María Belén, muy alterada, se levanta para ir hacia Nicolás que yace tendido en la carretera muy malherido y sangrando. La gente de alrededor empieza a curiosear lo sucedido.
María Belén: (llorando) ¡Nicolás! ¡Nicolás, háblame!
La joven toma la cabeza de Nicolás y la pone en su regazo. Él aún está consciente, pero con gran parte del rostro ensangrentado y varias contusiones.
Nicolás: (débil) María Belén...
María Belén: (gritando desesperada) ¡Llamen una ambulancia, por el amor de Dios! ¡Hagan algo!
Algunas personas sacan sus celulares y llaman al hospital. La joven coja llora continuamente.
María Belén: Te vas a poner bien, Nicolás. Ya verás que sí.
Nicolás: Perdóname. Perdóname por favor, María Belén… (Empieza a sangrar por la boca).
María Belén: Yo no tengo nada que perdonarte, Nico. No hay razón para que me pidas perdón.
Nicolás: Sí. Yo... (Habla con mucha dificultad) Yo desconfié de ti y me sentí como un idiota cuando supe que no te habías robado nada.
María Belén no puede evitar llorar desconsolada con cada palabra que le dice Nicolás.
Nicolás: De verdad me siento muy arrepentido de haber dudado, aunque fuera un momento. Perdóname…
Nicolás se detiene de hablar ante el dolor físico que se lo impide. María Belén no puede evitar llorar y acaricia con suavidad el rostro del joven.
María Belén: Es mejor que ya hables más. Ya va a venir una ambulancia por ti. Por eso no hay razón para que me digas todo esto. Tú te vas a poner bien.
Nicolás: (susurrando) Pase lo que pase, yo te… (Hace una pausa) Yo te amo, Mabel...
Nicolás le sonríe levemente a María Belén y cierra los ojos. María Belén empieza a desesperarse. Camila y doña Ramona se acercan para ver qué pasa y se sorprenden al ver la escena.
María Belén: Nicolás (Moviéndolo). ¡Nicolás, abre los ojos! ¡Abre los ojos! Despierta, no te vayas. ¡Nicolás! (Grita desgarrada).
En ese momento llegan dos ambulancias. Una se estaciona y se bajan los paramédicos con la camilla para realizar el procedimiento de subirlo y transportarlo al hospital.
Paramédico 1: Tiene que apartarse, señorita (Le dice a María Belén).
María Belén: (abrazando a Nicolás) ¡No! ¡Yo me voy a quedar con Nicolás!
Camila y su madre se acercan a María Belén. La primera intenta levantar a esta última.
Camila: Por favor hazles caso a estos señores, Mabel. Te tienes que quitar.
María Belén: ¡Yo no voy a dejar solo a Nicolás! ¡Yo me voy a quedar con él! (Sin apartarse de él).
Ramona: Ellos sabrán que hacer, mija. Tú tranquila, pero hazte a un lado.
Camila: Vamos, Mabel. Levántate.
María Belén obedece a sus amigas y se aparta sin dejar de mirar a Nicolás con los ojos brillando y bañados en lágrimas.
Paramédico 2: Tendremos que practicar choque con desfibrilador. Tiene pocos signos vitales.
El otro paramédico rasga la camisa de Nicolás y en una maniobra rápida le aplica choques con un desfibrilador. Otra ambulancia con otros paramédicos socorre a Agapito quien también ha quedado muy mal después de haber chocado con un establecimiento.
INT. / CASA ROBLES, HABITACIÓN DE RODOLFO / NOCHE
Piedad se levanta de la cama, cubriéndose con una sábana y temblando, después de haber sido casi abusada por Rodolfo, quien duerme desnudo al otro lado. Piedad lo mira con un profundo odio al tiempo que derrama un par de lágrimas de sus ojos.
Piedad: (llorando) Maldito…
La mujer se quita la sábana y entra al baño. Luego, abre la ducha y deja que el agua caiga sobre su cuerpo para sentirse limpia, sin embargo, se queda quieta, sin moverse y se abraza así misma con el pensamiento ido, mientras se derrumba y rompe a llorar. Piedad se cubre con una mano la boca para evitar ser escuchada tratando de reprimir su llanto desconsolado. Por su mente empiezan a pasar varios recuerdos.
