DOS MESES DESPUÉS
INT. / JUZGADOS, SALA / DÍA
En la sala de un tribunal se está llevando a cabo el juicio contra Piedad, quien sigue en silla de ruedas, esposada, usando su típica máscara y el uniforme de presa. En el juicio están presentes gran parte de los personajes, María Belén, quien se ve mejor peinada, con el cabello cepillado y vistiendo ropa más elegante y con un toque profesional acorde a su figura. También están don Roberto, Isis, Camila, doña Ramona, Dorotea y Valentina.
Juez: Luego de las acusaciones y pruebas presentadas en este tribunal, a las que la acusada Piedad López se declaró culpable, el jurado está listo para dar su veredicto.
En las bancas María Belén murmura con Camila.
Camila: Espero que caiga sobre esa ofrecida todo el peso de la ley sin contemplaciones.
María Belén: A mí me da que va a terminar sus días en la cárcel. Hasta lástima me da verla cómo está.
Camila: ¡Ay, Mabel! De veras no sé de dónde sacas lástima para sentir por esa.
Ramona: Eso es porque María Belén es una muchacha buena que no guarda rencores.
Isis: (callándolos) ¡Sh! ¡Guarden silencio, joder! Ya van a decir el veredicto.
Uno de los miembros del jurado se levanta del estrado y se acerca al juez para entregarle el veredicto y la sentencia constadas en un documento dentro de un sobre. El juez abre el sobre y saca el veredicto para comenzar a leerlo.
Juez: (leyendo) El jurado aquí presente ha determinado que, por los cargos de asesinato premeditado hacia la señora Lucrecia Méndez, autora intelectual del asesinato de Rodolfo Robles y tentativa de homicidio hacia la señorita Valentina García, es...
El juez se detiene y mira a todos los presentes en la sala, quienes se ponen ansiosos de oír el veredicto.
Juez: ¡Culpable!
Todos en la sala comienzan a murmurar. Logra verse a Piedad sin decir nada, pero derramando lágrimas en silencio.
Juez: (golpeando con el martillo) ¡Silencio! ¡Orden en la sala!
Ante el regaño del juez, todos vuelven a guardar silencio.
Juez: (leyendo) Por dichos cargos en su contra, el jurado ha sentenciado a la acusada Piedad López a purgar 30 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad por su trastorno de identidad disociativo en tercer grado
Isis: (eufórica) ¡Tómalo, bitch!
Roberto: (molesto) ¡Isis, guarda compostura!
Isis: (avergonzada) Mil disculpas, hermano de mi alma. Me dejé llevar.
Juez: Se levanta la sesión (Golpea con el martillo).
El juez se levanta y se retira de la sala. Dos policías proceden a llevarse a Piedad para trasladarla a una cárcel de máxima seguridad ahora que ha sido sentenciada. Mientras la sacan de la sala, impulsándola en la silla de ruedas, Piedad les lanza una profunda mirada de odio a María Belén y Camila. Ésta última tampoco la mira bien. Justo a la salida de la sala, Piedad ve a Amarguras casi que irreconocible y sucia. Ésta se acerca a su hija. Los policías se detienen.
Amarguras: ¡Piedad! Piedad, mi niña (Solloza).
Piedad: (con la voz ronca) Mamá...
Amarguras: Por Dios, hija. Perdóname. Yo tengo la culpa de todo lo que pasó (Rompe a llorar). Yo fui una mala madre contigo. Por eso terminaste así... (Intenta acariciarla) Por favor, perdóname.
Piedad no dice nada. Los policías siguen llevándosela y Amarguras quebranta la voz, sintiendo un profundo dolor de ver el estado en que terminó la hija a la que tanto inculcó ambición y egoísmo. La gente que pasa la mira con asco.
Minutos después, María Belén, Camila, don Roberto, Isis y doña Ramona salen de los juzgados.
Camila: ¡Desgraciada! Todavía se atreve a mirarnos feo después de todo lo que hizo.
Don Roberto: Lo importante es que ya se hizo justicia y va a pagar todos los crímenes que cometió en la cárcel.
María Belén: (apenada) Yo creo que ya fue suficiente castigo que vaya a pasar tantos años encerrada en una cárcel y quemada. No sé. No dejo de sentirme mal por ella.
Ramona: La gran culpable de que terminara así fue doña Amarguras.
Se enfoca a Amarguras llorando desconsolada por una acera.
Ramona: Ella siempre le inculcó ese ideal de llegar alto a costa de lo que fuera.
Isis: Por lo menos a mi Damián lo declararon inocente de haber sido cómplice de esa psicópata y en su lugar lo remitieron a un hospital psiquiátrico.
Camila: Me gustaría mucho ir a visitarlo señorita Isis.
Isis: El domingo próximo podemos ir a verlo juntas. A lo mejor le hace bien tu visita.
Camila: (ilusionada) ¿Usted cree?
Isis: ¡Claro que sí! (Se acerca a ella y le susurra) Aquí entre nos, yo estoy segura que quien verdaderamente le gustas, eres tú. Lo que tenía con aquella mujerzuela era un espejismo.
Doña Ramona nota que, por otra parte, María Belén platica muy a gusto con don Roberto, algo que la deja extrañada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / AL DÍA SIGUIENTE
Doña Ramona está obsequiándole una bolsa decorativa a María Belén.
