EXT. / CAFETERÍA / NOCHE
Una persona misteriosa está escondida tras un poste de luz mirando a lo lejos cómo Camila y Damián conversan muy a gusto y entran juntos a una cafetería. Esa persona es nada más y nada menos que la señorita Isis, pero disfrazada de hombre, al estilo de Charles Chaplin.
Isis: (suspirando aliviada) Con que allá van ese par de críos. ¡Madre mía! Llegué a pensar que se irían directo para un motel. Por eso tengo que mantenerme bien alerta.
La señorita Isis también se dirige a entrar a la cafetería. Ocupa una mesa, no muy alejada de Camila y Damián, y toma la carta del menú para cubrirse el rostro y tenerlos bien vigilados. Una mesera les sirve dos tazas de café al par de jóvenes, junto con un plato de churros.
Camila: (a la mesera) Muchas gracias.
La mesera se va.
Damián: Bueno, ya que estamos aquí, hagamos la salida más agradable. Cuéntame de ti (Bebe un sorbo del café).
Camila: La verdad no tengo mucho qué contarte de mi vida. Vivo con mi mamá en una pensión. Hace años vivimos allí (También bebe un sorbo de su café).
Damián: ¿No vives con tu padre?
Camila: (esbozando la sonrisa) No. Mi papá nos abandonó a mi mamá y a mí cuando yo todavía era una niña por irse detrás de otra vieja, así que no volvimos a saber nada de él.
Damián: Disculpa si mi pregunta te pareció impertinente. Lo siento.
Camila: No te preocupes. De hecho, me gusta contarles esa parte de mi vida a los demás porque me siento muy orgullosa de todo lo que hizo mi mamá para sacarme adelante. ¿Y sabes algo? (Sonriendo ilusionada).
Damián: (sonriendo) Dime.
Camila: Uno de los sueños que tengo es trabajar duro para darle una casita, una en la que ella pueda sentirse contenta y tranquila.
Damián se sorprende al conocer más a fondo a Camila.
Damián: Eso que me cuentas es muy bueno. Si yo tuviera a mis padres, también haría todo lo que pudiera para que estuvieran bien.
Camila: (extrañada) ¿Eres huérfano entonces?
Damián: (sonriendo forzado) Sí. Hace ya dos años que mis papás se fueron. A los dos los asaltaron una noche que no estaba en casa y… (Después de una pausa) Los mataron. Me acuerdo que mi mamá me había insistido mucho en que no saliera ese día. Pensé que estaba preocupada porque algo me pasara, pero fue todo lo contrario (Habla con la mirada ida).
Camila: (conmovida) ¡Cuánto lo siento! No debió ser muy fácil para ti (Pone su mano sobre la de él).
Damián: (sollozo) Para nada. Me quería morir. Le perdí el sentido a la vida y no paraba de echarme la culpa de lo que pasó, con decirte que hasta el día de hoy sigo pensando que, si me hubiera quedado esa noche en mi casa, pude haberlo evitado, no sé…
Camila: No sé qué decirte. Yo creo que sería mejor que cambiáramos de tema.
Damián: (limpiándose los ojos) Tienes razón. Disculpa si te contagié con mis antecedentes depresivos (Se ríe levemente junto con Camila).
Camila: Claro que no. Todos pasamos por momentos duros alguna vez…
Camila y Damián siguen platicando.
EXT. / CEMENTERIO / AL DÍA SIGUIENTE
Es temprano en la ciudad y se está llevando a cabo el entierro de Lucrecia. El sacerdote, como es costumbre, dice algunas palabras antes de que el ataúd sea enterrado por los sepultureros. Todos los asistentes están vestidos de negros, entre los que se encuentran por supuesto Nicolás, María Belén, Dorotea, Rodolfo, Piedad y Amarguras. Nicolás llora en silencio y María Belén está a su lado. Cuando el sacerdote termina su prédica, da la bendición al ataúd y se retira.
Nicolás: Qué descanses en paz, mamá. Te quiero mucho
Nicolás rompe a llorar en el mismo momento en que le pone un clavel blanco al ataúd. Rodolfo tiene una expresión seria. Ni siquiera se inmuta a consolar a su hijo y se acerca disimuladamente a Amarguras, que está al lado de Piedad.
