INT. / CASA ROBLES, DESPACHO / DÍA
Piedad está en el escritorio revisando unos documentos y trabajando en el computador de mesa cuando, de repente, Nicolás entra sin tocar frunciendo el ceño y se dirige inmediatamente a tomar de un brazo a Piedad.
Piedad: (desconcertada) ¡Oye! ¿Qué te pasa? (Se suelta).
Nicolás: ¿Qué me pasa? (Le pregunta irónico) ¿Creías que era estúpido o qué? ¿Cómo le pudiste hacer algo así a María Belén?
Piedad: (cínica) No sé de qué me hablas.
Nicolás: (muy molesto) ¿Ah, no? Entonces, explícame por qué pusiste el collar de mi mamá en la almohada de María Belén para acusarla de ladrona? Ya lo sé todo. No tiene caso que me lo niegues
Piedad: Yo no tengo por qué negarte nada porque sigo sin saber a qué te refieres (Miente). ¿Aún no crees que esa coja miserable resultó ser una vulgar ladrona? Tú mismo viste cuando el policía sacó el collar de su almohada.
Nicolás: Fuiste tú quien lo puso ahí para poder echarla de esta casa. Dorotea te escuchó cuando le contabas el plan a tu mamá.
Piedad: ¡Pero qué ingenuo eres! (Niega con la cabeza) ¿Crees así de fácil todo lo que esa vieja chismosa te diga?
Nicolás: (furioso) ¡No te permito que hables así de Dorotea! ¿Quién te has creído? (Pega un puño en el escritorio). Ve ahora mismo a la delegación para retirar esa denuncia en contra de María Belén.
Piedad: ¡Yo no voy a retirar nada! Por mí esa coja muerta de hambre se puede podrir en la cárcel por ladrona. Poco me importa lo que pase con ella.
Nicolás: ¡Perfecto! Si así van a ser las cosas, entonces tú también vas a salir de esta casa.
Nicolás toma bruscamente de un brazo a Piedad y la saca del despacho.
Piedad: ¿Qué te pasa, idiota? ¡Suéltame ahora mismo! (Grita furiosa) ¡Suéltame!
Nicolás ignora a Piedad y no la suelta. Baja las escaleras corriendo con ella y luego llegan hasta la entrada de la casa, en donde está Dorotea observando todo.
Dorotea: (nerviosa) Joven, ¿qué piensa hacer?
Nicolás: (decidido) ¡Abre la puerta, Dorotea!
Dorotea obedece y abre la puerta. Acto seguido, Nicolás arroja a Piedad hacia afuera y justo ésta se cae sobre un charco de loco.
Nicolás: ¡No vuelvas nunca más a mi casa! ¡Oportunista! (Tira un portazo).
Piedad se levanta del charco, sucia y enlodada.
Piedad: (quejándose) ¡Ah! ¡Mi ropa! (Se mira toda sucia).
INT. / DELEGACIÓN / DÍA
María Belén está hablando a solas con Agapito, alejada de Camila, Damián y doña Ramona.
María Belén: La mera verdad no me esperaba que usted fuera a pagar mi fianza, don Agapito. Muchas gracias (Le sonríe forzada).
Agapito: (sonriéndole) Lo he hecho con mucho gusto, María Belén. En cuanto doña Ramona me dijo de tu problema, pensé que esta era la mejor forma de compensarte por todo lo que pasó entre nosotros.
María Belén: No se preocupe. Le prometo que, en cuanto pueda, le voy a pagar la lana de la fianza completa y si es preciso, también lo que mi madrina le debe.
Agapito: Por favor, no te molestes. Todo lo contrario. Esta es mi forma de demostrarte cuán apenado sigo por haberte acosado. No sé qué me pasó cuando intenté… (Baja la cabeza).
María Belén: (lo interrumpe) Ya le dije que no se preocupe, don Agapito. Con que usted esté arrepentido es más que suficiente (Le sonríe).
Agapito: (volviendo a levantar la cabeza) Gracias, María Belén. En estos momentos estoy solicitando en mi bar una mesera. ¿Te gustaría tomar ese empleo?
María Belén: Se lo agradezco, pero ya tengo un trabajo en la casa de los Robles y ahí estoy muy bien.
Agapito: Disculpa que te lo diga, pero no seas tan ingenua. Lo más seguro es que si te apareces por allá te van a echar a patadas.
María Belén: (extrañada) No veo por qué. Yo no me robé nada. Soy inocente
Agapito: Y yo sé eso, pero tus patrones no van a creer lo mismo. Así son todos los ricos, clasistas y estirados.
María Belén: No todos. También hay personas ricas muy buen onda y yo estoy segura que cuando les explique a mis patrones el malentendido, me van a recibir sin reproche.
Agapito: Si tú lo dices, pero no olvides que, si necesitas un trabajo y un techo donde dormir, búscame. Te prometo que te voy a ayudar, María Belén (Le sonríe).
A lo lejos, doña Ramona habla con Camila y Damián, quienes miran a María Belén y Agapito.
Ramona: No es por nada, pero no me da buena espina que don Agapito le haya pagado la fianza a María Belén.
Camila: A mí tampoco, mamá. Yo no me convenzo de que ese viejo lo haya hecho por mera caridad. Estoy segura que lo hizo con dobles intenciones.
Damián: (sorprendido) ¿Quieren decir que ese señor va tras María Belén?
Camila: Sí y ha tratado varias veces de pretenderla, pero Mabel por supuesto lo rechaza. Mínimo ahora la va a hacer sentir que está en deuda con él
Ramona: Yo sólo espero que María Belén no vaya a salir perjudicada más adelante. Ya bastantes complicaciones ha tenido que pasar.
Doña Ramona y Camila se quedan preocupadas.
EXT. / CASA ROBLES / DÍA
Piedad está tocando la puerta insistentemente, todavía sucia de lodo.
Piedad: (histérica) ¡Tú no me puedes echar así de esta casa, Nicolás! (Tocando fuerte la puerta) ¡No tienes derecho! ¡Yo soy novia de Rodolfo! ¡Ábreme! (Sigue tocando).
De repente, truena y empieza a caer una breve llovizna que poco a poco empieza a hacerse más fuerte. Piedad se desespera y hace una rabieta furiosa al ver que se está empapando.
Piedad: ¡Imbécil! ¡Te juro que esto no se va a quedar así! (Le grita desgarrada) ¡Me las vas a pagar! (Vuelve a golpear por última vez la puerta).
INT. / CASA ROBLES, SALA / DÍA
Nicolás está sentado en un sofá. Se ve pensativo. Dorotea está de pie frente a él.
Nicolás: Parece que ya se cansó de tocar (Se burla). A ver si encuentra en dónde esperar a que escampe.
Dorotea: Yo creo que fue mala idea haberla echado de ese modo, joven. Ya está visto que esa mujer es resentida y…
Nicolás: ¿Crees que se vaya a vengar de mí? No le tengo miedo a sus amenazas, Dorotea. Por mí puede metérselas por donde mejor le quepan.
Dorotea: Es que hay algo en ella que me produce miedo, en su mirada, no sé… No me gusta. Y justo el día en que entró a trabajar a esta casa es que se suicidó la señora Lucrecia que en paz descanse.
Nicolás: (serio) ¿Qué estás insinuando?
Dorotea: No insinúo nada. Es sólo que se me hace rara esa casualidad. Dicen que algunas personas tienen mala vibra y cuando entran a una casa, sólo producen tragedias.
Nicolás: Por eso hizo bien en echarla de aquí y sólo espero que no se atreva a volver.
Dorotea: Pero es la novia de don Rodolfo.
Nicolás: (levantándose) No me interesa de quién sea novia esa oportunista. Lo único que busca de mi papá es el dinero, pero no les voy a permitir a ninguno de los dos que disfruten la herencia de mi mamá como si nada.
Dorotea: Si es así, cuente conmigo para lo que necesite (Le sonríe).
Nicolás: Gracias, Dorotea (También le sonríe). Tenemos que esperar a que termine de llover para ir a la delegación y des tu testimonio. Sólo así María Belén va a quedar libre.
Dorotea: Usted la quiere mucho, ¿no? Ella algo me contó de que ya se habían hecho novios (Sonríe pícara).
Nicolás: Je, je, je. Sí. María Belén significa mucho para mí. Por ella estoy cambiando de actitud. ¿Y sabes? Se me ocurre que en cuanto salga libre de la delegación, la voy a llevar a comer un helado para recompensarle por todo el malentendido. A ella le gusta mucho el de chocolate.
EXT. / CALLES / DÍA
Amarguras camina por la acera, sosteniendo una canastilla. En eso, se encuentra con Sandra.
Amarguras: (sonriendo) ¡Sandra! Qué gusto verte.
Sandra: (seria) Buenas, doña Amarguras. ¿De casualidad no ha visto a mi marido? Es que salió en el auto y no me dijo para dónde iba y él sólo usa el auto para emergencias.
Amarguras: Pues ya que tú me lo preguntas, sí lo vi irse muy apurado con doña Ramona.
Sandra: (extrañado) ¿Y eso? ¿Usted no sabe por qué?
Amarguras: (en actitud intrigante) Es que tal parece que a la coja de María Belén se la llevaron para la delegación por haberse robado algo en la casa donde trabaja y doña Ramona iba para allá, pero Agapito se ofreció a llevarla
Sandra: (muy molesta) Pues no entiendo a Agapito qué le importa lo que pase con esa coja.
Amarguras: Yo siendo tú, estaría bien alerta. No vaya a ser que Agapito vuelva a las andanzas de antes y quiera volver a pretender a María Belén.
Sandra: ¡Eso sí que no! Esta vez no le pienso permitir que me humille yendo detrás de María Belén o de la que sea.
EXT. / CASA ROBLES / DÍA
Piedad está escondida tras un poste de luz y ve cómo Nicolás y Dorotea se van juntos en un auto que él conduce. La mujer sonríe con malicia y a los segundos también ve cómo María Belén llega caminando hasta la reja de la casa y empieza a tocar el timbre.
Piedad: (susurrando) Me imaginé que de alguna forma saldría libre la coja estúpida y vendría corriendo para acá, pero ya verá… (Sonríe).
Piedad sale de su escondite y se acerca a la joven coja.
Piedad: ¡Miren quien es! ¡La coja ladrona! ¿Qué haces aquí? ¿Te fugaste de la delegación?
María Belén: (mirando mal a Piedad e ignorándola) ¿Por qué no me abren? ¿Qué acaso no hay nadie en casa?
Piedad: Nicolás quiso salir con Dorotea para despejar su mente. Me dio tanta lástima. Todavía sigue muy dolido por descubrir que su “amiga” resultó ser una ladrona muerta de hambre que se aprovechó de él.
María Belén: (dejándose intrigar) ¿Ah, sí?
Piedad: Claro. ¿Qué esperabas? Él mismo vio cuando el policía sacó el collar que te robaste y escondiste descaradamente en tu almohada.
María Belén: No te creo. Nicolás sabe que yo no me robé ese collar, así que no puede desconfiar de mí como estás diciendo.
Piedad: Allá tú. Yo escuché cuando hablaba con Dorotea y le decía que se sentía muy decepcionado de haberse enamorado de una ladrona que sólo lo enredó para conseguir trabajo aquí (Miente).
María Belén: (decepcionada) ¿Eso dijo?
Piedad: Sí. Estaba muy triste. Creo que hasta estaba llorando el pobrecito. Me partió el alma (Fingiendo pena). ¿Cómo es posible que le hicieras eso, María Belén, cuando todavía sigue tan afectado por la muerte de su mamá?
María Belén se queda en silencio y no puede evitar ponerse solloza.
Piedad: Está bien que te hubieras robado el collar, pero de ahí a enamorarlo (Niega con la cabeza). Eso sí que fue el colmo.
María Belén no dice nada más y se va caminando apresuradamente. Piedad la ve y sonríe satisfecha de haber logrado lo que quería.
INT. / DELEGACIÓN / MEDIA HORA DESPUÉS
Nicolás y Dorotea acaban de llegar a la delegación y hablan con el delegado.
Nicolás: (sorprendido) ¿Cómo dice? ¿Ya salió?
Delegado: Así es. La señorita María Belén Zapata quedó en libertad bajo fianza hace ya más de una hora.
Nicolás: ¿Fianza? ¿Pero cómo?
Dorotea: A lo mejor la pagó su amiga, aquella muchacha que la fue a visitar la otra vez a la casa.
Nicolás: Pudo ser (Al delegado). Disculpe. ¿Me podría usted decir quién fue la persona que pagó la fianza de María Belén?
Delegado: Un momento (Revisa unos papeles y los lee). Fue el señor Agapito Montes.
Nicolás se sorprende al oír el nombre de Agapito.
EXT. / BARRIO / NOCHE
María Belén camina triste por las calles del barrio donde creció recordando la conversación con Piedad.
FLASHBACK
Piedad: Yo escuché cuando hablaba con Dorotea y le decía que se sentía muy decepcionado de haberse enamorado de una ladrona que sólo lo enredó para conseguir trabajo aquí (Miente).
María Belén: (decepcionada) ¿Eso dijo?
Piedad: Sí. Estaba muy triste. Creo que hasta estaba llorando el pobrecito. Me partió el alma (Fingiendo pena).
FIN DEL FLASHBACK
María Belén: Desconfió de mí (Se abraza así misma muy afligida). No creyó en mí y decía quererme (Solloza).
María Belén se detiene de caminar frente al bar de Agapito que tiene colgado arriba en la entrada principal un letrero con luces y el cual lleva el nombre del local: “Noches de ensueño”. El bar, a su vez, está conectado con la casa de Agapito. La muchacha se queda pensando unos segundos y da la vuelta para retirarse, pero Agapito, que en ese momento salía del bar la ve y corre hacia ella.
Agapito: ¡María Belén! (La alcanza).
María Belén: Don Agapito (Se limpia los ojos).
Agapito: ¿Venías a buscarme? (Nota que María Belén tiene los ojos sollozos) ¿Te pasó algo?
María Belén: Usted tenía razón. Fui muy mensa creyendo que me podían recibir en la casa de los Robles así como si nada.
Agapito: Eso quiere decir que no pudiste recuperar tu trabajo allá, ¿no?
María Belén: (negando con la cabeza) No, no pude.
Agapito: Ya veo. Como te dije antes, yo te puedo dar el trabajo de mesera en mi bar. Ganarías bien, claro que sería un poco menos de lo que ganabas en la casa donde trabajabas.
María Belén: (indecisa) No sé qué decirle. La verdad es que sí necesito trabajo y no quisiera molestar a Camila y a doña Ramona.
Agapito: Por la estadía no te tienes que preocupar porque también puedes venir a mi casa. Hay un cuarto disponible.
María Belén: ¿Está seguro? ¿No le molestaría a su mujer?
Agapito: No creo y si llega a molestarte, yo hablaría con ella para que entendiera tu situación. Entonces, ¿qué me dices? ¿Aceptas mi propuesta?
María Belén se queda unos segundos pensativa.
María Belén: Sí. Voy a tomar el trabajo (Le sonríe forzada). Pero sólo me voy a quedar en su casa unos días mientras encuentro otra parte en dónde vivir. No me quiero pasar de aprovechada.
Agapito: Claro que no. Todo lo contrario. Serías como una invitada especial. Yo voy a hacer lo posible para que te sientas como si fuera tu casa.
Agapito le sonríe con picardía a María Belén. Ella le evade la mirada ya que todavía se siente incómoda con él.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE DON ROBERTO / NOCHE
Don Roberto está recostando en su cama, mirando muy triste la foto de su esposa y también tiene entre sus manos un crucifijo.
Don Roberto: Cuánto tiempo ha pasado, Nidia (Acaricia la foto). Y yo sigo empeorando cada día sin poder encontrar a nuestra hija (Se le saltan las lágrimas). Dios mío, por favor, permíteme vivir un poco más de tiempo (Mira hacia arriba apretando el crucifijo). Dame más tiempo para tener oportunidad de ver a mi niña y darle lo que todos estos años no pude, por favor, te lo suplico (Llorando).
Don Roberto suelta la foto de su esposa y el crucifijo y, luego, toma su medicina sobre la mesita de noche. El anciano destapa el frasco y saca dos cápsulas. Acto seguido se las toma acompañadas de un vaso de agua que también toma de la mesita de noche.
INT. / CASA DE AGAPITO / NOCHE
Agapito le muestra a María Belén el cuarto donde dormirá, el cual ya tiene una cama, una lámpara, una mesita de noche y un armario. El cuarto también tiene una ventana y un baño propio.
Agapito: Este sería tu cuarto, María Belén. ¿Qué te parece?
María Belén: (sonriendo) Me gusta mucho, don Agapito. Es más de lo que yo me esperaba. Hasta baño y todo tiene.
Agapito: Me alegro que te guste. Supongo que no trajiste más ropa a parte de la que ya traes puesta, así que voy a buscar algún pijama de Sandra para que lo uses por esta noche.
En ese momento, Sandra entra al cuarto, ya que la puerta estaba abierta.
Sandra: (furiosa) ¿Se puede saber qué hace esta coja en mi casa? ¿Por qué lo trajiste, Agapito?
Agapito: (serio) María Belén no tiene a dónde ir. Se quedó sin trabajo y decidí darle el de mesera en el bar. ¿Tienes algún problema?
Sandra: ¿Cómo tienes el cinismo de preguntarme eso? ¡Claro que tengo problema! No pienso vivir bajo el mismo techo que ésta.
Agapito: Ahora no es momento, Sandra. Vamos a hablar
Agapito toma bruscamente de un brazo a Sandra y la saca del cuarto de María Belén. Ésta se queda algo incómoda por la discusión y cierra la puerta. Agapito lleva a Sandra hasta la sala.
Agapito: (soltando a Sandra) No te pienso permitir que armes tus estúpidos shows de celos frente a María Belén. Ella es mi invitada.
Sandra: (sarcástica) ¡Ah! ¿Tu invitada? Ni siquiera te tomaste la molestia de preguntarme si estaba de acuerdo. En esta casa sólo vivimos tú y yo. No puedes meter a quien se te dé la gana y sin decirme nada.
Agapito: (furioso) ¡Ya cállate! (Le grita al punto que Sandra se asusta un poco) ¡No más! ¡Suficiente! Quieras o no vas a convivir con María Belén porque esta es mi casa. ¡Y no se habla más del asunto! ¿Entendiste?
Sandra no dice nada. Agapito se va y ella se sienta en un sofá frunciendo el ceño.
Sandra: ¡Desgraciado! Bien me dijo doña Amarguras. ¡Trajo a esa coja desgraciada para acá!
INT. / CASA ROBLES, COMEDOR / NOCHE
Nicolás baja a cenar y se encuentra con la sorpresa de que Piedad está en el comedor, comiendo con Rodolfo.