Ramona: Toma, mija. Es un detallito que te compré para desearte suerte en tu examen.
María Belén: (sonriendo) ¡Ay, doña Ramona! No se hubiera molestado (Saca de la bolsa una blusa) ¡Mil gracias! Está muy bonita.
Ramona: No tienes qué agradecer. Te la mereces. Ya Camila me contó lo mucho que te has esforzado estos meses estudiando.
María Belén: Ha sido gracias a don Roberto que me ha ayudado mucho pagando mis clases. Con el examen que voy a presentar más tarde en la universidad, me van a revalidar mis estudios y estoy muy emocionada por eso.
Ramona: (seria) Te has encariñado mucho con ese señor por lo que veo. Hasta un celular de los caros te obsequió.
María Belén: (extrañada) La verdad sí. Es un hombre muy bueno al que aprecio reteharto. ¿pero por qué me lo dice en ese tono, doña Ramona?
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / DÍA
Don Roberto está sentado en su gran sillón cruzando las piernas y acompañado por Isis, quien se toma una tacita de café sentada en un sofá. Amarguras ingresa a la sala, harapienta y sucia, guiada por Dorotea, que ahora trabaja para el anciano.
Dorotea: Aquí está doña Amarguras, don Roberto.
Roberto: Gracias Dorotea. Puede retirarse.
Dorotea: Con permiso (Se va).
Tanto don Roberto como Isis miran con suspicacia a Amarguras, la cual se siente intimidada.
Amarguras: ¿Puedo saber por qué me hicieron venir hasta aquí? ¿Qué quieren de mí?
Isis: ¡Limítate a guardar silencio, Amargazorra! Es mi querido hermano quien va a hablar. Adelante, Roberto.
Roberto: Gracias, Isis (a Amarguras). Efectivamente quiero algo de usted, señora. Por esa razón la tengo aquí.
Amarguras: ¿Y qué es eso qué quiere de mí?
Roberto: Antes que nada, quiero que sepa que si está pisando mi casa es porque María Belén me lo pidió.
Amarguras: (sorprendida) ¿La coja?
Roberto: (serio) Refiérase a ella con respeto, por favor. Debería agradecer que la muchacha se haya compadecido de usted por su situación, así que me pidió encarecidamente ayudarla y darle algún trabajo.
Amarguras: Yo no necesito compasión de esa muchachita. ¡Faltaba más!
Roberto: Yo siendo usted no sería tan orgulloso y prepotente. Mírese en las fachas en que está, señora. ¿Quiere seguir viviendo así a aceptar una oportunidad que a lo mejor no volverá a tener?
Amarguras se queda pensativa y baja la cabeza. La mujer no puede evitar ponerse solloza.
Roberto: Desconozco qué tan mala vida le dio usted a mi hija (Amarguras se sorprende). Ha oído bien. María Belén es mi hija, pero ella aún no lo sabe y estoy esperando el momento propicio para contárselo.
Amarguras: (impactada) No puede ser… ¿Usted es su padre?
Roberto: Así es. No fue tan difícil realizar un examen de ADN en secreto para comprobarlo. El punto es que a mí no me puede mentir. Usted y yo sabemos que esa historia de su “difunta comadre” que murió al parir a María Belén no es cierta. Camila, que es mi enfermera, ya me la contó.
Amarguras se siente acorralada sin saber qué decir.
Roberto: Mi esposa sí murió, pero no de esa forma. A ella la asesinaron y luego se robaron a mi hija el mismo día. ¿Cómo es que llegó a parar a sus manos? ¿Acaso fue usted quien mató a mi mujer y se robó a la niña?
Amarguras: (muy nerviosa) Eh, bueno, yo…
Roberto: ¡Responda! Será más conveniente para usted que diga la verdad, porque perfectamente puedo levantar una denuncia en su contra para que se reabra el caso.
Amarguras: (exaltada) ¡No! ¡Eso no, por favor! Le contaré todo señor, pero no me denuncie, por lo que más me quiera.
Don Roberto e Isis guardan silencio para oír a la asustada Amarguras mientras se intercala una escena de María Belén realizando muy concentrada dentro de un salón de clases un examen general con el cual, si logra sacar un alto puntaje, podrá revalidar sus estudios de primaria y preparatoria.
Amarguras: Ella llegó a mí por un hombre… Rodolfo Robles.
Se vuelven a enfocar en la sala a don Roberto, Isis y Amarguras. Los dos primeros se sorprenden al oír el nombre de Rodolfo.
Amarguras: Hace ya casi veinte años lo vi dos veces. La primera nos conocimos en una lavandería en la que yo trabajaba. Él me ofreció entregarme a una niña a cambio de una cantidad de lana y yo… (Hace una pausa) Yo acepté.
Isis: (molesta) ¡Serás gilipollas, tía! Comerciaste con un bebé, por Santa Teresa.
Amarguras: A mí eso no me importó en el momento. La segunda vez que don Rodolfo me buscó fue en la vecindad donde vivía para entregarme a María Belén y pagarme de paso.
Roberto: (muy consternado) Entonces, fue Rodolfo Robles… ¡Ese desgraciado! (Golpea su sillón furioso) Él era mi socio en aquel entonces.