Rodolfo: (en voz baja) Me gustaría hablar con usted un momento. ¿Me permite?
Amarguras: Claro que sí, licenciado.
Rodolfo y Amarguras se apartan de los demás. Piedad se queda mirándolos extrañada.
Amarguras: Muy bien. Usted dirá, pero antes déjeme darle mi más sentido pésame por la muerte de su esposa. Qué horror (Niega con la cabeza). Morir ahogada. Me pregunto yo en qué estaba pensando para…
Rodolfo: ¡Ejem! Le agradezco sus condolencias doña Amarguras, pero lo que le quiero preguntar es importante.
Amarguras: (sonriendo) ¡Ah, sí! Claro. Adelante
Rodolfo: Yo pensé que habíamos quedado en un trato hacía años cuando le di una jugosa cantidad de dinero para que hiciéramos de cuenta que nunca nos habíamos visto.
Amarguras: (desconcertada) ¿A qué se refiere? No le entiendo bien, licenciado.
Rodolfo: Míreme bien. ¿No recuerda haber visto mi rostro en otro lado?
Amarguras: (haciendo memoria) La verdad no. Aunque ahora que lo miro bien, sí. Se parece a un viejo escurrido y acabado que salía disfrazado de espagueti afuera de un restaurante.
Rodolfo: (ofendido) ¿Cómo dice?
Amarguras (avergonzada): ¡Ay, nada! No me haga caso. Ya ve usted. La imprudencia siempre me traiciona, pero hablando en serio…
Rodolfo: (la interrumpe molesto) ¡Yo fui quien le vendió a una niña recién nacida hace años! ¿Recuerda?
Amarguras: (muy sorprendida) ¿Qué? ¿Usted?
Rodolfo: ¿Va a decirme que no se acordaba de mí? Porque me ha dado por pensar que todo este tiempo usted incitó a su hija para que entrara a trabajar a mi empresa y me sedujera, y la noche de la cena hizo como si nunca me hubiera conocido.
Amarguras: Pues está muy equivocado, licenciado (Reponiéndose de la sorpresa). A mí jamás se me cruzó por la cabeza que usted pudiera ser el mismo hombre que me vendió a la niña. Todo parece ser una casualidad.
Rodolfo: Yo no creo en estúpidas casualidades, señora, pero está bien. Poco me importa ya. Necesito que me diga si su ahijada es la hija de Nidia, la que le vendí hace diecinueve años.
Amarguras: (sonriendo vanidosa) Me imagino que se refiere a María Belén, pero así es. Es la misma. Ya ha pasado mucho tiempo. ¿Quién pensaría que me lo volvería a encontrar?
Rodolfo: Este encuentro no significa nada, doña Amarguras. Lo que pasó siempre tiene que quedar bien oculto como siempre lo ha estado. Con razón lo sospechaba. De ahí el parecido de Nidia con la tal María Belén.
Amarguras: Mirándolo bien, sí es usted aquel hombre. Más viejo y arrugado, pero sí es usted (Rodolfo la mira con los ojos entrecerrados). En cuanto a lo que dice, por supuesto que va a seguir oculto. A luz de la policía, podríamos parar en la cárcel por el trato que hicimos.
Rodolfo: Usted lo ha dicho y por eso le advierto de una vez que espero y no vaya a utilizar eso a su favor para sonsacarme de dinero
Amarguras: (haciéndose la indignada) ¿Cómo puede pensar eso de mí, licenciado? Yo soy una mujer pobre, pero de palabra.
Rodolfo: El haberme recibido a una niña a cambio de dinero no habla muy bien de usted ni mucho menos el plan que armó con Piedad.
Amarguras: Sobre eso, déjeme aclararle que yo no armé ningún plan con mi hija. Como le dije, todo es una casualidad. Además, usted nunca me dijo su nombre, ni dónde vivía, ni en qué trabajaba.
Rodolfo: ¡En fin! Todo tiene que seguir como un secreto entre usted y yo. Nadie, ni siquiera Piedad, pueden saber la verdad de María Belén. ¿Me entendió?