FLASHBACK
Piedad: (exasperada) No sé tú, pero ya no estoy dispuesta a seguir viviendo en este ambiente de miseria en el que todo hace falta. ¡Estoy cansada mamá!
Amarguras: Eso depende de ti. Si quieres salir de la pobreza, ya sabes… Cásate con un hombre que nos convenga a las dos
FIN DEL FLASHBACK
Piedad respira profundo y deja de llorar para intentar calmarse. Se levanta y cierra la llave de la ducha. Luego toma una toalla y comienza a secarse mientras sigue recordando.
FLASHBACK
Amarguras: Por lo visto tienes a tu jefe rendido a tus pies. ¡Eso es justo lo que necesitamos!
Piedad: ¿Te refieres a que debería casarme con el licenciado Robles?
Amarguras: ¡Por supuesto! Tienes que aprovechar mejor esos atributos que tienes para que te pida matrimonio y salgamos de esta marginal vecindad.
FIN DEL FLASHBACK
Piedad se pone una bata blanca y con la misma toalla con la que estaba secando su cuerpo, empieza a secarse el cabello mirándose al espejo.
FLASHBACK
Piedad se mira en un pequeño espejo que está colgado en la pared, frente a ella y sonríe vanidosa. Piedad se mira en un pequeño espejo que está colgado en la pared, frente a ella y sonríe vanidosa. Mary se le aparece detrás.
Mary: Ya estás cada vez más cerca de tener todo con lo que siempre soñaste, Piedad.
Piedad: Así es, Mary. Por fin voy a tener la vida que tanto me merezco. Ya me imagino usando ropa fina, joyas, perfumes. Todo va a ser mío…
Mary: Lo será. Ten por seguro que lo será, sea como sea.
Piedad: (recalcando esas últimas palabras) Sí. Sea como sea…
FIN DEL FLASHBACK
Piedad deja de sumirse en sus recuerdos y frunce el ceño, mirando su reflejo en el espejo con una ira notable. Mary aparece tras ella.
Piedad: El juego se volvió contra mí, Mary. Me siento tan sucia, tan humillada. Rodolfo… Rodolfo abusó de mí (Se le saltan las lágrimas). ¡El muy infeliz me violó! (Golpea el tocador).
Mary: Lo que acabó de pasar es sólo una prueba para medir qué tan débil eres. ¡No te puedes derrumbar por esto Piedad!
Piedad: ¿Y qué piensas? ¡Yo esto jamás lo quise!
Mary: (en tono de reproche) ¿De qué te quejas? El éxito no se limita en conseguirlo todo de la forma fácil. Todo requiere de sacrificios, además, nada se te ha salido de control.
Piedad: (llorando) Ya no sé si quiera seguir con esto…
Mary: ¡Nada de eso! Tienes que seguir adelante sin detenerte. Luego tendrás oportunidad de vengarte de Rodolfo por lo que te hizo.
Piedad: Vengarme… (Dice con el pensamiento distante).
Mary: Exactamente. Y yo te diré la forme en que lo haremos sufrir hasta que se arrepienta y lama el suelo por donde pises, rogando misericordia como un miserable gusano.
Piedad se queda mirando al espejo en una forma penetrante y oscura.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA / NOCHE
Don Roberto se dirige a subir las escaleras hacia su cuarto, ayudándose por su bastón, cuando escucha a Damián hablando por celular en la sala y va hacia allí, extrañado.
Damián: (preocupado) ¿De verdad? (Pausa) Está bien. No te preocupes. Ya voy para allá (Cuelga).
Roberto: ¿A dónde vas, Damián?
Damián: Eh... Iré a ver a una amiga mía. Parece que se metió en aprietos y necesita que la ayude.
Roberto: ¿Se trata de Camila?
Damián: (nervioso) No. Es otra amiga que había conocido cuando llegué al país. De hecho, no le he hablado a nadie más de ella.
Roberto: (dudoso) Hum, está bien. Ve y si necesitas que te ayude en algo, me dices.
Damián: (sonriéndole) Gracias, don Roberto. Lo tendré en cuenta. Hasta luego.