Isis: (sorprendida) ¿El viejo escurrido y tú eran socios?
Roberto: Sí. Me acuerdo lo mucho que me recalcaba lo bella que era Nidia e inclusive en ocasiones lo veía tratando de pretenderla, pero yo no lo tomaba como algo malo. Hasta que…
FLASHBACK
1995
Don Roberto, siendo algo más joven que en la actualidad, entra a la oficina de su entonces socio, Rodolfo, sorprendiéndose al verlo a él tratando de besar por la fuerza a Nidia, quien ya tiene nueve meses de embarazo.
Roberto: (furioso) ¿Qué demonios significa esto?
Nidia: (llorando asustada) ¡Roberto! (Corre hacia él) Roberto, gracias a Dios llegaste. No sabía qué hacer para quitarme de encima a Rodolfo. No me quería dejar en paz.
Rodolfo: (nervioso) Roberto, puedo explicarlo. Yo…
Roberto: ¡No te atrevas a explicarme nada, desgraciado! (Lo toma de las ropas y lo zarandea). Con que esto era lo que te traías con mi esposa. ¡Imbécil! (Le pega un puño en la cara) Ahora mismo rompemos la asociación que tenemos.
Rodolfo: Tú no me puedes hacer eso, Roberto. ¡Tenemos un trato!
Roberto: ¡Trato que yo rompo ahora mismo! Me importa muy poco si tu empresa está casi en la bancarrota. No debiste haber tratado de cortejar a mi esposa.
Rodolfo: (molesto) Me las vas a pagar. ¡Esto no se va a quedar así!
FIN DEL FLASHBACK
Roberto: Él muy hijo de su… (Se detiene) Se vengó de mí matando a Nidia. Ahora lo entiendo todo. ¿Cómo no se me ocurrió?
Isis: Ya no tiene caso que te tortures por eso. Pasó hace muchos años.
Roberto: ¡Pero pude haber mucho más de lo que hice! Debí contratar más abogados que me defendieran. ¡No sé! Ahora me siento tan estúpido… (Niega con la cabeza) E impotente. Si siguiera vivo, lo refundaría en la cárcel
Amarguras: (nerviosa) Yo sólo le pido que no vaya a tomar medidas conmigo. Yo lo de su esposa, jamás lo supe. Tenga misericordia de mí, don Roberto, por favor (Le suplica con las manos). Ya bastante tengo con lo de Piedad.
Roberto: Yo cumplo con mi palabra y le prometí a María Belén que la ayudaría, pero no crea que lo que hizo estuvo bien. ¿Tiene idea de cuántos años pasé enfermo, preocupado por mi hija, con el miedo de morirme y no volver a verla?
Amarguras agacha la cabeza sintiéndose muy avergonzada. Don Roberto se levanta de su sillón, apoyándose de su bastón.
Don Roberto: Nadie tiene idea, pero ya no tiene caso reprochárselo. Voy a hacer un intento por perdonarla y tenerla aquí bajo mi techo trabajando. Isis, encárgate tú.
Don Roberto se retira de la sala. Isis mira con malicia a Amarguras.
Isis: (juntando los dedos macabramente) Nos divertiremos juntas, cariño. Ya lo verás.
Amarguras mira asustada a Isis.
INT. / UNIVERSIDAD, SALÓN DE CLASES / DÍA
Las personas que presentaron el examen de revalidación de sus estudios, es decir, personas que no pudieron completar sus estudios de educación básica, media o superior, van pasando al escritorio del profesor quien los llama por orden de lista para entregarles el examen con la nota que sacaron hasta que llega el turno de María Belén.
Profesor: María Belén Zapata…
La joven coja se levanta de su pupitre y va a recibir su examen.
Profesor: Felicidades señorita. Ha sacado uno de los puntajes más altos (Se lo entrega). No olvide anexarlo junto con los otros documentos requeridos para que sean revalidados sus estudios.
María Belén: (emocionada) Muchísimas gracias, señor profesor. Hasta luego.
María Belén sale del salón muy emocionada y una vez afuera, mira con sus ojos la nota que sacó.
María Belén: ¡No lo puedo creer! Dios mío, gracias. ¡Mil gracias! (Muy emocionada) Esto lo tiene que saber Nico. Le tengo que avisar
Ella saca su celular de su bolsito y marca el número de Nicolás. Éste, por su parte está en el centro para personas en situación de discapacidad caminando por un jardín con un bastón especial para invidentes y acompañado de Dorotea.
Nicolás: Entonces, ¿en el juicio le dieron a Piedad treinta años?
Dorotea: Sí, mientras que a Damián lo remitieron a uno de esos hospitales psiquiátricos. Parece que el pobre tiene un desequilibrio mental según un examen psicológico que el abogado le pidió al juez.
Nicolás: Aunque yo no traté tanto con él, sí me pareció un chavo buena onda aquella vez que fuimos a la disco, pero no me imaginé que pudiera estar con Piedad. ¿Dices que tenía doble personalidad?
Dorotea: Así es. En el video que yo descubrí de ella, le hablaba a una tal “Mary”. A ella también le hicieron otro examen psiquiátrico, pero no fue suficiente para que la sentenciaran inocente y la remitieran también a un manicomio.
Nicolás: Fue mejor así. Esa mujer sabía fingir muy bien y de alguna maña se habría valido para escaparse del psiquiátrico.
