sandra. María Belén se desconcierta y se acerca.
María Belén: Sandra, ¿la mujer de la que están diciendo que echó un paciente eres tú?
Sandra mira a María Belén con rabia y odio, pero no responde nada. A lo lejos, Camila también se sorprende y los policías proceden a llevarse a Sandra para la delegación.
INT. / CASA ROBLES / DÍA
Piedad ha terminado de limpiar las escaleras de todo rastro de sangre de los escalones con una trapeadora. Valentina sigue inconsciente. En ese momento tocan el timbre.
Piedad: (mirando el reloj en la pared) Debe ser el idiota novio de Mary.
Piedad va al cuarto de aseo y mete la trapeadora en una especie de armario. Luego, se dirige a abrir la puerta, pero, antes de hacerlo, cierra los ojos unos segundos y cuando los abre, su mirada se torna a la de Mary. Al abrir la puerta, Mary ve que efectivamente es Damián.
Damián: Hola, mi amor (Entra y la besa). ¿Ya estás lista? Es hora de irnos.
Mary: Sí. Lo sé. Pero antes tenemos que deshacernos de alguien.
Damián: (extrañado) ¿Qué quieres decir?
Mary toma de la mano a Damián y lo lleva hasta las escaleras. Éste se sorprende al ver a Valentina tendida en el piso e inconsciente.
Damián: (asustado) ¿Quién es ella?
Mary: Es una tipa que no conocía. Parece que iba a ser la nueva sirvienta. El caso es que oí unos ruidos y cuando salí de mi cuarto la encontré así (Miente). No sé a ciencia cierta qué le pasó.
Damián: ¿Ya comprobaste si está muerta?
Piedad: Sí, pero no lo está. Tenemos que deshacernos de ella porque me pueden acusar de que fui yo quien le hizo algo y eso me puede meter en problemas.
Damián: Lo único que podemos hacer es llevarla a un hospital.
Mary: No podemos hacer eso, Damián. Nos pedirían datos. Mejor dejémosla tirada en alguno de esos barrios donde tiran la basura. Ya la encontrará otra persona y la ayudará. Hagámoslo a mi modo, ¿sí?
Mary le acaricia el rostro a Damián, tratando de convencerlo con su mirada fingidamente inocente. Damián le sonríe y asienta con la cabeza.
Damián: Está bien, mi princesa. A tu modo.
Mary: ¡Mil gracias, mi amor! Pero tenemos que apurarnos antes de que Rodolfo salga de la empresa. Me conozco perfectamente sus horarios.
Damián: Entonces, no hay tiempo que perder. ¡Ese perro tiene que pagar por lo que te hizo hoy mismo!
Minutos después, ya está cayendo el día. Isis está esperando afuera de la casa Robles alejada a una distancia prudente en el taxi que había tomado. El taxista inclusive se durmió y tiene la cabeza recostada en el volante, roncando.
Isis: (exasperada) ¡Joder! ¿Por qué no sale ese crío? Hace minutos que entró.
De repente, Isis observa que Damián y Mary salen de la casa cargando “algo” envuelto en una sábana negra. Están cargando a Valentina a la cual meten en la cajuela a un auto.
Isis: (gritando muy asustada) ¡Mi madre! ¡Un muerto!
Taxista: (despertándose) ¿Qué pasó?
Isis: Escúchame muy atento, idiota. No pierdas bajo ninguna circunstancia a ese auto en el que van aquellos dos (Le señala). Síguelos si es preciso hasta el fin del mundo, pero no los pierdas de vista.
Taxista: ¿Y cómo me garantiza que va a pagarme?
Isis: (tocándole la entrepierna) Eso lo veremos luego, querido (Le guiña el ojo y el taxista se asusta). Pero ahora preocúpate por hacer lo que te pido.
El taxista obedece a la simpática Isis. Mary y Damián se suben al auto en donde metieron a Valentina. Es ella quien conduce y en cuanto arrancan, el taxista comienza a seguirlos, sin que se den cuenta.
INT. / SUCURSAL DE LA BEAUTÉ, ESTACIONAMIENTO / NOCHE
Rodolfo sale de la empresa. Es de noche ya y mientras se dirige a su auto revisa notificaciones en su celular.
Rodolfo: Tengo cinco llamadas perdidas de Dorotea. ¿Qué querría?
El hombre decide devolverle la llamada a la empleada.
INT. / CASA ROBLES / NOCHE
Dorotea acaba de llegar a la casa del hospital, después de haber averiguado noticias de Nicolás y escucha que está timbrando su celular, por lo que se apura a sacarlo de su bolso y contestar.
Dorotea: ¿Bueno?
Rodolfo: Dorotea, soy yo.
Dorotea: (aliviada) ¡Don Rodolfo! ¡Qué bueno que me llama! Disculpe que no reconociera su número, pero como soy corta de vista, no alcancé a ver el contacto en la pantalla.
Rodolfo: Sí, sí. No importa. Vi que estuviste llamando y apenas vengo a revisar mi celular. ¿Pasó algo?
Dorotea: (mortificada) Desafortunadamente, sí. El joven Nicolás no pasó la noche en casa. Tuvo un accidente muy trágico ayer y justo acabo de llegar del hospital.
Rodolfo: (molesto) ¿Estuviste por fuera y dejaste la casa sola?
Dorotea: Pero señor. ¿Qué importaba la casa? Era más indispensable que fuera a averiguar por su hijo.
Rodolfo: Ese no es tú problema. Lo que pase con Nicolás debe tenerte sin cuidado.
Dorotea: Me parece increíble que me diga eso en un momento en que lo primero para usted debería ser preocuparse por el estado de Nicolás. ¡Se trata de su hijo!
Rodolfo: (indiferente) ¿Un hijo que me detesta? ¡Por favor, Dorotea! Déjate de cursilerías. Ese lazo es sólo sanguíneo y no significa nada más. Aparte Nicolás está bastante grande como para no saberse cuidar solo. Allá él.
Dorotea: (sorprendida) Lo oigo y no lo puedo creer. ¿Tiene usted idea de cuánto lo necesita su hijo ahora? ¡Casi se muere! Y por culpa del accidente quedó ciego.
Rodolfo: No pienso ponerme a discutir ese tipo de cosas por teléfono y mucho menos contigo. ¿Desde cuándo me recriminas lo que haga? Déjate de atrevimientos.
Rodolfo le cuelga el celular a Dorotea. Ésta, en la casa, guarda su celular, solloza sin poder creer la indiferencia de Rodolfo hacia al accidente de Nicolás.
Dorotea: Por Dios. Pobre de mi niño con esa clase de desgraciado que tiene por padre (Se limpia los ojos muy molesta). ¡Valentina! ¿En dónde andas? Ya llegué…
Dorotea se extraña al no recibir respuesta de Valentina. Por su parte, en el estacionamiento, Rodolfo se guarda su celular sintiéndose molesto por la breve plática con Dorotea y se dirige a su subir a su auto. El hombre se sorprende al verlo con el parabrisas quebrado y las llantas desinfladas.
Rodolfo: (furioso) ¿Qué demonios significa esto?
De repente, una persona con guantes negros le pone un pañuelo a Rodolfo en la nariz. El pañuelo está oliendo a una droga especial para dejarlo inconsciente. Rodolfo intenta soltarse, pero rápidamente empieza a perder el conocimiento hasta desvanecerse en el piso y desmayarse.
La cámara de abajo hacia arriba va subiendo hasta enfocar el rostro de Damián, quien mira a Rodolfo con un profundo desprecio.
EXT. / DESCAMPADO / HORAS DESPUÉS
Hay un gran silencio que sólo se oye interrumpido por el canto que emiten los grillos entre la hierba. Rodolfo comienza a abrir los ojos con dificultad, sudando aparatosamente y se encuentra atado al tallo de un árbol con una soga, que, a su vez, está mezclado con unos cables.
Rodolfo: (asustado) ¿Qué es esto? (Gritando) ¿Qué rayos es esto? (Respirando agitado) ¡Auxilio!
De repente, Mary aparece ante Rodolfo caminando con vanidad y sonriendo con malicia, seguida por Damián quien sostiene una cubeta con agua helada.
Rodolfo: ¡Piedad! (Anonadado) Piedad, ¿qué significa esto? ¿Qué me hiciste, estúpida?
Mary: (a Damián) ¡Mójalo!
Damián da un paso hacia adelante y le arroja toda el agua helada a Rodolfo, quien cada vez se desconcierta más sobre lo que pasa.
Rodolfo: ¿Estás loca, desgraciada? ¡Bájame ahora mismo de aquí! ¿Qué pretendes?
Damián: ¡Cállate, perro! (Le pega un puño en la cara) ¿Qué pensabas? ¡Ella no está sola! No debiste ponerle un solo dedo encima para tocarla con tus asquerosas manos (Le pega otro puño).
Rodolfo: (furioso) ¿Por qué me golpeas imbécil? ¿Quién te has creído?
Damián: ¿Todavía tienes el cinismo de preguntarme el motivo por el que te golpeo? ¿De verdad quieres que te lo recuerde?
Damián le pega furioso otro puño en el estómago al punto de que Rodolfo pierde el aire y el habla. Mary abraza a Damián por detrás y le da un delicado beso en el oído
Rodolfo: (hablando sin aire) Piedad… Piedad, explícame qué haces. ¿Quién es él? ¿Qué es todo esto? Desátame.
Mary: (a Damián) Mi amor, déjame a solas un momento con este viejo desgraciado. Yo te haré una seña cuando termine de decirle un par de verdades y haces lo que te dije.