Damián se mete su celular en el bolsillo de su jean y se va algo apurado dejando a don Roberto muy pensativo.
INT. / HOSPITAL, SALA DE ESPERA / NOCHE
María Belén, Camila y doña Ramona están en la sala de espera del hospital ansiosas por saber noticias de Nicolás. María Belén llora en silencio, sentada y muy preocupada. Camila se le acerca y se sienta a su lado.
Camila: Es mejor que te calmes, Mabel. De nada te va a servir desesperarte. Es peor.
María Belén: Es que estoy muy asustada, Camila. No quiero que a Nicolás le pase algo por mi culpa.
Ramona: Pero lo que pasó no fue tu culpa, muchacha. Él solo te salvó la vida y eso demuestra lo mucho que te quiere.
María Belén: Sí es mi culpa. Yo nunca debí ser tan mensa y tan ingenua creyendo que don Agapito tenía buenas intenciones conmigo y tampoco debí haberle aceptado su dizque "ayuda". Ahora vean lo que pasó.
Ramona: Yo sí me lo imaginé. Ese señor no me daba buena espina ni mucho menos cuando te pagó la fianza, pero ya qué...
María Belén: (limpiándose las lágrimas) Y a propósito de él, ¿cómo está? Yo alcancé a ver que también se lo llevaron en una ambulancia.
Camila: Bueno, pues don Agapito tampoco está muy bien que digamos y una enfermera me dijo que tiene una fractura de cuello y otra en una pierna. Ya llamaron a su mujer para que venga.
Ramona: Independientemente de cómo esté, debes denunciarlo en la delegación María Belén.
María Belén: (sorprendida) ¿Cómo que denunciarlo?
Ramona: Claro que sí. Lo que hizo no puede quedar como si nada. Ese muchacho se está debatiendo entre la vida y la muerte por culpa de don Agapito y tú estarías en su lugar de no haber sido porque él te salvó.
Camila: Yo también estoy de acuerdo contigo, mamá. Tienes que denunciar a ese viejo puerco de una buena vez, Mabel, para que pague por lo que hizo. No te puedes hacer la de la vista gorda.
María Belén se queda pensativa.
INT. / MOTEL, HABITACIÓN / NOCHE
Damián está entre sábanas, teniendo intimidad con una mujer misteriosa. Él besa su cuello apasionadamente y la acaricia.
Damián: (agitado) Ah... No sé qué demonios me pasa contigo, Mary (Besándola). Me haces perder la razón. Me encantas.
En ese momento se enfoca el rostro de dicha mujer que resulta ser nada más y nada menos que Piedad, pero en su otra personalidad, Mary.
Mary: (sonriendo pícara) Tú también me encantas, mi Damy. Eres único.
Damián: Tú has sido la única persona con la que he podido abrirme a lo que siento realmente. Me entiendes, me comprendes. Tenemos tantas cosas en común (La besa).
Mary: Por eso hacemos la pareja perfecta (Pone su dedo índice en los labios de él). Los dos estamos dentro de una celda física que nos oprime el alma.
Damián: A lo mejor fue por eso que casualmente nos conocimos y conectamos aquella vez…
FLASHBACK
EXT. / VECINDAD / NOCHE
Damián espera que Camila y doña Ramona entren a la vecindad. Camila mira hacia atrás por última vez y le sonríe a Damián. Éste también le sonríe y se despide con la mano. Es la noche en que ellos dos fueron a una discoteca con María Belén y con Nicolás.
Damián: (esbozando su sonrisa) Me habría gustado besarte Camila, pero mis miedos no me habrían dejado.
La expresión de Damián se torna a una triste y nostálgica. Cuando se va a ir caminando para tomar un taxi, se choca en la entrada de la vecindad con Piedad.
Damián: (apenado) ¡Mil perdones! No me fijé.
Piedad: (molesta) ¿Eres imbécil? Casi me... (Se detiene y se marea brevemente).
Damián: (preocupado) Oye, ¿estás bien?
Piedad cierra los ojos y cuando los abre, se tornan a uno más oscuros y siniestros. Ha tomado la personalidad de Mary. Ésta alza la mirada y ve a Damián.
Damián: Si quieres te acompaño hasta tu casa. Parece que no estás bien.