En ese momento suena el celular de Nicolás. Éste se detiene de caminar y se lo saca del bolsillo.
Nicolás: Dorotea, contéstalo por mí, por favor (Se lo entrega). Sólo lo puedo tener encendido en los ratos libres como éste.
Dorotea: Claro que sí, joven.
Dorotea contesta el celular y se lo entrega a Nicolás para que hable.
Nicolás: ¿Sí?
María Belén: ¡Hola, Nico! ¡Soy yo!
Nicolás: (sonriendo) María Belén, qué bueno que me llamas. ¿Cómo has estado?
María Belén: Muy bien, pero algo enojada contigo. Sigo sin entender por qué no has querido que vaya a verte desde la semana pasada. ¿Pasa algo? (Preocupada).
Nicolás: No, no pasa nada de lo que debas preocuparte. Quiero darte una sorpresa, pero ya la espera se acaba la semana que viene y vas a saber de qué se trata.
María Belén: Hum. Me pregunto qué clase de sorpresa será esa, pero está bueno. Me voy a esperar hasta la próxima semana. Yo te llamé para darte la buena noticia de que gané el examen para revalidar mis estudios.
Nicolás: (feliz) ¡Oye! ¡Qué bueno! Me alegra mucho por ti. Ya hasta te oyes hablar diferente. ¿Qué hiciste con María Belén? (Le bromea).
María Belén: ¡Ja, ja, ja! ¡Qué bobo eres! No cambias.
Nicolás: Ja, ja, ja. ¿Y acaso no te gusta que yo sea así?
María Belén: (sonriendo) A mí me gusta tal y como eres Nico. Por eso no necesitas cambiar nada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / DÍA
Camila está platicando con su madre mientras esta última lava los platos. Camila la ayuda a secárselos con un trapo.
Camila: (sorprendida) ¿Que hiciste qué, mamá?
Ramona: ¿Por qué te sorprendes tanto, Camila? Sólo hice lo correcto.
Camila: ¿Lo correcto? Ay, mamá. De veras que no te imaginas lo que hiciste diciéndole semejante cosa a Mabel.
Ramona: ¿Y por qué dices eso? ¿Acaso no es la verdad? Lo mismo pasó muchas veces con don Agapito, que en paz descanse, que pretendía a María Belén y la engatusaba ayudándole dizque “desinteresadamente” y ya ves lo que pasó.
Camila: Pero esto es diferente. ¿Cómo se te puede ocurrir que don Roberto quiera también pretender a María Belén?
Ramona: ¿Por qué no? Es un señor viudo y de dinero. ¿Por qué no habría de estar interesado en María Belén y más viendo lo mucho que la ha ayudado dándole estudios inclusive?
Camila: Mamá, mira (Deja de secar los platos). Yo te puedo asegurar más que nadie que las intenciones de don Roberto con Mabel no son malas. Todo lo contrario. Son más buenas de las que te puedes imaginar.
Ramona: ¿Y cómo lo puedes asegurar con tanta certeza? Tú habrás podido trabajar para don Roberto mucho tiempo, pero él jamás hizo contigo lo que hizo con María Belén a la que sólo conoce de meses.
Camila: ¿Te acuerdas de la plática que tuvimos hace tiempo? ¿La de que tú suponías que María Belén podía ser hija de don Roberto?
Ramona: (asentando con la cabeza) Sí, me acuerdo. Yo sólo lo suponía. ¿Qué tiene que ver eso?
Camila: Pues tu suposición resultó ser cierta.
Ramona: (muy impactada) ¿Cómo dices?
Camila: Así como lo oyes. Don Roberto es el padre biológico de María Belén y antes de que me preguntes cómo, yo misma conseguí cabellos de ella para hacer una prueba de ADN que resultó compatible.
Ramona: (cerrando la llave del lavaplatos) No lo puedo creer y María Belén no sabe todavía nada. ¡Eso quiere decir que yo metí la pata!
Camila: Y bien metida, sin que me lo tomes a mal. Lo más seguro es que Mabel se quiera ir de la casa de don Roberto y no es para menos con lo que le dijiste. Ahora él se va a ver obligado a confesarle la verdad antes de tiempo.
Camila y doña Ramona se miran angustiadas.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / NOCHE
María Belén llega a la mansión en una actitud muy emocionada y con unos papeles en la mano. Entra a la sala, en donde se encuentra don Roberto usando lentes, leyendo un libro y sentado en su sillón.
María Belén: ¡Don Roberto! (Sonriendo muy feliz) ¡Ay, don Roberto! No me lo va a creer.
Roberto: ¡Cuánta felicidad! ¿Qué te tiene tan contenta, mija?
María Belén: Es que… ¡Don Roberto, gané el examen para la revalidación de mis estudios! (Lo abraza y lo besa en la mejilla) ¡Lo gané!
Roberto: A ver, muéstrame.
María Belén le entrega los exámenes a don Roberto y éste efectivamente ve que ha sacado una nota muy buena a nivel general. El anciano sonríe feliz por su hija y se levanta de su sillón.
Roberto: No me queda más que darte un fuerte abrazo de felicitación por este logro tan merecido, hija.