Damián: Esto lo hago sólo por ti, porque te quiero. No quiero sentirme un asesino.
Mary: (susurrando) No lo somos. Sólo vamos a hacer justicia. Matar lacras como ésta no podría ser considerado asesinato y, además, sólo lo vamos a saber tú y yo.
Mary acaricia el rostro de Damián y le da un breve beso en los labios. Él le sonríe levemente y se retira a una distancia prudente. Ninguno se percata de que muy a lejos, escondida tras un árbol, está Isis, observando aterrada todo.
Isis: (susurrando) ¡Ay, mi Dios! Ese es el viejo escurrido de Rodolfo Robles. No entiendo qué tiene que ver Damián en todo esto. ¿Qué está pasando?
Isis, muy nerviosa, saca su celular de su bolsito y marca el número de la policía. Mary, por su parte, se acerca a Rodolfo y le da una sonora cachetada. Rodolfo nota que la mirada de la mujer no es la misma de Piedad, sino una diferente, la de Mary.
Rodolfo: ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Qué pretendes hacer, perra? (Le grita muy desesperado).
En un momento, casi que fugaz, la mirada de Mary cambia a la de Piedad. Ella le sonríe con burla y saca de entre su ropa un cuchillo. Rodolfo, al ver el cuchillo, abre los ojos sintiéndose mucho más aterrado.
Piedad: Nunca debiste haberme obligado a acostarme contigo. ¿Tienes idea de cómo me sentía con cada beso, con cada caricia que me dabas? ¡Me violaste, imbécil! Y eso es algo que nunca te voy a perdonar.
Rodolfo: ¿De qué estás hablando? ¡Yo nunca te he violado!
Piedad enfurece y corta a Rodolfo con sutileza en el rostro.
Piedad: ¿Estás seguro que nunca lo hiciste? ¿Qué hay de noche cuando llegaste y me tomaste por la fuerza? Ya de por sí sentía asco y repudio cada vez que tenía que sacrificarme acostándome contigo, pero me aguantaba. ¿Y sabes por qué? ¡Porque era yo la que tenía voluntad!
Rodolfo: (desconcertado) Yo pensaba que…
Piedad: (burlona) ¿Qué pesaste? ¿Qué yo estaba contigo por gusto? ¡Claro que no! Mi único objetivo todo este tiempo ha sido quedarme con tu dinero. Ubícate, Rodolfo. ¿Quién podría amar a un vejete como tú y todavía disfrutarlo en la cama? Ja, ja, ja.
Rodolfo: (furioso) ¡Eres una perra desgraciada! ¡Estás enferma!
Piedad: ¡Cállate! (Lo corta de nuevo en el rostro) ¿Sabes qué pienso hacer contigo? (Va acercándole el cuchillo a la entrepierna).
Rodolfo: (aterrado) ¡No! ¡No te atrevas! (Grita desgarrado) ¡No lo hagas, por favor!
Piedad: Si quieres que te perdone la vida, vas a tener que firmar un documento a mi favor.
Rodolfo: ¡No pienso firmarte absolutamente nada!
Piedad mira a Rodolfo y acerca más el cuchillo al miembro de él. Rodolfo rompe a llorar desesperado e impotente por no poder soltarse.
Rodolfo: ¡Está bien, está bien! Firmaré lo que quieras, pero no lo hagas (Llorando muy asustado).
Piedad suelta una carcajada al ver tan asustado a Rodolfo. Tira al cuchillo a la hierba y la hace una seña a Damián para que se acerque. Damián se acerca y le entrega a Piedad una pluma y un documento.
Damián: ¿Qué quieres que haga, mi amor?
Piedad: (fingiendo ser Mary) Desátale la mano derecha para que pueda firmar el documento.
Damián obedece y desata el brazo derecho de Rodolfo. Piedad le entrega el lapicero y pone frente a él el documento.
Piedad: (a Rodolfo) Firma donde está la “x” con caligrafía bien legible. ¿Entendido?
Rodolfo se prepara para firmar el documento, pero se detiene al oír sirenas de policía acercándose.
Damián: (asustado) ¡La policía!
Piedad: (furiosa) ¡Demonios! ¡Tiene que ser una broma!
Damián: Mary, tenemos que irnos ahora.
Piedad: ¡No pienso irme sin que Rodolfo me firme el documento! Es mi única oportunidad
Damián: Pero nos pueden atrapar. ¿Eso quieres? No podemos ir a la cárcel.
Piedad: ¡No nos van a atrapar, idiota! Escúchame bien. Ve y haz lo que planeamos ahora mismo. Yo obligaré al viejo a que firme.
Damián: (indeciso) Pero…
Piedad (histérica): ¡Obedéceme! Ahora no es momento de irse para atrás ni mucho menos de acobardarse. ¡Haz lo que te digo!
Damián asienta con la cabeza y se va corriendo hacia la parte trasera de una bodega abandonada. Destapa una caja de luz eléctrica que arriba tiene pegado un anuncio diciendo: “Peligro. ¡Alto voltaje!” y, del piso, agarra unos cables que son los mismos a los que está atado Rodolfo. Esos cables los conecta rápidamente a unos agujeros de la caja de energía.
Por otra parte, Piedad obliga a que Rodolfo firme el documento. Las sirenas de policía cada vez se oyen más cerca.
Piedad: ¡Firma el maldito documento de una buena vez si no quieres que te castre!
Rodolfo frunce el ceño y arroja el lapicero a la hierba.
Piedad: ¿Qué haces, viejo desgraciado?
Piedad saca el cuchillo y se acerca para amenazar a Rodolfo, pero éste, en una maniobra rápida, le arrebata el cuchillo a Piedad con la mano derecha y le hace una cortada en el rostro.
Piedad (adolorida): ¡Argh!
Piedad se vuelve adolorida el rostro, momento que Rodolfo aprovecha para jalarla del pelo y aprisionarla con él ahorcándola con su brazo.
Piedad: (tratando de soltarse) ¡Suéltame!
Rodolfo: ¡No te vas a escapar tan fácilmente! Sólo espera a que llegue la policía para refundirte en la cárcel, perra miserable.
Entretanto, Damián termina de conectar los cables a la caja eléctrica y justo cuando la va a activar de una palanca, Isis lo detiene.
Isis: ¡Damián, espera!
Damián: (sorprendido) ¡Madrina! ¿Qué haces aquí?
Isis: No lo hagas, hijo. No vayas a hacer lo que piensas, por Santa Teresa. ¡Vas a matar al viejo escurrido con aquella mujerzuela!
Damián: (molesto) ¿Me seguiste? ¿Cómo pudiste ser tan metiche? ¡Esto no te incumbe! Lárgate
Isis: Se me hizo extraña tu actitud. Debía saber qué pasaba contigo y acerté sospechando que no era nada bueno. Por favor mi niño, no lo hagas. ¡Irás a la cárcel!
Damián: Lo siento, pero no pienso detenerme…
Isis: ¡No, Damián!
Isis corre para detener a Damián, pero en ese momento, él activa la luz eléctrica de la caja que viaja a través de los cables a los que está enredado Rodolfo. Tanto éste como Piedad comienzan a electrocutarse, ella por estar siendo sujetada del cuello por él. Esa misma energía comienza a consumirlos, principalmente a Rodolfo por estar empapado de agua, mientras que Piedad intenta soltarse con todas sus fuerzas, pero en vano, pues la energía la paraliza.
CONTINUARÁ…
María Belén, muy alterada, se levanta para ir hacia Nicolás que yace tendido en la carretera muy malherido y sangrando. La gente de alrededor empieza a curiosear lo sucedido.
María Belén: (llorando) ¡Nicolás! ¡Nicolás, háblame!
La joven toma la cabeza de Nicolás y la pone en su regazo. Él aún está consciente, pero con gran parte del rostro ensangrentado y varias contusiones.
Nicolás: (débil) María Belén...
María Belén: (gritando desesperada) ¡Llamen una ambulancia, por el amor de Dios! ¡Hagan algo!
Algunas personas sacan sus celulares y llaman al hospital. La joven coja llora continuamente.
María Belén: Te vas a poner bien, Nicolás. Ya verás que sí.
Nicolás: Perdóname. Perdóname por favor, María Belén… (Empieza a sangrar por la boca).
María Belén: Yo no tengo nada que perdonarte, Nico. No hay razón para que me pidas perdón.
Nicolás: Sí. Yo... (Habla con mucha dificultad) Yo desconfié de ti y me sentí como un idiota cuando supe que no te habías robado nada.
María Belén no puede evitar llorar desconsolada con cada palabra que le dice Nicolás.
Nicolás: De verdad me siento muy arrepentido de haber dudado, aunque fuera un momento. Perdóname…
Nicolás se detiene de hablar ante el dolor físico que se lo impide. María Belén no puede evitar llorar y acaricia con suavidad el rostro del joven.
María Belén: Es mejor que ya hables más. Ya va a venir una ambulancia por ti. Por eso no hay razón para que me digas todo esto. Tú te vas a poner bien.
Nicolás: (susurrando) Pase lo que pase, yo te… (Hace una pausa) Yo te amo, Mabel...
Nicolás le sonríe levemente a María Belén y cierra los ojos. María Belén empieza a desesperarse. Camila y doña Ramona se acercan para ver qué pasa y se sorprenden al ver la escena.
María Belén: Nicolás (Moviéndolo). ¡Nicolás, abre los ojos! ¡Abre los ojos! Despierta, no te vayas. ¡Nicolás! (Grita desgarrada).
En ese momento llegan dos ambulancias. Una se estaciona y se bajan los paramédicos con la camilla para realizar el procedimiento de subirlo y transportarlo al hospital.