Mary: Sí, sí. Estoy bien. No te preocupes.
Damián: ¿De verdad?
Mary: Sí, de verdad (Le sonríe). Disculpa. ¿Qué fue lo que pasó? (Confundida).
Damián: Me tropecé sin querer contigo (Extrañado).
Mary: Ah, sí. Ya veo. Yo también ando inmersa en mis pensamientos esta noche. ¿Pero qué hace un hombre tan guapo y de buen vestir por estos lares?
Damián se sorprende por el halago de Mary y sonríe avergonzado de que una mujer sensual como ella le digo eso. Mary lo mira de arriba abajo y sonríe con picardía.
FIN DEL FLASHBACK
Mary se aparta de Damián, se cubre con las sábanas y le da la espalda.
Damián: (extrañado) ¿Te pasó algo? ¿Dije algo que no te gustó?
Mary: Todo lo contrario. Es sólo que... (Riéndose con disimulo).
Damián: (preocupado) ¿Qué pasa? Te pusiste extraña de un momento a otro.
Mary: Damián... ¿Qué tanto estarías dispuesto a hacer por mí? (Lo mira fingiendo tristeza).
Damián: Cualquier cosa. Lo que fuera preciso.
Mary: ¿Estás seguro?
Damián: Por supuesto (La toma del rostro y la besa brevemente). ¿Qué pasa mi amor? Dime
Mary: (solloza) Es que... (Agacha la cabeza) ¡Ay, Damián! Me violaron.
Damián: (sorprendido) ¿Qué?
Mary: Eso mismo. Mi jefe me violó hace tan solo unas horas (Llorando). Estaba en su habitación organizando unos papeles, cuando llegó y me tomó por la fuerza. Por eso te llamé y notaste mi voz quebrantada. Quería estar contigo para que borraras las sucias caricias y besos que ese viejo degenerado dejó en mi cuerpo.
Damián: (furioso) ¡Maldito vejete! ¿Cómo se atrevió si quiera a poner uno sólo de sus dedos en ti? ¡Desgraciado! (Pega un puño contra la cama).
Mary: Me siento tan avergonzada contigo. Pensé mucho si contártelo o no. Tenía miedo de tu reacción y de que ya no quisieras verme ni estar conmigo (Le acaricia el rostro). Porque yo te amo, Damián. Te amo...
Damián: Yo también (La abraza). Lo que ese patán te hizo no se va a quedar así. Óyeme bien. Ese desgraciado se va a arrepentir.
Mary: ¡Yo también quiero que pague! Quiero vengarme y hacerle suplicarme perdón.
Damián: ¿Qué quieres hacer?
Mary: Quiero hacerle algo fuerte, algo que lo haga sufrir. ¡Quiero que llore lágrimas de sangre! Por eso necesito que me ayudes.
Damián se queda atento a lo que Mary piensa decirle.
INT. / HOSPITAL, SALA DE ESPERA / AL DÍA SIGUIENTE
María Belén está en la sala de espera del hospital. Se ha quedado toda la noche esperando noticias de Nicolás, sin embargo, no le han dicho nada y está sentada en una de las sillas. Doña Ramona viene y le da un café servido en un vaso de desechable.
Ramona: Toma, mija. Bébetelo todo. Te va a hacer bien.
María Belén: (recibiendo el vaso) Gracias, doña Ramona. La verdad es que con todo esto no he tenido cabeza para comer. Siento como si no me entrara nada (Bebe un sorbo del café).
Ramona: Es normal, pero el hecho de que no tengas hambre no quiere decir que no comas nada. Te puedes enfermar y ni siquiera has dormido.
En ese momento viene el doctor encargado de Nicolás. María Belén al verlo se levanta y deja el café en la silla.
Doctor: ¿Ustedes son familiares del joven Nicolás Robles?
María Belén: (preocupada) Yo soy una amiga, doctor. Díganos por favor cómo está Nicolás.
Doctor: Logramos estabilizarlo durante toda la noche en terapia intensiva, por lo que podríamos decir que ya se encuentra fuera de peligro.
María Belén suspira aliviada y sonríe junto con doña Ramona.
Doctor: Sin embargo, también les tengo una mala noticia.
Ramona: (extrañada) ¿Qué noticia?