Don Roberto abre los abrazos y abraza a María Belén. Ella, aunque le corresponde se siente un poco extraña y recuerda de las palabras que doña Ramona le dijo esa tarde en su casa.
FLASHBACK
Ramona: ¡Ay, mija! Yo no quiero parecer mitotera, pero dime algo con toda sinceridad. ¿No se te hace muy extraño que don Roberto te quiera ayudar así tan desinteresadamente?
María Belén: Pues no le puedo negar que al principio sí me hacía sentir incómoda y me daba reteharta pena con él, pero ya después lo asimilé y me di cuenta que don Roberto sólo me quiere como una ahijada.
Ramona: La verdad es que tú eres una muchacha muy buena. Por eso no te das cuenta de las malas intenciones que los otros puedan tener.
María Belén: (extrañada) ¿Qué quiere decir con eso?
Doña Ramona: Que a lo mejor ese señor te está pretendiendo. Te pagó estudios, libros, ropa, con la intención de pedirte matrimonio más adelante y te va a manipular con eso para que aceptes, así como pasó con Agapito.
FIN DEL FLASHBACK
María Belén se aparta incómoda del abrazo de don Roberto.
María Belén: Gracias, don Roberto. De no ser por usted que me ayudó tanto estos meses yo no habría podido ganar este examen. No me habría sabido ni la mitad de todo lo que me preguntaron.
Roberto: (mirándola con ternura) No tienes por qué agradecerme porque siempre lo he hecho con la mejor de las intenciones y tengo muchos contactos que te pueden ayudar a conseguir un buen trabajo.
María Belén: Sobre eso, ya estuve pensando y decidí que es hora de valerme por mí misma, don Roberto.
Roberto: (extrañado) ¿Qué quieres decir?
María Belén: Que yo siempre voy a estar muy agradecida con usted por todo lo que hizo por mí, pero ya no es necesario que me siga ayudando.
Roberto: ¿Pero por qué decidiste algo así? ¿Acaso no estás cómoda viviendo aquí en mi mansión, conmigo, con Isis?
María Belén: El problema no es que no me sienta cómoda, sino que me gustaría independizarme y mucho más ahora que tengo oportunidades de conseguir un buen trabajo que no sea limpiando coches en las calles.
Roberto: Pero María Belén…
María Belén: Y antes de que me diga algo, yo ya tomé esa decisión y esta vez no me va a poder convencer. Esta misma noche empiezo a empacar mis cosas y mañana me voy.
Roberto (exaltado): ¡Eso no, María Belén! ¡Por favor! Tú no te puedes ir de aquí. Es necesario que te quedes, que sigas estudiando más. No te puedes ir.
María Belén: ¿Y por qué no? ¿Quién me lo impide? Yo estoy bien, don Roberto. No se tiene que preocupar más por mí.
Roberto: Me estás pidiendo un imposible y no me parece bien que te quieras ir por un tonto capricho de querer independizarte.
María Belén: No es un tonto capricho porque yo no soy caprichosa…
Roberto: (la interrumpe) Pero sí eres muy voluntariosa y no te culpo por eso porque no pudiste tener una madre o un padre, pero por favor, María Belén. Recapacita. No te vayas.
María Belén: Deme entonces una razón válida. Sólo una razón para que no me vaya y me quede (Se cruza de brazos).
Roberto: Todavía no. Te prometo que te la voy a contar más adelante, pero ahora no te la puedo decir.
María Belén: (muy extrañada) ¿Por qué? ¿Qué diferencia tiene a que me la diga ahora a más adelante?
Roberto: ¡Por favor deja de hacerme preguntas! Sólo quédate y espera un poco más de tiempo para que sepas mis razones. Te lo pido (Rompe a llorar).
María Belén: Por favor no llore, don Roberto. Eso no le hace bien a su salud. Trate de entenderme.
Roberto: Quien debe tratar de entenderme eres tú a mí. Quédate más tiempo conmigo. ¡Ya deja de ser tan terca, por Dios!
María Belén: Estoy empezando a creer que nunca debí haber aceptado venir aquí a trabajar a su casa ni mucho menos haber aceptado toda su ayuda si las cosas se iban a poner así.
Roberto: No digas eso, María Belén. ¡No sabes lo que estás hablando!
María Belén: (molesta) Yo sí sé de lo que estoy hablando. Si de verdad me hubiera imaginado sus intenciones conmigo, hace mucho que me hubiera ido de su casa, pero no lo hice por tonta, siempre creyendo que toda la gente que me habla bonito es buena.
Roberto: (entre lágrimas) ¿Estás pensando que yo te veo con otros ojos? ¿Eso es lo que tratas de decir?
María Belén: Ya no haga esto más difícil, don Roberto. Déjeme ir y acabamos las cosas en buenos términos. No quisiera discutir con usted.
Roberto: (molesto) ¡Qué “buenos términos” ni qué nada! Tal y como te dije, no tienes idea de lo que hablas ni mucho menos de lo que piensas. No sé quién te habrá intrigado, pero está bien.
Roberto toma de un brazo a María Belén y se la lleva.
María Belén: ¡Espere, don Roberto! ¿A dónde me lleva?
Roberto: ¿Querías una razón? Ya te la voy a dar para que sepas cuán errada estás.
