INT. / CASA ROBLES, DESPACHO / DÍA
Piedad está en el escritorio revisando unos documentos y trabajando en el computador de mesa cuando, de repente, Nicolás entra sin tocar frunciendo el ceño y se dirige inmediatamente a tomar de un brazo a Piedad.
Piedad: (desconcertada) ¡Oye! ¿Qué te pasa? (Se suelta).
Nicolás: ¿Qué me pasa? (Le pregunta irónico) ¿Creías que era estúpido o qué? ¿Cómo le pudiste hacer algo así a María Belén?
Piedad: (cínica) No sé de qué me hablas.
Nicolás: (muy molesto) ¿Ah, no? Entonces, explícame por qué pusiste el collar de mi mamá en la almohada de María Belén para acusarla de ladrona? Ya lo sé todo. No tiene caso que me lo niegues
Piedad: Yo no tengo por qué negarte nada porque sigo sin saber a qué te refieres (Miente). ¿Aún no crees que esa coja miserable resultó ser una vulgar ladrona? Tú mismo viste cuando el policía sacó el collar de su almohada.
Nicolás: Fuiste tú quien lo puso ahí para poder echarla de esta casa. Dorotea te escuchó cuando le contabas el plan a tu mamá.
Piedad: ¡Pero qué ingenuo eres! (Niega con la cabeza) ¿Crees así de fácil todo lo que esa vieja chismosa te diga?
Nicolás: (furioso) ¡No te permito que hables así de Dorotea! ¿Quién te has creído? (Pega un puño en el escritorio). Ve ahora mismo a la delegación para retirar esa denuncia en contra de María Belén.
Piedad: ¡Yo no voy a retirar nada! Por mí esa coja muerta de hambre se puede podrir en la cárcel por ladrona. Poco me importa lo que pase con ella.
Nicolás: ¡Perfecto! Si así van a ser las cosas, entonces tú también vas a salir de esta casa.
Nicolás toma bruscamente de un brazo a Piedad y la saca del despacho.
Piedad: ¿Qué te pasa, idiota? ¡Suéltame ahora mismo! (Grita furiosa) ¡Suéltame!
Nicolás ignora a Piedad y no la suelta. Baja las escaleras corriendo con ella y luego llegan hasta la entrada de la casa, en donde está Dorotea observando todo.
Dorotea: (nerviosa) Joven, ¿qué piensa hacer?
Nicolás: (decidido) ¡Abre la puerta, Dorotea!
Dorotea obedece y abre la puerta. Acto seguido, Nicolás arroja a Piedad hacia afuera y justo ésta se cae sobre un charco de loco.
Nicolás: ¡No vuelvas nunca más a mi casa! ¡Oportunista! (Tira un portazo).
Piedad se levanta del charco, sucia y enlodada.
Piedad: (quejándose) ¡Ah! ¡Mi ropa! (Se mira toda sucia).
INT. / DELEGACIÓN / DÍA
María Belén está hablando a solas con Agapito, alejada de Camila, Damián y doña Ramona.
María Belén: La mera verdad no me esperaba que usted fuera a pagar mi fianza, don Agapito. Muchas gracias (Le sonríe forzada).
Agapito: (sonriéndole) Lo he hecho con mucho gusto, María Belén. En cuanto doña Ramona me dijo de tu problema, pensé que esta era la mejor forma de compensarte por todo lo que pasó entre nosotros.
María Belén: No se preocupe. Le prometo que, en cuanto pueda, le voy a pagar la lana de la fianza completa y si es preciso, también lo que mi madrina le debe.
Agapito: Por favor, no te molestes. Todo lo contrario. Esta es mi forma de demostrarte cuán apenado sigo por haberte acosado. No sé qué me pasó cuando intenté… (Baja la cabeza).
María Belén: (lo interrumpe) Ya le dije que no se preocupe, don Agapito. Con que usted esté arrepentido es más que suficiente (Le sonríe).
Agapito: (volviendo a levantar la cabeza) Gracias, María Belén. En estos momentos estoy solicitando en mi bar una mesera. ¿Te gustaría tomar ese empleo?
María Belén: Se lo agradezco, pero ya tengo un trabajo en la casa de los Robles y ahí estoy muy bien.