Doctor: Por desgracia, el impacto del accidente afectó su visión y ha quedado ciego. En estos momentos Nicolás no puede ver. Tuvimos que sedarlo porque en cuanto despertó se alteró demasiado.
Esa noticia deja literalmente frías a María Belén y a doña Ramona, más que todo a la primera que se lleva las manos a la boca muy impresionada.
EXT. / VECINDAD / DÍA
Amarguras está chismoseando con sus vecinas a las afueras de la vecindad en que viven, sobre lo sucedido la noche anterior.
Amarguras: (impresionada) ¡Válgame Dios! Qué historia. Agapito en el hospital.
Vecina 1: Así como lo oyes, Amarguras y no sólo él, sino también un joven que atropelló con el coche. Dicen las malas lenguas que estaba ya pa’ morirse.
Vecina 2: Hasta dónde puede llegar un hombre por una mujercita cualquiera y tan mustia que se veía tu ahijada, Amarguras.
Amarguras: Pues ya lo ven, queridas. María Belén es de esas que se las dan de mansas ovejas, pero en el fondo son unas lobas desvergonzadas. Ahí tienen la prueba de hasta dónde llevo a Agapito.
En ese momento las mujeres se callan al ver pasar a Sandra con una expresión seria en el rostro.
Vecina 1: (murmurando) Ahí va la mujer de don Agapito.
Vecina 2: ¿Cómo estará la pobre con todo esto?
Amarguras: Yo voy a ir a hablar con ella. Las dos somos buenas amigas. Con permiso.
Amarguras se acerca hacia Sandra con una actitud chismosa y de intriga.
Amarguras: ¡Sandrita, querida! Te vi pasar y me acerqué a saludarte. ¿Cómo estás?
Sandra: Por los chismes, ya usted se imaginará que no ando muy bien. Agapito está en el hospital y por poco mata a la coja de María Belén según me contaron.
Amarguras: ¡Cuánto lo siento por ti! Déjame darte mi más sentido pésame. Cuentas conmigo para cualquier cosa que necesites.
Sandra: Gracias, doña Amarguras. La dejo. Me tengo que ir.
Amarguras: ¿Vas para el hospital a ver a tu marido?
Sandra: Sí, para allá voy a ver cómo sigue.
Amarguras: Mándale entonces un saludo de mi parte y que le deseo que se mejore.
Sandra: Yo se lo digo. Hasta luego.
Sandra se va caminando. Amarguras se queda sonriendo con hipocresía.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE NICOLÁS / DÍA
María Belén entra con una ropa especial a la habitación de urgencias en la que todavía está Nicolás. Éste reposa en la cama conectado a un electrocardiograma. También tiene la cabeza y el brazo derecho vendado. La joven coja se acongoja al verlo tan débil y se acerca a él para tomarlo de una mano. Nicolás abre los ojos.
Nicolás: ¿Quién eres tú?
María Belén: (conteniendo el llanto) Soy yo, Nicolás.
Nicolás: (sonriendo levemente) Viniste a verme, aunque yo no pueda hacer lo mismo (Borra su sonrisa). Me siento tan... cansado.
María Belén: El doctor me dijo que te aplicaron un sedante para evitar que te alteraras de nuevo. Estás muy delicado todavía.
Nicolás: Un sedante... Son curiosos los efectos que tiene en el cuerpo, pero de nada sirve, porque no me da a devolver la vista ni mucho menos me va a hacer sentir mejor por saber que no voy a poder volver a ver nunca más.
María Belén: (llorando) Perdóname. Si estás ciego ahora es por mi culpa, Nico. Yo tendría que ser la que estuviera en esa cama en este momento. Tú no.
Nicolás no dice nada, pero sonríe y también derrama un par de lágrimas. Luego con una de sus manos intenta acariciar el rostro de María Belén.
Nicolás: Escúchame. Si hago este sacrificio es porque te amo y no tienes que sentirte culpable absolutamente de nada.
María Belén: ¿A costa de tu vista? No era necesario que hicieras un sacrificio así por mí. De hecho, ni siquiera tenías por qué haberme salvado. ¿Por qué no dejaste que me atropellaran a mí? ¿Por qué tenías que ser tan idiota? (Llorando molesta).