Amarguras asienta con la cabeza, sonriendo con su típica vanidad.
INT. / CASA ROBLES, SALA / NOCHE
En la sala, hay un detective de la policía haciéndoles unas preguntas a Nicolás, María Belén, Piedad, Rodolfo y Dorotea. Estos dos últimos y el detective están sentados en diferentes sofás.
Detective: Es muy posible que la muerte de la señora Lucrecia Méndez se haya tratado de un suicidio porque todo apunta a que lo fue. Por eso necesito que me respondan un par de preguntas más para esclarecerlo todo.
Rodolfo: Usted dirá detective.
Detective: (a Rodolfo) ¿Cómo era su matrimonio con la señora?
Rodolfo: Bueno (Suspira). Últimamente las cosas no iban muy bien para los dos y…
Nicolás: (interviene) Mi mamá no tenía suficientes motivos para suicidarse sólo porque su matrimonio no anduviera bien.
Rodolfo: Por favor, Nicolás. Este es un asunto serio. No empieces con tus estúpidas indirectas
Nicolás: (alterado) ¿Indirectas? ¡Mi mamá fue enterrada hoy! ¡Murió! Y yo estoy seguro que no se trató de ningún suicidio. Hay algo más allá de eso.
Se enfoca la mirada penetrante y culpable de Piedad.
Rodolfo: Entonces, ¿insinúas que alguien la mató?
Detective: Por favor, no nos desviemos del tema central. Pueden caber varias posibilidades, inclusive la de que se haya tratado de un asesinato.
Nicolás: Entonces, será mejor que haga su trabajo, detective, y empiece a investigar más a fondo qué fue lo que pasó. Con permiso. No tengo nada más que hacer aquí
Nicolás se retira de la sala y segundos después, María Belén va tras él.
Rodolfo: Disculpe a mi hijo, detective. Comprenda que le afectó mucho todo esto. Era muy apegado a Lucrecia.
Piedad: Que en paz descanse la pobre (Niega con la cabeza cínicamente).
Nicolás sube a su cuarto y entra. Empieza a dar vueltas como si no se hallara a sí mismo y patea su mesita de noche al tiempo que rompe a llorar frustrado y triste. María Belén lo mira parada desde la puerta.
María Belén: (tímida) ¿Puedo pasar?
Nicolás, al verla, se limpia los ojos y asienta con la cabeza. María Belén entra al cuarto y se sienta en la cama con él.
María Belén: También me dio reteharta tristeza lo que pasó con tu mamá. En los poquitos días que la conocí, me estaba empezando a encariñar con ella. Lo siento mucho por ti.
Nicolás: (sonriendo forzado) Mi mamá siempre fue una buena mujer, conmigo y con mi papá, a pesar de lo mal que él la trataba. Yo sólo quería verla feliz, pero en vez de eso, le di más preocupaciones que alegrías…
María Belén mira triste a Nicolás, quien sigue derramando lágrimas.
Nicolás: Ella me apoyó, incluso cuando mi papá me metió obligadamente en un internado. Ahí… (Hace una pausa) Ahí sufrí mucho. ¿Sabes?
María Belén: (extrañada) ¿Por qué?
Nicolás: Muchas veces de burlaron de mí porque era muy tímido o casi no hablaba con nadie. Me veían como un bicho raro y por eso me hacían bromas pesadas. Al principio eran bromas sin importancia, pero después se fueron volviendo más constantes.
María Belén, muy conmovida, no puede evitar derramar varias lágrimas.
Nicolás: Muchas veces mis otros compañeros me metían en cosas que no había hecho y era castigado severamente en la dirección. En el restaurante, algunos me ponían el pie para que me cayera con la bandeja de comida y todos se burlaran de mí.
Nicolás hace una pausa para no romper a llorar.
Nicolás: Una vez me harté e intenté defenderme. Me lancé contra uno de mis compañeros y comencé a pegarle sin parar en el rostro. Estaba furioso. Prácticamente lo quería matar y golpeaba su cabeza repetidas veces contra el piso, pero me detuve cuando me vi las manos manchadas de sangre.