Agapito: Disculpa que te lo diga, pero no seas tan ingenua. Lo más seguro es que si te apareces por allá te van a echar a patadas.
María Belén: (extrañada) No veo por qué. Yo no me robé nada. Soy inocente
Agapito: Y yo sé eso, pero tus patrones no van a creer lo mismo. Así son todos los ricos, clasistas y estirados.
María Belén: No todos. También hay personas ricas muy buen onda y yo estoy segura que cuando les explique a mis patrones el malentendido, me van a recibir sin reproche.
Agapito: Si tú lo dices, pero no olvides que, si necesitas un trabajo y un techo donde dormir, búscame. Te prometo que te voy a ayudar, María Belén (Le sonríe).
A lo lejos, doña Ramona habla con Camila y Damián, quienes miran a María Belén y Agapito.
Ramona: No es por nada, pero no me da buena espina que don Agapito le haya pagado la fianza a María Belén.
Camila: A mí tampoco, mamá. Yo no me convenzo de que ese viejo lo haya hecho por mera caridad. Estoy segura que lo hizo con dobles intenciones.
Damián: (sorprendido) ¿Quieren decir que ese señor va tras María Belén?
Camila: Sí y ha tratado varias veces de pretenderla, pero Mabel por supuesto lo rechaza. Mínimo ahora la va a hacer sentir que está en deuda con él
Ramona: Yo sólo espero que María Belén no vaya a salir perjudicada más adelante. Ya bastantes complicaciones ha tenido que pasar.
Doña Ramona y Camila se quedan preocupadas.
EXT. / CASA ROBLES / DÍA
Piedad está tocando la puerta insistentemente, todavía sucia de lodo.
Piedad: (histérica) ¡Tú no me puedes echar así de esta casa, Nicolás! (Tocando fuerte la puerta) ¡No tienes derecho! ¡Yo soy novia de Rodolfo! ¡Ábreme! (Sigue tocando).
De repente, truena y empieza a caer una breve llovizna que poco a poco empieza a hacerse más fuerte. Piedad se desespera y hace una rabieta furiosa al ver que se está empapando.
Piedad: ¡Imbécil! ¡Te juro que esto no se va a quedar así! (Le grita desgarrada) ¡Me las vas a pagar! (Vuelve a golpear por última vez la puerta).
INT. / CASA ROBLES, SALA / DÍA
Nicolás está sentado en un sofá. Se ve pensativo. Dorotea está de pie frente a él.
Nicolás: Parece que ya se cansó de tocar (Se burla). A ver si encuentra en dónde esperar a que escampe.
Dorotea: Yo creo que fue mala idea haberla echado de ese modo, joven. Ya está visto que esa mujer es resentida y…
Nicolás: ¿Crees que se vaya a vengar de mí? No le tengo miedo a sus amenazas, Dorotea. Por mí puede metérselas por donde mejor le quepan.
Dorotea: Es que hay algo en ella que me produce miedo, en su mirada, no sé… No me gusta. Y justo el día en que entró a trabajar a esta casa es que se suicidó la señora Lucrecia que en paz descanse.
Nicolás: (serio) ¿Qué estás insinuando?
Dorotea: No insinúo nada. Es sólo que se me hace rara esa casualidad. Dicen que algunas personas tienen mala vibra y cuando entran a una casa, sólo producen tragedias.
Nicolás: Por eso hizo bien en echarla de aquí y sólo espero que no se atreva a volver.
Dorotea: Pero es la novia de don Rodolfo.
Nicolás: (levantándose) No me interesa de quién sea novia esa oportunista. Lo único que busca de mi papá es el dinero, pero no les voy a permitir a ninguno de los dos que disfruten la herencia de mi mamá como si nada.
Dorotea: Si es así, cuente conmigo para lo que necesite (Le sonríe).
Nicolás: Gracias, Dorotea (También le sonríe). Tenemos que esperar a que termine de llover para ir a la delegación y des tu testimonio. Sólo así María Belén va a quedar libre.
Dorotea: Usted la quiere mucho, ¿no? Ella algo me contó de que ya se habían hecho novios (Sonríe pícara).