Nicolás: (muy furioso) ¿Qué hace esta oportunista aquí? (Toma a Piedad del brazo) Pensé que te había dejado claro que no quería que volvieras a poner un pie en mi casa ¡Lárgate!
Piedad: Suéltame. Me estás lastimando…
Rodolfo se levanta y le pega a la mesa.
Rodolfo: (a Nicolás) ¡Ya basta! Suelta a Piedad ahora mismo. No te pienso permitir que la trates así.
Nicolás: (soltando a Piedad) ¡Ah, claro! La defiendes porque ya ni siquiera guardas un mínimo de respeto por la memoria de mi mamá que todavía no cumple dos meses de muerta (Indignado). En definitiva, ella siempre fue demasiada mujer para un tipo como tú.
Rodolfo: (furioso) ¿Cómo te atreves? Te recuerdo que estás en mi casa. ¡No me puedes tratar como quieras, imbécil!
Nicolás: ¡Yo te hablo como quiera! Te estoy diciendo la verdad. Nunca fuiste nadie ni para mí ni para mi mamá porque eras pésimo marido y padre. De ella sólo te importó siempre el dinero. ¿O estoy mintiendo?
Rodolfo se queda callado frente a lo que le dice Nicolás.
Nicolás: Lo único que le digo a los dos es que no van a disfrutar de la herencia de mi mamá como se les antoje. No se los pienso permitir
Nicolás mira muy indignado a Rodolfo y a Piedad y luego, sale del comedor.
Piedad: Es increíble la manera en que te trata tu propio hijo. Te falta hombría para darle una lección.
Rodolfo: Tú cállate. Esto era justo lo que quería evitar, pero tú te empecinaste en esa estupidez de anunciar un noviazgo que no existe para sacar a la sirvienta de la casa. Es culpa tuya
Rodolfo mira mal a Piedad y también se retira del comedor.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO DE MARÍA BELÉN / NOCHE
Es madrugada. María Belén duerme en su cuarto y Agapito aprovecha para entrar. Éste se acerca a la cama, se sienta y alza la cobija de la joven para mirarle las piernas e inclusive acariciárselas con una mirada pervertida.
Agapito: (susurrando) Pronto vas a ser mía, María Belén. Mi mujer…
Agapito la huele por el cuello y la besa en la mejilla. María Belén se mueve un poco, como si fuera a despertarse, y Agapito decide salir del cuarto sin hacer ruido, tal y como entró.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE DON ROBERTO / AL DÍA SIGUIENTE
La señorita Isis entra al cuarto de don Roberto muy animada y sosteniendo una bandeja con el desayuno servido para él.
Isis: (casi cantando) ¡Buenos días, mi querido hermano! Es hora de despertarse (Pone la bandeja sobre una mesa y va a abrir las cortinas). ¡Oye, estás muy dormilón tío! (Vuelve a toma la bandeja) Te dije que es hora…
Isis se dirige a despertar a don Roberto, pero pega aterrada un grito al verlo dormido y con el frasco de su medicina y las pastillas regadas por toda la cama. Inclusive del susto deja caer la bandeja con el desayuno.
Isis: (alarmada) ¡Roberto! ¡Dios mío, mi hermano! (Se lleva las manos a la boca) ¡Auxilio, por Santa Teresa! ¡Mi hermano se ha suicidado! ¡¡¡Se ha suicidado!!! (Grita desgarrada y muy cómica) ¡Ay, por Dios! ¿Qué hago?
La simpática señorita Isis, desesperada, se avienta en la cama y empieza a practicarle primeros auxilios a su hermano en el estómago para que escupa las pastillas.
Isis: ¡Uno, dos! ¡Despierta, joder!
Don Roberto se despierta, pero sin darse a la espera, Isis toma del rostro al anciano.
Isis: (decidida) ¡Es ahora o nunca!
Y de repente, empieza a darle respiración boca a boca a don Roberto, quien abre los ojos como platos al sentir que Isis está besándolo. Don Roberto se la quita de encima y empieza a escupir.
Roberto: (molesto) ¡Ah! ¡Guácala! (Limpiándose los labios).
Al cuarto entran Damián y Camila muy preocupados.
Damián: ¿Qué fue lo que pasó, madrina? ¿Por qué gritabas?
Isis: (agitada) ¡Ay, mis críos! Le devolví la vida al viejo gruñón de mi hermano. Le vine a traer el desayuno y me encuentro con que intentó suicidarse.
Roberto: (sorprendido) ¿Yo suicidarme? ¿Estás loca?
Isis: ¿Acaso eso no fue lo que intentaste hacer? Tienes toda tu medicina regada en la cama. Pensé que te habías metido una sobredosis.
Roberto: ¡Claro que no, estúpida! Si me hubiera querido suicidar, lo habría hecho desde antes teniendo una hermana como tú.
Camila: (extrañada) Entonces, ¿por qué regó su medicina, don Roberto?
Roberto: Estaba tomándomela anoche, pero me quedé dormido y seguro dejé el frasco a un lado. Lo del suicidio es una exageración. Antes quiero vivir más tiempo para encontrar a mi hija (Se pone nostálgico).
Isis: Ya que la alerta pasó, lo que me duele es el desayuno. Lo preparé con tanto amor (Hace un puchero).
Roberto: Eso te pasa por verdulera. Haces un escándalo por cualquier cosa, pero ya qué. Por favor, déjenme todos a solas.
Camila: Claro que sí, don Roberto. Con permiso.
Camila, Isis y Damián salen del cuarto, aunque Isis se queda mirando con tristeza el desayuno regado en el piso. Don Roberto la mira con los ojos entrecerrados.
Isis: ¡Sí! ¡Ya me voy! ¡Deja de acosarme con esa mirada de sapo viejo!
Roberto: (furioso) ¿Qué?
Isis: (nerviosa) ¡Quiero decir que ya me iba! Con permiso, hermano.
Isis sale del cuarto.
CONTINUARÁ…
0 Comments
INT. / CASA ROBLES, CUARTO DE MARÍA BELÉN / NOCHE
Es Madrugada. María Belén duerme en su cama sin percatarse de que alguien abre la puerta de su cuarto silenciosamente y entra. Esa persona es Piedad, quien usa una bata y le lanza a la joven coja una profunda mirada de desprecio. Piedad se acerca hacia María Belén y se saca de uno de los bolsillos de su bata el collar de Lucrecia que traía puesto en la cena.
La mujer, con cuidado, le retira la almohada a María Belén y mete el collar dentro. Luego, le alza con delicadeza la cabeza a María Belén para volverle a poner la almohada. María Belén se mueve, como si fuera a despertarse, y Piedad se queda quieta para no hacer ningún ruido.
Piedad: (susurrando) Si pudiera, me desharía de ti en este mismo instante como hice con Lucrecia, maldita coja (Habla con odio).
Piedad sonríe con malicia y vuelve a salir del cuarto. Las horas pasan y amanece sobre Ciudad de México. Se enfocan panorámicamente los sitios más emblemáticos y como las autopistas empiezan a llenarse de autos, y las personas que salen de sus casas para ir a sus trabajos y ocupaciones.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE DON ROBERTO / DÍA
Todo en la mansión está en silencio. Don Roberto duerme en su cama muy cómodo cuando, de repente, se despierta sobresaltado al escuchar unos mariachis que están tocando abajo.
Roberto: (sobresaltado) ¡Madre mía! (Se lleva la mano al pecho) ¿Qué está pasando?
Es en la sala, donde están los mariachis, dirigidos por Isis quien tiene puesto un típico sombrero mexicano.
Isis: (gritando) ¡Ay, ay, ay! ¡Me siento más mexicana que nunca! ¡A celebrar, joder!
En eso, don Roberto y Damián bajan las escaleras en pijama, perturbados por la música.
Roberto: ¿Qué es este ruido? ¡Silencio! (Los mariachis no se callan) ¡Dije silencio! (Grita muy molesto y los mariachis dejan de tocar) ¿Se puede saber qué significa esto, Isis? ¿Por qué metes mariachis a mi casa a esta hora de la mañana?
Damián: Don Roberto tiene razón madrina, son las siete.
Isis: ¡Sólo estoy celebrando mis pequeños! ¿No se dan cuenta? ¡Ahora soy muy famosa! (Emocionada).
Roberto: ¡Qué famosa ni qué nada! ¿Terminaste de volverte loca por completo? ¡Deja el escándalo!
Isis: Para tu información, no es ningún escándalo. ¡Digo la verdad, por todos los cielos! ¡Miren!
Isis saca una tablet de los calzones dejando a Don Roberto y Damián sorprendidos. Isis se les acerca y en la tablet les reproduce un video de YouTube, que es el comercial de Beauté del que ella es protagonista. En el comercial, Isis se pasea por una habitación iluminada, aplicándose un perfume en espray y haciendo una expresión sensual en el rostro mientras habla una voz en off femenina:
Voz en off: Descubre el poder de la sensualidad y el amor en la nueva fragancia que Beauté trae para ti con Spring Lover.
En la última escena del comercial, Isis lanza un beso con la mano de modo muy sensual y guiña un ojo. El comercial termina, y don Roberto y Damián se miran entre sí muy sorprendidos.
Isis: ¿Lo ven, chicos? (Presumiendo) Ese video ya lleva tres millones de visitas (Les señala a don Robert y Damián en la pantalla de la tablet) ¡Es un éxito en Internet! ¿Qué pueden decir a eso, ah?
Damián: Bueno, pues yo te felicito de todo corazón, madrina. Te deseo éxitos (La abraza, pero Isis le corresponde apretándolo más fuerte).
Isis (conmovida) ¡Muchísimas gracias, guapo! ¡Me hace tan feliz tu apoyo! ¡Oh, voy a llorar! (Abrazando a Damián casi que asfixiándolo) ¡Cuánta felicidad, por Santa Teresa!
Roberto: ¡Ya suelta a ese, muchacho, Isis! ¡Lo vas a matar!
Isis: (dejando de abrazar a Damián) ¡Tú siempre tan exagerado! ¡Anda! ¡Dame también un abrazo! (Va a abrazar a don Roberto).
Roberto: ¡Aléjate de mí! No necesito tus abrazos cariñositos de vieja gorda.
Isis: Como quieras. El punto es que ya viste que gané la apuesta que hicimos.
Roberto: (extrañado) ¿Apuesta? ¿Qué apuesta?
Isis: No me salgas con que ya no te acuerdas, que bien me dijiste aquel día en la mesa que si hiciera las cosas bien me besarías los pies.
Don Roberto recuerda ese momento en que almorzaba con Isis.
FLASHBACK
Isis: (haciendo un puchero) Es increíble que le estés diciendo eso a tu propia hermana cuando deberías estarme apoyando y deseándome suerte.
Don Roberto: Si hicieras las cosas bien y tuvieras idea de cómo se maneja un negocio, hasta te besaría los pies, pero no. Todo lo haces con las patas y no con la cabeza. Deberías internarte en un convento (Se lleva un bocado de comida a la boca).
FIN DEL FLASHBACK
Roberto: (dejando de recordar) ¡Quédate esperando! ¡Ni estando loco besaría tus pies!
Isis: (desafiante) ¡Tendrás que hacerlo! ¡Una apuesta es una apuesta!
Isis deja la tablet a un lado y se quita los zapatos, dejando ver sus descuidados y mal olorosos pies, con las uñas crecidas y mugrosas. Don Roberto y Damián al ver los pies de la señorita, se llevan la mano a la boca y salen corriendo hacia el baño para vomitar.
Isis: (extrañada) ¿Y ahora qué? Si mis pies son preciosos.
De repente, suena el celular de Isis y se lo saca de los calzones.
Isis: (contestando) ¿Sí, diga?
Al otro lado de la línea habla Alberto desde su celular, sentado frente a su laptop.
Alberto: (al otro lado de la línea) Hola, Isis, soy yo.
Isis: ¡Albert, querido! ¿Ya viste cuántas visitas tiene el comercial en YouTube?
Alberto: Sí. Precisamente te llamo para felicitarte por eso y pensé que podríamos ir a celebrarlo. ¿Te gustaría ir a cenar conmigo?
Isis: ¡Por supuesto que sí! Deja miro qué encuentro en mi viejo ropero para ponerme (Sonríe emocionada).
Alberto: Por eso no te preocupes. Voy a enviarte un par de manicuristas a tu casa y también a mi chofer para que te entregue una tarjeta de crédito.
Isis: (muy sorprendida) ¿Una tarjeta de crédito? ¡Misericordia! ¿Para mí?
Alberto: Claro que sí. Con esa tarjeta vas a poder comprar toda la ropa que quieras e ir a los mejores salones de bellezas para que te dejen espectacular.
Isis al escuchar a Alberto cae desmayada cómicamente.
Alberto: (extrañado) ¿Isis? ¿Isis? ¿Sigues ahí?
INT. / CASA ROBLES, COCINA / DÍA
María Belén y Dorotea preparan el desayuno. La segunda está preparando el jugo de naranja, mientras la primera lava un par de platos.
Dorotea: Parece que tienes muchos motivos para sonreír esta mañana, muchacha.
María Belén: (sonriendo) ¿Te parece Dorotea?
Dorotea: (sonriendo) ¡Huy, niña! ¡Qué pregunta! Si a leguas se te nota. ¿Qué te tiene tan feliz?
María Belén: (dejando de lavar los platos) ¡Ay, es que…! (Ríe tímida) Es Nicolás.
Dorotea: (extrañada) ¿El joven Nicolás? ¿Por qué? (Después de una pausa) ¡Ah, ya entiendo! No te molestes en decírmelo. Me lo imagino (Sonríe pícara).
María Belén: Estoy muy enamorada de él, Dorotea, y él también lo está de mí. ¡Nos besamos anoche! (Le cuenta muy emocionada).
Dorotea: Ja, ja, ja. ¡Mejor pareja no pueden hacer! ¿Por lo menos ya son novios?
María Belén: ¡Sí! ¡Él me lo propuso! (Esboza su sonrisa) Al principio no estaba tan segura de decirle que sí porque no me sentía para él.
Dorotea: No te sentías a su altura…
María Belén: Sí, eso mismo, pero al final no me sentí capaz de decirle que no porque lo quiero mucho. ¡Ay, Dorotea! ¡Estoy tan feliz! (Sonríe tierna).
Dorotea: A mí también me da gusto que ustedes dos estén juntos. Nicolás es un buen muchacho y estoy segura que sus intenciones contigo son serias, pero… (Se detiene poniéndose seria).
María Belén: (extrañada) ¿Pero qué? ¿Qué ibas a decir?
Dorotea: Es lo mismo que te dije ayer, sobre de irte de esta casa antes de que algo malo pase que puedas lamentar.
María Belén: Yo sigo sin entender qué es eso qué puedo lamentar como dices tú. ¿Qué tiene que ver que me vaya?
Dorotea: Está bien, te lo voy a decir. Es la muchacha esa…
Justo en ese momento, Piedad entra a la cocina y toma bruscamente de un brazo a María Belén, mirándola fulminante.
Piedad: (furiosa) ¡Dime dónde pusiste mi collar, coja desgraciada! ¡Anda! ¡Dímelo!
María Belén se desconcierta por el reclamo de Piedad.
INT. / BAR “NOCHES DE ENSUEÑO” / DÍA
Agapito está limpiando la barra del bar, al tiempo que habla con Amarguras. Sandra a lo lejos los mira, ocupando una mesa y haciendo unas cuentas en una calculadora.
Sandra: (en voz baja) ¿Qué tanto hablarán siempre Agapito y doña Amarguras? (Intrigada).
En la barra, Amarguras sigue hablando con Agapito.
Agapito: (serio) Espero que no me esté tomando del pelo como todas las anteriores veces, doña Amarguras, o le puede pesar.
Amarguras: ¡Baja la guardia! Yo nunca te he tomado del pelo. Como te dije ese día, la oportunidad de que María Belén fuera tuya como has querido no se había presentado, pero hoy sí.
Agapito: ¿De qué modo? Explíqueme.
Amarguras: Es muy sencillo. Lo único que tienes que hacer es aprovechar el momento propicio para ofrecerle tu ayuda a María Belén cuando se quede sin trabajo. No será de noche para cuando la tengas en tus manos (Le sonríe con malicia).
Agapito: Eso me gusta. ¿En dónde va a estar María Belén?
Amarguras: Je, je, je. Tú mismo lo sabrás con los hechos. Confía en mí.
Agapito: (pensando en María Belén) ¡Al fin! Ya quiero tener esa “cojita” para mí solo y hacerla mía de una buena vez.
Los dos se sonríen entre sí con malicia.
INT. / CASA ROBLES, SALA / DÍA
Piedad lleva a María Belén hasta la sala de la casa jalándola del brazo. Dorotea va tras ellas.
Piedad: (gritando) ¡Habla! ¿Qué hiciste con mi collar?
María Belén: (soltándose) ¿Pos yo qué voy a saber? A mí no me reclames lo que no tomé. No sé nada de ningún collar (Dice muy segura).
Nicolás y Rodolfo bajan las escaleras, aturdidos por los gritos de Piedad.
Rodolfo: ¿Qué está pasando aquí, Piedad? Tus gritos se oyen por toda la casa.
Piedad: (fingiendo) ¡Rodolfo! (Corre hacia él) ¡Mi collar! ¡Mi collar desapareció!
Rodolfo: ¿Qué collar?
Piedad: (desesperada) ¡El collar que me obsequiaste que era de tu esposa! ¡No lo encontré por ninguna parte! ¡Me lo robaron!
Nicolás: (a Rodolfo) ¿Le regalaste el collar de mi mamá a esta mujer? (Pregunta muy indignado).
Piedad: Eso no es lo que importa. El punto es que me lo robaron y fue una de estas dos miserables sirvientas (Señala a María Belén y Dorotea). ¡No me lo quieren devolver!
María Belén: Yo ya te dije que no sé de qué collar me hablas. No tomé nada.
Dorotea: Yo tampoco, don Rodolfo. Se supone que Piedad…
Piedad: (interrumpiéndola) ¡Señorita Piedad! De ahora en adelante ten más respeto en la manera con la que te dirijas a mí.
Dorotea: Iba a decir que la se-ño-ri-ta Piedad (Recalca irónica) lo llevaba puesto anoche y sólo ella debe saber en donde lo puso, así que no comprendo el motivo de que nos reclame a mí y a María Belén.
Piedad: ¿No es obvio? ¿Qué se puede esperar de dos sirvientas que vienen de abajo?
María Belén: ¡Ay, sí! ¿Y tú qué? Te crees la gran cosa, pero también vienes de bien abajo. Piedad. Nomás acuérdate de dónde creciste y todas las necesidades que tuviste que pasar. Muchas veces te fuiste a la cama sin nada que comer.
Piedad: (furiosa) ¡Tú cállate, coja estúpida! ¿Cómo te atreves a hablarme así?
Rodolfo: (furioso) ¡Bueno, ya basta! ¡Suficiente de gritos en mi casa! ¡No más!