María Belén: ¿Y qué pasó después?
Nicolás: Lo incapacitaron por un mes. A mí me remitieron a un psicológico que les recomendó a mis padres internarme en un sanatorio por neurastenia. Estuve ahí durante seis meses y de no haber sido por el apoyo de mi mamá, no sé qué hubiera pasado conmigo…
María Belén se lleva las manos a la boca, muy impresionada por lo que le ha contado Nicolás.
Nicolás: Y ahora ella se fue. Me dejó solo (Llorando). Ya no la voy a volver nunca más. Se murió y me dejo solo, María Belén ¡Estoy solo porque a nadie más le importo! (Rompe a llorar).
En eso, en impulso, María Belén abraza a Nicolás y éste le corresponde, abrazándola más fuertemente.
María Belén: (llorando) Claro que no. Tú no estás solo, Nico. Tu mamá se fue, pero me tienes a mí. Yo soy tu amiga y a mí sí me importas.
Nicolás no dice nada, pero sólo se desahoga, abrazado a María Belén. Piedad se entre asoma por una pared y los mira en silencio, sintiendo de repente enojo por lo que ve. La joven se retira molesta y entra a uno de los baños. Se lava las manos y se mira al espejo. Detrás de ella, aparece Mary y Piedad la mira a través de su reflejo.
Mary: Sé lo que estás sintiendo, Piedad. Te entiendo
Piedad: ¿Qué vas a entender tú? No me pasa absolutamente nada. Sólo estoy nerviosa de que hayas hecho mal el trabajo y dejado alguna prueba que nos incrimine de la muerte de la vieja.
Mary: Ja, ja, ja. Por eso no te preocupes. Borré las huellas de todo lo que pude haber tocado. Nada va a pasar, pero tal vez Lucrecia no haya sido el único estorbo del que tuvimos que deshacernos.
Piedad: (extrañada) ¿A qué te refieres?
Mary: Que María Belén también puede ser un estorbo en nuestros planes. Tú la viste, abrazada como una garrapata a Nicolás en ese papel de amiga consoladora.
Piedad: (preocupada) ¿Crees que pueda tomarme ventaja?
Mary: ¡Exactamente! Nicolás es heredero de Lucrecia. En el testamento, ella debió dejarle una buena cantidad de sus bienes, muchos más que a Rodolfo. Eso es justo en lo que pensó la coja esa.
Piedad: Lo dudo mucho. María Belén no es de esas, a pesar de todo.
Mary: Eso crees tú, pero las apariencias engañan (Hablándole al oído con malicia). Es mejor que vayamos planeando una manera de deshacernos de ella, tal y como lo hicimos con Lucrecia.
El reflejo de Mary en el espejo desaparece. Piedad se voltea y ya no la ve por ninguna parte.
INT. / CASA ROBLES, CUARTO DE MARÍA BELÉN / NOCHE
Es plena madrugada. Rodolfo entra silenciosamente al cuarto de María Belén donde ésta duerme con una camisa y unos shorts. La joven está medio descobijada y Rodolfo no desaprovecha oportunidad para acercarse a ella y acariciarle el rostro.
Rodolfo: (susurrando) Eres igual de bella que tu madre (Le acaricia también las piernas). La misma voz, los mismos gestos…
De repente, Dorotea pasa por ahí y al ver la puerta abierta del cuarto, entra y sorprende a Rodolfo.
Dorotea: (extrañada) ¡Señor! ¿Qué está haciendo usted aquí?
Rodolfo no dice nada. Mira fulminante a Dorotea y sale del cuarto. Dorotea se queda extrañada y se acerca a María Belén para cobijarla bien.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / AL DÍA SIGUIENTE
María Belén está visitando a Camila y a doña Ramona.
Ramona: (a María Belén) ¡Ay! ¡Qué bueno que nos visitas, mija! Nos tenías con el pendiente desde hacía días que no sabíamos nada de ti (La abraza).
María Belén: (sonriendo) Es que no tenía forma de avisarles nada, doña Ramona, pero les traje este pan caliente aprovechando la visita (Le entrega una bolsa a doña Ramona).