Nicolás: Je, je, je. Sí. María Belén significa mucho para mí. Por ella estoy cambiando de actitud. ¿Y sabes? Se me ocurre que en cuanto salga libre de la delegación, la voy a llevar a comer un helado para recompensarle por todo el malentendido. A ella le gusta mucho el de chocolate.
EXT. / CALLES / DÍA
Amarguras camina por la acera, sosteniendo una canastilla. En eso, se encuentra con Sandra.
Amarguras: (sonriendo) ¡Sandra! Qué gusto verte.
Sandra: (seria) Buenas, doña Amarguras. ¿De casualidad no ha visto a mi marido? Es que salió en el auto y no me dijo para dónde iba y él sólo usa el auto para emergencias.
Amarguras: Pues ya que tú me lo preguntas, sí lo vi irse muy apurado con doña Ramona.
Sandra: (extrañado) ¿Y eso? ¿Usted no sabe por qué?
Amarguras: (en actitud intrigante) Es que tal parece que a la coja de María Belén se la llevaron para la delegación por haberse robado algo en la casa donde trabaja y doña Ramona iba para allá, pero Agapito se ofreció a llevarla
Sandra: (muy molesta) Pues no entiendo a Agapito qué le importa lo que pase con esa coja.
Amarguras: Yo siendo tú, estaría bien alerta. No vaya a ser que Agapito vuelva a las andanzas de antes y quiera volver a pretender a María Belén.
Sandra: ¡Eso sí que no! Esta vez no le pienso permitir que me humille yendo detrás de María Belén o de la que sea.
EXT. / CASA ROBLES / DÍA
Piedad está escondida tras un poste de luz y ve cómo Nicolás y Dorotea se van juntos en un auto que él conduce. La mujer sonríe con malicia y a los segundos también ve cómo María Belén llega caminando hasta la reja de la casa y empieza a tocar el timbre.
Piedad: (susurrando) Me imaginé que de alguna forma saldría libre la coja estúpida y vendría corriendo para acá, pero ya verá… (Sonríe).
Piedad sale de su escondite y se acerca a la joven coja.
Piedad: ¡Miren quien es! ¡La coja ladrona! ¿Qué haces aquí? ¿Te fugaste de la delegación?
María Belén: (mirando mal a Piedad e ignorándola) ¿Por qué no me abren? ¿Qué acaso no hay nadie en casa?
Piedad: Nicolás quiso salir con Dorotea para despejar su mente. Me dio tanta lástima. Todavía sigue muy dolido por descubrir que su “amiga” resultó ser una ladrona muerta de hambre que se aprovechó de él.
María Belén: (dejándose intrigar) ¿Ah, sí?
Piedad: Claro. ¿Qué esperabas? Él mismo vio cuando el policía sacó el collar que te robaste y escondiste descaradamente en tu almohada.
María Belén: No te creo. Nicolás sabe que yo no me robé ese collar, así que no puede desconfiar de mí como estás diciendo.
Piedad: Allá tú. Yo escuché cuando hablaba con Dorotea y le decía que se sentía muy decepcionado de haberse enamorado de una ladrona que sólo lo enredó para conseguir trabajo aquí (Miente).
María Belén: (decepcionada) ¿Eso dijo?
Piedad: Sí. Estaba muy triste. Creo que hasta estaba llorando el pobrecito. Me partió el alma (Fingiendo pena). ¿Cómo es posible que le hicieras eso, María Belén, cuando todavía sigue tan afectado por la muerte de su mamá?
María Belén se queda en silencio y no puede evitar ponerse solloza.
Piedad: Está bien que te hubieras robado el collar, pero de ahí a enamorarlo (Niega con la cabeza). Eso sí que fue el colmo.
María Belén no dice nada más y se va caminando apresuradamente. Piedad la ve y sonríe satisfecha de haber logrado lo que quería.
INT. / DELEGACIÓN / MEDIA HORA DESPUÉS
Nicolás y Dorotea acaban de llegar a la delegación y hablan con el delegado.
Nicolás: (sorprendido) ¿Cómo dice? ¿Ya salió?
Delegado: Así es. La señorita María Belén Zapata quedó en libertad bajo fianza hace ya más de una hora.
Nicolás: ¿Fianza? ¿Pero cómo?
Dorotea: A lo mejor la pagó su amiga, aquella muchacha que la fue a visitar la otra vez a la casa.