Don Roberto lleva a María Belén a su cuarto ubicado en el segundo piso. María Belén lo mira muy extrañada por lo que vaya a decirle y mostrarle. Una vez llegan, el anciano suelta a la joven y saca de uno de los cajones de su mesita de noche un sobre el cual le entrega a María Belén. Ella duda en recibirlo.
Roberto: ¡Tómalo y léelo!
María Belén: ¿Qué es? (Lo recibe dudosamente).
Roberto: Esa es la prueba con la que vas a comprobar que lo que te voy a decir no es mentira. Durante más de diecinueve años, yo sufrí tratando de saber qué había sido de ti, si tenías frío, hambre… Si estabas enferma.
María Belén se desconcierta ante las palabras de don Roberto
Roberto: Y fue hasta hace poco más de dos meces que el sufrimiento se acabó. Te conocí sin imaginarme cuán cerca de mí siempre estuviste siendo amiga de Camila y, en cuanto te vi, algo me decía que eras tú.
María Belén: No entiendo nada, don Roberto. Parece como si estuviera hablando de su…
Roberto: ¿De mi hija? Supones bien, porque eres tú. A ti me refiero
María Belén abre los ojos de sorpresa al oír al anciano. Muy agitada, saca del sobre los papeles que contiene y empieza a leerlos con rapidez. A medida que sigue leyendo, se lleva una mano a la boca y no puede evitar que se le salten las lágrimas.
Roberto: Yo soy tu padre María Belén… (Rompe a llorar).
La joven coja deja caer los papeles al piso y mira a don Roberto sin poder creerlo. Éste va hasta su mesita de noche y toma la foto de su esposa, la cual también le entrega a María Belén.
Roberto: Y ella era tu madre, que en paz descanse…
María Belén se queda mucho más sorprendida al ver a la mujer de la foto, la cual es muy parecida a ella.
María Belén: (negando con la cabeza) No puede ser. Yo…
Roberto: Me imagino lo muy sorprendida que estarás. Yo tampoco me lo podía creer cuando vi el resultado de los análisis de ADN que acabaste de leer.
María Belén se sienta en la cama muy consternada y deja la foto a un lado. Don Roberto se queda de pie.
Roberto: Por el parecido evidente que tienes con mi esposa, las sospechas para mí de que pudieras ser mi hija no se hicieron esperar y le pedí a Camila que consiguiera algo de ti con lo que se pudiera hacer un análisis que salió positivo.
María Belén también empieza a llorar a medida que sigue oyendo a don Roberto.
María Belén: ¡No entiendo absolutamente nada! Mi mamá no era una mujer rica como para haber estado casada con usted. Mi madrina me dijo que…
Roberto: (furioso) ¡Tu madrina es una vieja mentirosa! Te vendieron a ella cuando estabas recién nacida y lo admitió frente a mí esta tarde cuando la llamé para darle un trabajo como me habías pedido.
María Belén, llorando, se lleva las manos a la boca.
Roberto: Si no te dije nada antes, fue porque primero quería ganarme tu cariño, que me vieras como un padre, pero en vez de eso, dudaste de mí pensando lo peor.
María Belén: ¿Y cómo me iba si quiera a imaginar que usted podía ser mi papá?
Roberto: Por más que un hombre quiera pretender a una mujer, jamás haría todo lo que yo hice por ti porque son cosas que sólo haría un padre por su hija (Llorando). ¡Tú eres mi hija, muchacha!
María Belén: Perdóneme. Me porté como una tonta (Llorando con el maquillaje regado). Perdóname, por favor.
Roberto: Yo no tengo nada que perdonarte, mija (Se sienta al lado de ella en la cama). Yo sólo quiero que recomencemos y que nos olvidemos del pasado.
María Belén: Pero yo no entiendo por qué nos hicieron ese daño. ¿Por qué tenían que matar a mi mamá y robarme?
Roberto: Fue Rodolfo Robles (Ella se impacta). Él en ese tiempo era mi socio y estaba enamorado de Nidia. Así se llamaba tu madre (Sonríe entre lágrimas), pero ella jamás le hizo caso porque sólo tenía ojos para mí sin ánimo de presumir, je, je.
María Belén se limpia las lágrimas sintiéndose dispuesta a oír a don Roberto.
Roberto: Los dos nos enamorados a pesar de la diferencia de edad. Ella era una muchachita veinteañera mientras que yo ya pasaba de los cincuenta. Trabajaba para mí como enfermera porque en aquel entonces había tenido un accidente y me fracturé la pierna.
María Belén: Sigo sin entender por qué el papá de Nicolás hizo algo así.
Roberto: Lo hizo en venganza porque rompí la asociación que teníamos y porque Nidia jamás me hubiera sido infiel con él. El muy desgraciado fue tan astuto que logró poner en contra mía todas las pistas del asesinato para meterme a la cárcel.
María Belén: Entonces, él siempre supo quién era yo durante el tiempo que trabajé en su casa.
Roberto: Lo importante ahora es que aprovechemos el tiempo que perdimos y no miremos las cosas pasadas (La toma de las manos).
María Belén: Pero para mí sigue siendo increíble que ahora esté sentada aquí hablando con el papito que tanto le pedía a Dios de niña para que me llevara muy lejos de los maltratos de mi madrina (Llorando muy emocionada).
Roberto: Lamento mucho haber llegado tarde a tu rescate, mi niña.