Nicolás: (recostándose adolorido en la cama) ¿Tú habrías hecho lo mismo por mí?
María Belén se sorprende al oír la pregunta de Nicolás. Él también llora.
Nicolás: Porque, ¿sabes algo? Yo te salvaría una y mil veces más si fuera preciso. Cuando se ama a una persona, las acciones que se cataloguen como "idiotas" valen la pena hacerlas por ella. ¡Y yo a ti te amo María Belén!
María Belén empieza a llorar desconsolada y trata de contenerse llevándose la mano a la boca, pero no puede. Nicolás continúa hablando.
Nicolás: (quebrantando la voz) Y a lo mejor seguirás llamándome idiota, pero no me importa y, aunque me duela estar ciego en este momento, para mí la mejor compensación es saber que tú estás bien y tienes la oportunidad de sonreír sin que nada te haga daño.
María Belén mira a Nicolás con los ojos brillando por las lágrimas y se acerca a él para abrazarlo.
María Belén: (llorando) ¡Menso, imbécil! ¿Cómo me haces esto? La mera verdad es que yo no me imagino lo que también habría hecho para salvarte y verte feliz porque, a pesar de todo yo también te amo.
Nicolás: (sonriendo) Eso nos hace los dos un par de mensos, je, je, je.
María Belén se ríe por el comentario de Nicolás en medio de las lágrimas.
INT. / CASA ROBLES, COCINA / DÍA
Dorotea está hablando con una nueva muchacha de servicio doméstico, quien ya tiene puesto el uniforme. La muchacha es ahijada de Dorotea.
Valentina: ¡Qué casona, madrina! (Mira el jardín por la ventana). Si parece un palacio comparado en la casita donde vivimos mi papá y yo.
Dorotea: Yo lo sé, pero aquí no viniste a fisgonear qué tan elegante es la casa, sino a trabajar, Valentina. Le dije a don Rodolfo que te traería para acá en reemplazo de la otra muchacha que estaba antes de ti.
Valentina: Muy bien. ¿Y en qué quieres que te ayude?
En ese momento suena el teléfono inalámbrico de la cocina. Dorotea contesta.
Dorotea: ¿Sí, bueno? (Pausa) ¡María Belén, mija! ¡Qué bueno que llamas! He estado con el pendiente por el joven Nicolás que no viene desde ayer que salió a saber de ti. Me imagino que estuvo contigo.
INT. / HOSPITAL / DÍA
María Belén habla con Dorotea por un teléfono público del hospital que funciona con monedas.
María Belén: La verdad es que no te tengo buenas noticias, Dorotea. Nico tuvo un accidente anoche.
Dorotea: (preocupada) ¿Cómo que un accidente?
María Belén: Un coche por poco me lleva por delante, pero Nico se metió, me empujó y fue él a quien atropellaron.
Dorotea: (impresionada) ¡Dios mío! ¿Y cómo está él?
María Belén: En estos momentos estable, pero... ¡Ay, Dorotea! Con el accidente, Nico quedó ciego. No puede ver.
Dorotea: ¿Ciego? ¡Por Dios, qué tragedia! Ya mismo salgo para allá y trato de comunicarme con don Rodolfo, aunque dudosamente creo que le importe. Nos vemos en el hospital, muchacha.
Dorotea muy preocupada cuelga el teléfono.
Valentina: (extrañada) ¿Qué pasó madrina?
Dorotea: Tengo que salir de urgencia para el hospital. El hijo del patrón tuvo un accidente.
Valentina: ¿Y a ti qué te importa que haya tenido un accidente?
Dorotea: Para mí el joven es como otro ahijado y lo aprecio tanto como a ti. ¡De verdad que eres desconsiderada! Pero ahora no tengo tiempo para discutir contigo. Ponte a limpiar los cuartos de arriba y luego organiza la cocina.
Valentina: (sorprendida) ¡Pero es mucho trabajo, madrina!
Dorotea: (saliendo de la cocina) Ya te dije, Valentina. No quiero berrinches.
Valentina se cruza de brazos y rueda los ojos.