Ramona: No te hubieras molestado, muchacha. Muchísimas gracias.
Camila: Nos enteramos que la vieja de Amarguras te echó, por un trato que hizo con Agapito, algo así…
María Belén: (esbozando su sonrisa) Sí, de eso me di cuenta yo también. Mi madrina le debía mucha plata a don Agapito, y me usaron a mí como medio de pago (Indignada).
Camila: ¡Méndigos viejos perros! Me caen de la patada. Por lo menos mi mamá le tiró su buena cachetada a doña Amarguras. ¿Verdad, ma?
Doña Ramona: (riéndose) Sí, pero la muy cobarde se asustó cuando vio que éramos dos contra una.
María Belén: (riéndose) No puedo creer que en serio hayan hecho eso. Me hubiera gustado ver la cara de mi madrina.
Camila: Lástima que no tengo de esos celulares táctiles para haberle tomado su buena foto y subirla al Facebook (Se ríe), pero a todas éstas, cuéntanos en dónde te habíamos metido, Mabel.
María Belén: (emocionada) ¡No me lo van a creer! Conseguí trabajo de empleada en la casa de un joven de buena posición. Se llama Nicolás Robles.
Camila: ¿Cómo que un joven? ¡Cuéntanos bien! (Se sienta con Mabel en un sofá).
María Belén: Lo conocí el día que mi madrina me echó. Él me llevó a su casa y su mamá que en paz descanse, me dio trabajo. Pero la señora murió y la enterraron ayer.
María Belén continúa contándoles.
INT. / VECINDAD, CASA DE AMARGURAS / DÍA
Piedad, entretanto, se alista para ir al trabajo. Amarguras le sirve el desayuno en el modesto comedor que tienen.
Piedad: (sentándose para desayunar) ¿Ya hablaste con Agapito, mamá? Me urge en cuanto antes que ejecutemos ese plan que habíamos dicho.
Amarguras: (curioso) ¿Y qué te hizo cambiar de opinión, hija? Antes te daba lo mismo que la coja estuviera trabajando o no en la casa del licenciado.
Piedad: Estuve pensando bien las cosas y creo que María Belén sí puede resultar a la larga un estorbo para mí. Parece que anda liada con Nicolás y no debe tardar en ir enredando a Rodolfo.
Amarguras: (sentándose con una actitud chismosa) ¿Y por qué lo dices?
Piedad: Ayer la descubrí muy abrazadita con Nicolás consolándolo por la muerte de la vieja y se me ocurrió que a lo mejor la coja esa no es tan inocente como parece y debe querer su buena tajada de la herencia. Después de todo, Lucrecia era la del dinero.
Amarguras: ¿Será posible? Siendo así, no hay tiempo que perder. Tienes que hacerte novia del licenciado en cuanto antes.
Piedad: Todavía no, mamá. Te recuerdo que tan sólo ayer enterraron a la vieja.
Amarguras: Yo digo que vayas a poco a poco, pero tampoco tan lentamente. En un mes como máximo puedes ser su novia oficial y así tendrás oportunidad de inculpar a la coja en un robo para que salga con la cola entre las patas de la casa de los Robles.
Piedad: ¿Y luego?
Amarguras: Luego, Agapito hará su parte dependiendo de lo que yo ya había hablado con él. Es la única manera que tenemos para deshacernos de María Belén.
Piedad: Está bien, aunque voy a mirar si puedo agilizar las cosas. Entre más tiempo pase, más hábil se puede hacer la mustia. Yo ya me voy. No quiero llegar tarde a mi trabajo (Se levanta).
Amarguras: (levantándose) ¿Y vas a dejar tu desayuno servido?
Piedad: ¡Por favor, mamá! ¿A esa porquería que me sirves llamas desayuno? Eso no se lo comería ni el perro pulgoso de la vecindad. Ubícate (Toma su bolso) Adiós.
Amarguras: Tienes razón. Discúlpame, pero ya ves que la alacena hasta tiene telarañas. No hay mucho para comer.
Piedad: Si no te gastaras el dinero que te doy para ir al mercado en apuestas, la alacena estaría llena.