Nicolás: Esto es un escándalo innecesario. El collar debe estar en algún lado, aparte no entiendo el porqué del reclamo si esta mujer hizo exactamente lo mismo de lo que está acusando a María Belén y Dorotea.
Piedad: (haciéndose la indignada) No puedo creer lo que estoy escuchando, Rodolfo. Tu hijo me está diciendo que yo robé ese collar.
Nicolás: ¿Y no es la verdad? El collar era de mi mamá y tú irrespetaste su memoria tomándolo para ti como si nada.
Piedad: Rodolfo me lo dio (Miente).
Nicolás: ¿Y eso que importa? Tú sin pensarlo dos veces se lo recibiste y todavía te atreviste a dormir con mi papá en la cama donde él dormía con mi mamá. ¡Los dos me dan asco!
Rodolfo: ¡Ya cállate, Nicolás! Lucrecia está muerta y no podemos guardarle luto la vida entera.
Nicolás: Para ti es muy fácil decirlo porque nunca la quisiste. Estuviste con ella por interés. La usabas y no me extrañaría que ya fueras amante de esa mujer antes de que mi mamá muriera.
De repente, Rodolfo le lanza una bofetada a su hijo con el dorso de la mano. Todas las mujeres se sorprenden. Nicolás se vuelve el rostro y mira furioso a Rodolfo al igual que éste a él. María Belén se acerca preocupada a Nicolás.
Piedad: (acercándose a Rodolfo) Déjalo, mi amor. No sigamos con esta discusión barata. Lo que me importa es recuperar mi collar haya sido de quien sea. Ahora me pertenece.
En ese momento suena el timbre.
Piedad: Debe ser la policía.
Rodolfo: (sorprendido) ¿Llamaste a la policía?
Piedad: Me previne desde el momento en que no lo encontré por ninguna parte mi. Dorotea, ve a abrirles.
Dorotea obedece haciendo un gesto serio en la cara y abre la puerta. Efectivamente, son dos policías que entran a la casa.
Policía 1: Buenos días. Nos llamaron para reportar un caso de hurto menor.
Piedad: ¡Qué bueno que llegaron, agentes! Es urgente. Mi collar sigue desaparecido y estoy segura de que lo puse sobre la cómoda del cuarto donde dormí cuando me lo quité.
Policía 2: (a Piedad) ¿Ya preguntó a alguno de los habitantes de la casa si sabe algo del collar?
Piedad: Sí, pero nadie me da razón. Si se tratara de una confusión, ya me lo habrían devuelto, pero no, así que mis sospechas de quienes lo pudieron haber tomado con malas intenciones son las dos sirvientas de la casa.
Dorotea tiene un recuerdo de la conversación que escuchó hace unos días entre Piedad y Amarguras.
FLASHBACK
Amarguras: Tienes que hacer algo, Piedad, y algo rápido para sacar a esa coja de esta casa.
Dorotea se desconcierta, pero sigue escuchando.
Piedad: ¡Eso te pasa por viciosa! Ni siquiera tendría por qué ayudarte, pero lo voy a hacer en vista de que me conviene para deshacerse de esa coja maldita, que todavía me las debe.
Amarguras: ¿Qué tienes pensado hacer entonces?
Piedad: (sonriendo con malicia) Ya tengo un plan. Sólo espérate hasta pasado mañana.
FIN DEL FLASHBACK
Dorotea (pensando) No puede ser. A esto se refería Piedad cuando hablaba con su mamá.
Policía 1: Muy bien. Vamos a proceder a requisar los cuartos de las empleadas para corroborar si el collar desaparecido está en alguno.
María Belén: Por mí no hay ningún problema. Requisen el mío. De igual forma no van a encontrar nada porque yo no me robé el dichoso collar ese.
Dorotea: (nerviosa) Por mí tampoco hay problema, agentes. Pasen a mi cuarto, es por aquí.
Dorotea les indica a los dos policías su cuarto. La pantalla se divide en varios cuadros, enfocando a los policías que buscan por todas partes: en los cajones de los escritorios, el armario, debajo del colchón de la cama, las sábanas, inclusive dentro de la almohada. Dorotea no puede evitar sentirse nerviosa cuando los policías siguen al cuarto de María Belén para realizar el mismo procedimiento. Todos se quedan parados desde la puerta para ver el trabajo de los policías. Uno de ellos toma la almohada de la cama de María Belén y la esculca por dentro. A los segundos, el policía saca el collar que Piedad había metido en la madrugada sin que nadie la viera. Todos se quedan sorprendidos, inclusive Piedad, aunque ella lo finge.
Policía 2: (a Piedad) ¿Reconoce este collar, señorita?
Piedad: (arrebatándole el collar al policía) Sí. Es el mismo que desapareció de donde lo puse anoche.
Nicolás: (desconcertado) No puede ser. María Belén, tú…
María Belén: (negando con la cabeza) No sé cómo llegó ese collar ahí. Yo no lo puse. Tiene que ser una equivocación (Asustada).
Piedad: (cínica) Deja de mentir, María Belén, por favor. ¿Qué significa esto entonces?
María Belén: ¡No sé! Yo no tomé ese collar ni lo puse ahí. Ni siquiera sabía que estaba en mi almohada.
Rodolfo se queda en silencio sabiendo que ese es el plan del que le había hablado Piedad. Dorotea, por su parte, también sabe que es una trampa, pero no se atreve a hablar.
Piedad: ¡Poco importan tus excusas! Es el colmo. Resultaste ser una vulgar coja ladrona.
María Belén: ¡Yo no soy ninguna ladrona! Estoy diciendo la verdad. Alguien lo tuvo que poner en mi almohada, pero yo no fui.
Piedad: ¿Piensas que vamos a creerte semejante estupidez? ¡Sé inteligente! Es el mismo pretexto trillado con el que se excusan todos los ladrones miserables y muertos de hambre como tú.
María Belén: ¡Ya te dije que no me robé nada!
Piedad: Sí, como digas. ¿Qué sigue ahora, María Belén? ¿Vas a decir que alguien te quiere inculpar? ¡Anda! Acepta de una vez que me odias y querías vengarte de mí.
María Belén no sabe qué decir de los nervios.
Piedad: (a los policías) ¿Lo ven, agentes? El silencio lo dice todo. ¡Arréstenla!
Nicolás: (interviniendo) ¡No, un momento! Nadie va a arrestar a María Belén. Yo sé que ella no hizo nada.
Piedad: ¿No te es suficiente prueba que hayan encontrado el collar entre sus cosas, Nicolás? Es más que evidente que esta coja sabía desde un principio lo que pretendía. Fingió ser tu amiga para ganarse tu confianza y dar el zarpazo cuando menos te lo esperaras.
María Belén: (muy alterada) ¡Eso no es verdad! Yo nunca he tenido malas intenciones con nadie en esta casa porque a todos les he guardado respeto, inclusive a ti que ni te lo mereces, desabrida, descarada (Le grita a Piedad).
Piedad: (ofendida) ¡No te permito que me trates así! ¿Cómo te atreves?
María Belén: (desafiante) ¡Pos me atrevo, fíjate! A saber si no serías tú la que puso el collar ese en mi almohada para que todos creyeran que me lo había robado. ¡Pero esto no se va a quedar así! ¡Ya mismo te voy a obligar a decir la verdad!
De repente, María Belén jala del pelo a Piedad y la empieza a zarandear. Piedad grita adolorida.
Piedad: (gritando) ¡Ah! ¡Ayúdenme! ¡Quítenmela!
Los policías se ven obligados a separar a María Belén de Piedad y proceden a esposar a la primera.
Policía 1: (a María Belén) Va a tener que venir con nosotros, señorita.
María Belén: (alterada) ¡No, suéltenme! ¡Yo no hice nada, fue ella! ¡Fue Piedad! ¡Suéltenme!
Piedad: Ojalá te pudras en la cárcel por ladrona, coja desgraciada, porque no pienso retirar el denuncio.
Los policías se llevan a María Belén a pesar de que ella se revuelve intentando soltarse.
Dorotea: (preocupada) Dios mío. Pobre muchacha.
Nicolás: No creo que María Belén me haya engañado de esa forma. Ella no es así.
Piedad: Eso te hizo creer, pero razona Nicolás. Se crio entre lo más bajo y agarró malas mañas. ¿Qué se podía esperar?
Nicolás, muy confundido, sale a ver junto con Dorotea cómo los policías suben a María Belén a la patrulla.
María Belén: (gritando desde la patrulla) ¡Yo no me robé ese collar, Nicolás! ¡Te lo juro! ¡No me lo robé!
El policía que conduce arranca el vehículo y se van. Dentro de la casa, Piedad sonríe con malicia.
Piedad: Por fin me deshice de esa coja infeliz.
Rodolfo: Esto era a lo que te referías, ¿no? Tú pusiste el collar de Lucrecia para acusar a María Belén de ladrona
Piedad no le responde nada a Rodolfo, pero sigue sonriendo con sutil malicia.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / DÍA
La señorita Isis y Camila están recibiendo pedicure y arreglo de uñas por parte de unas especialistas, cortesía de Alberto.
Camila: (incómoda) ¡Ay, señorita Isis! Me da pena que don Roberto me vea en estas. Va a pensar que soy una aprovechada.
Isis: ¡Tranquilízate, hija! Te mereces un rato de descanso. Trabajas demasiado y eso sólo genera estrés. ¿Y sabes qué pasa cuando te estresas?
Camila niega con la cabeza.
Isis: ¡Te pones vieja! Mírame a mí. Tengo más de cincuenta, pero ya ves que soy la envidia de muchas jovencitas y eso es gracias a los cuidados que me hago. Hay que ser bellas para cazar galanes. Recuérdalo (Le guiña el ojo a Camila).
Camila: Ja, ja, ja. Usted siempre tan simpática, señorita.
En ese momento suena el celular de Camila. Ella estira el brazo para agarrar su bolso que está en una mesa y saca su celular para contestar.
Camila: (contestando) ¿Bueno? (Hace una pausa) ¿Estación de policía? (Se sorprende)
Minutos después, Camila toca la puerta del cuarto de don Roberto algo desesperada. Don Roberto está recostando en su cama leyendo un libro con los lentes puestos.
Roberto: Adelante (Cierra el libro).
Camila entra al cuarto.
Camila: Disculpe mi manera de tocar su puerta, don Roberto, pero me surgió una emergencia a último momento y necesito pedirle permiso para salir.
Roberto: (extrañado) Claro que sí. Puedes salir. ¿Puedo ayudar en algo?
Camila: Por el momento no, muchas gracias, pero si necesito algo se lo haré saber. Es usted muy amable (Le sonríe).
Roberto: Con gusto muchacha. Espero que todo salga bien.
Camila: Gracias. Que tenga buen día.
Camila sale del cuarto y cierra la puerta tras sí. En el pasillo se encuentra con Damián
Damián (extrañado): ¿Ya te vas tan temprano?
Camila: Sí. Es que tengo que atender un problema. Me llamaron de la estación de policía. Parece que mi amiga María Belén se metió en algo, no sé muy bien, pero ya voy para allá.
Damián: Si es así, entonces déjame acompañarte. A lo mejor necesitas ayuda.
Camila: Está bien. Vamos.
Ambos se van caminando juntos a paso rápido.
INT. / CASA ROBLES, DESPACHO / DÍA
Piedad está sentada el gran sillón del despacho observando el collar y sonriendo con malicia. Detrás de ella aparece Mary, quien se acerca a susurrarle en el oído.
Mary: Felicidades, Piedad. Te anotaste otro gol a tu favor.
Piedad: La coja esa comenzaba a estorbarme y no podía permitir que me tomara ventaja.
Mary: Por suerte ya lograste deshacerte de ella como querías. El siguiente paso a dar es… Rodolfo. Tienes que lograr casarte legalmente con él.
Piedad: ¿Y luego?
Mary: Luego lo vamos a sacar del camino del mismo modo en que lo hicimos con Lucrecia.
Tanto Piedad como Mary sonríen con malicia. Por otra parte, en la biblioteca, Nicolás está sentado y pensativo. Dorotea entra con un café y se lo pone en la mesa.
Nicolás: Estoy muy confundido, Dorotea. No sé qué pensar. Yo no creo que María Belén sea una ladrona. Confío en ella. Algo me dice que es inocente.
Dorotea: De hecho, hace bien en confiar en ella porque sí es inocente.
Nicolás: (extrañado) Lo dices como si supieras algo más.
Dorotea: ¡Ay, joven! Es que…
Nicolás: ¿Qué pasa, Dorotea? (Se levanta) ¿Tú sabes algo?
Dorotea: (decidida) ¡Fue Piedad! Ella fue la que puso el collar en la almohada de María Belén para sacarla de esta casa. Yo misma la oí cuando lo planeaba con su madre.
Nicolás se queda sorprendido.
EXT. / VECINDAD / DÍA
Doña Ramona sale apurada y con su cartera de la vecindad, y justo se choca con Agapito.
Agapito: Disculpe, doña Ramona. No me fijé.
Ramona: (indiferente) No se preocupe. Yo también ando algo apurada, así que con permiso.
Agapito: Parece que va a atender un problema importante. Lo digo por la cara que tiene.
Ramona: Voy para la delegación.
Agapito: (extrañado) ¿Para la delegación? ¿Acaso su hija se metió en algún problema?
Ramona: (desesperada por seguir su camino) Mi hija no. Fue María Belén. Parece que la están culpando de haberse robado algo en la casa donde trabaja.
Agapito: Entonces, déjeme llevarla en mi carro. No es el más cómodo, pero la puedo llevar más rápido a la delegación que un taxi.
Ramona: No se tiene por qué molestar, don Agapito.
Agapito: Claro que no. No sería ninguna molestia, aparte quiero ver si puedo ayudar en algo a María Belén.
Ramona: (indecisa) Bueno. Le acepto el favor sólo porque a esta hora no pasan taxis disponibles y voy a perder más tiempo mientras consigo uno.
INT. / DELEGACIÓN / MEDIA HORA DESPUÉS
Camila y Damián han llegado a la delegación. Un policía acompaña los acompañan la celda donde está encerrada María Belén quien, al verlos, se acerca a los barrotes.
María Belén: (llorando) ¡Camila!
Camila: Vine lo más rápido que pude. ¿Qué fue lo que pasó, Mabel? ¿Cómo es eso de que te acusaron de robarle un collar a la desabrida de Piedad?
María Belén: No sé. Los policías lo encontraron metido dentro de mi almohada y yo ni sé cómo hizo pa’ llegar hasta ahí. Tuvo que ser Piedad la que me puso una trampa
Camila: (furiosa) Me cae de la patada la ofrecida esa. ¡Pero va a ver! La voy a obligar a que te retire la denuncia o la dejo calva de por vida.
María Belén: No te vayas a meter en problemas por mi culpa, Cami. Yo sólo quiero salir de aquí por las buenas y demostrar que no me robé nada.
Damián: La única manera en que puedas salir de aquí sin que retiren la denuncia es pagando una fianza o, de lo contrario, podrías pasar un par de meses en la cárcel por ser un delito menor.
María Belén: ¡No, eso no! Yo no me quiero quedar aquí. Por favor, ayúdenme.
Camila: Escúchame, Mabel (La toma de la mano a través de los barrotes). Yo voy a hacer lo posible para pagar la fianza. Le voy a pedir ayuda a mi patrón, voy a hacer lo que sea, pero no te vas a quedar aquí. Te lo prometo
María Belén: Gracias, Cami (Sigue derramando lágrimas).
En eso, un policía viene y abre la reja de la celda. María Belén, Camila y Damián se quedan extrañados por eso.
Policía: (a María Belén) Ya pagaron la fianza por ti. Puedes salir.
María Belén: (sorprendida) ¿Cómo? ¿Quién?
Y en ese momento Agapito se presenta acompañado de doña Ramona.
Agapito: Yo, María Belén. Yo fui quien pagó tu fianza (Le sonríe).
María Belén se sorprende al oír eso.
CONTINUARÁ…
DOS MESES DESPUÉS
INT. / JUZGADOS, SALA / DÍA
En la sala de un tribunal se está llevando a cabo el juicio contra Piedad, quien sigue en silla de ruedas, esposada, usando su típica máscara y el uniforme de presa. En el juicio están presentes gran parte de los personajes, María Belén, quien se ve mejor peinada, con el cabello cepillado y vistiendo ropa más elegante y con un toque profesional acorde a su figura. También están don Roberto, Isis, Camila, doña Ramona, Dorotea y Valentina.
Juez: Luego de las acusaciones y pruebas presentadas en este tribunal, a las que la acusada Piedad López se declaró culpable, el jurado está listo para dar su veredicto.
En las bancas María Belén murmura con Camila.
Camila: Espero que caiga sobre esa ofrecida todo el peso de la ley sin contemplaciones.
María Belén: A mí me da que va a terminar sus días en la cárcel. Hasta lástima me da verla cómo está.
Camila: ¡Ay, Mabel! De veras no sé de dónde sacas lástima para sentir por esa.
Ramona: Eso es porque María Belén es una muchacha buena que no guarda rencores.
Isis: (callándolos) ¡Sh! ¡Guarden silencio, joder! Ya van a decir el veredicto.
Uno de los miembros del jurado se levanta del estrado y se acerca al juez para entregarle el veredicto y la sentencia constadas en un documento dentro de un sobre. El juez abre el sobre y saca el veredicto para comenzar a leerlo.
Juez: (leyendo) El jurado aquí presente ha determinado que, por los cargos de asesinato premeditado hacia la señora Lucrecia Méndez, autora intelectual del asesinato de Rodolfo Robles y tentativa de homicidio hacia la señorita Valentina García, es...
El juez se detiene y mira a todos los presentes en la sala, quienes se ponen ansiosos de oír el veredicto.
Juez: ¡Culpable!
Todos en la sala comienzan a murmurar. Logra verse a Piedad sin decir nada, pero derramando lágrimas en silencio.
Juez: (golpeando con el martillo) ¡Silencio! ¡Orden en la sala!
Ante el regaño del juez, todos vuelven a guardar silencio.
Juez: (leyendo) Por dichos cargos en su contra, el jurado ha sentenciado a la acusada Piedad López a purgar 30 años de prisión en una cárcel de máxima seguridad por su trastorno de identidad disociativo en tercer grado
Isis: (eufórica) ¡Tómalo, bitch!
Roberto: (molesto) ¡Isis, guarda compostura!
Isis: (avergonzada) Mil disculpas, hermano de mi alma. Me dejé llevar.
Juez: Se levanta la sesión (Golpea con el martillo).
El juez se levanta y se retira de la sala. Dos policías proceden a llevarse a Piedad para trasladarla a una cárcel de máxima seguridad ahora que ha sido sentenciada. Mientras la sacan de la sala, impulsándola en la silla de ruedas, Piedad les lanza una profunda mirada de odio a María Belén y Camila. Ésta última tampoco la mira bien. Justo a la salida de la sala, Piedad ve a Amarguras casi que irreconocible y sucia. Ésta se acerca a su hija. Los policías se detienen.