Y sin darse a la espera, María Belén se lanza a abrazar a don Roberto fuertemente. Éste no duda en corresponderle.
María Belén: ¡Papá! (Desconsolada).
Roberto: (consolándola) Aquí siempre voy a estar para ti. Mientras puedas, yo no te voy a volver a dejar sola, hija. Eso tenlo por seguro
Detrás de la puerta, se encuentra Isis llorando porque ha estado escuchando todo, y se suena la nariz en un pañuelo.
Isis: ¡Ay, mi Dios! Mejor que las películas de cine románticas. ¡Qué emoción!
UNA SEMANA DESPUÉS
INT. / NOTARÍA / DÍA
María Belén llega acompañada a una notaría de Isis. La primera va muy bien peinada y vestida.
María Belén: No entiendo nada, tía Isis. ¿Por qué Nicolás me citó aquí a una notaría contigo? ¿Qué pasa?
Isis: No comas ansias, mi niña. Es una sorpresa. ¡Ups! Cierra los ojos que ya vamos a llegar.
María Belén cierra los ojos y sonríe divertida. Isis la guía hasta uno de los salones de la notaría en donde esperan de pie varios de los conocidos de la joven: don Roberto, Camila, doña Ramona, Amarguras y Dorotea. Nicolás también está presente de pie al lado del notario y usando su bastón. El salón también está decorado con serpentinas y algunos globos.
Isis: Ya los puedes abrir, mija.
María Belén abre los ojos y se desconcierta al ver a sus amigos y conocidos todos reunidos allí.
María Belén: (desconcertada) ¿Qué estamos celebrando?
Nicolás: María Belén… (Se acerca a ella usando su bastón) Los llamé a todos para que vinieran hasta aquí y sean testigos de la propuesta que pienso hacerte.
María Belén: ¿Qué propuesta, Nico? No te entiendo nada.
Nicolás: (sonriéndole) ¿Quieres casarte conmigo?
María Belén se sorprende al oír a Nicolás.
María Belén: ¿Me lo estás proponiendo en serio?
Nicolás: ¿Tú crees que habría hecho todo esto si no fuera en serio? Yo sé que no te lo esperabas y que a lo mejor te parecerá una locura, pero ya no podía esperar más, Mabel. Yo te amo.
María Belén: ¿Una locura? Esa no es palabra para describir esto. ¡Por Dios Nicolás! Ja, ja, ja. ¿Casarnos ahora mismo? (Se ríe muy nerviosa).
Nicolás: Me imagino que esta no es la boda que toda mujer se espera, pero hay algo que la hace especial. ¿Y sabes qué es?
María Belén guarda silencio indicando que no lo sabe.
Nicolás: Nosotros y lo que sentimos.
María Belén: (llorando emocionada) Te voy a matar un día de estos por hacerme estas cosas (Se lanza para abrazarlo). Claro que me quiero casar contigo.
Isis: (aterrada) ¡Ay, mija! No vayas a llorar que se te riega el maquillaje. No vaya a ser que parezcas una coladera humana en las fotos.
María Belén se ríe levemente por el comentario de su tía y se limpia con delicadeza las lágrimas de sus ojos. Don Roberto se acerca a la pareja de jóvenes.
Roberto: No les voy a negar que a mí también me parece una locura, pero Nicolás y yo ya hablamos y no me queda más que darles mi bendición.
Nicolás: Muchas gracias por su apoyo, don Roberto.
María Belén: Muchísimas gracias, papá (Lo abraza).
Nicolás le extiende su mano a María Belén y ella la toma. Los dos se dirigen hasta el escritorio del notario quien comienza a realizar el respectivo protocolo hasta que el momento en que cada uno procede a firmar el acta de matrimonio. Ella le ayuda a firmar a él mientras Camila toma fotos muy emocionada con una cámara digital.
Notario: Por el poder que me confiere el Estado, a partir de este momento, los declaro marido y mujer. Felicidades (Les sonríe).
Nicolás y María Belén se besan duraderamente al tiempo que son rodeados de aplausos por todos los presentes, quienes los miran con emoción y felicidad, aunque la única que no hace buena cara es Amarguras y que está vestida con un simplón uniforme de sirvienta.
Amarguras: Qué cosas. Se casan tan jóvenes y al año ya están firmando el divorcio.
Isis: (dándole un codazo) ¡Calla joder! No te traje para que opines, sino para limpies el asiento trasero del auto, así que ándale y ve a hacer tus quehaceres (Empujándola).
Amarguras obedece a Isis de mala gana.
UN MES DESPUÉS
MIAMI, ESTADOS UNIDOS
INT. / HOSPITAL, CONSULTORIO MÉDICO / DÍA
Nicolás está sentado en una camilla, usando bata y con los ojos vendados. María Belén y un doctor están presentes.
Doctor: Muy bien, Nicolás. Ya vamos a comprobar qué tal salió la operación.
Nicolás: Claro que sí, doctor. Adelante.
El doctor comienza a quitarle la venda de los ojos a Nicolás con delicadeza. María Belén se siente ansiosa e ilusionada. Cuando termina de quitársela, Nicolás ve oscuro, pero poco a poco su vista comienza a esclarecerse y el primer rostro que ve es el de María Belén.
María Belén: ¿Me puedes ver, Nico?