Nicolás: Pudo ser (Al delegado). Disculpe. ¿Me podría usted decir quién fue la persona que pagó la fianza de María Belén?
Delegado: Un momento (Revisa unos papeles y los lee). Fue el señor Agapito Montes.
Nicolás se sorprende al oír el nombre de Agapito.
EXT. / BARRIO / NOCHE
María Belén camina triste por las calles del barrio donde creció recordando la conversación con Piedad.
FLASHBACK
Piedad: Yo escuché cuando hablaba con Dorotea y le decía que se sentía muy decepcionado de haberse enamorado de una ladrona que sólo lo enredó para conseguir trabajo aquí (Miente).
María Belén: (decepcionada) ¿Eso dijo?
Piedad: Sí. Estaba muy triste. Creo que hasta estaba llorando el pobrecito. Me partió el alma (Fingiendo pena).
FIN DEL FLASHBACK
María Belén: Desconfió de mí (Se abraza así misma muy afligida). No creyó en mí y decía quererme (Solloza).
María Belén se detiene de caminar frente al bar de Agapito que tiene colgado arriba en la entrada principal un letrero con luces y el cual lleva el nombre del local: “Noches de ensueño”. El bar, a su vez, está conectado con la casa de Agapito. La muchacha se queda pensando unos segundos y da la vuelta para retirarse, pero Agapito, que en ese momento salía del bar la ve y corre hacia ella.
Agapito: ¡María Belén! (La alcanza).
María Belén: Don Agapito (Se limpia los ojos).
Agapito: ¿Venías a buscarme? (Nota que María Belén tiene los ojos sollozos) ¿Te pasó algo?
María Belén: Usted tenía razón. Fui muy mensa creyendo que me podían recibir en la casa de los Robles así como si nada.
Agapito: Eso quiere decir que no pudiste recuperar tu trabajo allá, ¿no?
María Belén: (negando con la cabeza) No, no pude.
Agapito: Ya veo. Como te dije antes, yo te puedo dar el trabajo de mesera en mi bar. Ganarías bien, claro que sería un poco menos de lo que ganabas en la casa donde trabajabas.
María Belén: (indecisa) No sé qué decirle. La verdad es que sí necesito trabajo y no quisiera molestar a Camila y a doña Ramona.
Agapito: Por la estadía no te tienes que preocupar porque también puedes venir a mi casa. Hay un cuarto disponible.
María Belén: ¿Está seguro? ¿No le molestaría a su mujer?
Agapito: No creo y si llega a molestarte, yo hablaría con ella para que entendiera tu situación. Entonces, ¿qué me dices? ¿Aceptas mi propuesta?
María Belén se queda unos segundos pensativa.
María Belén: Sí. Voy a tomar el trabajo (Le sonríe forzada). Pero sólo me voy a quedar en su casa unos días mientras encuentro otra parte en dónde vivir. No me quiero pasar de aprovechada.
Agapito: Claro que no. Todo lo contrario. Serías como una invitada especial. Yo voy a hacer lo posible para que te sientas como si fuera tu casa.
Agapito le sonríe con picardía a María Belén. Ella le evade la mirada ya que todavía se siente incómoda con él.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE DON ROBERTO / NOCHE
Don Roberto está recostando en su cama, mirando muy triste la foto de su esposa y también tiene entre sus manos un crucifijo.
Don Roberto: Cuánto tiempo ha pasado, Nidia (Acaricia la foto). Y yo sigo empeorando cada día sin poder encontrar a nuestra hija (Se le saltan las lágrimas). Dios mío, por favor, permíteme vivir un poco más de tiempo (Mira hacia arriba apretando el crucifijo). Dame más tiempo para tener oportunidad de ver a mi niña y darle lo que todos estos años no pude, por favor, te lo suplico (Llorando).
Don Roberto suelta la foto de su esposa y el crucifijo y, luego, toma su medicina sobre la mesita de noche. El anciano destapa el frasco y saca dos cápsulas. Acto seguido se las toma acompañadas de un vaso de agua que también toma de la mesita de noche.