Amarguras: ¡Piedad! Piedad, mi niña (Solloza).
Piedad: (con la voz ronca) Mamá...
Amarguras: Por Dios, hija. Perdóname. Yo tengo la culpa de todo lo que pasó (Rompe a llorar). Yo fui una mala madre contigo. Por eso terminaste así... (Intenta acariciarla) Por favor, perdóname.
Piedad no dice nada. Los policías siguen llevándosela y Amarguras quebranta la voz, sintiendo un profundo dolor de ver el estado en que terminó la hija a la que tanto inculcó ambición y egoísmo. La gente que pasa la mira con asco.
Minutos después, María Belén, Camila, don Roberto, Isis y doña Ramona salen de los juzgados.
Camila: ¡Desgraciada! Todavía se atreve a mirarnos feo después de todo lo que hizo.
Roberto: Lo importante es que ya se hizo justicia y va a pagar todos los crímenes que cometió en la cárcel.
María Belén: (apenada) Yo creo que ya fue suficiente castigo que vaya a pasar tantos años encerrada en una cárcel y quemada. No sé. No dejo de sentirme mal por ella.
Ramona: La gran culpable de que terminara así fue doña Amarguras.
Se enfoca a Amarguras llorando desconsolada por una acera.
Ramona: Ella siempre le inculcó ese ideal de llegar alto a costa de lo que fuera.
Isis: Por lo menos a mi Damián lo declararon inocente de haber sido cómplice de esa psicópata y en su lugar lo remitieron a un hospital psiquiátrico.
Camila: Me gustaría mucho ir a visitarlo señorita Isis.
Isis: El domingo próximo podemos ir a verlo juntas. A lo mejor le hace bien tu visita.
Camila: (ilusionada) ¿Usted cree?
Isis: ¡Claro que sí! (Se acerca a ella y le susurra) Aquí entre nos, yo estoy segura que quien verdaderamente le gustas, eres tú. Lo que tenía con aquella mujerzuela era un espejismo.
Doña Ramona nota que, por otra parte, María Belén platica muy a gusto con don Roberto, algo que la deja extrañada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / AL DÍA SIGUIENTE
Doña Ramona está obsequiándole una bolsa decorativa a María Belén.
Ramona: Toma, mija. Es un detallito que te compré para desearte suerte en tu examen.
María Belén: (sonriendo) ¡Ay, doña Ramona! No se hubiera molestado (Saca de la bolsa una blusa) ¡Mil gracias! Está muy bonita.
Ramona: No tienes qué agradecer. Te la mereces. Ya Camila me contó lo mucho que te has esforzado estos meses estudiando.
María Belén: Ha sido gracias a don Roberto que me ha ayudado mucho pagando mis clases. Con el examen que voy a presentar más tarde en la universidad, me van a revalidar mis estudios y estoy muy emocionada por eso.
Ramona: (seria) Te has encariñado mucho con ese señor por lo que veo. Hasta un celular de los caros te obsequió.
María Belén: (extrañada) La verdad sí. Es un hombre muy bueno al que aprecio reteharto. ¿pero por qué me lo dice en ese tono, doña Ramona?
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / DÍA
Don Roberto está sentado en su gran sillón cruzando las piernas y acompañado por Isis, quien se toma una tacita de café sentada en un sofá. Amarguras ingresa a la sala, harapienta y sucia, guiada por Dorotea, que ahora trabaja para el anciano.
Dorotea: Aquí está doña Amarguras, don Roberto.
Roberto: Gracias Dorotea. Puede retirarse.
Dorotea: Con permiso (Se va).
Tanto don Roberto como Isis miran con suspicacia a Amarguras, la cual se siente intimidada.
Amarguras: ¿Puedo saber por qué me hicieron venir hasta aquí? ¿Qué quieren de mí?
Isis: ¡Limítate a guardar silencio, Amargazorra! Es mi querido hermano quien va a hablar. Adelante, Roberto.
Roberto: Gracias, Isis (a Amarguras). Efectivamente quiero algo de usted, señora. Por esa razón la tengo aquí.
Amarguras: ¿Y qué es eso qué quiere de mí?
Roberto: Antes que nada, quiero que sepa que si está pisando mi casa es porque María Belén me lo pidió.
Amarguras: (sorprendida) ¿La coja?
Roberto: (serio) Refiérase a ella con respeto, por favor. Debería agradecer que la muchacha se haya compadecido de usted por su situación, así que me pidió encarecidamente ayudarla y darle algún trabajo.
Amarguras: Yo no necesito compasión de esa muchachita. ¡Faltaba más!
Roberto: Yo siendo usted no sería tan orgulloso y prepotente. Mírese en las fachas en que está, señora. ¿Quiere seguir viviendo así a aceptar una oportunidad que a lo mejor no volverá a tener?
Amarguras se queda pensativa y baja la cabeza. La mujer no puede evitar ponerse solloza.
Roberto: Desconozco qué tan mala vida le dio usted a mi hija (Amarguras se sorprende). Ha oído bien. María Belén es mi hija, pero ella aún no lo sabe y estoy esperando el momento propicio para contárselo.
Amarguras: (impactada) No puede ser… ¿Usted es su padre?
Roberto: Así es. No fue tan difícil realizar un examen de ADN en secreto para comprobarlo. El punto es que a mí no me puede mentir. Usted y yo sabemos que esa historia de su “difunta comadre” que murió al parir a María Belén no es cierta. Camila, que es mi enfermera, ya me la contó.
Amarguras se siente acorralada sin saber qué decir.
Roberto: Mi esposa sí murió, pero no de esa forma. A ella la asesinaron y luego se robaron a mi hija el mismo día. ¿Cómo es que llegó a parar a sus manos? ¿Acaso fue usted quien mató a mi mujer y se robó a la niña?
Amarguras: (muy nerviosa) Eh, bueno, yo…
Roberto: ¡Responda! Será más conveniente para usted que diga la verdad, porque perfectamente puedo levantar una denuncia en su contra para que se reabra el caso.
Amarguras: (exaltada) ¡No! ¡Eso no, por favor! Le contaré todo señor, pero no me denuncie, por lo que más me quiera.
Don Roberto e Isis guardan silencio para oír a la asustada Amarguras mientras se intercala una escena de María Belén realizando muy concentrada dentro de un salón de clases un examen general con el cual, si logra sacar un alto puntaje, podrá revalidar sus estudios de primaria y preparatoria.
Amarguras: Ella llegó a mí por un hombre… Rodolfo Robles.
Se vuelven a enfocar en la sala a don Roberto, Isis y Amarguras. Los dos primeros se sorprenden al oír el nombre de Rodolfo.
Amarguras: Hace ya casi veinte años lo vi dos veces. La primera nos conocimos en una lavandería en la que yo trabajaba. Él me ofreció entregarme a una niña a cambio de una cantidad de lana y yo… (Hace una pausa) Yo acepté.
Isis: (molesta) ¡Serás gilipollas, tía! Comerciaste con un bebé, por Santa Teresa.
Amarguras: A mí eso no me importó en el momento. La segunda vez que don Rodolfo me buscó fue en la vecindad donde vivía para entregarme a María Belén y pagarme de paso.
Roberto: (muy consternado) Entonces, fue Rodolfo Robles… ¡Ese desgraciado! (Golpea su sillón furioso) Él era mi socio en aquel entonces.
Isis: (sorprendida) ¿El viejo escurrido y tú eran socios?
Roberto: Sí. Me acuerdo lo mucho que me recalcaba lo bella que era Nidia e inclusive en ocasiones lo veía tratando de pretenderla, pero yo no lo tomaba como algo malo. Hasta que…
FLASHBACK
1995
Don Roberto, siendo algo más joven que en la actualidad, entra a la oficina de su entonces socio, Rodolfo, sorprendiéndose al verlo a él tratando de besar por la fuerza a Nidia, quien ya tiene nueve meses de embarazo.
Roberto: (furioso) ¿Qué demonios significa esto?
Nidia: (llorando asustada) ¡Roberto! (Corre hacia él) Roberto, gracias a Dios llegaste. No sabía qué hacer para quitarme de encima a Rodolfo. No me quería dejar en paz.
Rodolfo: (nervioso) Roberto, puedo explicarlo. Yo…
Roberto: ¡No te atrevas a explicarme nada, desgraciado! (Lo toma de las ropas y lo zarandea). Con que esto era lo que te traías con mi esposa. ¡Imbécil! (Le pega un puño en la cara) Ahora mismo rompemos la asociación que tenemos.
Rodolfo: Tú no me puedes hacer eso, Roberto. ¡Tenemos un trato!
Roberto: ¡Trato que yo rompo ahora mismo! Me importa muy poco si tu empresa está casi en la bancarrota. No debiste haber tratado de cortejar a mi esposa.
Rodolfo: (molesto) Me las vas a pagar. ¡Esto no se va a quedar así!
FIN DEL FLASHBACK
Roberto: Él muy hijo de su… (Se detiene) Se vengó de mí matando a Nidia. Ahora lo entiendo todo. ¿Cómo no se me ocurrió?
Isis: Ya no tiene caso que te tortures por eso. Pasó hace muchos años.
Roberto: ¡Pero pude haber mucho más de lo que hice! Debí contratar más abogados que me defendieran. ¡No sé! Ahora me siento tan estúpido… (Niega con la cabeza) E impotente. Si siguiera vivo, lo refundaría en la cárcel
Amarguras: (nerviosa) Yo sólo le pido que no vaya a tomar medidas conmigo. Yo lo de su esposa, jamás lo supe. Tenga misericordia de mí, don Roberto, por favor (Le suplica con las manos). Ya bastante tengo con lo de Piedad.
Roberto: Yo cumplo con mi palabra y le prometí a María Belén que la ayudaría, pero no crea que lo que hizo estuvo bien. ¿Tiene idea de cuántos años pasé enfermo, preocupado por mi hija, con el miedo de morirme y no volver a verla?
Amarguras agacha la cabeza sintiéndose muy avergonzada. Don Roberto se levanta de su sillón, apoyándose de su bastón.
Roberto: Nadie tiene idea, pero ya no tiene caso reprochárselo. Voy a hacer un intento por perdonarla y tenerla aquí bajo mi techo trabajando. Isis, encárgate tú.
Don Roberto se retira de la sala. Isis mira con malicia a Amarguras.
Isis: (juntando los dedos macabramente) Nos divertiremos juntas, cariño. Ya lo verás.
Amarguras mira asustada a Isis.
INT. / UNIVERSIDAD, SALÓN DE CLASES / DÍA
Las personas que presentaron el examen de revalidación de sus estudios, es decir, personas que no pudieron completar sus estudios de educación básica, media o superior, van pasando al escritorio del profesor quien los llama por orden de lista para entregarles el examen con la nota que sacaron hasta que llega el turno de María Belén.
Profesor: María Belén Zapata…
La joven coja se levanta de su pupitre y va a recibir su examen.
Profesor: Felicidades señorita. Ha sacado uno de los puntajes más altos (Se lo entrega). No olvide anexarlo junto con los otros documentos requeridos para que sean revalidados sus estudios.
María Belén: (emocionada) Muchísimas gracias, señor profesor. Hasta luego.
María Belén sale del salón muy emocionada y una vez afuera, mira con sus ojos la nota que sacó.
María Belén: ¡No lo puedo creer! Dios mío, gracias. ¡Mil gracias! (Muy emocionada) Esto lo tiene que saber Nico. Le tengo que avisar
Ella saca su celular de su bolsito y marca el número de Nicolás. Éste, por su parte está en el centro para personas en situación de discapacidad caminando por un jardín con un bastón especial para invidentes y acompañado de Dorotea.
Nicolás: Entonces, ¿en el juicio le dieron a Piedad treinta años?
Dorotea: Sí, mientras que a Damián lo remitieron a uno de esos hospitales psiquiátricos. Parece que el pobre tiene un desequilibrio mental según un examen psicológico que el abogado le pidió al juez.
Nicolás: Aunque yo no traté tanto con él, sí me pareció un chavo buena onda aquella vez que fuimos a la disco, pero no me imaginé que pudiera estar con Piedad. ¿Dices que tenía doble personalidad?
Dorotea: Así es. En el video que yo descubrí de ella, le hablaba a una tal “Mary”. A ella también le hicieron otro examen psiquiátrico, pero no fue suficiente para que la sentenciaran inocente y la remitieran también a un manicomio.
Nicolás: Fue mejor así. Esa mujer sabía fingir muy bien y de alguna maña se habría valido para escaparse del psiquiátrico.
En ese momento suena el celular de Nicolás. Éste se detiene de caminar y se lo saca del bolsillo.
Nicolás: Dorotea, contéstalo por mí, por favor (Se lo entrega). Sólo lo puedo tener encendido en los ratos libres como éste.
Dorotea: Claro que sí, joven.
Dorotea contesta el celular y se lo entrega a Nicolás para que hable.
Nicolás: ¿Sí?
María Belén: ¡Hola, Nico! ¡Soy yo!
Nicolás: (sonriendo) María Belén, qué bueno que me llamas. ¿Cómo has estado?
María Belén: Muy bien, pero algo enojada contigo. Sigo sin entender por qué no has querido que vaya a verte desde la semana pasada. ¿Pasa algo? (Preocupada).
Nicolás: No, no pasa nada de lo que debas preocuparte. Quiero darte una sorpresa, pero ya la espera se acaba la semana que viene y vas a saber de qué se trata.
María Belén: Hum. Me pregunto qué clase de sorpresa será esa, pero está bueno. Me voy a esperar hasta la próxima semana. Yo te llamé para darte la buena noticia de que gané el examen para revalidar mis estudios.
Nicolás: (feliz) ¡Oye! ¡Qué bueno! Me alegra mucho por ti. Ya hasta te oyes hablar diferente. ¿Qué hiciste con María Belén? (Le bromea).
María Belén: ¡Ja, ja, ja! ¡Qué bobo eres! No cambias.
Nicolás: Ja, ja, ja. ¿Y acaso no te gusta que yo sea así?
María Belén: (sonriendo) A mí me gusta tal y como eres Nico. Por eso no necesitas cambiar nada.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / DÍA
Camila está platicando con su madre mientras esta última lava los platos. Camila la ayuda a secárselos con un trapo.
Camila: (sorprendida) ¿Que hiciste qué, mamá?
Ramona: ¿Por qué te sorprendes tanto, Camila? Sólo hice lo correcto.
Camila: ¿Lo correcto? Ay, mamá. De veras que no te imaginas lo que hiciste diciéndole semejante cosa a Mabel.
Ramona: ¿Y por qué dices eso? ¿Acaso no es la verdad? Lo mismo pasó muchas veces con don Agapito, que en paz descanse, que pretendía a María Belén y la engatusaba ayudándole dizque “desinteresadamente” y ya ves lo que pasó.
Camila: Pero esto es diferente. ¿Cómo se te puede ocurrir que don Roberto quiera también pretender a María Belén?
Ramona: ¿Por qué no? Es un señor viudo y de dinero. ¿Por qué no habría de estar interesado en María Belén y más viendo lo mucho que la ha ayudado dándole estudios inclusive?
Camila: Mamá, mira (Deja de secar los platos). Yo te puedo asegurar más que nadie que las intenciones de don Roberto con Mabel no son malas. Todo lo contrario. Son más buenas de las que te puedes imaginar.
Ramona: ¿Y cómo lo puedes asegurar con tanta certeza? Tú habrás podido trabajar para don Roberto mucho tiempo, pero él jamás hizo contigo lo que hizo con María Belén a la que sólo conoce de meses.
Camila: ¿Te acuerdas de la plática que tuvimos hace tiempo? ¿La de que tú suponías que María Belén podía ser hija de don Roberto?
Ramona: (asentando con la cabeza) Sí, me acuerdo. Yo sólo lo suponía. ¿Qué tiene que ver eso?
Camila: Pues tu suposición resultó ser cierta.
Ramona: (muy impactada) ¿Cómo dices?
Camila: Así como lo oyes. Don Roberto es el padre biológico de María Belén y antes de que me preguntes cómo, yo misma conseguí cabellos de ella para hacer una prueba de ADN que resultó compatible.
Ramona: (cerrando la llave del lavaplatos) No lo puedo creer y María Belén no sabe todavía nada. ¡Eso quiere decir que yo metí la pata!
Camila: Y bien metida, sin que me lo tomes a mal. Lo más seguro es que Mabel se quiera ir de la casa de don Roberto y no es para menos con lo que le dijiste. Ahora él se va a ver obligado a confesarle la verdad antes de tiempo.
Camila y doña Ramona se miran angustiadas.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / NOCHE
María Belén llega a la mansión en una actitud muy emocionada y con unos papeles en la mano. Entra a la sala, en donde se encuentra don Roberto usando lentes, leyendo un libro y sentado en su sillón.
María Belén: ¡Don Roberto! (Sonriendo muy feliz) ¡Ay, don Roberto! No me lo va a creer.
Roberto: ¡Cuánta felicidad! ¿Qué te tiene tan contenta, mija?
María Belén: Es que… ¡Don Roberto, gané el examen para la revalidación de mis estudios! (Lo abraza y lo besa en la mejilla) ¡Lo gané!
Roberto: A ver, muéstrame.
María Belén le entrega los exámenes a don Roberto y éste efectivamente ve que ha sacado una nota muy buena a nivel general. El anciano sonríe feliz por su hija y se levanta de su sillón.
Roberto: No me queda más que darte un fuerte abrazo de felicitación por este logro tan merecido, hija.
Don Roberto abre los abrazos y abraza a María Belén. Ella, aunque le corresponde se siente un poco extraña y recuerda de las palabras que doña Ramona le dijo esa tarde en su casa.
FLASHBACK
Ramona: ¡Ay, mija! Yo no quiero parecer mitotera, pero dime algo con toda sinceridad. ¿No se te hace muy extraño que don Roberto te quiera ayudar así tan desinteresadamente?
María Belén: Pues no le puedo negar que al principio sí me hacía sentir incómoda y me daba reteharta pena con él, pero ya después lo asimilé y me di cuenta que don Roberto sólo me quiere como una ahijada.
Ramona: La verdad es que tú eres una muchacha muy buena. Por eso no te das cuenta de las malas intenciones que los otros puedan tener.
María Belén: (extrañada) ¿Qué quiere decir con eso?
Doña Ramona: Que a lo mejor ese señor te está pretendiendo. Te pagó estudios, libros, ropa, con la intención de pedirte matrimonio más adelante y te va a manipular con eso para que aceptes, así como pasó con Agapito.
FIN DEL FLASHBACK
María Belén se aparta incómoda del abrazo de don Roberto.