INT. / HOSPITAL / DÍA
María Belén también cuelga el auricular del teléfono y suspira. A lo lejos, por ese mismo pasillo del hospital, vienen Camila y don Roberto, éste apoyándose en su bastón. Camila ha acompañado al buen anciano a un chequeo médico
Camila: Qué buena noticia que su doctor de cabecera lo haya encontrado en buenas condiciones de salud, don Roberto. Eso es buena señal de que todavía le quedan muchos años más de vida, aunque usted diga que no.
Roberto: (sonriendo) Tienes razón, Camila. Me hizo bien venir al hospital porque gracias a eso de nuevo estoy guardando la esperanza de que sea posible encontrar a mi hija.
Camila: ¿Lo ve? Es sólo cuestión de que le baje dos rayitas a su mal humor para que vea que mientras se tenga vida y salud, todo es posible, sin que me lo tome a mal, ja, ja, ja.
Roberto: Ja, ja, ja. No te preocupes. Yo reconozco que soy un viejo gruñón. No por algo Isis está recalcándomelo siempre. ¿Me creerías que en estos momentos siento ganas de besarla? (Los dos se ríen).
Camila: Lástima que no ande por aquí. Me encantaría ver eso.
En ese momento Camila ve a María Belén quien tampoco los ha visto a ellos.
Camila: ¡Don Roberto! (Tocándolo).
Roberto: Dime.
Camila: Mire allá (Señala hacia donde está María Belén). Esa es mi amiga Mabel, de la que le había hablado.
Roberto: (sorprendido) ¿De verdad?
Camila: ¡Claro que sí! Venga vamos a saludarla.
Los dos agilizan el paso y se acercan a María Belén, quien está sentada en una banca. Don Roberto siente una extraña sensación.
Camila: (emocionada) ¡Mabel, hola!
María Belén voltea a verlos, se levanta de la banca y sonríe.
María Belén: ¡Camila!
Al ver el rostro de la joven coja, don Roberto se queda sumamente impactado.
Camila: ¿Cómo sigue, Nicolás? Mi mamá ya me dijo que el accidente lo dejó ciego (Ambas esbozan sus sonrisas).
María Belén: Sí, por desgracia así fue, aunque ya se encuentra estable, pero todavía sigue algo malito, así que está en urgencias todavía.
Camila: Qué mal. Ya me imagino el impacto para él, pero ahora hay muchas posibilidades para que recupere la visión. Hay operaciones, tratamientos, trasplante de córneas...
María Belén: Sí, algo de eso me hablaron. Gracias por tu buena onda, Cami.
Camila: No hay de qué. Mira, te presento a don Roberto, mi patrón.
María Belén: (sonriendo) Mucho gusto, señor.
María Belén le extiende la mano a don Roberto sin imaginarse que sea su padre. El anciano le corresponde.
Roberto: (muy impactado) El gusto es mío, muchacha.
INT. / HOSPITAL, HABITACIÓN DE AGAPITO / DÍA
Por otra parte, Sandra entra al cuarto de Agapito. Éste, a diferencia de Nicolás, ya está fuera de peligro. La mujer lo mira fulminante durmiendo en su cama. Agapito tiene varias contusiones en el rostro y usando un cuello ortopédico. Ella cierra la puerta y se acerca a su marido.
Sandra: (con odio) ¡Eres un infeliz, Agapito! Tú mismo eres el culpable de la vida miserable en que he vivido y por eso estás aquí.
Sandra toma una almohada de la cama y empieza a derramar lágrimas sin cambiar esa expresión de furia y amargura de su rostro.
Sandra: Pero ya no pienso consentirte que me sigas humillando. Espero que te pudras en el infierno. ¡Desgraciado!
Y decidida, Sandra comienza a ahogar a Agapito con la almohada mientras llora desconsolada con el maquillaje regado.
Sandra: (furiosa) ¡Muere perro infeliz! ¡¡Muere!!
Sandra no se detiene y sigue ahogando a Agapito hasta que el electrocardiograma indica que se ha quedado sin signos vitales y emite un constante pitido. Sandra retira la almohada al tiempo que a la habitación entra una enfermera y un doctor, los cuales se quedan impactados al verla
Sandra: Lo maté... (Acariciando el rostro de Agapito) Yo lo maté...
CONTINUARÁ…