INT. / CASA DE AGAPITO / NOCHE
Agapito le muestra a María Belén el cuarto donde dormirá, el cual ya tiene una cama, una lámpara, una mesita de noche y un armario. El cuarto también tiene una ventana y un baño propio.
Agapito: Este sería tu cuarto, María Belén. ¿Qué te parece?
María Belén: (sonriendo) Me gusta mucho, don Agapito. Es más de lo que yo me esperaba. Hasta baño y todo tiene.
Agapito: Me alegro que te guste. Supongo que no trajiste más ropa a parte de la que ya traes puesta, así que voy a buscar algún pijama de Sandra para que lo uses por esta noche.
En ese momento, Sandra entra al cuarto, ya que la puerta estaba abierta.
Sandra: (furiosa) ¿Se puede saber qué hace esta coja en mi casa? ¿Por qué lo trajiste, Agapito?
Agapito: (serio) María Belén no tiene a dónde ir. Se quedó sin trabajo y decidí darle el de mesera en el bar. ¿Tienes algún problema?
Sandra: ¿Cómo tienes el cinismo de preguntarme eso? ¡Claro que tengo problema! No pienso vivir bajo el mismo techo que ésta.
Agapito: Ahora no es momento, Sandra. Vamos a hablar
Agapito toma bruscamente de un brazo a Sandra y la saca del cuarto de María Belén. Ésta se queda algo incómoda por la discusión y cierra la puerta. Agapito lleva a Sandra hasta la sala.
Agapito: (soltando a Sandra) No te pienso permitir que armes tus estúpidos shows de celos frente a María Belén. Ella es mi invitada.
Sandra: (sarcástica) ¡Ah! ¿Tu invitada? Ni siquiera te tomaste la molestia de preguntarme si estaba de acuerdo. En esta casa sólo vivimos tú y yo. No puedes meter a quien se te dé la gana y sin decirme nada.
Agapito: (furioso) ¡Ya cállate! (Le grita al punto que Sandra se asusta un poco) ¡No más! ¡Suficiente! Quieras o no vas a convivir con María Belén porque esta es mi casa. ¡Y no se habla más del asunto! ¿Entendiste?
Sandra no dice nada. Agapito se va y ella se sienta en un sofá frunciendo el ceño.
Sandra: ¡Desgraciado! Bien me dijo doña Amarguras. ¡Trajo a esa coja desgraciada para acá!
INT. / CASA ROBLES, COMEDOR / NOCHE
Nicolás baja a cenar y se encuentra con la sorpresa de que Piedad está en el comedor, comiendo con Rodolfo.
Nicolás: (muy furioso) ¿Qué hace esta oportunista aquí? (Toma a Piedad del brazo) Pensé que te había dejado claro que no quería que volvieras a poner un pie en mi casa ¡Lárgate!
Piedad: Suéltame. Me estás lastimando…
Rodolfo se levanta y le pega a la mesa.
Rodolfo: (a Nicolás) ¡Ya basta! Suelta a Piedad ahora mismo. No te pienso permitir que la trates así.
Nicolás: (soltando a Piedad) ¡Ah, claro! La defiendes porque ya ni siquiera guardas un mínimo de respeto por la memoria de mi mamá que todavía no cumple dos meses de muerta (Indignado). En definitiva, ella siempre fue demasiada mujer para un tipo como tú.
Rodolfo: (furioso) ¿Cómo te atreves? Te recuerdo que estás en mi casa. ¡No me puedes tratar como quieras, imbécil!
Nicolás: ¡Yo te hablo como quiera! Te estoy diciendo la verdad. Nunca fuiste nadie ni para mí ni para mi mamá porque eras pésimo marido y padre. De ella sólo te importó siempre el dinero. ¿O estoy mintiendo?
Rodolfo se queda callado frente a lo que le dice Nicolás.
Nicolás: Lo único que le digo a los dos es que no van a disfrutar de la herencia de mi mamá como se les antoje. No se los pienso permitir
Nicolás mira muy indignado a Rodolfo y a Piedad y luego, sale del comedor.
Piedad: Es increíble la manera en que te trata tu propio hijo. Te falta hombría para darle una lección.