María Belén: Gracias, don Roberto. De no ser por usted que me ayudó tanto estos meses yo no habría podido ganar este examen. No me habría sabido ni la mitad de todo lo que me preguntaron.
Roberto: (mirándola con ternura) No tienes por qué agradecerme porque siempre lo he hecho con la mejor de las intenciones y tengo muchos contactos que te pueden ayudar a conseguir un buen trabajo.
María Belén: Sobre eso, ya estuve pensando y decidí que es hora de valerme por mí misma, don Roberto.
Roberto: (extrañado) ¿Qué quieres decir?
María Belén: Que yo siempre voy a estar muy agradecida con usted por todo lo que hizo por mí, pero ya no es necesario que me siga ayudando.
Roberto: ¿Pero por qué decidiste algo así? ¿Acaso no estás cómoda viviendo aquí en mi mansión, conmigo, con Isis?
María Belén: El problema no es que no me sienta cómoda, sino que me gustaría independizarme y mucho más ahora que tengo oportunidades de conseguir un buen trabajo que no sea limpiando coches en las calles.
Roberto: Pero María Belén…
María Belén: Y antes de que me diga algo, yo ya tomé esa decisión y esta vez no me va a poder convencer. Esta misma noche empiezo a empacar mis cosas y mañana me voy.
Roberto (exaltado): ¡Eso no, María Belén! ¡Por favor! Tú no te puedes ir de aquí. Es necesario que te quedes, que sigas estudiando más. No te puedes ir.
María Belén: ¿Y por qué no? ¿Quién me lo impide? Yo estoy bien, don Roberto. No se tiene que preocupar más por mí.
Roberto: Me estás pidiendo un imposible y no me parece bien que te quieras ir por un tonto capricho de querer independizarte.
María Belén: No es un tonto capricho porque yo no soy caprichosa…
Roberto: (la interrumpe) Pero sí eres muy voluntariosa y no te culpo por eso porque no pudiste tener una madre o un padre, pero por favor, María Belén. Recapacita. No te vayas.
María Belén: Deme entonces una razón válida. Sólo una razón para que no me vaya y me quede (Se cruza de brazos).
Roberto: Todavía no. Te prometo que te la voy a contar más adelante, pero ahora no te la puedo decir.
María Belén: (muy extrañada) ¿Por qué? ¿Qué diferencia tiene a que me la diga ahora a más adelante?
Roberto: ¡Por favor deja de hacerme preguntas! Sólo quédate y espera un poco más de tiempo para que sepas mis razones. Te lo pido (Rompe a llorar).
María Belén: Por favor no llore, don Roberto. Eso no le hace bien a su salud. Trate de entenderme.
Roberto: Quien debe tratar de entenderme eres tú a mí. Quédate más tiempo conmigo. ¡Ya deja de ser tan terca, por Dios!
María Belén: Estoy empezando a creer que nunca debí haber aceptado venir aquí a trabajar a su casa ni mucho menos haber aceptado toda su ayuda si las cosas se iban a poner así.
Roberto: No digas eso, María Belén. ¡No sabes lo que estás hablando!
María Belén: (molesta) Yo sí sé de lo que estoy hablando. Si de verdad me hubiera imaginado sus intenciones conmigo, hace mucho que me hubiera ido de su casa, pero no lo hice por tonta, siempre creyendo que toda la gente que me habla bonito es buena.
Roberto: (entre lágrimas) ¿Estás pensando que yo te veo con otros ojos? ¿Eso es lo que tratas de decir?
María Belén: Ya no haga esto más difícil, don Roberto. Déjeme ir y acabamos las cosas en buenos términos. No quisiera discutir con usted.
Roberto: (molesto) ¡Qué “buenos términos” ni qué nada! Tal y como te dije, no tienes idea de lo que hablas ni mucho menos de lo que piensas. No sé quién te habrá intrigado, pero está bien.
Roberto toma de un brazo a María Belén y se la lleva.
María Belén: ¡Espere, don Roberto! ¿A dónde me lleva?
Roberto: ¿Querías una razón? Ya te la voy a dar para que sepas cuán errada estás.
Don Roberto lleva a María Belén a su cuarto ubicado en el segundo piso. María Belén lo mira muy extrañada por lo que vaya a decirle y mostrarle. Una vez llegan, el anciano suelta a la joven y saca de uno de los cajones de su mesita de noche un sobre el cual le entrega a María Belén. Ella duda en recibirlo.
Roberto: ¡Tómalo y léelo!
María Belén: ¿Qué es? (Lo recibe dudosamente).
Roberto: Esa es la prueba con la que vas a comprobar que lo que te voy a decir no es mentira. Durante más de diecinueve años, yo sufrí tratando de saber qué había sido de ti, si tenías frío, hambre… Si estabas enferma.
María Belén se desconcierta ante las palabras de don Roberto
Roberto: Y fue hasta hace poco más de dos meces que el sufrimiento se acabó. Te conocí sin imaginarme cuán cerca de mí siempre estuviste siendo amiga de Camila y, en cuanto te vi, algo me decía que eras tú.
María Belén: No entiendo nada, don Roberto. Parece como si estuviera hablando de su…
Roberto: ¿De mi hija? Supones bien, porque eres tú. A ti me refiero
María Belén abre los ojos de sorpresa al oír al anciano. Muy agitada, saca del sobre los papeles que contiene y empieza a leerlos con rapidez. A medida que sigue leyendo, se lleva una mano a la boca y no puede evitar que se le salten las lágrimas.
Roberto: Yo soy tu padre María Belén… (Rompe a llorar).
La joven coja deja caer los papeles al piso y mira a don Roberto sin poder creerlo. Éste va hasta su mesita de noche y toma la foto de su esposa, la cual también le entrega a María Belén.
Roberto: Y ella era tu madre, que en paz descanse…
María Belén se queda mucho más sorprendida al ver a la mujer de la foto, la cual es muy parecida a ella.
María Belén: (negando con la cabeza) No puede ser. Yo…
Roberto: Me imagino lo muy sorprendida que estarás. Yo tampoco me lo podía creer cuando vi el resultado de los análisis de ADN que acabaste de leer.
María Belén se sienta en la cama muy consternada y deja la foto a un lado. Don Roberto se queda de pie.
Roberto: Por el parecido evidente que tienes con mi esposa, las sospechas para mí de que pudieras ser mi hija no se hicieron esperar y le pedí a Camila que consiguiera algo de ti con lo que se pudiera hacer un análisis que salió positivo.
María Belén también empieza a llorar a medida que sigue oyendo a don Roberto.
María Belén: ¡No entiendo absolutamente nada! Mi mamá no era una mujer rica como para haber estado casada con usted. Mi madrina me dijo que…
Roberto: (furioso) ¡Tu madrina es una vieja mentirosa! Te vendieron a ella cuando estabas recién nacida y lo admitió frente a mí esta tarde cuando la llamé para darle un trabajo como me habías pedido.
María Belén, llorando, se lleva las manos a la boca.
Roberto: Si no te dije nada antes, fue porque primero quería ganarme tu cariño, que me vieras como un padre, pero en vez de eso, dudaste de mí pensando lo peor.
María Belén: ¿Y cómo me iba si quiera a imaginar que usted podía ser mi papá?
Roberto: Por más que un hombre quiera pretender a una mujer, jamás haría todo lo que yo hice por ti porque son cosas que sólo haría un padre por su hija (Llorando). ¡Tú eres mi hija, muchacha!
María Belén: Perdóneme. Me porté como una tonta (Llorando con el maquillaje regado). Perdóname, por favor.
Roberto: Yo no tengo nada que perdonarte, mija (Se sienta al lado de ella en la cama). Yo sólo quiero que recomencemos y que nos olvidemos del pasado.
María Belén: Pero yo no entiendo por qué nos hicieron ese daño. ¿Por qué tenían que matar a mi mamá y robarme?
Roberto: Fue Rodolfo Robles (Ella se impacta). Él en ese tiempo era mi socio y estaba enamorado de Nidia. Así se llamaba tu madre (Sonríe entre lágrimas), pero ella jamás le hizo caso porque sólo tenía ojos para mí sin ánimo de presumir, je, je.
María Belén se limpia las lágrimas sintiéndose dispuesta a oír a don Roberto.
Roberto: Los dos nos enamorados a pesar de la diferencia de edad. Ella era una muchachita veinteañera mientras que yo ya pasaba de los cincuenta. Trabajaba para mí como enfermera porque en aquel entonces había tenido un accidente y me fracturé la pierna.
María Belén: Sigo sin entender por qué el papá de Nicolás hizo algo así.
Roberto: Lo hizo en venganza porque rompí la asociación que teníamos y porque Nidia jamás me hubiera sido infiel con él. El muy desgraciado fue tan astuto que logró poner en contra mía todas las pistas del asesinato para meterme a la cárcel.
María Belén: Entonces, él siempre supo quién era yo durante el tiempo que trabajé en su casa.
Roberto: Lo importante ahora es que aprovechemos el tiempo que perdimos y no miremos las cosas pasadas (La toma de las manos).
María Belén: Pero para mí sigue siendo increíble que ahora esté sentada aquí hablando con el papito que tanto le pedía a Dios de niña para que me llevara muy lejos de los maltratos de mi madrina (Llorando muy emocionada).
Roberto: Lamento mucho haber llegado tarde a tu rescate, mi niña.
Y sin darse a la espera, María Belén se lanza a abrazar a don Roberto fuertemente. Éste no duda en corresponderle.
María Belén: ¡Papá! (Desconsolada).
Roberto: (consolándola) Aquí siempre voy a estar para ti. Mientras puedas, yo no te voy a volver a dejar sola, hija. Eso tenlo por seguro
Detrás de la puerta, se encuentra Isis llorando porque ha estado escuchando todo, y se suena la nariz en un pañuelo.
Isis: ¡Ay, mi Dios! Mejor que las películas de cine románticas. ¡Qué emoción!
UNA SEMANA DESPUÉS
INT. / NOTARÍA / DÍA
María Belén llega acompañada a una notaría de Isis. La primera va muy bien peinada y vestida.
María Belén: No entiendo nada, tía Isis. ¿Por qué Nicolás me citó aquí a una notaría contigo? ¿Qué pasa?
Isis: No comas ansias, mi niña. Es una sorpresa. ¡Ups! Cierra los ojos que ya vamos a llegar.
María Belén cierra los ojos y sonríe divertida. Isis la guía hasta uno de los salones de la notaría en donde esperan de pie varios de los conocidos de la joven: don Roberto, Camila, doña Ramona, Amarguras y Dorotea. Nicolás también está presente de pie al lado del notario y usando su bastón. El salón también está decorado con serpentinas y algunos globos.
Isis: Ya los puedes abrir, mija.
María Belén abre los ojos y se desconcierta al ver a sus amigos y conocidos todos reunidos allí.
María Belén: (desconcertada) ¿Qué estamos celebrando?
Nicolás: María Belén… (Se acerca a ella usando su bastón) Los llamé a todos para que vinieran hasta aquí y sean testigos de la propuesta que pienso hacerte.
María Belén: ¿Qué propuesta, Nico? No te entiendo nada.
Nicolás: (sonriéndole) ¿Quieres casarte conmigo?
María Belén se sorprende al oír a Nicolás.
María Belén: ¿Me lo estás proponiendo en serio?
Nicolás: ¿Tú crees que habría hecho todo esto si no fuera en serio? Yo sé que no te lo esperabas y que a lo mejor te parecerá una locura, pero ya no podía esperar más, Mabel. Yo te amo.
María Belén: ¿Una locura? Esa no es palabra para describir esto. ¡Por Dios Nicolás! Ja, ja, ja. ¿Casarnos ahora mismo? (Se ríe muy nerviosa).
Nicolás: Me imagino que esta no es la boda que toda mujer se espera, pero hay algo que la hace especial. ¿Y sabes qué es?
María Belén guarda silencio indicando que no lo sabe.
Nicolás: Nosotros y lo que sentimos.
María Belén: (llorando emocionada) Te voy a matar un día de estos por hacerme estas cosas (Se lanza para abrazarlo). Claro que me quiero casar contigo.
Isis: (aterrada) ¡Ay, mija! No vayas a llorar que se te riega el maquillaje. No vaya a ser que parezcas una coladera humana en las fotos.
María Belén se ríe levemente por el comentario de su tía y se limpia con delicadeza las lágrimas de sus ojos. Don Roberto se acerca a la pareja de jóvenes.
Roberto: No les voy a negar que a mí también me parece una locura, pero Nicolás y yo ya hablamos y no me queda más que darles mi bendición.
Nicolás: Muchas gracias por su apoyo, don Roberto.
María Belén: Muchísimas gracias, papá (Lo abraza).
Nicolás le extiende su mano a María Belén y ella la toma. Los dos se dirigen hasta el escritorio del notario quien comienza a realizar el respectivo protocolo hasta que el momento en que cada uno procede a firmar el acta de matrimonio. Ella le ayuda a firmar a él mientras Camila toma fotos muy emocionada con una cámara digital.
Notario: Por el poder que me confiere el Estado, a partir de este momento, los declaro marido y mujer. Felicidades (Les sonríe).
Nicolás y María Belén se besan duraderamente al tiempo que son rodeados de aplausos por todos los presentes, quienes los miran con emoción y felicidad, aunque la única que no hace buena cara es Amarguras y que está vestida con un simplón uniforme de sirvienta.
Amarguras: Qué cosas. Se casan tan jóvenes y al año ya están firmando el divorcio.
Isis: (dándole un codazo) ¡Calla joder! No te traje para que opines, sino para limpies el asiento trasero del auto, así que ándale y ve a hacer tus quehaceres (Empujándola).
Amarguras obedece a Isis de mala gana.
UN MES DESPUÉS
MIAMI, ESTADOS UNIDOS
INT. / HOSPITAL, CONSULTORIO MÉDICO / DÍA
Nicolás está sentado en una camilla, usando bata y con los ojos vendados. María Belén y un doctor están presentes.
Doctor: Muy bien, Nicolás. Ya vamos a comprobar qué tal salió la operación.
Nicolás: Claro que sí, doctor. Adelante.
El doctor comienza a quitarle la venda de los ojos a Nicolás con delicadeza. María Belén se siente ansiosa e ilusionada. Cuando termina de quitársela, Nicolás ve oscuro, pero poco a poco su vista comienza a esclarecerse y el primer rostro que ve es el de María Belén.
María Belén: ¿Me puedes ver, Nico?
Nicolás asienta con la cabeza al tiempo que sonríe.
Nicolás: Sí. ¡Puedo ver! (Se levanta de la camilla, muy emocionado) Puedo ver, doctor. ¡Puede ver perfectamente!
María Belén: Gracias a Dios. ¡Eso quiere decir que la operación salió exitosa! ¡Nico, puedes ver!
María Belén y Nicolás se abrazan muy emocionados.
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO
EXT. / HOSPITAL PSIQUIÁTRICO, PATIO / DÍA
Por otra parte, Camila e Isis están caminando a paso lento por el patio de un hospital psiquiátrico.
Isis: (triste) Hace ya bastante tiempo que mi Damián entró aquí y no ha tenido ninguna mejoría, según dicen los médicos
Camila: Yo sigo pensando que no hay que perder las esperanzas, señorita Isis. Es cuestión de no dejar solo a Damián. Él nos necesita mucho
Isis: Es que el pobre de por sí ya había quedado mal de la cabeza con la muerte de mis compadres allá en España. Me acuerdo la depresión que tuvo y tardó mucho en recuperarse.
Las dos se detienen y observan a lo lejos a Damián, sentado en una banca y con la mirada retraída. Camila se acerca e Isis se queda mirando.
Camila: Hola Damián (Se sienta a su lado, pero él no la mira). Disculpa que venga a irrumpir en tu mundo, pero sólo quería verte. ¿Podrías aunque sea mirarme?
Damián sigue retraído y ni se inmuta a mirar a Camila. Ella, solloza, lo toma de las manos.
Camila: Mírame, por favor. Yo sólo quiero que salgas un momento de ese letargo y me escuches. Tú y yo sabemos que me puedes oír muy bien, pero hay una diferencia muy grande entre oír y escuchar…
Damián agacha la cabeza. Intenta mirar a Camila de reojo.
Camila: Vamos, mírame. No tienes por qué sentir miedo. No estás solo. Yo estoy contigo.
Damián finalmente mira a Camila a los ojos expresando cierto temor y tristeza. Camila se conmueve por eso y lo toma más fuerte de las manos, a lo que Damián le sonríe y la abraza. Ella le corresponde e Isis a lo lejos, sonríe feliz.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, CUARTO DE ISIS / DÍA
Más tarde, Isis está hablando con María Belén en su tablet vía Skype mientras Amarguras le hace un masaje en los pies sintiendo asco.
Isis: ¡Qué buena noticia que la operación salió exitosa, mija! Me alegro mucho por ti y por Nicolás.
María Belén: Gracias, tía. Los dos también estamos muy felices, claro que todavía requiere de mucho reposo para que no se vayan a presentar complicaciones más adelante.
Isis: (emocionada) ¡A ver cuando nos traen la noticia de que seré abuela!
María Belén: ¡Ja, ja, ja! Tía, qué cosas dices. Todavía no está en nuestros planes, aunque no te puedo negar que me encantaría ser mamá, pero más adelante.
Isis: Disculpa, Mabel. Vuelvo en un momento (A Amarguras). Amargachacha, ve a limpiar mi baño ahora mismo. Lo quiero listo en una hora.
Amarguras: (levantándose) Como ordene la señora (Le sonríe con hipocresía).
Isis: ¡Señorita, joder! (Le corrige) Y también prepara la bañera. Voy a darme un baño paradisiaco porque esta noche tengo cita con Albert.
Amarguras: Entendido.
Amarguras se retira y baja al cuarto de aseo para buscar los implementos de aseo necesarios para limpiar el baño (cubetas, trapeadoras, desinfectantes). Una vez que llega, entra al baño, pero se cubre la nariz.
Amarguras: ¡Válgame Dios! ¿Qué olor tan asqueroso es ese?
De repente, Isis le cierra la puerta a Amarguras bajo llave desde afuera. Ésta última se aterra y comienza a azotar la puerta.
Amarguras: ¡Ábranme! No me dejen encerrada aquí. Moriré asfixiada… (Desvaneciéndose por el olor) ¡Por el amor de Dios! ¡Auxilio!
Afuera del baño, Isis se ríe cosquillosamente y se va.
EXT. / PLAYA DE MIAMI / NOCHE
María Belén y Nicolás están sentados en la arena y abrazados, vestidos con ropa ligera y de verano. Se pueden oír las olas del mar, el viento de la noche soplar y ver las estrellas en el cielo.
María Belén: Qué padre se siente la noche aquí contigo. Siempre me parecieron hermosas las estrellas.
Nicolás: Y yo me siento feliz por el sólo hecho de tener la oportunidad de verlas y de verte cada día más (Le susurra al oído).