Paramédico 1: Tiene que apartarse, señorita (Le dice a María Belén).
María Belén: (abrazando a Nicolás) ¡No! ¡Yo me voy a quedar con Nicolás!
Camila y su madre se acercan a María Belén. La primera intenta levantar a esta última.
Camila: Por favor hazles caso a estos señores, Mabel. Te tienes que quitar.
María Belén: ¡Yo no voy a dejar solo a Nicolás! ¡Yo me voy a quedar con él! (Sin apartarse de él).
Ramona: Ellos sabrán que hacer, mija. Tú tranquila, pero hazte a un lado.
Camila: Vamos, Mabel. Levántate.
María Belén obedece a sus amigas y se aparta sin dejar de mirar a Nicolás con los ojos brillando y bañados en lágrimas.
Paramédico 2: Tendremos que practicar choque con desfibrilador. Tiene pocos signos vitales.
El otro paramédico rasga la camisa de Nicolás y en una maniobra rápida le aplica choques con un desfibrilador. Otra ambulancia con otros paramédicos socorre a Agapito quien también ha quedado muy mal después de haber chocado con un establecimiento.
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / NOCHE
Piedad se levanta de la cama, cubriéndose con una sábana y temblando, después de haber sido casi abusada por Rodolfo, quien duerme desnudo al otro lado. Piedad lo mira con un profundo odio al tiempo que derrama un par de lágrimas de sus ojos.
Piedad: (llorando) Maldito…
La mujer se quita la sábana y entra al baño. Luego, abre la ducha y deja que el agua caiga sobre su cuerpo para sentirse limpia, sin embargo, se queda quieta, sin moverse y se abraza así misma con el pensamiento ido, mientras se derrumba y rompe a llorar. Piedad se cubre con una mano la boca para evitar ser escuchada tratando de reprimir su llanto desconsolado. Por su mente empiezan a pasar varios recuerdos.
FLASHBACK
Piedad: (exasperada) No sé tú, pero ya no estoy dispuesta a seguir viviendo en este ambiente de miseria en el que todo hace falta. ¡Estoy cansada mamá!
Amarguras: Eso depende de ti. Si quieres salir de la pobreza, ya sabes… Cásate con un hombre que nos convenga a las dos
FIN DEL FLASHBACK
Piedad respira profundo y deja de llorar para intentar calmarse. Se levanta y cierra la llave de la ducha. Luego toma una toalla y comienza a secarse mientras sigue recordando.
FLASHBACK
Amarguras: Por lo visto tienes a tu jefe rendido a tus pies. ¡Eso es justo lo que necesitamos!
Piedad: ¿Te refieres a que debería casarme con el licenciado Robles?
Amarguras: ¡Por supuesto! Tienes que aprovechar mejor esos atributos que tienes para que te pida matrimonio y salgamos de esta marginal vecindad.
FIN DEL FLASHBACK
Piedad se pone una bata blanca y con la misma toalla con la que estaba secando su cuerpo, empieza a secarse el cabello mirándose al espejo.
FLASHBACK
Piedad se mira en un pequeño espejo que está colgado en la pared, frente a ella y sonríe vanidosa. Piedad se mira en un pequeño espejo que está colgado en la pared, frente a ella y sonríe vanidosa. Mary se le aparece detrás.
Mary: Ya estás cada vez más cerca de tener todo con lo que siempre soñaste, Piedad.
Piedad: Así es, Mary. Por fin voy a tener la vida que tanto me merezco. Ya me imagino usando ropa fina, joyas, perfumes. Todo va a ser mío…
Mary: Lo será. Ten por seguro que lo será, sea como sea.
Piedad: (recalcando esas últimas palabras) Sí. Sea como sea…
FIN DEL FLASHBACK
Piedad deja de sumirse en sus recuerdos y frunce el ceño, mirando su reflejo en el espejo con una ira notable. Mary aparece tras ella.
Piedad: El juego se volvió contra mí, Mary. Me siento tan sucia, tan humillada. Rodolfo… Rodolfo abusó de mí (Se le saltan las lágrimas). ¡El muy infeliz me violó! (Golpea el tocador).
Mary: Lo que acabó de pasar es sólo una prueba para medir qué tan débil eres. ¡No te puedes derrumbar por esto Piedad!
Piedad: ¿Y qué piensas? ¡Yo esto jamás lo quise!
Mary: (en tono de reproche) ¿De qué te quejas? El éxito no se limita en conseguirlo todo de la forma fácil. Todo requiere de sacrificios, además, nada se te ha salido de control.
Piedad: (llorando) Ya no sé si quiera seguir con esto…
Mary: ¡Nada de eso! Tienes que seguir adelante sin detenerte. Luego tendrás oportunidad de vengarte de Rodolfo por lo que te hizo.
Piedad: Vengarme… (Dice con el pensamiento distante).
Mary: Exactamente. Y yo te diré la forme en que lo haremos sufrir hasta que se arrepienta y lama el suelo por donde pises, rogando misericordia como un miserable gusano.
Piedad se queda mirando al espejo en una forma penetrante y oscura.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA / NOCHE
Don Roberto se dirige a subir las escaleras hacia su cuarto, ayudándose por su bastón, cuando escucha a Damián hablando por celular en la sala y va hacia allí, extrañado.
Damián: (preocupado) ¿De verdad? (Pausa) Está bien. No te preocupes. Ya voy para allá (Cuelga).
Roberto: ¿A dónde vas, Damián?
Damián: Eh... Iré a ver a una amiga mía. Parece que se metió en aprietos y necesita que la ayude.
Roberto: ¿Se trata de Camila?
Damián: (nervioso) No. Es otra amiga que había conocido cuando llegué al país. De hecho, no le he hablado a nadie más de ella.
Roberto: (dudoso) Hum, está bien. Ve y si necesitas que te ayude en algo, me dices.
Damián: (sonriéndole) Gracias, don Roberto. Lo tendré en cuenta. Hasta luego.
Damián se mete su celular en el bolsillo de su jean y se va algo apurado dejando a don Roberto muy pensativo.
INT. / HOSPITAL, SALA DE ESPERA / NOCHE
María Belén, Camila y doña Ramona están en la sala de espera del hospital ansiosas por saber noticias de Nicolás. María Belén llora en silencio, sentada y muy preocupada. Camila se le acerca y se sienta a su lado.
Camila: Es mejor que te calmes, Mabel. De nada te va a servir desesperarte. Es peor.
María Belén: Es que estoy muy asustada, Camila. No quiero que a Nicolás le pase algo por mi culpa.
Ramona: Pero lo que pasó no fue tu culpa, muchacha. Él solo te salvó la vida y eso demuestra lo mucho que te quiere.
María Belén: Sí es mi culpa. Yo nunca debí ser tan mensa y tan ingenua creyendo que don Agapito tenía buenas intenciones conmigo y tampoco debí haberle aceptado su dizque "ayuda". Ahora vean lo que pasó.
Ramona: Yo sí me lo imaginé. Ese señor no me daba buena espina ni mucho menos cuando te pagó la fianza, pero ya qué...
María Belén: (limpiándose las lágrimas) Y a propósito de él, ¿cómo está? Yo alcancé a ver que también se lo llevaron en una ambulancia.
Camila: Bueno, pues don Agapito tampoco está muy bien que digamos y una enfermera me dijo que tiene una fractura de cuello y otra en una pierna. Ya llamaron a su mujer para que venga.
Ramona: Independientemente de cómo esté, debes denunciarlo en la delegación María Belén.
María Belén: (sorprendida) ¿Cómo que denunciarlo?
Ramona: Claro que sí. Lo que hizo no puede quedar como si nada. Ese muchacho se está debatiendo entre la vida y la muerte por culpa de don Agapito y tú estarías en su lugar de no haber sido porque él te salvó.
Camila: Yo también estoy de acuerdo contigo, mamá. Tienes que denunciar a ese viejo puerco de una buena vez, Mabel, para que pague por lo que hizo. No te puedes hacer la de la vista gorda.
María Belén se queda pensativa.
INT. / MOTEL, HABITACIÓN / NOCHE
Damián está entre sábanas, teniendo intimidad con una mujer misteriosa. Él besa su cuello apasionadamente y la acaricia.
Damián: (agitado) Ah... No sé qué demonios me pasa contigo, Mary (Besándola). Me haces perder la razón. Me encantas.
En ese momento se enfoca el rostro de dicha mujer que resulta ser nada más y nada menos que Piedad, pero en su otra personalidad, Mary.
Mary: (sonriendo pícara) Tú también me encantas, mi Damy. Eres único.
Damián: Tú has sido la única persona con la que he podido abrirme a lo que siento realmente. Me entiendes, me comprendes. Tenemos tantas cosas en común (La besa).
Mary: Por eso hacemos la pareja perfecta (Pone su dedo índice en los labios de él). Los dos estamos dentro de una celda física que nos oprime el alma.
Damián: A lo mejor fue por eso que casualmente nos conocimos y conectamos aquella vez…
FLASHBACK
EXT. / VECINDAD / NOCHE
Damián espera que Camila y doña Ramona entren a la vecindad. Camila mira hacia atrás por última vez y le sonríe a Damián. Éste también le sonríe y se despide con la mano. Es la noche en que ellos dos fueron a una discoteca con María Belén y con Nicolás.
Damián: (esbozando su sonrisa) Me habría gustado besarte Camila, pero mis miedos no me habrían dejado.
La expresión de Damián se torna a una triste y nostálgica. Cuando se va a ir caminando para tomar un taxi, se choca en la entrada de la vecindad con Piedad.