Nicolás asienta con la cabeza al tiempo que sonríe.
Nicolás: Sí. ¡Puedo ver! (Se levanta de la camilla, muy emocionado) Puedo ver, doctor. ¡Puede ver perfectamente!
María Belén: Gracias a Dios. ¡Eso quiere decir que la operación salió exitosa! ¡Nico, puedes ver!
María Belén y Nicolás se abrazan muy emocionados.
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO
EXT. / HOSPITAL PSIQUIÁTRICO, PATIO / DÍA
Por otra parte, Camila e Isis están caminando a paso lento por el patio de un hospital psiquiátrico.
Isis: (triste) Hace ya bastante tiempo que mi Damián entró aquí y no ha tenido ninguna mejoría, según dicen los médicos
Camila: Yo sigo pensando que no hay que perder las esperanzas, señorita Isis. Es cuestión de no dejar solo a Damián. Él nos necesita mucho
Isis: Es que el pobre de por sí ya había quedado mal de la cabeza con la muerte de mis compadres allá en España. Me acuerdo la depresión que tuvo y tardó mucho en recuperarse.
Las dos se detienen y observan a lo lejos a Damián, sentado en una banca y con la mirada retraída. Camila se acerca e Isis se queda mirando.
Camila: Hola Damián (Se sienta a su lado, pero él no la mira). Disculpa que venga a irrumpir en tu mundo, pero sólo quería verte. ¿Podrías aunque sea mirarme?
Damián sigue retraído y ni se inmuta a mirar a Camila. Ella, solloza, lo toma de las manos.
Camila: Mírame, por favor. Yo sólo quiero que salgas un momento de ese letargo y me escuches. Tú y yo sabemos que me puedes oír muy bien, pero hay una diferencia muy grande entre oír y escuchar…
Damián agacha la cabeza. Intenta mirar a Camila de reojo.
Camila: Vamos, mírame. No tienes por qué sentir miedo. No estás solo. Yo estoy contigo.
Damián finalmente mira a Camila a los ojos expresando cierto temor y tristeza. Camila se conmueve por eso y lo toma más fuerte de las manos, a lo que Damián le sonríe y la abraza. Ella le corresponde e Isis a lo lejos, sonríe feliz.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE ISIS / DÍA
Más tarde, Isis está hablando con María Belén en su tablet vía Skype mientras Amarguras le hace un masaje en los pies sintiendo asco.
Isis: ¡Qué buena noticia que la operación salió exitosa, mija! Me alegro mucho por ti y por Nicolás.
María Belén: Gracias, tía. Los dos también estamos muy felices, claro que todavía requiere de mucho reposo para que no se vayan a presentar complicaciones más adelante.
Isis: (emocionada) ¡A ver cuando nos traen la noticia de que seré abuela!
María Belén: ¡Ja, ja, ja! Tía, qué cosas dices. Todavía no está en nuestros planes, aunque no te puedo negar que me encantaría ser mamá, pero más adelante.
Isis: Disculpa, Mabel. Vuelvo en un momento (A Amarguras). Amargachacha, ve a limpiar mi baño ahora mismo. Lo quiero listo en una hora.
Amarguras: (levantándose) Como ordene la señora (Le sonríe con hipocresía).
Isis: ¡Señorita, joder! (Le corrige) Y también prepara la bañera. Voy a darme un baño paradisiaco porque esta noche tengo cita con Albert.
Amarguras: Entendido.
Amarguras se retira y baja al cuarto de aseo para buscar los implementos de aseo necesarios para limpiar el baño (cubetas, trapeadoras, desinfectantes). Una vez que llega, entra al baño, pero se cubre la nariz.
Amarguras: ¡Válgame Dios! ¿Qué olor tan asqueroso es ese?
De repente, Isis le cierra la puerta a Amarguras bajo llave desde afuera. Ésta última se aterra y comienza a azotar la puerta.
Amarguras: ¡Ábranme! No me dejen encerrada aquí. Moriré asfixiada… (Desvaneciéndose por el olor) ¡Por el amor de Dios! ¡Auxilio!
Afuera del baño, Isis se ríe cosquillosamente y se va.
EXT. / PLAYA DE MIAMI / NOCHE
María Belén y Nicolás están sentados en la arena y abrazados, vestidos con ropa ligera y de verano. Se pueden oír las olas del mar, el viento de la noche soplar y ver las estrellas en el cielo.
María Belén: Qué padre se siente la noche aquí contigo. Siempre me parecieron hermosas las estrellas.
Nicolás: Y yo me siento feliz por el sólo hecho de tener la oportunidad de verlas y de verte cada día más (Le susurra al oído).
María Belén: (sonriendo) ¿Sabes? Esta noche yo ya la había visto en un sueño, pero no me imaginé que se pudiera hacer realidad.
Nicolás: Es que para ver los sueños hechos realidad, hay que cultivarlos con paciencia. Por eso estamos aquí. Te amo, Mabel (Acurrucándola más).
María Belén: Yo también, te amo Nico. Quiero que seamos muy felices de ahora en adelante.
Los dos jóvenes se besan durante un largo rato de una forma especial, abrazados en medio de esa noche estrellada de playa, mientras la cámara se va alejando.
FIN
¡¡Muchas gracias por haber leído esta historia!!