María Belén: (sonriendo) ¿Sabes? Esta noche yo ya la había visto en un sueño, pero no me imaginé que se pudiera hacer realidad.
Nicolás: Es que para ver los sueños hechos realidad, hay que cultivarlos con paciencia. Por eso estamos aquí. Te amo, Mabel (Acurrucándola más).
María Belén: Yo también, te amo Nico. Quiero que seamos muy felices de ahora en adelante.
Los dos jóvenes se besan durante un largo rato de una forma especial, abrazados en medio de esa noche estrellada de playa, mientras la cámara se va alejando.
FIN
¡¡Muchas gracias por haber leído esta historia!!
INT. / CASA ROBLES / DÍA
María Belén llega a la casa Robles y justo se topa con Rodolfo quien va de salida.
María Belén: (seria) Buenos días, señor.
Rodolfo: (mirándola sonriente) Buenos días, María Belén. ¿Estabas por fuera?
María Belén: Sí. Dorotea me dio permiso para ir a visitar unas amigas en la vecindad donde vivía antes.
Rodolfo: Me parece de muy mal gusto que Dorotea se tome atribuciones que no le corresponden como darte permisos para salir. Eso tenías que habérmelo pedido a mí.
María Belén: Me imaginé que como está tan afectado por la muerte de su señora esposa, pues mejor no quise molestarlo.
Rodolfo: No es necesario que seas tan arisca conmigo, muchacha (Le acaricia el rostro y María Belén se aparta incómoda).
María Belén: No es que sea arisca, pero prefiero guardar las distancias. Ya sabe usted. Yo sólo soy la empleada de aquí.
Rodolfo: Todo eso puede cambiar si me permites que tengamos… Una relación más cercana, más que de patrón y empleada. Podemos ser amigos. Me recuerdas mucho a alguien que conocí en el pasado
María Belén: (sonriéndole hipócrita) Pos con todo respeto señor, pero yo prefiero que sigamos así como estamos y ya. Me tengo que ir…
Rodolfo: (tomándola de un brazo) Espera un momento…
De repente, Nicolás baja las escaleras y se queda extrañado al ver la escena de su papá cogiendo de un brazo a María Belén. Ésta al ver a Nicolás, se va rápidamente.
Nicolás: (a Rodolfo) ¿Pasaba algo aquí?
Rodolfo no le responde nada a su hijo. Lo mira serio y frustrado al haberse visto interrumpido y sale de la casa. Pasan varios días dentro de la historia y empiezan a intercalarse escenas de cómo transcurren la vida de los personajes. La amistad de María Belén y Nicolás cada vez es más cercana. Él, por lo general, la acompaña a la plaza de mercado y se vienen caminando juntos charlando y platicando muy a gusto. Inclusive, cuando están dentro de la casa, Piedad los observa reírse escondida tras una pared, cosa que le disgusta.
Esta última reanuda sus planes de seguir seduciendo a Rodolfo. En una de esas, la mujer entra al despacho, toma a Rodolfo de lo corbata y lo jala hacia ella para besarlo apasionadamente. Dorotea, que pasa por ahí, los ve por la puerta entreabierta y se marcha indignada.
Paralelamente, Damián y Camila siguen haciéndose también buenos amigos. Él le enseña a ella varios libros de autores famosos que conoce, ya que los dos comparten el mismo gusto por la lectura.
La señorita Isis mira una vez otras otra su tienda online de ropa, pero se siente frustrada al ver que su negocio no tiene el éxito que tanto esperaba.
Don Roberto, en su habitación y recostado en su cama, mira todos los días la foto de Nidia, su difunta esposa, inclusive contrata un detective para averiguar el paradero de su hija, pero el detective no da con ningún resultado.
Por otra parte, Rodolfo baja al cuarto de servicio de María Belén y en ocasiones, disimuladamente, observa cómo la joven coja se cambia de ropa. También, cuando se agacha a recoger algo, le mira el trasero con lascivia, sin embargo, María Belén no se percata de eso.
UN MES DESPUÉS
INT. / CASA ROBLES, SALA / DÍA
Camila está visitando a María Belén. Ésta tiene puesto el uniforme de sirvienta.
María Belén: ¡Cami! ¡Qué sorpresa!
Las dos amigas se abrazan felices y a los segundos, se separan.
Camila: ¡Mírate nada más! ¡Qué sexy te ves con ese uniforme!
María Belén: Ja, ja, ja. Estás loca. Me veo normal. ¿Hoy no tenías que trabajar?
Camila: No. Aproveché que don Roberto me dio el día libre para venir a visitarte y a hacerte una propuesta.
María Belén: (extrañada) ¿Una propuesta?
Camila: Sí. Es que fíjate que Damián me invitó esta noche a un antro. ¿Sí sabes quién es Damián?
María Belén: Sí, ya me habías hablado de él. El chavo que te gusta, que es ahijado de la hermana del señor que cuidas.
Camila: (avergonzada) ¡Pero no me lo digas de esa forma! ¡Me haces sentir rara! Ja, ja, ja. En fin. Ese mismo. Me invitó a un antro esta noche y pensé en invitarte a que vengas con nosotros.
María Belén: ¿Yo ir con ustedes? ¿Cómo crees? Es una cita entre ustedes dos. No quiero quedar como una metida.
Camila: ¡Qué cosas dices! Claro que no. Aparte, tampoco es una cita entre Damián y yo. Sólo es un plan para salir a divertirse.
En ese momento, viene Nicolás, quien se extraña al ver a Camila.
María Belén: ¡Nicolás!
Nicolás: Te estaba buscando. Dorotea te necesita para que le ayudes a cambiar las sábanas de arriba.
María Belén: En un rato voy. Mira. Te presento a Camila. Es mi mejor amiga. Camila, él es Nicolás. También somos amigos.
Nicolás: (dándose la mano con Camila) Hola. Mucho gusto (Le sonríe).
Camila: (sonriendo) Igualmente. Mabel me ha hablado mucho de ti.
Nicolás: ¿Cosas buenas o cosas malas? Je, je, je.
Camila: Cosas buenas. Me dijo que tú eres su profesor y le estás enseñando de etiqueta y esas cosas.
Nicolás: Le enseño en los ratos libres cuando no está trabajando y aprende muy rápido.
María Belén: Bueno, yo tengo trabajo que hacer. Luego nos vemos, Cami. Te dejo con Nicolás.
Camila: ¡Espera! Todavía no me has dicho si vas a ir o no al antro conmigo.
María Belén: (mirando a Nicolás) La verdad no sé si pueda. Tampoco sé si me den permiso para salir.
Nicolás: Ah, si es por mí, no hay problema. Claro que puedes ir, María Belén.
Camila: (sonriendo) ¿Y por qué no van los dos juntos?
María Belén: (avergonzada) ¡Camila!
Camila: ¿Tú que dices Nicolás? ¿Te gustaría?
Nicolás: (indeciso) Bueno, yo…
María Belén: No le hagas caso, Nicolás. Camila es un poquito loca. Ya ves (Sonríe nerviosa).
Nicolás: Pues no me parece mala idea. Podríamos ir. Así me distraigo un poco después de lo sucedido con mi mamá.
Camila: (emocionada) ¡Entonces, no se diga más! ¡Esta noche vamos a salir a pasar un buen rato los cuatro!
María Belén niega con la cabeza sonriéndole resignada a Camila.
INT. / CASA ROBLES, CUARTO DE RODOLFO / DÍA
Piedad está frente al tocador probándose un costoso collar de perlas que era de Lucrecia y también se prueba una pulsera y un par de aretes. La mujer se sonríe vanidosa en el reflejo, mirándose como le quedan las joyas. De repente, al cuarto entra Dorotea, sorprendiendo a Piedad.
Dorotea: (seria) ¿Qué estás haciendo tú aquí probándote las joyas de la señora?
Piedad: (quitándose los aretes) ¿A ti qué te importa, vieja metiche? Aprende a tocar las puertas antes de entrar.
Dorotea: ¡Arribista! ¡Sinvergüenza! ¡Eso es justo lo que eres!
Piedad: ¿Perdón? (Indignada).
Dorotea: ¡Lo que oíste! Ya sé que eres la amante de don Rodolfo. Los he visto a los dos besuquearse a escondidas varias veces.
Piedad: (cínica) ¡Pues sí! Somos amantes, así que lo que Rodolfo y yo hagamos no tiene por qué importarte. Tu opinión sobra. ¿O se te olvida que eres una miserable sirvienta en esta casa?
Dorotea: (tomándola de un brazo con brusquedad) ¿Cómo puedes ser tan cínica y descarada? Hace poco más de un mes que murió la señora Lucrecia, y claro, tú no desaprovechaste la oportunidad de metértele por los ojos a don Rodolfo.
Piedad: ¡No te atrevas a tocarme! (Se suelta furiosa).
Dorotea: Falta ver si los dos ya no serían amantes antes de que muriera la señora. Nunca me diste buena espina desde esa noche que viniste a cenar con tu madre con esa pinta de buscona que traías (Mira a Piedad con desprecio).
Piedad: ¡Mira, maldita vieja! (La empuja mirándola fulminante) Será mejor que comiences a respetarme porque tal vez no tarde en convertirme en la nueva señora de Robles. ¿Y sabes qué haré cuando eso suceda? ¡Tú y la coja esa serán las primeras en volar de esta casa!
Dorotea: (burlona) ¡Já! ¿Crees que le tengo miedo a tus estúpidas amenazas? ¡Mételas por donde mejor te quepan! ¡Descarada!
Piedad termina de quitarse las joyas de Lucrecia, mira furiosa a Dorotea y sale del cuarto.
INT. / CAFETERÍA / DÍA
La señorita Isis se encuentra ocupando una mesa en una cafetería, con su laptop. La simpática mujer se está tomando un café, mirando de nuevo la página de tu tienda de ropa online.
Isis: (desanimada) ¡Por los clavos de Cristo vencedor! Comienzo a creer que el viejo cascarrabias de mi hermano tiene razón y este negocio es un fracaso (Cierra la laptop). Tengo que demostrarle de alguna forma que yo puedo salir adelante sin su ayuda. ¿Pero cómo?
Cerca de allí, hay un hombre de pie discutiendo con su asistente. A Isis le llama la atención la discusión.
Alberto: (molesto) ¿Qué? ¿Cómo que la modelo renunció a última hora?
Asistente: (tímida) Sí, eso mismo. Su representante se contactó conmigo y me comunicó la decisión de cancelar el contrato para el comercial.
Alberto: ¡Me lleva! ¡Ese comercial tiene que ser lanzado a más tardar pasado mañana! La Beauté me puede demandar.
Asistente: Podemos llamar otra modelo menos capacitada para reemplazar a la anterior.
Alberto: No sé. Tenemos que hacer algo pronto. Debí poner una cláusula de exclusividad en el contrato con esa mujer para evitar que renunciara, pero me confié (Desesperado).
Isis se acerca a Alberto.
Isis: Disculpa. ¿Tú no eres Alberto de La Fuente?
Alberto: (extrañado) Sí, soy yo. ¿Quién es usted? (Mirando detenidamente a Isis) No puede ser. ¿Isis?
Isis: (emocionada) ¡Albert, querido!
Isis abraza exageradamente apretado a Alberto de la emoción. Éste siente que le falta el aire.
Isis: (dejando de abrazarlo) ¡Cuánto tiempo! No nos veíamos desde aquel incidente cuando te quedaste sin papel en los baños públicos de aquel restaurante.
Alberto: Je, je, je. Fue un hecho bastante bochornoso (Avergonzado).
Isis: ¡Ni lo digas! ¡Tenías una cara de estreñido, mi amor! Defecaste lo que en toda una vida no pudiste. ¡Madre mía! Hasta a los bomberos llamaron.
Albert:o (incómodo) ¡Ejem! ¿Y qué haces en México?
Isis: Vine a quedarme a vivir con mi hermano y mi ahijado Damián. Escuché sin querer que tienes un problema.
Alberto: Desgraciadamente así es. Ya sabes que soy director de imagen de la filial de una importante compañía de maquillaje aquí en México. No sé si habrás oído de "La Beauté" y la modelo que había sido contratada para grabar un comercial renunció a última hora.
Isis: ¡Qué terrible infortunio! (Se lleva las manos al pecho, muy apenada) Si yo pudiera ayudarte…
De repente, cuando Alberto escucha que Isis le ofrece su ayuda, la mira fijamente de abajo hacia arriba y se le ocurre una idea.
Alberto: ¿En serio estarías dispuesta a ayudarme, Isis?
Isis: ¡Por supuesto! (Provocativa) Tú sabes que siempre fuimos muy buenos amigos (Le guiña el ojo).
Alberto: ¡Perfecto! Siendo así, estás contratada como modelo del próximo comercial de perfumes (La toma de los brazos).
Isis abre los ojos como platos cuando escucha a Alberto.
INT. / DISCOTECA / NOCHE
María Belén, Nicolás, Camila y Damián llegan juntos a la discoteca a la que se habían citado. La música electrónica suena a alto volumen, y hay varios jóvenes bailando en medio de las luces neón. María Belén está usando un vestido largo y una diadema en el cabello, por lo que no se ve muy acorde al resto de ropa que usan los demás.
María Belén: (nerviosa) ¡Camila, será mejor que me vaya! ¡Quédense ustedes tres! (Habla casi gritando por el ruido).
Camila: (sorprendida) ¿Por qué si acabamos de llegar, Mabel?
María Belén: Es que yo nunca he estado en un antro. Mírame nada más como vine vestida. Mejor me voy (Intenta irse).
Camila: (deteniéndole) ¡Alto ahí, señorita! ¡Tú no vas a ninguna parte! Nicolás, Damián, espérennos aquí tantito. ¡Ya volvemos!
Damián: Nosotros vamos a ir pidiendo las bebidas.
Camila toma de una mano a María Belén y la lleva obligada hacia el baño de mujeres. El ruido ahí no se escucha tan fuerte.
María Belén: ¿Estás loca? ¿Por qué me trajiste aquí?
Camila no dice nada. Le quita la diadema del pelo a María Belén, le sube la falda un poco y luego saca de su bolso una caja de rubor y un lápiz labial para maquillar a la joven coja.
María Belén: (extrañada) ¿Qué haces?
Camila: ¡Silencio! Confía en mí.
Camila le aplica el rubor en los pómulos a María Belén y luego la para frente al espejo del baño para que se vea.
Camila: ¡Listo! ¿Cómo te ves?
María Belén: (insegura) ¡Ay, no sé! Me siento rara.
Camila: ¡Qué rara ni qué nada! ¡Te ves hermosa, Mabel! Vas a dejar fascinado a Nicolás cuando te vea (Le guiña el ojo).
María Belén: ¡Qué cosas dices! Él y yo sólo somos amigos.
Camila: (sarcástica) ¡Ajá! Lo mismo decimos todos, pero en el fondo sabemos que no es así. Ven. Mejor salgamos que nos están esperando (La toma de la mano y la saca del baño).
María Belén: ¡Espera, Camila!
INT. / CASA ROBLES, SALA / NOCHE
Piedad entra a la sala muy apurada, en donde la espera Amarguras de pie.
Piedad: (sorprendida) ¿Mamá? ¿Qué haces aquí a esta hora?
Amarguras: ¡Ay, Piedad! Perdóname, pero era urgente que viniera. Me pasó algo terrible con Agapito.
Dorotea escucha escondida tras una pared.
Piedad: ¿En serio viniste hasta acá para decirme semejante babosada? ¡Por favor!
Amarguras: Ni siquiera te he contado qué fue lo que me pasó. Estoy muy asustada, hija. Me tienes que ayudar.
FLASHBACK
Amarguras camina por la acera hacia la vecindad, cargando un par de alimentos que compró en el mercado, cuando de repente es abordada por Agapito.
Amarguras: (sorprendida) ¡Agapito!
Agapito: Ya pasó más de un mes, doña Amarguras. ¿En qué quedamos? (Mirándola intimidante).
Amarguras: (nerviosa) Eh… Bueno, es que…
Agapito le saca una navaja a Amarguras amenazando con apuñalarla disimuladamente. Amarguras se queda aterrada.
Agapito: Usted me prometió que María Belén no tardaba en ser la que iría detrás de mí pidiéndome ayuda y hasta ahora eso no ha pasado. ¿Me está viendo la cara de idiota?
Amarguras: (muy asustada) ¡Claro que no, Agapito! Es que no se ha presentado la oportunidad, pero el plan sigue en pie.
Agapito: (furioso) Eso mismo me ha venido diciendo desde hace tiempo, pero ya me estoy cansando de tener que esperar. O me paga lo que me debe en efectivo o con María Belén. Tiene una semana más.
Agapito se guarda la navaja de nuevo en el bolsillo y se va. Amarguras suspira aliviada y se recuesta en la pared llevándose la mano al pecho.
FIN DEL FLASHBACK
Amarguras: Me amenazó de muerte y me dio sólo una semana para pagarle la deuda. Tienes que hacer algo, Piedad, y algo rápido para sacar a esa coja de esta casa.
Dorotea se desconcierta, pero sigue escuchando.
Piedad: ¡Eso te pasa por viciosa! Ni siquiera tendría por qué ayudarte, pero lo voy a hacer en vista de que me conviene para deshacerse de esa coja maldita que todavía me las debe.
Amarguras: ¿Qué tienes pensado hacer entonces?
Piedad: (sonriendo con malicia) Ya tengo un plan. Sólo espérate hasta pasado mañana.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, SALA / NOCHE
La señorita Isis llega a su casa, sonriendo muy feliz. Don Roberto la ve llegar, sentado en un sofá de la sala y leyendo un libro con los lentes puestos.
Isis: (cantando) ¡La, la, la! ¡La, la! ¡Buenas noches, hermano de mi corazón! ¿Me estabas esperando?
Roberto: (asqueado) Claro que no, aunque no sobra preguntarte en dónde estabas como para que llegues a esta hora.
Isis: Estaba en una cita con el hombre que me llevará a la fama. Vas a ver Roberto, vas a ver…
La señorita Isis se retira de la sala cantando. Don Roberto se queda extrañado.
INT. / DISCOTECA / NOCHE
Camila baila con Damián la música electrónica que suena en la discoteca. María Belén y Nicolás están sentados cerca a la barra y los ven bailar.
María Belén: Me encanta la pareja que hacen Camila y Damián (Bebe un sorbo de su coctel). Además, se ve que le están pasando muy bien.
Nicolás: Sí. Se ve que se gustan mucho, pero ninguno se atreve a dar el paso.
De repente, una muchacha rubia, bonita y provocativa se acerca a Nicolás. María Belén la mira mal.
Muchacha: Hola. ¿Te gustaría bailar?
Y antes de que Nicolás pueda responder, María Belén se le adelanta.
María Belén: Él ya va a bailar conmigo, así que gracias por el ofrecimiento. ¿Verdad, Nico?