Damián: (apenado) ¡Mil perdones! No me fijé.
Piedad: (molesta) ¿Eres imbécil? Casi me... (Se detiene y se marea brevemente).
Damián: (preocupado) Oye, ¿estás bien?
Piedad cierra los ojos y cuando los abre, se tornan a uno más oscuros y siniestros. Ha tomado la personalidad de Mary. Ésta alza la mirada y ve a Damián.
Damián: Si quieres te acompaño hasta tu casa. Parece que no estás bien.
Mary: Sí, sí. Estoy bien. No te preocupes.
Damián: ¿De verdad?
Mary: Sí, de verdad (Le sonríe). Disculpa. ¿Qué fue lo que pasó? (Confundida).
Damián: Me tropecé sin querer contigo (Extrañado).
Mary: Ah, sí. Ya veo. Yo también ando inmersa en mis pensamientos esta noche. ¿Pero qué hace un hombre tan guapo y de buen vestir por estos lares?
Damián se sorprende por el halago de Mary y sonríe avergonzado de que una mujer sensual como ella le digo eso. Mary lo mira de arriba abajo y sonríe con picardía.
FIN DEL FLASHBACK
Mary se aparta de Damián, se cubre con las sábanas y le da la espalda.
Damián: (extrañado) ¿Te pasó algo? ¿Dije algo que no te gustó?
Mary: Todo lo contrario. Es sólo que... (Riéndose con disimulo).
Damián: (preocupado) ¿Qué pasa? Te pusiste extraña de un momento a otro.
Mary: Damián... ¿Qué tanto estarías dispuesto a hacer por mí? (Lo mira fingiendo tristeza).
Damián: Cualquier cosa. Lo que fuera preciso.
Mary: ¿Estás seguro?
Damián: Por supuesto (La toma del rostro y la besa brevemente). ¿Qué pasa mi amor? Dime
Mary: (solloza) Es que... (Agacha la cabeza) ¡Ay, Damián! Me violaron.
Damián: (sorprendido) ¿Qué?
Mary: Eso mismo. Mi jefe me violó hace tan solo unas horas (Llorando). Estaba en su habitación organizando unos papeles, cuando llegó y me tomó por la fuerza. Por eso te llamé y notaste mi voz quebrantada. Quería estar contigo para que borraras las sucias caricias y besos que ese viejo degenerado dejó en mi cuerpo.
Damián: (furioso) ¡Maldito vejete! ¿Cómo se atrevió si quiera a poner uno sólo de sus dedos en ti? ¡Desgraciado! (Pega un puño contra la cama).
Mary: Me siento tan avergonzada contigo. Pensé mucho si contártelo o no. Tenía miedo de tu reacción y de que ya no quisieras verme ni estar conmigo (Le acaricia el rostro). Porque yo te amo, Damián. Te amo...
Damián: Yo también (La abraza). Lo que ese patán te hizo no se va a quedar así. Óyeme bien. Ese desgraciado se va a arrepentir.
Mary: ¡Yo también quiero que pague! Quiero vengarme y hacerle suplicarme perdón.
Damián: ¿Qué quieres hacer?
Mary: Quiero hacerle algo fuerte, algo que lo haga sufrir. ¡Quiero que llore lágrimas de sangre! Por eso necesito que me ayudes.
Damián se queda atento a lo que Mary piensa decirle.
INT. / HOSPITAL, SALA DE ESPERA / AL DÍA SIGUIENTE
María Belén está en la sala de espera del hospital. Se ha quedado toda la noche esperando noticias de Nicolás, sin embargo, no le han dicho nada y está sentada en una de las sillas. Doña Ramona viene y le da un café servido en un vaso de desechable.
Ramona: Toma, mija. Bébetelo todo. Te va a hacer bien.
María Belén: (recibiendo el vaso) Gracias, doña Ramona. La verdad es que con todo esto no he tenido cabeza para comer. Siento como si no me entrara nada (Bebe un sorbo del café).
Ramona: Es normal, pero el hecho de que no tengas hambre no quiere decir que no comas nada. Te puedes enfermar y ni siquiera has dormido.
En ese momento viene el doctor encargado de Nicolás. María Belén al verlo se levanta y deja el café en la silla.
Doctor: ¿Ustedes son familiares del joven Nicolás Robles?
María Belén: (preocupada) Yo soy una amiga, doctor. Díganos por favor cómo está Nicolás.
Doctor: Logramos estabilizarlo durante toda la noche en terapia intensiva, por lo que podríamos decir que ya se encuentra fuera de peligro.
María Belén suspira aliviada y sonríe junto con doña Ramona.
Doctor: Sin embargo, también les tengo una mala noticia.
Ramona: (extrañada) ¿Qué noticia?
Doctor: Por desgracia, el impacto del accidente afectó su visión y ha quedado ciego. En estos momentos Nicolás no puede ver. Tuvimos que sedarlo porque en cuanto despertó se alteró demasiado.
Esa noticia deja literalmente frías a María Belén y a doña Ramona, más que todo a la primera que se lleva las manos a la boca muy impresionada.
EXT. / VECINDAD / DÍA
Amarguras está chismoseando con sus vecinas a las afueras de la vecindad en que viven, sobre lo sucedido la noche anterior.
Amarguras: (impresionada) ¡Válgame Dios! Qué historia. Agapito en el hospital.
Vecina 1: Así como lo oyes, Amarguras y no sólo él, sino también un joven que atropelló con el coche. Dicen las malas lenguas que estaba ya pa’ morirse.
Vecina 2: Hasta dónde puede llegar un hombre por una mujercita cualquiera y tan mustia que se veía tu ahijada, Amarguras.
Amarguras: Pues ya lo ven, queridas. María Belén es de esas que se las dan de mansas ovejas, pero en el fondo son unas lobas desvergonzadas. Ahí tienen la prueba de hasta dónde llevo a Agapito.
En ese momento las mujeres se callan al ver pasar a Sandra con una expresión seria en el rostro.
Vecina 1: (murmurando) Ahí va la mujer de don Agapito.
Vecina 2: ¿Cómo estará la pobre con todo esto?
Amarguras: Yo voy a ir a hablar con ella. Las dos somos buenas amigas. Con permiso.
Amarguras se acerca hacia Sandra con una actitud chismosa y de intriga.
Amarguras: ¡Sandrita, querida! Te vi pasar y me acerqué a saludarte. ¿Cómo estás?
Sandra: Por los chismes, ya usted se imaginará que no ando muy bien. Agapito está en el hospital y por poco mata a la coja de María Belén según me contaron.
Amarguras: ¡Cuánto lo siento por ti! Déjame darte mi más sentido pésame. Cuentas conmigo para cualquier cosa que necesites.
Sandra: Gracias, doña Amarguras. La dejo. Me tengo que ir.
Amarguras: ¿Vas para el hospital a ver a tu marido?
Sandra: Sí, para allá voy a ver cómo sigue.
Amarguras: Mándale entonces un saludo de mi parte y que le deseo que se mejore.
Sandra: Yo se lo digo. Hasta luego.
Sandra se va caminando. Amarguras se queda sonriendo con hipocresía.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE NICOLÁS / DÍA
María Belén entra con una ropa especial a la habitación de urgencias en la que todavía está Nicolás. Éste reposa en la cama conectado a un electrocardiograma. También tiene la cabeza y el brazo derecho vendado. La joven coja se acongoja al verlo tan débil y se acerca a él para tomarlo de una mano. Nicolás abre los ojos.
Nicolás: ¿Quién eres tú?
María Belén: (conteniendo el llanto) Soy yo, Nicolás.
Nicolás: (sonriendo levemente) Viniste a verme, aunque yo no pueda hacer lo mismo (Borra su sonrisa). Me siento tan... cansado.
María Belén: El doctor me dijo que te aplicaron un sedante para evitar que te alteraras de nuevo. Estás muy delicado todavía.
Nicolás: Un sedante... Son curiosos los efectos que tiene en el cuerpo, pero de nada sirve, porque no me da a devolver la vista ni mucho menos me va a hacer sentir mejor por saber que no voy a poder volver a ver nunca más.
María Belén: (llorando) Perdóname. Si estás ciego ahora es por mi culpa, Nico. Yo tendría que ser la que estuviera en esa cama en este momento. Tú no.
Nicolás no dice nada, pero sonríe y también derrama un par de lágrimas. Luego con una de sus manos intenta acariciar el rostro de María Belén.
Nicolás: Escúchame. Si hago este sacrificio es porque te amo y no tienes que sentirte culpable absolutamente de nada.
María Belén: ¿A costa de tu vista? No era necesario que hicieras un sacrificio así por mí. De hecho, ni siquiera tenías por qué haberme salvado. ¿Por qué no dejaste que me atropellaran a mí? ¿Por qué tenías que ser tan idiota? (Llorando molesta).
Nicolás: (recostándose adolorido en la cama) ¿Tú habrías hecho lo mismo por mí?
María Belén se sorprende al oír la pregunta de Nicolás. Él también llora.
Nicolás: Porque, ¿sabes algo? Yo te salvaría una y mil veces más si fuera preciso. Cuando se ama a una persona, las acciones que se cataloguen como "idiotas" valen la pena hacerlas por ella. ¡Y yo a ti te amo María Belén!
María Belén empieza a llorar desconsolada y trata de contenerse llevándose la mano a la boca, pero no puede. Nicolás continúa hablando.
Nicolás: (quebrantando la voz) Y a lo mejor seguirás llamándome idiota, pero no me importa y, aunque me duela estar ciego en este momento, para mí la mejor compensación es saber que tú estás bien y tienes la oportunidad de sonreír sin que nada te haga daño.