Rodolfo: Tú cállate. Esto era justo lo que quería evitar, pero tú te empecinaste en esa estupidez de anunciar un noviazgo que no existe para sacar a la sirvienta de la casa. Es culpa tuya
Rodolfo mira mal a Piedad y también se retira del comedor.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO DE MARÍA BELÉN / NOCHE
Es madrugada. María Belén duerme en su cuarto y Agapito aprovecha para entrar. Éste se acerca a la cama, se sienta y alza la cobija de la joven para mirarle las piernas e inclusive acariciárselas con una mirada pervertida.
Agapito: (susurrando) Pronto vas a ser mía, María Belén. Mi mujer…
Agapito la huele por el cuello y la besa en la mejilla. María Belén se mueve un poco, como si fuera a despertarse, y Agapito decide salir del cuarto sin hacer ruido, tal y como entró.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE DON ROBERTO / AL DÍA SIGUIENTE
La señorita Isis entra al cuarto de don Roberto muy animada y sosteniendo una bandeja con el desayuno servido para él.
Isis: (casi cantando) ¡Buenos días, mi querido hermano! Es hora de despertarse (Pone la bandeja sobre una mesa y va a abrir las cortinas). ¡Oye, estás muy dormilón tío! (Vuelve a toma la bandeja) Te dije que es hora…
Isis se dirige a despertar a don Roberto, pero pega aterrada un grito al verlo dormido y con el frasco de su medicina y las pastillas regadas por toda la cama. Inclusive del susto deja caer la bandeja con el desayuno.
Isis: (alarmada) ¡Roberto! ¡Dios mío, mi hermano! (Se lleva las manos a la boca) ¡Auxilio, por Santa Teresa! ¡Mi hermano se ha suicidado! ¡¡¡Se ha suicidado!!! (Grita desgarrada y muy cómica) ¡Ay, por Dios! ¿Qué hago?
La simpática señorita Isis, desesperada, se avienta en la cama y empieza a practicarle primeros auxilios a su hermano en el estómago para que escupa las pastillas.
Isis: ¡Uno, dos! ¡Despierta, joder!
Don Roberto se despierta, pero sin darse a la espera, Isis toma del rostro al anciano.
Isis: (decidida) ¡Es ahora o nunca!
Y de repente, empieza a darle respiración boca a boca a don Roberto, quien abre los ojos como platos al sentir que Isis está besándolo. Don Roberto se la quita de encima y empieza a escupir.
Roberto: (molesto) ¡Ah! ¡Guácala! (Limpiándose los labios).
Al cuarto entran Damián y Camila muy preocupados.
Damián: ¿Qué fue lo que pasó, madrina? ¿Por qué gritabas?
Isis: (agitada) ¡Ay, mis críos! Le devolví la vida al viejo gruñón de mi hermano. Le vine a traer el desayuno y me encuentro con que intentó suicidarse.
Roberto: (sorprendido) ¿Yo suicidarme? ¿Estás loca?
Isis: ¿Acaso eso no fue lo que intentaste hacer? Tienes toda tu medicina regada en la cama. Pensé que te habías metido una sobredosis.
Roberto: ¡Claro que no, estúpida! Si me hubiera querido suicidar, lo habría hecho desde antes teniendo una hermana como tú.
Camila: (extrañada) Entonces, ¿por qué regó su medicina, don Roberto?
Roberto: Estaba tomándomela anoche, pero me quedé dormido y seguro dejé el frasco a un lado. Lo del suicidio es una exageración. Antes quiero vivir más tiempo para encontrar a mi hija (Se pone nostálgico).
Isis: Ya que la alerta pasó, lo que me duele es el desayuno. Lo preparé con tanto amor (Hace un puchero).
Roberto: Eso te pasa por verdulera. Haces un escándalo por cualquier cosa, pero ya qué. Por favor, déjenme todos a solas.
Camila: Claro que sí, don Roberto. Con permiso.
Camila, Isis y Damián salen del cuarto, aunque Isis se queda mirando con tristeza el desayuno regado en el piso. Don Roberto la mira con los ojos entrecerrados.
Isis: ¡Sí! ¡Ya me voy! ¡Deja de acosarme con esa mirada de sapo viejo!
Roberto: (furioso) ¿Qué?
Isis: (nerviosa) ¡Quiero decir que ya me iba! Con permiso, hermano.
Isis sale del cuarto.
CONTINUARÁ…