Nicolás: (sorprendido) Bueno, yo…
De repente, empieza a sonar una canción de electrónica que a María Belén le llama la atención.
María Belén: (a Nicolás) Ven. Vamos a bailar esta canción.
María Belén toma de la mano a Nicolás y ambos empiezan a bailar al ritmo de la canción. Un anfitrión se sube a la tarima de la discoteca.
Anfitrión: ¡Muy bien, chicos! ¡Vamos a hacer un concurso! La pareja que mejor se mueva y quede en la pista se ganará un premio sorpresa esta noche. ¡Así que bailar!
Todos en la discoteca gritan eufóricos y continúan bailando. María Belén empieza a bailar al ritmo de la canción de una forma increíble y con movimientos excepcionales, dejando sorprendido a Nicolás. Poco a poco, la joven llega al centro de la pista moviéndose sin parar y llama la atención de todos los demás quienes se detienen de bailar y miran sus pasos para hacerle barra. Un reflector de luz la enfoca y María Belén sigue moviéndose y sonriendo, dejando fascinado a Nicolás. En un momento dado, la muchacha se enreda con los pasos por su cojera y es sostenida rápidamente por Nicolás para que no se caiga. Los dos se quedan mirando fijamente, sin decir nada, muy cerca al uno al otro.
EXT. / CALLES / MÁS TARDE
María Belén camina cojeando borracha por una acera acompañada de Nicolás
María Belén: (riéndose a carcajadas) ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Ay, no! No me puedo creer que haya sido capaz de bailar y que todos se me quedaran mirando haciéndome barra. ¡A mí! ¡A la coja! (Se da golpes en el pecho) ¿No te parece increíble, Nicolás?
Nicolás: Ja, ja, ja. Estás muy borracha, María Belén.
María Belén: ¿Borracha? Pos si sólo me tomé unos tragos. Nada del otro mundo y eso que nunca había tomado antes, eh. ¡No puede ser! (Grita muy alertada).
Nicolás: ¿Qué pasa? (Preocupado) ¿Te sientes mal?
María Belén: No, no es eso. Se me olvidó reclamar el cupón que nos dieron a ti y a mí de premio por ser los que mejor bailamos, aunque fui yo la que saqué la cara por los dos porque tú sólo te quedaste mirándome.
Nicolás sonríe por todo lo que dice María Belén. Ésta para de caminar, se sienta en la acera y se quita los zapatos.
Nicolás: ¿Qué haces?
María Belén: ¡Listo! (Vuelve a ponerse de pie).
Nicolás: ¿Por qué te quitaste los zapatos? No puedes caminar así. Te vas a hacer daño.
María Belén: Es que me tallan. ¡Me van a salir callos!
Nicolás: De todos modos, no puedes andar por la calle así. Ven. Dámelos, voy a ponértelos (Trata de quitarle los zapatos).
María Belén: ¡Qué ponérmelos ni qué nada! Me voy a ir caminando así (Jala los zapatos hacia ella).
Nicolás: (jalando los zapatos hacia él) ¿Qué no entiendes lo que digo? Te puedes herir los pies, María Belén. Hazme caso.
María Belén: ¡Ya te dije que no Nicolás! ¡Suéltalos!
María Belén jala más fuerte los zapatos e impulsa a Nicolás hacia ella. Los dos quedan bastante cerca el uno al otro y se miran a los ojos en silencio.
Nicolás: (susurrando) María Belén…
María Belén no dice nada y junta sus labios con los de Nicolás. Nicolás empieza a besarla y María Belén le corresponde. El beso entre los dos cada vez se vuelve más intenso en esa acera solitaria. En eso, María Belén no puede sostenerse de pie y se desvanece. Nicolás la sostiene.
Nicolás: ¿Estás bien?
María Belén consternada asienta con la cabeza. Nicolás sonríe y se agacha.
Nicolás: Ven. Súbete a mí. Te voy a cargar.
María Belén se sube encima de la espalda de Nicolás. Éste toma los zapatos y se levanta, para luego seguir caminando.
Nicolás: Ya es tarde, pero no falta mucho para que lleguemos.
María Belén: (susurrando) Nicolás, te quiero…
Nicolás sonríe cuando escucha a María Belén.
Nicolás: Yo también te quiero, María Belén.
EXT. / VECINDAD / NOCHE
Camila y Damián llegan en un taxi a la vecindad donde ella vive. Un taxi está esperando a Damián.
Camila: (sonriendo) Gracias por haber acompañado hasta mi casa, Damián. Me la pasé muy bien esta noche.
Damián: (sonriendo) Yo también me divertí mucho, aparte me cayeron muy bien tus amigos. Ojalá más adelante volvamos a armar otro plan para salir.
Camila: Eso me gustaría muchísimo. Ya está vimos que hacemos el clan perfecto de amigos, je, je, je.
Damián: ¿Y qué tan amigo me ves a mí?
Camila se sorprende al oír la pregunta.
Camila: Eh, bueno…
De repente, son interrumpidos por doña Ramona, quien sale de su casa en pijama.
Ramona: (molesta) ¡Camila! ¿Qué haces ahí? ¡Entra de una buena vez a la casa! ¿Ya viste la hora que es?
Camila: Lo siento, mamá. Ya voy
Damián: Lamento mucho traer a su hija a esta hora, doña Ramona. Le prometo que no va a volver a pasar (Apenado).
Ramona: Está bien, joven, no se preocupe. Lo importante es que hayan llegado bien.
Camila: Bueno Damián, hablamos mañana. Qué descanses.
Damián: Tú también (Se besan en la mejilla). Buenas noches señora.
Ramona: Hasta luego joven. Igualmente.
Camila se entra a la casa con su mamá. Damián se queda viéndola mientras sonríe.
INT. / CASA DE AGAPITO, CUARTO / NOCHE
Sandra está recostada en su cama, leyendo una revista. Agapito entra al cuarto y se acuesta en la cama, de lado, para no hablarle a su mujer. Ésta deja la revista en la mesita de noche y acaricia el brazo de Agapito sonriendo pícara.
Sandra: Hace mucho no me tocas, mi amor. ¿Por qué no aprovechamos esta noche? (Lo besa en la mejilla) ¿Qué dices?
Agapito: (molesto) ¡Déjame en paz, Sandra! Ahora no estoy de humor. Quiero dormir.
Sandra: (indignada) ¡Tú nunca estás de humor para mí! Pero sí para tus amigos y para andar sonriéndole a cualquier mujer que se te cruce en el camino.
Agapito: (recostándose en la cama) ¡No empieces con tus estúpidos celos!
Sandra: ¡No son celos! Solamente te estoy pidiendo que me valores más como tu mujer, pero, en vez de eso, me tratas como un trapo viejo. ¡No lo merezco, Agapito!
Agapito: ¡Ya déjame en paz! Cada vez estás más insoportable.
Agapito se levanta de la cama, toma su almohada y cobija y sale del cuarto. Sandra se queda solloza.
INT. / CASA ROBLES, COCINA / AL DÍA SIGUIENTE
Dorotea y María Belén están preparando el desayuno mientras platican.
Dorotea: Anoche llegaste tarde con el joven Nicolás. ¿Qué tal se la pasaron?
María Belén recuerda el beso que se dio con Nicolás y sonríe.
Dorotea: Hum, esa sonrisa me deja mucho qué pensar (Le sonríe pícara).
María Belén: (avergonzada) Ja, ja, ja. ¿Qué cosas dices, Dorotea? Sólo salimos al antro y bailamos, pero tuvimos que venirnos caminando porque no pasaban taxis desocupados.
Piedad entra a la cocina, con su típica vanidad y soberbia.
Piedad: ¡Dorotea!
Dorotea: (seria) Dime.
Piedad: Antes que nada, ve bajándole a la confianza con la que me hablas. A partir de esta noche muchas cosas van a cambiar en esta casa.
Dorotea: (ignorándola) ¿Qué es lo que necesitas?
Piedad: Quiero que prepares una cena especial para esta noche. Rodolfo y yo vamos a dar un anuncio importante, y mi mamá va a venir. ¿Entendido?
Dorotea: Veré qué puedo hacer.
Piedad: (a María Belén) Y tú deja la casa limpia como una tacita de té y ayúdale a Dorotea con la cena.
María Belén: Yo no tengo por qué recibir órdenes de una desabrida como tú. Ni que fueras mi patrona para estar mandándome. Faltaba más.
Piedad: (conteniendo su furia) Haré de cuenta que no oí nada porque no quiero discutir ahora. Ya lo saben.
Piedad mira fulminante a Dorotea y a María Belén, y luego sale de la cocina. Dorotea niega con la cabeza.
Dorotea: ¡Cínica! Ahora da órdenes la muy descarada.
María Belén: ¿Le vas a hacer caso, Dorotea?
Dorotea: No tengo de otra. Ella y don Rodolfo son un par de descarados que no respetan la memoria de la señora Lucrecia, que en paz descanse.
María Belén: (sorprendida) ¿O sea que sí son…?
Dorotea: Sí. Los he visto varias veces besuquearse a escondidas. Me parece el colmo. Por eso la mujer esa tiene esa actitud de creerse la señora de la casa.
María Belén: ¡Pobre de Nicolás! Él no debe saber nada.
Dorotea: ¡Ay, muchacha! Ahora que estamos a solas, quería decirte algo importante.
María Belén: (extrañada) ¿De qué?
Dorotea: Yo siendo tú, renunciaría a este trabajo antes de mañana si no quieres lamentar algo.
María Belén: ¿Y qué o qué podría lamentar? ¿Qué sabes tú?
Dorotea: Sólo hazme caso, por favor. Piénsalo.
Dorotea sale de la cocina, dejando pensativa a María Belén.
CONTINUARÁ…
EXT. / CAFETERÍA / NOCHE
Una persona misteriosa está escondida tras un poste de luz mirando a lo lejos cómo Camila y Damián conversan muy a gusto y entran juntos a una cafetería. Esa persona es nada más y nada menos que la señorita Isis, pero disfrazada de hombre, al estilo de Charles Chaplin.
Isis: (suspirando aliviada) Con que allá van ese par de críos. ¡Madre mía! Llegué a pensar que se irían directo para un motel. Por eso tengo que mantenerme bien alerta.
La señorita Isis también se dirige a entrar a la cafetería. Ocupa una mesa, no muy alejada de Camila y Damián, y toma la carta del menú para cubrirse el rostro y tenerlos bien vigilados. Una mesera les sirve dos tazas de café al par de jóvenes, junto con un plato de churros.
Camila: (a la mesera) Muchas gracias.
La mesera se va.
Damián: Bueno, ya que estamos aquí, hagamos la salida más agradable. Cuéntame de ti (Bebe un sorbo del café).
Camila: La verdad no tengo mucho qué contarte de mi vida. Vivo con mi mamá en una pensión. Hace años vivimos allí (También bebe un sorbo de su café).
Damián: ¿No vives con tu padre?
Camila: (esbozando la sonrisa) No. Mi papá nos abandonó a mi mamá y a mí cuando yo todavía era una niña por irse detrás de otra vieja, así que no volvimos a saber nada de él.
Damián: Disculpa si mi pregunta te pareció impertinente. Lo siento.
Camila: No te preocupes. De hecho, me gusta contarles esa parte de mi vida a los demás porque me siento muy orgullosa de todo lo que hizo mi mamá para sacarme adelante. ¿Y sabes algo? (Sonriendo ilusionada).
Damián: (sonriendo) Dime.
Camila: Uno de los sueños que tengo es trabajar duro para darle una casita, una en la que ella pueda sentirse contenta y tranquila.
Damián se sorprende al conocer más a fondo a Camila.
Damián: Eso que me cuentas es muy bueno. Si yo tuviera a mis padres, también haría todo lo que pudiera para que estuvieran bien.
Camila: (extrañada) ¿Eres huérfano entonces?
Damián: (sonriendo forzado) Sí. Hace ya dos años que mis papás se fueron. A los dos los asaltaron una noche que no estaba en casa y… (Después de una pausa) Los mataron. Me acuerdo que mi mamá me había insistido mucho en que no saliera ese día. Pensé que estaba preocupada porque algo me pasara, pero fue todo lo contrario (Habla con la mirada ida).
Camila: (conmovida) ¡Cuánto lo siento! No debió ser muy fácil para ti (Pone su mano sobre la de él).
Damián: (sollozo) Para nada. Me quería morir. Le perdí el sentido a la vida y no paraba de echarme la culpa de lo que pasó, con decirte que hasta el día de hoy sigo pensando que, si me hubiera quedado esa noche en mi casa, pude haberlo evitado, no sé…
Camila: No sé qué decirte. Yo creo que sería mejor que cambiáramos de tema.
Damián: (limpiándose los ojos) Tienes razón. Disculpa si te contagié con mis antecedentes depresivos (Se ríe levemente junto con Camila).
Camila: Claro que no. Todos pasamos por momentos duros alguna vez…
Camila y Damián siguen platicando.
EXT. / CEMENTERIO / AL DÍA SIGUIENTE
Es temprano en la ciudad y se está llevando a cabo el entierro de Lucrecia. El sacerdote, como es costumbre, dice algunas palabras antes de que el ataúd sea enterrado por los sepultureros. Todos los asistentes están vestidos de negros, entre los que se encuentran por supuesto Nicolás, María Belén, Dorotea, Rodolfo, Piedad y Amarguras. Nicolás llora en silencio y María Belén está a su lado. Cuando el sacerdote termina su prédica, da la bendición al ataúd y se retira.
Nicolás: Qué descanses en paz, mamá. Te quiero mucho
Nicolás rompe a llorar en el mismo momento en que le pone un clavel blanco al ataúd. Rodolfo tiene una expresión seria. Ni siquiera se inmuta a consolar a su hijo y se acerca disimuladamente a Amarguras, que está al lado de Piedad.
Rodolfo: (en voz baja) Me gustaría hablar con usted un momento. ¿Me permite?
Amarguras: Claro que sí, licenciado.
Rodolfo y Amarguras se apartan de los demás. Piedad se queda mirándolos extrañada.
Amarguras: Muy bien. Usted dirá, pero antes déjeme darle mi más sentido pésame por la muerte de su esposa. Qué horror (Niega con la cabeza). Morir ahogada. Me pregunto yo en qué estaba pensando para…
Rodolfo: ¡Ejem! Le agradezco sus condolencias doña Amarguras, pero lo que le quiero preguntar es importante.
Amarguras: (sonriendo) ¡Ah, sí! Claro. Adelante
Rodolfo: Yo pensé que habíamos quedado en un trato hacía años cuando le di una jugosa cantidad de dinero para que hiciéramos de cuenta que nunca nos habíamos visto.
Amarguras: (desconcertada) ¿A qué se refiere? No le entiendo bien, licenciado.
Rodolfo: Míreme bien. ¿No recuerda haber visto mi rostro en otro lado?
Amarguras: (haciendo memoria) La verdad no. Aunque ahora que lo miro bien, sí. Se parece a un viejo escurrido y acabado que salía disfrazado de espagueti afuera de un restaurante.
Rodolfo: (ofendido) ¿Cómo dice?
Amarguras (avergonzada): ¡Ay, nada! No me haga caso. Ya ve usted. La imprudencia siempre me traiciona, pero hablando en serio…
Rodolfo: (la interrumpe molesto) ¡Yo fui quien le vendió a una niña recién nacida hace años! ¿Recuerda?
Amarguras: (muy sorprendida) ¿Qué? ¿Usted?
Rodolfo: ¿Va a decirme que no se acordaba de mí? Porque me ha dado por pensar que todo este tiempo usted incitó a su hija para que entrara a trabajar a mi empresa y me sedujera, y la noche de la cena hizo como si nunca me hubiera conocido.
Amarguras: Pues está muy equivocado, licenciado (Reponiéndose de la sorpresa). A mí jamás se me cruzó por la cabeza que usted pudiera ser el mismo hombre que me vendió a la niña. Todo parece ser una casualidad.
Rodolfo: Yo no creo en estúpidas casualidades, señora, pero está bien. Poco me importa ya. Necesito que me diga si su ahijada es la hija de Nidia, la que le vendí hace diecinueve años.
Amarguras: (sonriendo vanidosa) Me imagino que se refiere a María Belén, pero así es. Es la misma. Ya ha pasado mucho tiempo. ¿Quién pensaría que me lo volvería a encontrar?
Rodolfo: Este encuentro no significa nada, doña Amarguras. Lo que pasó siempre tiene que quedar bien oculto como siempre lo ha estado. Con razón lo sospechaba. De ahí el parecido de Nidia con la tal María Belén.
Amarguras: Mirándolo bien, sí es usted aquel hombre. Más viejo y arrugado, pero sí es usted (Rodolfo la mira con los ojos entrecerrados). En cuanto a lo que dice, por supuesto que va a seguir oculto. A luz de la policía, podríamos parar en la cárcel por el trato que hicimos.
Rodolfo: Usted lo ha dicho y por eso le advierto de una vez que espero y no vaya a utilizar eso a su favor para sonsacarme de dinero
Amarguras: (haciéndose la indignada) ¿Cómo puede pensar eso de mí, licenciado? Yo soy una mujer pobre, pero de palabra.
Rodolfo: El haberme recibido a una niña a cambio de dinero no habla muy bien de usted ni mucho menos el plan que armó con Piedad.
Amarguras: Sobre eso, déjeme aclararle que yo no armé ningún plan con mi hija. Como le dije, todo es una casualidad. Además, usted nunca me dijo su nombre, ni dónde vivía, ni en qué trabajaba.
Rodolfo: ¡En fin! Todo tiene que seguir como un secreto entre usted y yo. Nadie, ni siquiera Piedad, pueden saber la verdad de María Belén. ¿Me entendió?
Amarguras asienta con la cabeza, sonriendo con su típica vanidad.
INT. / CASA ROBLES, SALA / NOCHE
En la sala, hay un detective de la policía haciéndoles unas preguntas a Nicolás, María Belén, Piedad, Rodolfo y Dorotea. Estos dos últimos y el detective están sentados en diferentes sofás.
Detective: Es muy posible que la muerte de la señora Lucrecia Méndez se haya tratado de un suicidio porque todo apunta a que lo fue. Por eso necesito que me respondan un par de preguntas más para esclarecerlo todo.
Rodolfo: Usted dirá detective.
Detective: (a Rodolfo) ¿Cómo era su matrimonio con la señora?
Rodolfo: Bueno (Suspira). Últimamente las cosas no iban muy bien para los dos y…
Nicolás: (interviene) Mi mamá no tenía suficientes motivos para suicidarse sólo porque su matrimonio no anduviera bien.
Rodolfo: Por favor, Nicolás. Este es un asunto serio. No empieces con tus estúpidas indirectas
Nicolás: (alterado) ¿Indirectas? ¡Mi mamá fue enterrada hoy! ¡Murió! Y yo estoy seguro que no se trató de ningún suicidio. Hay algo más allá de eso.