María Belén mira a Nicolás con los ojos brillando por las lágrimas y se acerca a él para abrazarlo.
María Belén: (llorando) ¡Menso, imbécil! ¿Cómo me haces esto? La mera verdad es que yo no me imagino lo que también habría hecho para salvarte y verte feliz porque, a pesar de todo yo también te amo.
Nicolás: (sonriendo) Eso nos hace los dos un par de mensos, je, je, je.
María Belén se ríe por el comentario de Nicolás en medio de las lágrimas.
INT. / CASA ROBLES, COCINA / DÍA
Dorotea está hablando con una nueva muchacha de servicio doméstico, quien ya tiene puesto el uniforme. La muchacha es ahijada de Dorotea.
Valentina: ¡Qué casona, madrina! (Mira el jardín por la ventana). Si parece un palacio comparado en la casita donde vivimos mi papá y yo.
Dorotea: Yo lo sé, pero aquí no viniste a fisgonear qué tan elegante es la casa, sino a trabajar, Valentina. Le dije a don Rodolfo que te traería para acá en reemplazo de la otra muchacha que estaba antes de ti.
Valentina: Muy bien. ¿Y en qué quieres que te ayude?
En ese momento suena el teléfono inalámbrico de la cocina. Dorotea contesta.
Dorotea: ¿Sí, bueno? (Pausa) ¡María Belén, mija! ¡Qué bueno que llamas! He estado con el pendiente por el joven Nicolás que no viene desde ayer que salió a saber de ti. Me imagino que estuvo contigo.
INT. / HOSPITAL / DÍA
María Belén habla con Dorotea por un teléfono público del hospital que funciona con monedas.
María Belén: La verdad es que no te tengo buenas noticias, Dorotea. Nico tuvo un accidente anoche.
Dorotea: (preocupada) ¿Cómo que un accidente?
María Belén: Un coche por poco me lleva por delante, pero Nico se metió, me empujó y fue él a quien atropellaron.
Dorotea: (impresionada) ¡Dios mío! ¿Y cómo está él?
María Belén: En estos momentos estable, pero... ¡Ay, Dorotea! Con el accidente, Nico quedó ciego. No puede ver.
Dorotea: ¿Ciego? ¡Por Dios, qué tragedia! Ya mismo salgo para allá y trato de comunicarme con don Rodolfo, aunque dudosamente creo que le importe. Nos vemos en el hospital, muchacha.
Dorotea muy preocupada cuelga el teléfono.
Valentina: (extrañada) ¿Qué pasó madrina?
Dorotea: Tengo que salir de urgencia para el hospital. El hijo del patrón tuvo un accidente.
Valentina: ¿Y a ti qué te importa que haya tenido un accidente?
Dorotea: Para mí el joven es como otro ahijado y lo aprecio tanto como a ti. ¡De verdad que eres desconsiderada! Pero ahora no tengo tiempo para discutir contigo. Ponte a limpiar los cuartos de arriba y luego organiza la cocina.
Valentina: (sorprendida) ¡Pero es mucho trabajo, madrina!
Dorotea: (saliendo de la cocina) Ya te dije, Valentina. No quiero berrinches.
Valentina se cruza de brazos y rueda los ojos.
INT. / HOSPITAL / DÍA
María Belén también cuelga el auricular del teléfono y suspira. A lo lejos, por ese mismo pasillo del hospital, vienen Camila y don Roberto, éste apoyándose en su bastón. Camila ha acompañado al buen anciano a un chequeo médico
Camila: Qué buena noticia que su doctor de cabecera lo haya encontrado en buenas condiciones de salud, don Roberto. Eso es buena señal de que todavía le quedan muchos años más de vida, aunque usted diga que no.
Roberto: (sonriendo) Tienes razón, Camila. Me hizo bien venir al hospital porque gracias a eso de nuevo estoy guardando la esperanza de que sea posible encontrar a mi hija.
Camila: ¿Lo ve? Es sólo cuestión de que le baje dos rayitas a su mal humor para que vea que mientras se tenga vida y salud, todo es posible, sin que me lo tome a mal, ja, ja, ja.
Roberto: Ja, ja, ja. No te preocupes. Yo reconozco que soy un viejo gruñón. No por algo Isis está recalcándomelo siempre. ¿Me creerías que en estos momentos siento ganas de besarla? (Los dos se ríen).
Camila: Lástima que no ande por aquí. Me encantaría ver eso.
En ese momento Camila ve a María Belén quien tampoco los ha visto a ellos.
Camila: ¡Don Roberto! (Tocándolo).
Roberto: Dime.
Camila: Mire allá (Señala hacia donde está María Belén). Esa es mi amiga Mabel, de la que le había hablado.
Roberto: (sorprendido) ¿De verdad?
Camila: ¡Claro que sí! Venga vamos a saludarla.
Los dos agilizan el paso y se acercan a María Belén, quien está sentada en una banca. Don Roberto siente una extraña sensación.
Camila: (emocionada) ¡Mabel, hola!
María Belén voltea a verlos, se levanta de la banca y sonríe.
María Belén: ¡Camila!
Al ver el rostro de la joven coja, don Roberto se queda sumamente impactado.
Camila: ¿Cómo sigue, Nicolás? Mi mamá ya me dijo que el accidente lo dejó ciego (Ambas esbozan sus sonrisas).
María Belén: Sí, por desgracia así fue, aunque ya se encuentra estable, pero todavía sigue algo malito, así que está en urgencias todavía.
Camila: Qué mal. Ya me imagino el impacto para él, pero ahora hay muchas posibilidades para que recupere la visión. Hay operaciones, tratamientos, trasplante de córneas...
María Belén: Sí, algo de eso me hablaron. Gracias por tu buena onda, Cami.
Camila: No hay de qué. Mira, te presento a don Roberto, mi patrón.
María Belén: (sonriendo) Mucho gusto, señor.
María Belén le extiende la mano a don Roberto sin imaginarse que sea su padre. El anciano le corresponde.
Roberto: (muy impactado) El gusto es mío, muchacha.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE AGAPITO / DÍA
Por otra parte, Sandra entra al cuarto de Agapito. Éste, a diferencia de Nicolás, ya está fuera de peligro. La mujer lo mira fulminante durmiendo en su cama. Agapito tiene varias contusiones en el rostro y usando un cuello ortopédico. Ella cierra la puerta y se acerca a su marido.
Sandra: (con odio) ¡Eres un infeliz, Agapito! Tú mismo eres el culpable de la vida miserable en que he vivido y por eso estás aquí.
Sandra toma una almohada de la cama y empieza a derramar lágrimas sin cambiar esa expresión de furia y amargura de su rostro.
Sandra: Pero ya no pienso consentirte que me sigas humillando. Espero que te pudras en el infierno. ¡Desgraciado!
Y decidida, Sandra comienza a ahogar a Agapito con la almohada mientras llora desconsolada con el maquillaje regado.
Sandra: (furiosa) ¡Muere perro infeliz! ¡¡Muere!!
Sandra no se detiene y sigue ahogando a Agapito hasta que el electrocardiograma indica que se ha quedado sin signos vitales y emite un constante pitido. Sandra retira la almohada al tiempo que a la habitación entra una enfermera y un doctor, los cuales se quedan impactados al verla
Sandra: Lo maté... (Acariciando el rostro de Agapito) Yo lo maté...
CONTINUARÁ…
INT. / VECINDAD / DÍA
Piedad está en la puerta de la casa de Amarguras despidiéndose de ella.
Piedad: Ya me voy, mamá. Chao (La besa en la mejilla).
Amarguras: Adiós, hija. Que te vaya muy bien (Le sonríe). A propósito. Antes de que se me olvide, te quería preguntar cómo van las cosas con el licenciado Robles.
Piedad: Igual que siempre, pero últimamente el imbécil de su hijo está haciéndome la vida imposible. Siente celos de que quiera quitarle el lugar a su mamita muerta
Amarguras: Ese no es problema. Basta con que engatuses lo suficiente al licenciado para que se sienta comprometido a pedir tu mano.
Piedad: En eso he pensado. Así me deshago del imbécil de Nicolás, pero como te dije, va a ser difícil que Rodolfo y yo nos casemos con él de por medio.
Amarguras: Voy a estar pensando en algo para ayudarte con eso (Viendo a la nada y sonriendo ilusionada). Estamos tan cerca de convertirnos en millonarias. Ya me veo en esos salones de belleza lujosos, usando ropa cara, yendo a clubes y spa.
De repente, Sandra se acerca a ellas con una notable desesperación.
Sandra: Buenos días, doña Amarguras. Hola, Piedad.
Amarguras: Hola, Sandra. Qué milagro verte por aquí.
Sandra: (solloza) Usted tenía razón. Agapito no descansó hasta meter a esa maldita coja en la casa.
Amarguras: (fingiendo sorpresa) No me digas que ya está instalada.
Sandra: Así es. La llevó con la tonta excusa de que no tenía a dónde más ir e inclusive le dio trabajo en el bar como mesera.
Amarguras: Pobre de ti. ¡Cuánto lo siento!
Sandra: Yo vine para pedirle ayuda. Estoy desesperada. Agapito no tarda en echarme de la casa y botarme como un trapo viejo.
Amarguras: Ay, Sandra. La verdad es que yo no soy muy buena dando consejos.
Piedad: (sonriendo con malicia) Pero yo sí. Yo te puedo aconsejar sobre qué hacer.
Sandra: ¿De verdad, Piedad? (Llorando).
Piedad: Por supuesto. María Belén es una mustia que se esconde tras esa carita de niña buena, pero en realidad es una trepadora de temer.