Amarguras: (nerviosa) Claro que no. ¿De dónde sacas que lo gasto en apuestas? Yo…
Piedad: ¡Sí, sí! Comeré algo en la casa de los Robles. Ya me voy.
Amarguras: ¡Qué tengas buen día, mi amor!
Amarguras acompaña hasta la puerta a Piedad. Justo cuando ambas salen de la casa, se encuentran con María Belén, Camila y doña Ramona. Estas tres últimas no hacen buen gesto en el rostro.
Piedad: ¡Miren quien anda por estos lados! ¿Se puede saber qué haces por aquí, María Belén? (Hipócrita) ¿No deberías estar en la casa fregando pisos como la chacha que eres?
Camila: (a Piedad) Por lo menos María Belén trabaja honradamente y no anda enseñándole las piernas a todo el barrio. Mira tu falda.
Piedad: ¡Tú no te metas en lo que no te importa! ¡Metiche!
Camila: ¿Cómo me llamaste? (Desafiante).
María Belén: No te preocupes, Cami. Déjala. Y para que te lo sepas Piedad, me dieron permiso para venir a visitar a mis amigas, así que ocúpate mejor de tus asuntos.
Piedad: Por supuesto que yo me ocupo de mis asuntos y no ando pidiendo permisos para perder el tiempo, aunque debería corregir eso último porque tú lo aprovechas más que nadie.
María Belén: ¿Tratas de decirme algo?
Ramona: Es mejor que no le hagas caso, María Belén. Tú ya te ibas de todos modos para tu trabajo.
María Belén: (molesta) ¡No, doña Ramona! Yo no me voy hasta que Piedad me diga en mi cara qué es lo que me quiere decir.
Piedad: Eso deberías saberlo tú misma. ¿O quieres que ventile frente a todo el mundo la clase de golfa trepadora que resultaste ser? ¡Sí! Porque aparte de que eres una coja, cara de mustia, ya descubrí lo que te traes con Nicolás Robles. Te le quieres meter por los ojos, como una golfa (Le habla en toda la cara a María Belén).
María Belén: (furiosa) ¡Ya está bueno de andarme faltando al respeto, Piedad!
Piedad: (desafiante) ¡Yo te hablo como se me dé la gana, coja harapienta! ¿O qué me vas a hacer? ¿Ah? ¿Crees que te tengo miedo?
María Belén pierde los estribos, tira su bolso para el piso y le lanza una sonora cachetada a Piedad.
María Belén: (agarrándola del pelo) ¡Ahora sí te voy a poner en tu lugar pa' que aprendas a respetar! ¡Ofrecida!
Piedad: (adolorida) ¡Argh! ¡Suéltame, maldita coja! ¡Suéltame! (Tratando de soltarse).
Amarguras: (aterrada) ¡Suelta a mi hija, coja desgraciada! ¡Suéltala! ¡La vas a matar!
Camila y doña Ramona deciden intervenir y separan a María Belén de Piedad. María Belén le lanza un zarpazo con las uñas en un lado de la cara a Piedad y se ve cómo ésta quedó cómicamente despelucada
Piedad: (histérica) ¡Maldita coja! ¡Te vas a arrepentir de haberme golpeado, estúpida! ¡Te vas a arrepentir!
María Belén: (siendo contenida por Camila) ¡Pos yo tampoco te tengo miedo, ah! ¡Y atrévete a volver a decirme algo y a la próxima te dejo calva!
Amarguras: Ven, Piedad. Mejor entremos
Amarguras y Piedad entran a su casa.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, COMEDOR / DÍA
Don Roberto desayuna acompañado de La señorita Isis y Damián. Ella revisa su laptop mientras come su cereal con leche.
Isis: ¡Es el colmo! Mi tienda online de ropa de segunda mano para dama no ha tenido el éxito que esperé (Triste). En veinticuatro horas no he vendido absolutamente nada.
Roberto: (riéndose) ¿Y qué esperabas? La gente no es tan estúpida como para andar comprando ropa vieja y de mala calidad, y mucho menos por Internet.