Se enfoca la mirada penetrante y culpable de Piedad.
Rodolfo: Entonces, ¿insinúas que alguien la mató?
Detective: Por favor, no nos desviemos del tema central. Pueden caber varias posibilidades, inclusive la de que se haya tratado de un asesinato.
Nicolás: Entonces, será mejor que haga su trabajo, detective, y empiece a investigar más a fondo qué fue lo que pasó. Con permiso. No tengo nada más que hacer aquí
Nicolás se retira de la sala y segundos después, María Belén va tras él.
Rodolfo: Disculpe a mi hijo, detective. Comprenda que le afectó mucho todo esto. Era muy apegado a Lucrecia.
Piedad: Que en paz descanse la pobre (Niega con la cabeza cínicamente).
Nicolás sube a su cuarto y entra. Empieza a dar vueltas como si no se hallara a sí mismo y patea su mesita de noche al tiempo que rompe a llorar frustrado y triste. María Belén lo mira parada desde la puerta.
María Belén: (tímida) ¿Puedo pasar?
Nicolás, al verla, se limpia los ojos y asienta con la cabeza. María Belén entra al cuarto y se sienta en la cama con él.
María Belén: También me dio reteharta tristeza lo que pasó con tu mamá. En los poquitos días que la conocí, me estaba empezando a encariñar con ella. Lo siento mucho por ti.
Nicolás: (sonriendo forzado) Mi mamá siempre fue una buena mujer, conmigo y con mi papá, a pesar de lo mal que él la trataba. Yo sólo quería verla feliz, pero en vez de eso, le di más preocupaciones que alegrías…
María Belén mira triste a Nicolás, quien sigue derramando lágrimas.
Nicolás: Ella me apoyó, incluso cuando mi papá me metió obligadamente en un internado. Ahí… (Hace una pausa) Ahí sufrí mucho. ¿Sabes?
María Belén: (extrañada) ¿Por qué?
Nicolás: Muchas veces de burlaron de mí porque era muy tímido o casi no hablaba con nadie. Me veían como un bicho raro y por eso me hacían bromas pesadas. Al principio eran bromas sin importancia, pero después se fueron volviendo más constantes.
María Belén, muy conmovida, no puede evitar derramar varias lágrimas.
Nicolás: Muchas veces mis otros compañeros me metían en cosas que no había hecho y era castigado severamente en la dirección. En el restaurante, algunos me ponían el pie para que me cayera con la bandeja de comida y todos se burlaran de mí.
Nicolás hace una pausa para no romper a llorar.
Nicolás: Una vez me harté e intenté defenderme. Me lancé contra uno de mis compañeros y comencé a pegarle sin parar en el rostro. Estaba furioso. Prácticamente lo quería matar y golpeaba su cabeza repetidas veces contra el piso, pero me detuve cuando me vi las manos manchadas de sangre.
María Belén: ¿Y qué pasó después?
Nicolás: Lo incapacitaron por un mes. A mí me remitieron a un psicológico que les recomendó a mis padres internarme en un sanatorio por neurastenia. Estuve ahí durante seis meses y de no haber sido por el apoyo de mi mamá, no sé qué hubiera pasado conmigo…
María Belén se lleva las manos a la boca, muy impresionada por lo que le ha contado Nicolás.
Nicolás: Y ahora ella se fue. Me dejó solo (Llorando). Ya no la voy a volver nunca más. Se murió y me dejo solo, María Belén ¡Estoy solo porque a nadie más le importo! (Rompe a llorar).
En eso, en impulso, María Belén abraza a Nicolás y éste le corresponde, abrazándola más fuertemente.
María Belén: (llorando) Claro que no. Tú no estás solo, Nico. Tu mamá se fue, pero me tienes a mí. Yo soy tu amiga y a mí sí me importas.
Nicolás no dice nada, pero sólo se desahoga, abrazado a María Belén. Piedad se entre asoma por una pared y los mira en silencio, sintiendo de repente enojo por lo que ve. La joven se retira molesta y entra a uno de los baños. Se lava las manos y se mira al espejo. Detrás de ella, aparece Mary y Piedad la mira a través de su reflejo.
Mary: Sé lo que estás sintiendo, Piedad. Te entiendo
Piedad: ¿Qué vas a entender tú? No me pasa absolutamente nada. Sólo estoy nerviosa de que hayas hecho mal el trabajo y dejado alguna prueba que nos incrimine de la muerte de la vieja.
Mary: Ja, ja, ja. Por eso no te preocupes. Borré las huellas de todo lo que pude haber tocado. Nada va a pasar, pero tal vez Lucrecia no haya sido el único estorbo del que tuvimos que deshacernos.
Piedad: (extrañada) ¿A qué te refieres?
Mary: Que María Belén también puede ser un estorbo en nuestros planes. Tú la viste, abrazada como una garrapata a Nicolás en ese papel de amiga consoladora.
Piedad: (preocupada) ¿Crees que pueda tomarme ventaja?
Mary: ¡Exactamente! Nicolás es heredero de Lucrecia. En el testamento, ella debió dejarle una buena cantidad de sus bienes, muchos más que a Rodolfo. Eso es justo en lo que pensó la coja esa.
Piedad: Lo dudo mucho. María Belén no es de esas, a pesar de todo.
Mary: Eso crees tú, pero las apariencias engañan (Hablándole al oído con malicia). Es mejor que vayamos planeando una manera de deshacernos de ella, tal y como lo hicimos con Lucrecia.
El reflejo de Mary en el espejo desaparece. Piedad se voltea y ya no la ve por ninguna parte.
INT. / CASA ROBLES, CUARTO DE MARÍA BELÉN / NOCHE
Es plena madrugada. Rodolfo entra silenciosamente al cuarto de María Belén donde ésta duerme con una camisa y unos shorts. La joven está medio descobijada y Rodolfo no desaprovecha oportunidad para acercarse a ella y acariciarle el rostro.
Rodolfo: (susurrando) Eres igual de bella que tu madre (Le acaricia también las piernas). La misma voz, los mismos gestos…
De repente, Dorotea pasa por ahí y al ver la puerta abierta del cuarto, entra y sorprende a Rodolfo.
Dorotea: (extrañada) ¡Señor! ¿Qué está haciendo usted aquí?
Rodolfo no dice nada. Mira fulminante a Dorotea y sale del cuarto. Dorotea se queda extrañada y se acerca a María Belén para cobijarla bien.
INT. / VECINDAD, CASA DE DOÑA RAMONA / AL DÍA SIGUIENTE
María Belén está visitando a Camila y a doña Ramona.
Ramona: (a María Belén) ¡Ay! ¡Qué bueno que nos visitas, mija! Nos tenías con el pendiente desde hacía días que no sabíamos nada de ti (La abraza).
María Belén: (sonriendo) Es que no tenía forma de avisarles nada, doña Ramona, pero les traje este pan caliente aprovechando la visita (Le entrega una bolsa a doña Ramona).
Ramona: No te hubieras molestado, muchacha. Muchísimas gracias.
Camila: Nos enteramos que la vieja de Amarguras te echó, por un trato que hizo con Agapito, algo así…
María Belén: (esbozando su sonrisa) Sí, de eso me di cuenta yo también. Mi madrina le debía mucha plata a don Agapito, y me usaron a mí como medio de pago (Indignada).
Camila: ¡Méndigos viejos perros! Me caen de la patada. Por lo menos mi mamá le tiró su buena cachetada a doña Amarguras. ¿Verdad, ma?
Doña Ramona: (riéndose) Sí, pero la muy cobarde se asustó cuando vio que éramos dos contra una.
María Belén: (riéndose) No puedo creer que en serio hayan hecho eso. Me hubiera gustado ver la cara de mi madrina.
Camila: Lástima que no tengo de esos celulares táctiles para haberle tomado su buena foto y subirla al Facebook (Se ríe), pero a todas éstas, cuéntanos en dónde te habíamos metido, Mabel.
María Belén: (emocionada) ¡No me lo van a creer! Conseguí trabajo de empleada en la casa de un joven de buena posición. Se llama Nicolás Robles.
Camila: ¿Cómo que un joven? ¡Cuéntanos bien! (Se sienta con Mabel en un sofá).
María Belén: Lo conocí el día que mi madrina me echó. Él me llevó a su casa y su mamá que en paz descanse, me dio trabajo. Pero la señora murió y la enterraron ayer.
María Belén continúa contándoles.
INT. / VECINDAD, CASA DE AMARGURAS / DÍA
Piedad, entretanto, se alista para ir al trabajo. Amarguras le sirve el desayuno en el modesto comedor que tienen.
Piedad: (sentándose para desayunar) ¿Ya hablaste con Agapito, mamá? Me urge en cuanto antes que ejecutemos ese plan que habíamos dicho.
Amarguras: (curioso) ¿Y qué te hizo cambiar de opinión, hija? Antes te daba lo mismo que la coja estuviera trabajando o no en la casa del licenciado.
Piedad: Estuve pensando bien las cosas y creo que María Belén sí puede resultar a la larga un estorbo para mí. Parece que anda liada con Nicolás y no debe tardar en ir enredando a Rodolfo.
Amarguras: (sentándose con una actitud chismosa) ¿Y por qué lo dices?
Piedad: Ayer la descubrí muy abrazadita con Nicolás consolándolo por la muerte de la vieja y se me ocurrió que a lo mejor la coja esa no es tan inocente como parece y debe querer su buena tajada de la herencia. Después de todo, Lucrecia era la del dinero.
Amarguras: ¿Será posible? Siendo así, no hay tiempo que perder. Tienes que hacerte novia del licenciado en cuanto antes.
Piedad: Todavía no, mamá. Te recuerdo que tan sólo ayer enterraron a la vieja.
Amarguras: Yo digo que vayas a poco a poco, pero tampoco tan lentamente. En un mes como máximo puedes ser su novia oficial y así tendrás oportunidad de inculpar a la coja en un robo para que salga con la cola entre las patas de la casa de los Robles.
Piedad: ¿Y luego?
Amarguras: Luego, Agapito hará su parte dependiendo de lo que yo ya había hablado con él. Es la única manera que tenemos para deshacernos de María Belén.
Piedad: Está bien, aunque voy a mirar si puedo agilizar las cosas. Entre más tiempo pase, más hábil se puede hacer la mustia. Yo ya me voy. No quiero llegar tarde a mi trabajo (Se levanta).
Amarguras: (levantándose) ¿Y vas a dejar tu desayuno servido?
Piedad: ¡Por favor, mamá! ¿A esa porquería que me sirves llamas desayuno? Eso no se lo comería ni el perro pulgoso de la vecindad. Ubícate (Toma su bolso) Adiós.
Amarguras: Tienes razón. Discúlpame, pero ya ves que la alacena hasta tiene telarañas. No hay mucho para comer.
Piedad: Si no te gastaras el dinero que te doy para ir al mercado en apuestas, la alacena estaría llena.
Amarguras: (nerviosa) Claro que no. ¿De dónde sacas que lo gasto en apuestas? Yo…
Piedad: ¡Sí, sí! Comeré algo en la casa de los Robles. Ya me voy.
Amarguras: ¡Qué tengas buen día, mi amor!
Amarguras acompaña hasta la puerta a Piedad. Justo cuando ambas salen de la casa, se encuentran con María Belén, Camila y doña Ramona. Estas tres últimas no hacen buen gesto en el rostro.
Piedad: ¡Miren quien anda por estos lados! ¿Se puede saber qué haces por aquí, María Belén? (Hipócrita) ¿No deberías estar en la casa fregando pisos como la chacha que eres?
Camila: (a Piedad) Por lo menos María Belén trabaja honradamente y no anda enseñándole las piernas a todo el barrio. Mira tu falda.
Piedad: ¡Tú no te metas en lo que no te importa! ¡Metiche!
Camila: ¿Cómo me llamaste? (Desafiante).
María Belén: No te preocupes, Cami. Déjala. Y para que te lo sepas Piedad, me dieron permiso para venir a visitar a mis amigas, así que ocúpate mejor de tus asuntos.
Piedad: Por supuesto que yo me ocupo de mis asuntos y no ando pidiendo permisos para perder el tiempo, aunque debería corregir eso último porque tú lo aprovechas más que nadie.
María Belén: ¿Tratas de decirme algo?
Ramona: Es mejor que no le hagas caso, María Belén. Tú ya te ibas de todos modos para tu trabajo.
María Belén: (molesta) ¡No, doña Ramona! Yo no me voy hasta que Piedad me diga en mi cara qué es lo que me quiere decir.
Piedad: Eso deberías saberlo tú misma. ¿O quieres que ventile frente a todo el mundo la clase de golfa trepadora que resultaste ser? ¡Sí! Porque aparte de que eres una coja, cara de mustia, ya descubrí lo que te traes con Nicolás Robles. Te le quieres meter por los ojos, como una golfa (Le habla en toda la cara a María Belén).
María Belén: (furiosa) ¡Ya está bueno de andarme faltando al respeto, Piedad!
Piedad: (desafiante) ¡Yo te hablo como se me dé la gana, coja harapienta! ¿O qué me vas a hacer? ¿Ah? ¿Crees que te tengo miedo?
María Belén pierde los estribos, tira su bolso para el piso y le lanza una sonora cachetada a Piedad.
María Belén: (agarrándola del pelo) ¡Ahora sí te voy a poner en tu lugar pa' que aprendas a respetar! ¡Ofrecida!
Piedad: (adolorida) ¡Argh! ¡Suéltame, maldita coja! ¡Suéltame! (Tratando de soltarse).
Amarguras: (aterrada) ¡Suelta a mi hija, coja desgraciada! ¡Suéltala! ¡La vas a matar!
Camila y doña Ramona deciden intervenir y separan a María Belén de Piedad. María Belén le lanza un zarpazo con las uñas en un lado de la cara a Piedad y se ve cómo ésta quedó cómicamente despelucada
Piedad: (histérica) ¡Maldita coja! ¡Te vas a arrepentir de haberme golpeado, estúpida! ¡Te vas a arrepentir!
María Belén: (siendo contenida por Camila) ¡Pos yo tampoco te tengo miedo, ah! ¡Y atrévete a volver a decirme algo y a la próxima te dejo calva!
Amarguras: Ven, Piedad. Mejor entremos
Amarguras y Piedad entran a su casa.
INT. / MANSIÓN ALTAMIRA, COMEDOR / DÍA
Don Roberto desayuna acompañado de La señorita Isis y Damián. Ella revisa su laptop mientras come su cereal con leche.
Isis: ¡Es el colmo! Mi tienda online de ropa de segunda mano para dama no ha tenido el éxito que esperé (Triste). En veinticuatro horas no he vendido absolutamente nada.
Roberto: (riéndose) ¿Y qué esperabas? La gente no es tan estúpida como para andar comprando ropa vieja y de mala calidad, y mucho menos por Internet.
Isis: (haciendo un puchero) Es increíble que le estés diciendo eso a tu propia hermana cuando deberías estarme apoyando y deseándome suerte.
Roberto: Si hicieras las cosas bien y tuvieras idea de cómo se maneja un negocio, hasta te besaría los pies, pero no. Todo lo haces con las patas y no con la cabeza. Deberías internarte en un convento (Se lleva un bocado de comida a la boca).
Isis: ¡Por Santa Teresa y los pies mal olorosos de mi tía Fortunata! ¿Cómo te atreves? ¡Viejo gilipollas! (Le grita con la voz grave).
Roberto: (furioso) ¿Cómo me dijiste, gorda cincuentona?
Isis: ¡Gorda cincuentona tu madre!
Roberto: ¡Estúpida! ¡Mi madre también fue la tuya!
Isis: (levantándose furiosa) ¡No me cambies el tema!
Damián: (interviniendo) Ya, por favor. No está bien que se peleen en la mesa. Siéntate, madrina.
Isis: (hablando de nuevo delicadamente) Tienes razón, mi Damián (Se sienta). A veces pierdo los estribos con mi querido hermano, pero ya estamos acostumbrados, así que no te preocupes.
Roberto: Eso es verdad. Por más que trate de soportar a Isis, me es imposible. Habré de estar pagando una penitencia perpetua.
Damián: Bueno. Yo quería proponerle a mi madrina que a lo mejor debe utilizar otro método para llamar la atención en su negocio.
Roberto: Ese negocio ya es un fracaso. Que mejor ni siga perdiendo el tiempo y se ponga en la tarea de buscar otro trabajo. En un convento la recibirían muy bien. Después de todo ya se quedó para vestir santos (Burlesco).
Isis: ¡Corrección hermanito! Te puedo apostar que me voy a convertir en la mujer más deseada del país, en un ícono de la feminidad (Haciendo señas con las manos e imaginándose muy ilusionada). Voy a salir en las portadas de las revistas más importantes y seré una modelo ejemplar para las mujeres menopáusicas de la era contemporánea.
Roberto: ¡Pamplinas! Ni siquiera tú misma sabes el significado de todo lo que dices.
Isis: Allá tú. Tendrás que besarme mis pies cuando logre todo lo que me he propuesto. Ya verás, ya verás… (Se va del comedor cantando).
INT. / CASA ROBLES / DÍA
María Belén llega a la casa Robles y justo se topa con Rodolfo quien va de salida.
María Belén: (seria) Buenos días, señor.
Rodolfo: (mirándola sonriente) Buenos días, María Belén. ¿Estabas por fuera?
María Belén: Sí. Dorotea me dio permiso para ir a visitar unas amigas en la vecindad donde vivía antes.
Rodolfo: Me parece de muy mal gusto que Dorotea se tome atribuciones que no le corresponden como darte permisos para salir. Eso tenías que habérmelo pedido a mí.
María Belén: Me imaginé que como está tan afectado por la muerte de su señora esposa, pues mejor no quise molestarlo.
Rodolfo: No es necesario que seas tan arisca conmigo, muchacha (Le acaricia el rostro y María Belén se aparta incómoda).
María Belén: No es que sea arisca, pero prefiero guardar las distancias. Ya sabe usted. Yo sólo soy la empleada de aquí.
Rodolfo: Todo eso puede cambiar si me permites que tengamos… Una relación más cercana, más que de patrón y empleada. Podemos ser amigos. Me recuerdas mucho a alguien que conocí en el pasado
María Belén: (sonriéndole hipócrita) Pos con todo respeto señor, pero yo prefiero que sigamos así como estamos y ya. Me tengo que ir…
Rodolfo: (tomándola de un brazo) Espera un momento…
De repente, Nicolás baja las escaleras y se queda extrañado al ver la escena de su papá cogiendo de un brazo a María Belén. Ésta al ver a Nicolás, se va rápidamente.
Nicolás: (a Rodolfo) ¿Pasaba algo aquí?
Rodolfo no le responde nada a su hijo. Lo mira serio y frustrado al haberse visto interrumpido y sale de la casa.
CONTINUARÁ…
|
Categories
All
|