Sandra: Yo eso siempre lo he sabido. Desde el primer momento en que Agapito empezó a cortejarla (Aprieta los dientes muy enojada).
Piedad: Por eso mismo. Tú no puedes permitir que te quite tu lugar como única mujer de Agapito. Tienes que espabilar, querida o a ese paso, María Belén te va a acabar.
Sandra: (histérica) ¡Primero lo mato antes de que me lo quite!
Piedad: (muy maliciosa) ¿Te das cuenta de lo que estás hablando? ¿Serías capaz de matarla si fuera preciso?
Amarguras: Sandra lo dice en sentido figurado, Piedad. ¿Cómo crees que ella llegaría hasta ese extremo?
Sandra: Yo sólo quiero mandar bien lejos a la coja ofrecida esa, muy lejos de mi marido para que él sólo tenga ojos para mí.
Piedad: Entonces, acompáñame a tomar un taxi y te voy diciendo en el camino qué puedes hacer para amargarle la vida.
Piedad y Sandra se van juntas.
EXT. / BAR “NOCHES DE ENSUEÑO” / DÍA
Doña Ramona pasa cerca a la entrada del bar de Agapito y se extraña al ver a María Belén afuera, barriendo con una escoba la acera.
Ramona: (acercándosele) María Belén, mija.
María Belén: Buenos días, doña Ramona (Le sonríe) ¿Cómo está?
Ramona: La mera verdad estoy extrañada. ¿Qué haces tú aquí afuera del bar de mala muerte de don Agapito?
María Belén: Bueno, es que… (Esboza su sonrisa) Estoy trabajando ahora para él, aquí como mesera por las noches. Empiezo hoy.
Ramona: Pero no entiendo por qué. ¿Y tú trabajo en la casa de los Robles?
María Belén: Era más que obvio que allá no podía volver después de lo que pasó y yo de mensa, creí que sí y que me iban a recibir con los brazos abiertos.
Ramona: ¿Pero acaso no les explicaste a tus patrones que todo se trató de un malentendido?
María Belén: (cabizbaja) Más bien renuncié porque me decepcioné mucho cuando vi que no confiaron en mi palabra y mi honradez. Aparte, no quería seguir viéndole la cara todos los días a la ofrecida de Piedad que también está trabajando allá.
Ramona: ¡Ay, María Belén! Yo no quisiera parecer mitotera, pero es necesario que te diga esto. ¿En serio crees que don Agapito te esté ayudando sin dobles intenciones?
María Belén: Hasta ahora ha parecido sincero, inclusive me pidió disculpas ayer en la delegación por lo que pasó hace tiempos.
Ramona: No me lo tomes a mal, muchacha, pero no seas tan ingenua. Una cosa es lo que él diga de dientes para afuera y otra lo que verdaderamente sienta.
María Belén: Yo pensé en eso, ¿pero qué quiere que haga, doña Ramona? Necesito chamba. Además, no me puedo comportar como una ingrata con don Agapito que pagó mi fianza.
Ramona: ¡Eso es precisamente con lo que te está chantajeando sin que te des cuenta! Mira, el trabajo y el hospedaje no importan porque Camila y yo te podemos ayudar, pero vete de aquí en cuanto antes María Belén, por favor.
María Belén: Yo no las quiero molestar, no se preocupe. Si don Agapito llega a sobrepasarse conmigo, lo pongo en su lugar y le dejo las cuentas bien claras conmigo.
En ese momento, llega Agapito hacia ellas cargando dos bolsas de papel.
Agapito: (serio) Buenos días, doña Ramona. ¿Visitando a María Belén tan temprano?
Ramona: (seria) Estaba pasando cuando la vi y me acerqué a saludarla para preguntarle que hace por aquí.
Agapito: Me imagino que ya le dijo que ahora es mi empleada y va a trabajar en mi bar.
Ramona: Sí. Justo de eso hablaba con ella, pero ya me tengo que ir. Iba a la plaza de mercado.
Agapito: (sonriendo hipócrita) Que tenga buen día entonces.
Ramona: Gracias. Cuídate, María Belén. Luego nos vemos (Se va caminando).
María Belén: Hasta luego, doña Ramona. Mándemele saludos de mi parte a Camila.
Agapito: María Belén, entremos. Quiero mostrarte los regalos que te compré.
María Belén: (sorprendida) ¿Regalos?
Agapito: Así es. Entra, voy a mostrártelos.
Minutos después, María Belén y Agapito entran al cuarto de la primera. Agapito pone sobre la cama las bolsas de papel.
Agapito: Fui un almacén que estaba cerca. Estoy seguro de que lo que te compré te va a gustar mucho. Mira (Le sonríe).
María Belén: No me lo esperaba, don Agapito. No debió haberse molestado.
Agapito: Claro que no. No fue ninguna molestia. Todo lo contrario. Anda, mira…
María Belén, insegura, saca de una de las bolsas una caja de maquillaje y un vestido algo extravagante. La muchacha le sonríe forzada a Agapito, ya que en el fondo no le gustó el vestido.
María Belén: Muchas gracias. Está bonito.
Agapito: Me alegro de que te guste. En la otra bolsa hay más
María Belén saca de la segunda bolsa una falda corta y una camisa descotada, junto con unos tacones y medias negras claras.
María Belén: (seria) ¿Qué es esto?
Agapito: (sonriendo) Es tu uniforme de mesera. Vas a tener que usarlo cada noche para atender a los clientes y servir las órdenes.
María Belén: ¿Me lo dice en serio? ¿Cómo cree que yo voy a usar algo así, don Agapito? (Molesta).
Agapito: Pensé que había gustado también.
María Belén: Ahí sí me va a discúlpeme, pero no. A mí no me gustar andar vestida así y mucho menos para atender a los viejos borrachos y rabo verdes que vengan a su bar.
Agapito: Pero María Belén…
María Belén: (lo interrumpe) ¡Pero nada! Podré estar reteagradecida con usted, pero esto sí no. Yo no pienso usar ese uniforme de ofrecida. Disculpe.
Agapito: (molesto) Hasta ahora no te he pedido nada malo como para que andes a la defensiva conmigo. Ya creo que te demostré que mis intenciones contigo son buenas.
María Belén: Y yo vi eso, pero como le digo, por más agradecida que esté, no me voy a poner ese uniforme.
Agapito: De verdad que eres terca muchacha. Es sólo un uniforme. Hoy todas las chicas de tu edad visten así.
María Belén: (decidida) Pero yo soy diferente y si sigue insistiendo, lo mejor será que me vaya y dejemos las cosas así.
Agapito se sorprende al oír a María Belén.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, HABITACIÓN DE DON ROBERTO / DÍA
Camila está terminando de darle a don Roberto su medicina, quien está recostado en su cama.
Camila: (sonriendo) Hoy lo veo de mejor semblante, don Roberto.
Roberto: Y eso que la gorda de Isis me dio el susto del siglo esta mañana. Pensé que era el apocalipsis.
Camila: Ja, ja, ja. Usted sabe lo exagerada que es, pero eso la hace más simpática.
Roberto: ¿Y tu amiga María Belén cómo está? Damián me comentó un poco que el problema que tuviste la vez pasada era por ella.
Camila: Sí. Hubo un malentendido y la llevaron para la delegación, pero ya está libre. Gracias por preguntar, don Roberto.
Don Roberto: Estuve pensando en que una vez me dijiste que se parecía mucho a Nidia.
Camila: Es que sí tienen un parecido impresionante. Con decirle que, si usted jamás me hubiera hablado de su esposa y me hubiera mostrado la foto de ella, habría dicho que era María Belén.
Roberto: (pensativo) Es muy extraño que se parezcan tanto. ¿No estarás exagerando?
Camila: Le aseguro que no. Ojalá la pudiera conocer para que viera con sus propios ojos lo mucho que se parece a su esposa, que en paz descanse.
Don Roberto: Siendo así, me gustaría mucho conocerla. Tráela algún día. Está invitada a comer aquí.
Camila: En cuanto pueda verla le digo de su invitación, don Roberto. Muchas gracias (Le sonríe). Yo ya me retiro. Con permiso.
Camila sale de la habitación de don Roberto. El anciano se queda pensativo en el supuesto parecido de María Belén con su esposa.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO DE MARÍA BELÉN / DÍA
Agapito sigue sorprendido por lo que le dijo María Belén, quien lo mira decidida.
Agapito: Por favor, no tomes decisiones apresuradas, María Belén y menos por algo tan insignificante.
María Belén: Es que sinceramente si así vamos a comenzar, no me quiero imaginar cómo va a ser la situación después si usted me insiste en hacer cosas que no quiero.
Agapito: Es que yo no te estoy obligando a nada. Sólo te pido que seas un poco más considerada y te pongas un uniforme que no tiene nada de malo.
María Belén: Pero para mí sí lo tiene. ¿Lo ve? Ahí sigue tratando de meterme por los ojos algo que no me gusta.
Agapito: (molesto) Yo no estoy tratando de meterte nada por los ojos. ¿Qué te cuesta usar el maldito uniforme para esta noche después de pagué tu fianza y te saqué de la cárcel? (Toma el uniforme y lo tira al piso).
María Belén: Ya me sospechaba que en cualquier momento me iba a sacar en cara eso, ¿pero sabe qué? Yo no tengo por qué aguantarme sus chantajes. ¡Me voy! (Sale del cuarto).
Agapito: (tomándola del brazo) ¡Tú no vas a ningún lado! Si te vas a ir de aquí, primero me pagas lo que me debes.