Isis: (haciendo un puchero) Es increíble que le estés diciendo eso a tu propia hermana cuando deberías estarme apoyando y deseándome suerte.
Roberto: Si hicieras las cosas bien y tuvieras idea de cómo se maneja un negocio, hasta te besaría los pies, pero no. Todo lo haces con las patas y no con la cabeza. Deberías internarte en un convento (Se lleva un bocado de comida a la boca).
Isis: ¡Por Santa Teresa y los pies mal olorosos de mi tía Fortunata! ¿Cómo te atreves? ¡Viejo gilipollas! (Le grita con la voz grave).
Roberto: (furioso) ¿Cómo me dijiste, gorda cincuentona?
Isis: ¡Gorda cincuentona tu madre!
Roberto: ¡Estúpida! ¡Mi madre también fue la tuya!
Isis: (levantándose furiosa) ¡No me cambies el tema!
Damián: (interviniendo) Ya, por favor. No está bien que se peleen en la mesa. Siéntate, madrina.
Isis: (hablando de nuevo delicadamente) Tienes razón, mi Damián (Se sienta). A veces pierdo los estribos con mi querido hermano, pero ya estamos acostumbrados, así que no te preocupes.
Roberto: Eso es verdad. Por más que trate de soportar a Isis, me es imposible. Habré de estar pagando una penitencia perpetua.
Damián: Bueno. Yo quería proponerle a mi madrina que a lo mejor debe utilizar otro método para llamar la atención en su negocio.
Roberto: Ese negocio ya es un fracaso. Que mejor ni siga perdiendo el tiempo y se ponga en la tarea de buscar otro trabajo. En un convento la recibirían muy bien. Después de todo ya se quedó para vestir santos (Burlesco).
Isis: ¡Corrección hermanito! Te puedo apostar que me voy a convertir en la mujer más deseada del país, en un ícono de la feminidad (Haciendo señas con las manos e imaginándose muy ilusionada). Voy a salir en las portadas de las revistas más importantes y seré una modelo ejemplar para las mujeres menopáusicas de la era contemporánea.
Roberto: ¡Pamplinas! Ni siquiera tú misma sabes el significado de todo lo que dices.
Isis: Allá tú. Tendrás que besarme mis pies cuando logre todo lo que me he propuesto. Ya verás, ya verás… (Se va del comedor cantando).
INT. / CASA ROBLES / DÍA
María Belén llega a la casa Robles y justo se topa con Rodolfo quien va de salida.
María Belén: (seria) Buenos días, señor.
Rodolfo: (mirándola sonriente) Buenos días, María Belén. ¿Estabas por fuera?
María Belén: Sí. Dorotea me dio permiso para ir a visitar unas amigas en la vecindad donde vivía antes.
Rodolfo: Me parece de muy mal gusto que Dorotea se tome atribuciones que no le corresponden como darte permisos para salir. Eso tenías que habérmelo pedido a mí.
María Belén: Me imaginé que como está tan afectado por la muerte de su señora esposa, pues mejor no quise molestarlo.
Rodolfo: No es necesario que seas tan arisca conmigo, muchacha (Le acaricia el rostro y María Belén se aparta incómoda).
María Belén: No es que sea arisca, pero prefiero guardar las distancias. Ya sabe usted. Yo sólo soy la empleada de aquí.
Rodolfo: Todo eso puede cambiar si me permites que tengamos… Una relación más cercana, más que de patrón y empleada. Podemos ser amigos. Me recuerdas mucho a alguien que conocí en el pasado
María Belén: (sonriéndole hipócrita) Pos con todo respeto señor, pero yo prefiero que sigamos así como estamos y ya. Me tengo que ir…
Rodolfo: (tomándola de un brazo) Espera un momento…
De repente, Nicolás baja las escaleras y se queda extrañado al ver la escena de su papá cogiendo de un brazo a María Belén. Ésta al ver a Nicolás, se va rápidamente.
Nicolás: (a Rodolfo) ¿Pasaba algo aquí?
Rodolfo no le responde nada a su hijo. Lo mira serio y frustrado al haberse visto interrumpido y sale de la casa.
CONTINUARÁ…