María Belén: (soltándose) Si se refiere a lo de la fianza, despreocúpese que se la voy a pagar completita, pero ahora no tengo manera
Agapito: (riéndose a carcajadas) ¿Y tú crees que te voy a dar tiempo para eso? ¡Claro que no, chiquita! ¡De aquí no sales hasta que me pagues!
María Belén: ¡Ya le dije que no tengo forma de pagarle su méndiga plata! (Lo mira fulminante), así que allá usted, pero yo me voy de aquí.
María Belén intenta salir del cuarto nuevamente, pero, de repente, Agapito lo toma mucho más fuerte del brazo y luego la carga de la cintura.
María Belén: (furiosa) ¿Qué le pasa? ¡Suélteme! (Pataleando) ¡Suélteme ahora mismo o voy a gritar ayuda!
Agapito: (tirándola en la cama) ¡Grita todo lo que quieras! ¡Nadie te va a oír! (La fuerza de las muñecas).
María Belén: (gritando) ¡Déjeme, viejo asqueroso! ¡Déjeme! ¡Auxilio, ayúdenme! ¡Ayúdenme, por favor!
Agapito: (furioso) ¡Cállate ya, desgraciada! (Le tira un fuerte puñete en la cara)
María Belén grita adolorida por el puño y se queda echada en la cama mientras se toca el labio que Agapito le dejó sangrando.
Agapito: Aquí te vas a quedar encerrada hasta la noche. Te vas a poner el uniforme que te compré y saldrás a atender a mis clientes hasta que me pagues con trabajo tu deuda.
María Belén: ¡Usted no me puede dejar aquí! (Solloza) ¡Voy a gritar hasta que alguien me escuche!
Agapito: Eso veremos (La jala de la cabellera retándola con la mirada). Es mejor que uses la cabeza y pienses en lo que mejor te conviene. Puedes volver a parar a la cárcel si te denuncio de robo por abstenerte a pagarme
Agapito suelta de la cabellera a María Belén y sale del cuarto, cerrando la puerta bajo llave. María Belén se levanta de la cama y tratar de abrirla forzando la perilla, pero no lo logra.
María Belén: (azotando la puerta) ¡No me deje encerrada aquí, por favor! Se lo suplico. No me deje encerrada (Rompe a llorar y se rinde). Dios mío, por favor ayúdame. Yo no me puedo quedar aquí…
La joven coja mira alrededor del cuarto tratando de buscar una salida, pero la ventana tiene reja y le es imposible salir por ahí.
INT. / SUCURSAL DE BEAUTÉ, ESTUDIOS / DÍA
Isis está terminando una sesión de fotografía usando ropa para mujer mayor y sombreros al estilo de la época victoriana.
Alberto: (aplaudiendo) ¡Excelente Isis! ¡Muy buen trabajo!
Isis: (suspirando) ¡Ay, mi querido Albert! No imaginas la gran satisfacción que me da oír tan bellos elogios saliendo de tus labios de miel.
Isis mira los labios de Alberto con deseo al tiempo que se muerde los de ella misma.
Alberto: (incómodo) Es justo lo que mereces. Las mujeres de tu edad de todo el país te están viendo como referente. Inclusive nos llegan muchos mensajes de apoyo en Facebook y Twitter.
Alberto le muestra en su tablet las redes sociales a Isis.
Isis: (sorprendida) ¡Mi madre!
Alberto: ¿Qué le pasó a tu madre?
Isis: ¡No, idiota! (Alberto se sorprende) Es una expresión de sorpresa.
Alberto: Ah, ya entiendo.
Isis: Es sólo que jamás me imaginé que tendría tanto éxito como modelo. En poco tiempo deberé andar con guardaespaldas para protegerme. No faltarán loa fanáticos obsesivos que quieran asesinarme (Se aterra).
Alberto: Por eso no te preocupes, Isis. El servicio de seguridad corre a cargo de Beauté, así que tú no tendrás que correr con ningún gasto (Le sonríe).
Isis: (abanicándose) ¡Ay, menos mal! Era lo mínimo que podía recibir de esta empresa y del viejo escurrido ese de Rodolfo Robles después de todos los ingresos millonarios que mi imagen ha traído a Beauté.
Alberto hace una expresión de sorpresa por los comentarios imprudentes de Isis.
Isis: ¡En fin, mi querido Albert! Estoy súper agotada y muero de hambre. Nos vemos
Isis le da un beso en cada mejilla a Alberto, le guiña el ojo de forma seductora y se va caminando mientras se abanica.
INT. / CASA ROBLES, PASILLO / DÍA
Piedad camina por el pasillo dirigiéndose a su cuarto y pasa por el de Nicolás. La mujer se queda mirando por la puerta entre abierta como Nicolás se cambia de camisa, sin que él se dé cuenta cuando, de repente, es descubierta por Dorotea.
Dorotea: (seria) ¿Necesitas algo?
Piedad: (molesta) ¿A ti qué te importa, vieja metiche? Deja de andar vigilando a los demás como una sombra y ocúpate de tus asuntos.
Piedad mira de mala forma a Dorotea y se va. Justo en ese momento Nicolás sale del cuarto.
Nicolás: ¿Qué pasa, Dorotea? Me pareció escuchar que discutías con alguien.
Dorotea: Nada, joven. Le decía algo a la "novia" de don Rodolfo si es que se le puede llamar así a esa ofrecida oportunista.
Nicolás: Tienes razón. A mí tampoco me hace ninguna gracia que se crea con derechos en esta casa, pero ni modo. Primero tengo que encontrar una forma de no permitirlo.
Dorotea: Ojalá que sí la encuentre. ¿Piensa salir?
Nicolás: Sí. Voy a la vecindad en la que vivía María Belén antes.
Dorotea: ¿Cree que haya vuelto a allá?
Nicolás: A lo mejor está viviendo en la casa de su amiga Camila, no sé, pero tengo que ir para averiguar a dónde se fue después de que salió de la delegación.
Dorotea: Está bien, joven. Yo me quedo al pendiente de la casa. Ojalá pueda encontrar a María Belén y la traiga de vuelta para acá.
Nicolás: Yo espero que sí, Dorotea. Ya me voy. Chao.
Nicolás se va y Dorotea se queda pensativa.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO MARÍA DE BELÉN / DÍA
María Belén está recostada en su cama, abrazada a sus piernas y pensando. En ese momento, María Belén escucha que alguien está tratando de abrir la puerta.
María Belén: (extrañada) ¿Quién es?
Es Sandra la persona que está tratando de abrir la puerta, pero no lo logra, puesto que Agapito la dejó con llave.
Sandra: (azotando la puerta) ¡Ábreme ahora mismo, coja desgraciada! Tú y yo tenemos una cuenta que ajustar. ¡Abre! (Grita furiosa).
María Belén se levanta de la cama y se acerca a la puerta.
María Belén: ¡Sandra! ¡Sandra, óyeme! No puedo abrir la puerta. Agapito la dejó con llave.
Sandra: Deja de ser cobarde y no te inventes excusas estúpidas para no darme la cara. Yo sé bien la clase de zorra que eres.
María Belén: (molesta) ¡A ver, un momento! No te permito que me faltes al respeto. Te estoy diciendo la mera verdad. Fue tu marido el que me dejó encerrada aquí en contra de mi voluntad.
Sandra: (incrédula) ¿Y qué interés tendría Agapito en encerrarte? ¿Qué gana con eso?
María Belén: Me quiere obligar a trabajar en su bar pa' pagarle la lana de la fianza que dio en la delegación por mí. Te puedo jurar que es la verdad, Sandra. No puedo abrir.
Sandra cambia su actitud un poco al oír a María Belén.
Sandra: Agapito acabó de salir.
María Belén: ¡Entonces, tienes que encontrar las llaves! Si tanto te caigo mal, búscalas y quítale el seguro a la puerta.
Sandra se queda unos segundos pensativa.
Sandra: ¡Está bien! Espérate. Voy a buscar una copia de la llave de esta puerta
María Belén: (aliviada) ¡Muchísimas gracias! Pero apúrale antes de que llegue.
Sandra va en busca de la copia de la llave a su cuarto. La saca de uno de los cajones de su mesita de noche y vuelve al cuarto de María Belén para luego abrir la puerta.
Sandra: (seria) Bien, ya te abrí. Vete de una buena vez de mi casa y ojalá no vuelvas.
María Belén: Tú no te preocupes. Aquí no pienso volver. Gracias, Sandra.
Justo cuando María Belén se va a ir, llega Agapito.
Agapito: (furioso) ¿Qué está pasando aquí?
Sandra: (asustada) ¡Agapito!
Agapito: ¡Tú no te vas! (Toma de un brazo a María Belén) ¿Pensaste que te podías ir tan fácil?
María Belén: (furiosa) ¡Suélteme o voy a gritar! Y esta vez lo voy a hacer tan fuerte que todo el barrio me va a escuchar y ahí sí se va a meter en problemas.
Agapito: Eso lo veremos. De aquí sales, pero directo de nuevo para la cárcel.
Sandra: ¡Ya deja de retener a esa coja, Agapito! Tu mujer soy yo. No ella
Agapito: (a Sandra) ¡Tú te callas, desgraciada! Por poco, sino llego a tiempo, María Belén se habría escapado debiéndome dinero por tu burrada y tus mismos estúpidos celos de siempre.
Sandra: Pues ya estoy harta de que siempre me trates de la patada como si fuera un trasto viejo de esta casa. ¡Yo merezco respeto! (Desafiante) Y eso es algo que tú nunca me has dado.
Agapito: Si tanto te quejas, entonces, ¿por qué no te has largado de una buena vez y me dejas en paz?
Sandra: Porque a pesar de todo, siempre he tenido la esperanza de mejorar las cosas contigo. Porque aún te quiero, Agapito.
Agapito: (incrédulo) ¿Me quieres? Lo que puedas sentir por mí me da lo mismo. Al fin y al cabo, si te saqué de la vida de golfa fue porque me manipulaste con esa estupidez del embarazo del que siempre dudé que fuera yo el responsable.
Sandra: ¡Por supuesto que el niño que esperaba era tuyo, miserable, perro! (Llorando furiosa) No sé cómo es que pude ser tan imbécil de enamorarme de un tipo como tú y tuve la desfachatez de seguir contigo aún después de que me obligaste a abortar.
María Belén, quien sigue tomada del brazo por Agapito, se sorprende al oír la discusión y empieza a esperar el momento propicio para aprovecharse de la distracción de Agapito y salir corriendo.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / NOCHE
Ya ha caído la noche. Doña Ramona le sirve la cena a Camila en el modesto y humilde comedor que tienen.
Ramona: (sorprendida) ¿Dices que la difunta esposa de tu patrón se parece a María Belén?
Camila: Sí, amá. Don Roberto me mostró una foto de la señora, que en paz descanse, y de veras que se parecen mucho. Ojalá te la pudiera enseñar.
Ramona: (pensativa) Eso es muy extraño. Sí es posible que haya varias personas en el mundo con ciertos parecidos de perfil, pero no al punto de que sean tan idénticas.
Camila: ¿Qué estás pensando? (Se lleva una cucharada de comida a la boca).
Ramona: No sabría decirte. Tal vez suene algo loco, pero si se analiza bien puede tener coherencia.
Camila: (intrigada) ¡Ay, ya mamá! ¡Suelta! ¿Qué estás suponiendo?
Ramona: Es que pensé en el origen de María Belén. Doña Amarguras muchas veces comentó que su comadre, o sea la mamá de la muchacha, había muerto durante el parto, pero nadie, ni la misma María Belén, vio una foto o algo que verificara que la historia de doña Amarguras fuera cierta.
Camila: (extrañada) Es verdad. Hay muchos cabos sueltos, ¿pero qué hay con eso?
Ramona: Tú me dijiste que don Roberto está buscando a su hija perdida y por un momento me imaginé que María Belén pudiera ser esa niña.
Camila: Mamá, yo creo que estás viendo demasiadas telenovelas. Doña Amarguras podrá ser una vieja fea, corriente, chocante, pero no una asesina y una ladrona de bebés porque la misma persona que mató a la esposa de don Roberto también fue la que se robó a su hija.
Ramona: Por eso como dijiste tú hay muchos cabos sueltos sobre de dónde viene María Belén. Tal vez doña Amarguras no fue la que hizo cosas tan atroces. Pudo ser otra persona y la niña vino a parar en manos de ella.
Camila: (pensativa) Pudo ser así. Ahora la historia toma más sentido.
En ese momento tocan la puerta de la casa.
Camila: (levantándose) Yo abro. Ya acabé de cenar (Va a abrir).
Ramona: ¡Ay, esta muchacha! Tan siquiera reposa un poco la comida.
Camila abre la puerta y se encuentra con Nicolás.
Camila: (sorprendida) Nicolás…
Nicolás: Hola, Camila. Disculpa que venga a tu casa a esta hora, pero necesito hablar contigo. Me dijeron que esta es la casa de la vecindad en la que vives.
Camila: Sí, es aquí. ¿Por qué no pasas?
Nicolás: Gracias, pero sólo necesito preguntarte sobre María Belén.
Ramona: ¿Quién es Camila? (Ve a Nicolás) Buenas noches, joven. ¿Se le ofrece algo?
Camila: Mamá, él es el amigo de Mabel, de la casa en donde ella trabajaba.
Nicolás: Mucho gusto, señora. Vine hasta aquí para preguntarles si saben algo del paradero de María Belén. Ustedes ya deben saber todo el asunto del robo en mi casa y de que ella fue llevada a la delegación por eso.
Camila: La verdad lo único que sabemos de Mabel es que salió libre porque uno de los vecinos pagó la fianza.
Nicolás: ¿Y no saben a dónde haya podido ir? No sé, algo que sepan. Necesito encontrarla y hablar con ella
Ramona: Yo sí sé en dónde está la muchacha. Está viviendo en casa de don Agapito.
Nicolás se sorprende al oír eso.
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / NOCHE
Piedad ingresa cuidadosamente a la habitación de Rodolfo. Cierra la puerta y luego va hasta una mesa de cristal en la que Rodolfo acostumbra a guardar sus bebidas alcohólicas. Piedad saca una botella de whisky en específico y la destapa con facilidad.
Piedad: (sonriendo con malicia) No fue tan difícil
La malvada joven saca una botellita de su sostén que es transparente y en la que se puede observar un polvo blanco. Todo ese polvo Piedad lo vierte en el whisky y luego lo revuelve para que se disuelva bien.
Piedad: (revolviendo) Rodolfo siempre que quiere tomar algo, se sirve un whisky de esta botella, así que va a ser imposible que el muy idiota sospeche que está envenenado.
De repente, a la habitación entra Rodolfo. Piedad tapa la botella y la pone sobre la mesa, para después fingirle una sonrisa a su amante.
Piedad: Llegas temprano.
Rodolfo: Lo hice con premeditación (Tira el maletín sobre la cama y se acerca a ella). Quería llegar para estar contigo porque hace mucho no lo hacemos.
Rodolfo se quita el saco y le sonríe con deseo a Piedad.
Piedad: Lamento tener que desilusionarte, pero esta noche no me siento muy dispuesta que digamos, mi amor.
Rodolfo ignora a Piedad, la toma entre sus brazos y comienza a besarla con pasión mientras le baja la blusa y le acaricia las piernas. Piedad, a sus espaldas, hace una expresión de asco y se aparta de él.
Rodolfo: (agitado) ¿Qué pasa? ¿No quieres estar conmigo o qué? (Molesto).
Piedad: Te acabo de decir que esta noche no estoy lo suficientemente concentrada para hacer esto, Rodolfo. ¿No lo entiendes?
Rodolfo: La que no entiende eres tú. ¡A mí no me vas a rechazar cuando se te pegue la gana! (La aprieta de la mandíbula) ¿Quién te has creído?
Piedad: Suéltame. Me estás haciendo daño.
Rodolfo: ¡Poco me importa! (La lanza hacia la cama mientras se desabrocha el cinturón) Esta noche vas a ser mía, quieras o no, y ni se te ocurra protestar.
Rodolfo se lanza encima de Piedad besándola por el cuello.
Piedad: (muy incómoda) Espera, Rodolfo... Detente.
Pero Rodolfo no se detiene y comienza a abusar de Piedad, quien siente un profundo asco con cada beso y caricia que le da.
INT. / CASA DE AGAPITO, SALA / NOCHE
Agapito sigue sosteniendo fuertemente a María Belén de un brazo, quien escucha la conversación entre él y Sandra.
Agapito: Ya no te vengas a quejar de cosas pasadas. ¿Qué esperabas? Yo no estaba dispuesto a criar un escuincle de otro.
En ese momento Sandra le lanza una cachetada a Agapito. María Belén aprovecha el momento y sale corriendo de la casa, aunque con dificultad por su cojera.
Agapito: (gritando) ¡María Belén!
Agapito trata de ir tras la joven, pero Sandra lo toma de un brazo.
Sandra: (histérica) ¡Tú no vas a ninguna parte, Agapito! Si vas detrás de esa muchacha, te juro que te vas a arrepentir. ¿Entendiste?
Agapito: ¡Me valen tus amenazas! ¡Me tienes harto!
Agapito se suelta de Sandra, le tira una bofetada y la empuja contra un sofá para después salir corriendo detrás de María Belén. Sandra rompe a llorar con la mano en el lado de la cara en el que la golpeó Agapito.
Sandra: ¡Desgraciado! (Grita) ¡Ojalá te pudras!
Por su parte, Agapito sube a su modesto auto para encontrar a María Belén y conduce por las carreteras. A lo lejos, la logra ver, pero se desespera al ver que el semáforo está en rojo y delante de él hay otros autos esperando.
Agapito: (gritando) ¡Te juro que no te me vas a escapar, María Belén! ¡Me las vas a pagar! (Apretando la bocina insistentemente).
María Belén cojea por una acera y mira aterrada hacia atrás como Agapito la sigue en su auto sonando la bocina. La muchacha trata de cruzar la carretera lo más rápido que puede, pero en ese momento, el semáforo cambia a verde y los autos siguen su curso normal. En la acera de al frente viene caminando Nicolás y alcanza a ver a María Belén. Nicolás ve que Agapito se acerca en su auto y éste al ver a María Belén en todo el centro de la carretera, frunce el ceño furioso y acelera con el propósito de atropellarla.
Nicolás: (gritando) ¡¡¡¡María Belén!!!!
María Belén escucha a Nicolás y se queda estática en plena carretera al ver a Agapito viniendo hacia ella iluminándola con las luces delanteras del auto. Nicolás corre hacia ella y la empuja al tiempo que Agapito lo atropella brutalmente. El parabrisas se avería y Nicolás cae fulminado en la carretera mientras Agapito pierde el control del volante y va a chocar contra un establecimiento.
María Belén: (consternada) ¿Qué… pasa?
En ese momento la joven coja ve a Nicolás tirado en la carretera, con un charco de sangre que se propaga alrededor de su cuerpo.
María Belén: ¡Nicolás! (Grita desgarrada)
CONTINUARÁ…
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